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||CAPÍTULO 0.3||✅

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Los guardias no escatiman a la hora de usar la fuerza superior que les dio la madre Luna y el ridículo cargo que les dio el rey. Son como bestias sin raciocinio, capaces de cometer cualquier fechoría con tal de saciar sus más bajos instintos.

- ¡Arriba malditos engendros!

Su metal de voz es elevado, a pesar de que la situación la vivimos cada día, más de uno no puede evitar sobresaltarse en su lugar. Los gritos de ese alfa producen un molesto zumbido en mis oídos al punto de querer aislar cualquier sonido del ambiente si tan solo eso me fuera posible, pero no puedo tener ni la intención de querer cubrir mis orejas.

Hacen un pequeño sondeo con la vista para cerciorarse de que todos estemos listos. Me mantengo con la cabeza agachada, con mis manos detrás a la espera de la orden de salida.

Los demás esclavos me imitan al colocarse de pie y adoptar mi misma postura, es una regla tácita en los barracones, una clara muestra de sumisión y respeto. El ayudante del alfa empieza a pasar la lista citando en voz alta la numeración de cada esclavo, es una medida tomada recientemente para evitar las fugas y tener un control exacto sobre nosotros.

No tenemos un nombre y mucho menos un apellido en este lugar solo somos un número con unos cuantos dígitos.

Cuando mi número es mencionado doy un paso al frente y retomó rápidamente mi lugar luego de que mi presencia es confirmada, así sigue la larga fila de nuestra sección hasta que paran de contar en el número 9. Eso no es una buena señal, hay un faltante.

Los segundos pasan con premura y puedo jurar que siento en mis oídos los latidos desbocados de más de un esclavo.

- ¿Así que en esta sección no existe el número 9 acaso? - exclama con mucha sorna uno de los guardias.

- Al parecer las ratas carecen de memoria, no me gustaría informar al comandante Lee de una fuga y más cuando se les advirtió lo que sucedería si uno de ustedes hacía el patético intento de huir.

Jodida mierda, los surcos de mi piel abierta y ensangrentada aún no cierran siquiera para tener que recibir unos 100 latigazos por cada hora que pase desaparecido el fugitivo, no me atrevo a alzar la vista pero supongo que más uno se encuentra atemorizado.

Odio al esclavo número 9 sin conocerlo, nos ha condenado a todos por intentar salvar su maldito pellejo.

- Máx, avisale al general que mande las patrullas de sondeo y moviliza a un pelotón hasta acá, pasaremos una tarde entretenida, ya esta belleza clamaba por sangre - mis ojos hacen un corto viaje hasta él para ver como con sus asquerosos dedos recorre las tiras de cuero de su látigo.

Cierro los ojos y lo doy todo por perdido, la vida de un esclavo es tan banal y efímera que no esperaba sobrevivir tanto tiempo, ya creo que llego mi hora, no podré aguantar otra cruel tortura.

- Sí, será divertido, no empieces sin mi.

Abro los ojos nuevamente al ver como el guardia hace el amago de irse y cuando menos me lo esperaba un esclavo rompe la fila haciéndose a un lado y dejando ver el cuerpo del que se supone que es el número nueve.

- Espera Máx, parece que el 9 decidió aparecer... haber qué tenemos aquí - el guardia camina con pasos lentos hasta llegar a lo último del barracón.

Tendido en una cama de paja se encuentra el cuerpo inerte de un esclavo de avanzada edad, me preguntó cuántos años habrá vivido en esta miserable vida como para terminar así.

- Otro viejo muerto - determina luego de tomar su pulso - Cada vez duran menos, ni modo que venga alguien por él y que lo lancen al foso, y ustedes pequeñas ratas hoy es su día de suerte, no recibirán los latigazos que tanto me muero por darles, pero si trabajarán 4 horas extras para suplir el trabajo de su querido compañero.

Suspiro con disimulo mientras formamos fila y partimos rumbo a las canteras, esas horas extras serán agonizantes, pero peor es el castigo por una fuga.

- ¿En dónde estabas Minji? - Hanna, quien va enfilada detrás de mí me pregunta en tono bajo para que los soldados no la oigan.

- Mejor no hablemos ahora - podía sentir una mirada penetrante quemándome la nuca y eso solo me hacía sudar frío por el temor de que un guardia nos oyera.

- ¡Eh tú!, prisionera 201 - escucho el número de clasificación de Hanna y en efecto es lo que me presentía.

El guardia alfa que venía escoltándonos desde atrás nos había escuchado murmurar entre nosotras, muy posiblemente terminaríamos por recibir otro castigo para mi desgracia. Siento como Hanna empieza a temblar en su lugar y veo como el alfa hace detener la fila para enfrentarnos. Estamos malditamente jodidas.

El alfa hala a mi amiga del brazo utilizando gran parte de su fuerza, por lo que puedo asegurar que le dejará moretones - ¿Qué estabas hablando con 121?

Hanna niega con su cabeza y empieza a sollozar. Lastimosamente, me doy cuenta de que nada o poco queda de lo que era ella al entrar a este campamento. Su actitud valiente y temeraria ya es cosa del ayer, ahora en su lugar está una pequeña y débil omega temerosa.

- ¡Responde estúpida omega! - los esclavos que quedan en la fila empiezan a expulsar feromonas con un mal olor, eso sucede cada vez que tenemos miedo y nos asusta algo, es casi inevitable no hacerlo - ¡Y tú 121!, ¡¿Se puede saber de qué jodidos estaban hablando?!, o voy a tener que sacarle la lengua a ambas.

Suelta a Hanna la cual termina en una estrepitosa caída en el arenoso suelo y el malnacido del guardia me toma por los cabellos haciendo que eche mi cabeza hacia atrás.

En mi mente solo se reproducen escenarios en donde el frío alfa sin corazón nos tortura hasta la muerte y cada uno es peor que el otro.

- N-no hablábamos de nada, se lo juró alfa, tenga piedad.

- ¡¿Me quieres ver la cara de estúpido, mugrienta?! - Si tan solo tuviera la fuerza, el poder y la voluntad de un alfa le hubiera roto su jodida cara de un puñetazo.

- ¡Eh Max deja ya esas lacras! - su compañero le pide que pare con esta déspota actitud y él solo se limita a sonreír cínicamente.

- Ambas tendrán doble jornada, así continúan con su amena plática - él se marcha no sin antes escupir en el rostro a Hanna que aún se encontraba en el suelo.

Doble jornada, maldigo internamente serán veinticuatro jodidas horas de trabajo sin cesar.

La marcha se reanuda mientras yo ayudo a Hanna a ponerse de pie. Guardamos absoluto silencio el resto del camino y rápidamente ya estábamos en el cantero de piedras. Como si fuéramos máquinas programadas, cada uno toma una herramienta rudimentaria y vieja de un gran cajón metálico. Mi amiga y yo nos dirigimos a un montículo de rocas medianas y con la punta de pico oxidado empiezo a romper una de estas.

Las piedras no parecen de gran valor y la primera vez que empecé a romperlas eso era lo que creía, mi mente no le hallaba sentido a partir simples rocas sin utilidad, pero cuando se abrió la primera ante mis ojos puede ver el porqué ellos las codiciaban tanto. En su interior se encontraba un material llamado Crown, de color muy fuerte y negruzco, este tiene un valor superior al diamante y el oro. Todos los yacimientos de Crown están bajo el poder del Rey Alfa y nosotros solo somos su mano de trabajo.

- Temía que nos mandaran a castigar, lo siento Minji por mi impertinencia y estupidez, por poco ese alfa nos mata.

Sus ojos verdes estaban cristalinos y sabía las enormes ganas de llorar que tenía porque yo también quería llorar, aunque mi lagrimal pareciera ya estar seco de tantas lágrimas derramadas en estos últimos días.

Mire a mi alrededor para ver si divisaba a algún guardia que nos pudiera reprender por estar hablando en vez de trabajar, pero la gran mayoría debía de estar jactándose con delicioso y cuantioso desayuno.

- No hay problema, por suerte no nos sucedió algo peor - impulsé mis delgados brazos hacia atrás para aplicar más fuerza con el pico en la roca, haciendo que esta se agrietara - Salí en la mañana, conseguí comida para las dos.

Hable entre susurros no quería tan siquiera que otro esclavo nos oyera porque a estos no les importaba irse de soplones para buscar simpatía con un superior.

Hanna abre sus ojos, sorprendida, y veo una sonrisa de alivio surcando sus labios. Hoy por lo menos comeremos algo más que una barra de pan viejo, eso si nos las dan que es muy probable que no por el fallecimiento del esclavo 9 y por el pequeño espectáculo que formó el guardia al vernos hablar.

Continuamos nuestro trabajo bajo los hostigantes rayos del Sol que masacraban nuestra piel y nos hacían sentir dentro de una caldera en llamas y todo esto sin poder tomar tan siquiera una sola gota de agua.

Un gran disturbio se forma en el campamento y veo a guardias ir de aquí para allá como si algo malo estuviera ocurriendo. Dudo mucho que sea la fuga de un esclavo dado los sucesos de esta mañana, nadie en sus cabales se atrevería a tanto.

- ¿Qué crees que esté sucediendo? - me pregunta mi amiga omega que se encuentra a mi lado, sentada en una roca, recuperando un poco de aliento, por suerte ningún guardia la ha visto si no la levantarían a patadas.

- No lo sé, pero algo importante ha de ser para que todos ellos estén así de conmocionados, tal vez...

Mis palabras se cortan al sentir el sonido de una corneta, tocada por uno de los centinelas en la entrada. En donde estábamos podíamos divisar todo el panorama dada la altura. Las enormes puertas del muro divisor fueron abiertas y de ella emergieron unas tropas de hombres lobos a caballo.

- ¡El archiduque está aquí!

- ¡Larga vida al reinado y su corona!

Hanna y yo nos miramos sumamente sorprendidas por el hecho de que aquí en un mugre campamento de omegas esclavos estuviera alguien de la realeza, pero la pregunta era ¿Qué quería ese archiduque?

Continuará...

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