Dedicado a ksskndbd

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Me despierto sobresaltada, parpadeo con pesar y todo a mi alrededor se torna de una densa oscuridad. Con mis manos trato de incorporarme en la dura superficie en la que me encontraba inconsciente acostada. 

No recuerdo el momento exacto en el que me desvanecí tratando de que los guardias no me llevarán, ha arrastras del lugar, esas son las menores consecuencias de una mala alimentación, ya me había ocurrido antes en varias ocasiones cuando trabajaba de más en los canteros. 

Mis pupilas se dilatan tratando de adaptarse al nuevo entorno, con las escasas habilidades con las que cuenta una omega como yo se me hace difícil poder ver en las penumbras de la oscuridad. Me encuentro en una especie de contenedor y al darme cuenta de que no soy la única en el me alarmó.

Hay varios esclavos omegas de mi campamento y algunos otros desconocidos, no logro divisar a Hanna por ningún lado, me imagino que debe de estar en otro contenedor como este, si quiero pensar que es así, y no que está muerta. El horror inunda mi ser cuando veo a la gran mayoría, amarrados y con golpes severos, puedo levemente percibir el olor a sangre, algunos se encuentran dormidos aún y otros ya están despiertos, igual que yo, con lágrimas en los ojos y tragándose el llanto. 

El contenedor se estremece ligeramente de los lados y siento el sonido de un camión puesto en marcha, nos estamos moviendo. Siendo trasladados después de tantos años.

Mis pies tienen varias cortaduras que arden al tocarlas y sintió que la caída provocó la formación de nuevos moretones. El archiduque sobrepasó mis expectativas, es igual o peor de vil que su hermano. Intento formular posibles razones por las cuales nos encontramos aquí y en estas condiciones, en vez de estar siendo explotados con horas extras en la jornada, pero mi mente no puede especular nada coherente. 

— D-disculpa, ¿Sabes por qué estamos aquí? — me envalentono a preguntarle a un chico al lado mío que es el más relajado que se encuentra de todos. 

Suelta una pequeña sonrisa nasal y me mira con sorna haciendo que me arrepienta por preguntarle.

— ¿Acaso eres estúpida?, ¿Cómo no vas a saber?

Chasqueo la lengua tratando de aguantarme y no maldecirle todo su árbol genealógico. Su actitud petulante me sacó de mis casillas, me esperaba un poco de empatía siquiera, pero ni tan solo eso. A veces los mismos esclavos adoptan el mismo bajo nivel que tienen los guardias, los malos tratos que recibieron los reflejan hacia los demás como si fueran espejos. 

— Muy posiblemente nos manden a un distrito más grande para seguirnos esclavizando como si nuestra vida valiera menos que la mierda o en el peor de los casos, si serán ciertos los rumores que circulaban en mi barracón — una chica que estaba enfrente de nosotros comenzó a disuadir mis dudas y a avivar mis temores — Cada día son menos los embarazos que se dan entre las mismas especies dominantes, lo que terminaría a largo plazo porque optarán por la más repulsiva opción, cruzarse con la casta más odiada por ellos, o sea nosotros.

Mi ritmo cardíaco se acelera ante esa posibilidad, nos utilizarían como unas jodidas incubadoras, por lo menos siendo esclavos omegas nadie nos veía como objeto sexual, ya que les causaba asco tan siquiera tocarnos, hasta los más ignorantes pensaban que teniendo contacto con un omega o gamma podrían infectarse y degradar en la escala de su casta, como si fuéramos una especie de virus o producto defectuoso solo porque somos más débiles que ellos.

El omega creído a mi lado se volvió a bufar de la situación, su cínica risa daba a entender que le divertía la horripilante situación.

— Deliras, no seremos solo una clase de vientre en alquiler, justo ahora estamos siendo llevamos a una casa de prostíbulo. Seremos el nuevo fetiche entre alfas y betas, coger con una asquerosa facción defectuosa será la novedad del momento, podernos denigrar y utilizar más de lo que ya lo han hecho. Seremos sodomizados y nos obligarán a cometer cualquier cochinada que les pasé por su retorcida mente y en caso de poder lograr concebir tendremos que llevar el embarazo a término y entregar a nuestras crías para que ricas familias los adopten como suyos. 

Los que se encontraban despiertos no disimularon su asombro, varios empezaron a gritar, llorar, otros a golpear las paredes del contenedor pidiendo que los dejaran salir. Estúpido, todo era estúpido, ya estábamos acabados. Las lágrimas brotan de mis ojos como perlas saladas y me es difícil aceptar que eso que tanto añore y guarde para entregar a mi pareja cuando era una ingenua adolescente con ansias de su presentación será entregado a un cochino y perverso lobo degenerado. 

Un fuerte estruendo hizo resonar las paredes del contenedor, me recordó a la mandarria que hacían sonar contra el fierro los guardias de mi barracón.

— ¡Cállense el maldito hocico asquerosos esclavos! — la fuerte voz hizo estremecer a muchos y supongo que era la del conductor que nos llevaba derecho a nuestro infierno.

Recuerdo las crueles palabras del archiduque y con que con esto se refería a un lugar en donde deberían estar las perras como yo. Que despreciable es ese ser que nada más verlo su actitud causa repulsión, la maldad al parecer es genética y se hereda sin saltarse ninguna generación. 

Limpio mis lágrimas con enojo y me prometo a mí misma no dejarme tocar por ningún pervertido asqueroso. Lucharé, lucharé hasta el fin con todas mis fuerzas. 

— Llorar es en vano, solo acéptalo. No nacimos para vivir felices en este mundo, por lo menos no en este tiempo. 

Por lo menos en eso coincido con el omega procaz. De nada sirve llorar por las causas perdidas, pero esta vez no me rendiré, intentaré escapar de ese lugar como sea. Aunque solo pueda saborear la libertad unos segundos y morir en el intento.

El camión se detiene y las puertas del contenedor son abiertas bruscamente. Una docena de alfas guardias nos esperan del otro lado, seguramente para evitar intentos de fuga.

— ¡Salgan ya de allí cucarachas!, ¡En fila y en orden!

Continuará...

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