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𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐈𝐆𝐈𝐋𝐀𝐍𝐓𝐄 ➛「𝒎𝒂𝒓𝒗𝒆𝒍」

𝐓𝐇𝐄 𝐕𝐈𝐆𝐈𝐋𝐀𝐍𝐓𝐄
for ᴍᴀʀᴠᴇʟ

HENRY JACKSON

tell you you're the greatest
but once you turn, they hate us

・❥・NOMBRE.

Su nombre real es Henry Jackson. En las calles, como vigilante, se le suele conocer como Strayed.

・❥・EDAD.

Actualmente Henry tiene veinticuatro años. Nació un 17 de mayo.

・❥・PODERES Y DEBILIDADES.

Aeroquinesis. Henry puede controlar el aire y las corrientes de viento, además de manipularlas como desee para cambiar la trayectoria de objetos que se encuentran volando o son lanzados. Justo por eso es bueno en los asuntos que entrañan puntería. Su capacidad de manipular el viento hace que los proyectiles siempre vayan donde él quiere con solo un poco de esfuerzo. También su poder le hace capaz de crear ráfagas de viento que pueden convertirse en tornados.

Respecto a sus debilidades, el cansancio es una bastante destacable, además de un límite de habilidad respecto a los objetos que puede manipular. Si pesan demasiado como un coche o un camión, su habilidad se vuelve torpe porque demanda mucha más concentración. Por ende, funciona mucho mejor con cosas ligeras.

・❥・ARMAS.

Para aprovechar sus poderes y lo que conllevan, Henry suele llevar un arco como arma, que se nota que es de alta gama y de competición.

・❥・HISTORIA.

Henry nació en Nueva York, bajo el manto de una familia medianamente adinerada que le adoptó siendo a duras penas un infante. Desde pequeño encontró un gran gusto en el deporte, así que sus padres, encantados con ello, decidieron sacar provecho de ello. Durante años fue saltando de una actividad extraescolar a otra, hasta que encontró en su adolescencia la arquería.

Al principio no era muy bueno en ella, pero le entretenía y le ayudaba a focalizarse en algo más que no fuera su inminente fracaso académico... permanente durante toda su vida escolar, de hecho. Aunque inteligente, Henry se encontraba en muchas ocasiones mirando a la pared sin poder centrarse en la tarea que tenía frente a él en el escritorio. Otras veces simplemente nunca llegaba a ponerse a hacerlas, procrastinando hasta que llegaba la fecha de entrega y simplemente no tenía nada que mostrar.

A pesar de no estar contentos con ello, sus padres le dejaban en paz y preferían mantenerle ocupado con sus competiciones de arquería antes que indagando en los discursos políticos que su familia manejaba. Discursos políticos contra los mutantes. Sus padres los tachaban de aberraciones de la naturaleza, sujetos responsables de causar caos y destrucción. Todo era fomentado bajo el nombre y la publicidad de su empresa farmacéutica, Ark Pharmaceuticals.

Por aquel entonces, aproximadamente con quince años, el odio a los mutantes era lo único que Henry conocía. No es que condicionara su vida, pero cada vez que escuchaba una noticia, buena o mala, sobre ellos, no podía evitar negar con la cabeza con desaprobación.

Nunca encontró razones reales para seguir a sus padres en ello, exceptuando el hecho de que solo quería unas palabras de afirmación de vez en cuándo. No era bueno en los estudios, algo a lo que su familia le daba mucha importancia, así que se centraba en alinearse con ellos en temas éticos y poner todo su esfuerzo en sus competiciones, que eran lo único que le hacía destacar en esa casa, que pronto dejó de ser un hogar.

Con dieciséis años, Henry sabía que había algo mal en él. A esa edad muchos adolescentes se cuestionan su sexualidad o sus gustos, pero él no. Él sufrió un cambio mucho más aterrador que la pubertad.

Un par de días después de su dieciséis cumpleaños, la tragedia ocurrió. Henry se encontraba recorriendo los recovecos de la empresa de sus padres mientras ellos terminaban una reunión. Pocas veces le dejaban estar allí por lo extenso del edificio y las estrictas restricciones de limpieza e higiene para evitar contaminaciones. El hecho de que las veces que iba fueran escasas solo hacía que al estar allí le diera mucha más curiosidad.

Ese día decidió explorar por donde se había quedado la última vez hacía un par de meses: una escalera en una zona restringida de la planta baja del edificio. Teniendo en cuenta que su padre le había dejado el pase para poder ir a comer en la cafetería reservada, Henry podía ir donde quería.

Así pues, pasó el identificador por el lector y decidió adentrarse alegremente en el sótano del laboratorio, ubicado a las afueras de la ciudad de Nueva York. Lo que encontró no le llamó la atención en absoluto. No fue espectacular, ni marcó una gran diferencia en su vida. Tampoco lo recuerda aún hoy.

Eran... un montón de bidones con pictogramas en ellos. Unos que no sabía reconocer, así que usó su identificador para entrar a la sala con curiosidad. Pudo ver varias probetas y tubos de ensayo llenos de líquidos verdes intensos. Sintiendo su atención ser tocada por el color, se acercó a verlos.

Al girarse, sin querer su mochila golpeó uno de ellos, derramándolo en la encimera. Temeroso de que sus padres se enteraran de que había estado allí, tomó un trapo cercano y lo limpió, sin percatarse de los vapores del líquido corrosivo desconocido. Uno que acababa de colarse por su nariz, las mucosas de sus ojos y su boca.

Pasó unos minutos sintiendo un fuerte ardor, tirando casi a ciegas el trapo a la basura y saliendo de allí cuanto antes al recibir el mensaje de que habían acabado por fin la reunión.

Las siguientes semanas fueron de lo más extraño que le había ocurrido. El estrés de la época de exámenes estaba en alza y su cabello no parecía poder estarse quieto por el viento. Siempre, el maldito viento. Algo le ocurría.

Fue una gran concatenación de factores el entender que algo estaba mal con él desde el vertido de esa sustancia extraña. De pronto, con solo agobiarse, podía provocar fenómenos meteorológicos aterradores, además de lograr derribar incluso personas solo pensando en guiar el viento hacia allí.

Aterrorizado por sus recientes descubrimientos, se trató de convencer de que eso no podía ser. Claramente era una gran serie de desdichas que parecían dar vueltas a su alrededor por alguna razón. Aún así, la única forma de demostrárselo a sí mismo era revisar qué era ese medicamento.

Un par de semanas después, aprovechó un descuido de sus padres para ver su ordenador y buscar entre sus contraseñas. Al encontrar en una recopilación de productos vetados el líquido verde fotografiado, se quedó totalmente helado. Su vista había recogido otros tantos calificados con mucho más riesgo, pero su mente cayó en ese justamente.

Activador de genes mutantes.

Un montón de cebadores, endonucleasas y... y... Henry había dejado de leer. Era un activador, no un modificador. Solo funcionaba si previamente tenías el gen mutado.

De golpe, cerró la tapa del ordenador, demasiado nervioso como para continuar leyendo. Tenía que hacer algo, tenía que librarse de aquello o sus padres iban a pillarle y a odiarle.

Pasó todo su tiempo desde ese día hasta los diecisiete tratando de revertir el efecto del medicamento, sin éxito ninguno por los bulos vía internet que había publicados.

A los dieciocho, el chico se había rendido. La mejor manera de no ser pillado al final era saber controlar su poder, así que estableció una rutina y se puso a ello. Entrenó y entrenó y causó desastres que salieron en las noticias. Sus padres se quejaban todos los días de cosas que había provocado él.

Un monstruo anda suelto...
Un desgraciado ha provocado aquello...
Por eso no se merecen un lugar en esta sociedad...

Fue cuestión de tiempo que todo explotara como una olla a presión. A los veinte, Henry no quería guardar más el secreto y simplemente lo confesó. Claramente no fue bien, siendo rechazado duramente por sus padres al saber que habían tenido un monstruo, como ellos lo categorizaban, bajo su techo durante años y años.

Herido y desheredado, Henry decidió hacer uso de su gran cantidad de dinero ahorrado gracias a estúpidos regalos caros que vendió y al dinero recaudado en su cumpleaños durante veinte estúpidos años. Los usó para poder tener un techo decadente sobre su cabeza mientras conseguía un trabajo.

Siendo recepcionista en una tonta empresa familiar inmobiliaria, logró ir ganando sus sueldos y haciendo su vida. El rencor a sus padres fue creciendo tanto como su soledad, así que poco tardó en marcarse un objetivo...

Si le odiaban por quién era, incluso cuando simplemente era su hijo y nadie más, entonces lo mejor sería ser el monstruo que querían que fuera.

Así fue cómo, con veintiún años, Henry decidió tomar su arco de competición, un traje improvisado que poco a poco mejoró y sus flechas para convertirse en Strayed por las noches.

Durante ese viaje personal hasta convertirse en Strayed, se marcó como objetivo personal saber qué escondía Ark Pharmaceuticals. Si tenían un activador, debían tener más productos dañinos entre aquellos vetados que una vez observó, aquellos marcados con más peligrosidad.

Ahora es una sombra de quien fue, una que busca demostrar que los mutantes también pueden hacer cosas buenas, en el camino además haciendo pagar a aquellos con las mismas pautas que sus padres...

Los que creaban cosas horribles y nunca se responsabilizaban de ellas.

・❥・SEXUALIDAD Y PRONOMBRES.

he/him.
Bisexual.

・❥・EXTRAS.

➤ Tiene miedo a los insectos, algo curioso teniendo en cuenta lo comunes que son las cucarachas en la ciudad.
➤ Le encantan las alturas, por obvias razones teniendo en cuenta que gracias a las corrientes de aire puede sujetarse a grandes distancias. Es algo especialmente útil al saltar azoteas en la ciudad.
➤ Su apodo de vigilante se lo pusieron las noticias de cotilleos sensacionalistas, él al principio no pensaba ni en tener uno.

( impurezamia )

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