
𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐔𝐓𝐂𝐀𝐒𝐓 ➛「𝒅𝒊 𝒂𝒏𝒈𝒆𝒍𝒐」
𝐓𝐇𝐄 𝐎𝐔𝐓𝐂𝐀𝐒𝐓
for ᴅɪ ᴀɴɢᴇʟᴏ
LEÓNIDAS KRAVITZ
❝ smoke billows from my ships in the harbor
people look at me like i'm a monster ❞
• diecinueve • vampiro • bisexual • he/him •
¿Qué ocurre cuando las grandes familias vampíricas pierden la responsabilidad por su descendencia?
Que dejan sueltos monstruos como Leónidas.
A pesar de su rostro inocente y sus ojos de ciervo delante de los faros de un coche, la vida ha hecho a Leo un depredador de los que hay que temer.
El abandono es un sentimiento duro de afrontar. Uno que haces tuyo cuando te ha pasado una vez y otra, hasta que asumes que debe haber algo mal contigo para simplemente... terminar así siempre.
Leónidas sabe poco de su vida vampírica, o de su vida en general. Sabe que alguien le abandonó en un bosque en Inglaterra y le dejó a morir de inanición allí siendo tan solo un bebé.
Por obvias razones, resulta que no funcionó, para desgracia del ricachón que quiso deshacerse de un hijo ilegítimo.
El bebé fue encontrado por unos cazadores, aunque no unos cualquiera. Cazadores de vampiros, comprendió un tiempo despues, cuando por fin pudo tener conciencia de qué o quién era.
Más bien de lo primero, porque de lo segundo aún no tiene ni idea.
Su estancia entre ese grupo de hombres y mujeres fue pacífica hasta que el niño comenzó a mostrar las primeras caracterísiticas de vampirismo. Desde las quemaduras inusuales por la luz solar hasta sus dientes puntiagudos y afilados.
Experimentados como eran los cazadores, no tardaron en comprender que tenían al enemigo entre ellos. Un enemigo implacable, además, con un don que se manifestó de forma muy evidente cuando Leónidas fue capaz de oler un animal herido desde una distancia surrealista.
Lo menos retorcido hubiera sido matarle, clavarle una estaca antes siquiera de poder empezar a vivir, pero, por desgracia, los cazadores tomaron la vía más dañina para un niño como él.
Le dieron falso amor y le convencieron de que su cruzada contra los vampiros era correcta, que eran monstruos y merecían morir a manos de los humanos.
Leónidas nunca entendió porque le mantuvieron cerca si odiaban a aquellos con las mismas características que él, pero decidió que era mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Siguió el juego de los que consideraba su familia mientras les fue útil para perseguir presas animales y oler otros vampiros. Luego le tapaban los ojos y le decían que era hora de ponerlos a dormir, de un descanso muy largo.
Para un niño, era algo sencillo de entender y que le hacía empatizar con quien en realidad era el enemigo. Era una buena obra, un acto de fe.
Cuando Leónidas rozó la adolescencia y su desarrollo vampírico fue pleno, la situación comenzó a salirse de control. La sed que el chico padecía era insostenible y los animales ya no satisfacían su apetito, que se volvía voraz por completo.
Aterrorizados y amenazados por aquello en lo que su caballo de Troya se estaba convirtiendo, no tuvieron otra opción a sus ojos. Tenían que retenerle, debilitarle para poder seguir teniéndolo bajo control a él y a su gran capacidad de olfato sobrenatural.
La solución que hallaron fueron las cadenas. Leónidas aún recuerda el peso del metal contra sus muñecas y la estaca a punto de clavarse en su pecho cuando se movía, siempre a la luz del sol.
Para alguien que había sido bienvenido entre ellos, fue muy confuso comprender que realmente no pertenecía allí, que no era mucho más que un perro sabueso que trabajaba para ellos.
Así comenzó su odio por los humanos, que nunca se ha evaporado por completo.
Una noche de frío helador Leónidas logró escapar, casi muerto de inanición. Creó una verdadera masacre en aquellos bosques. Animales, humanos, un pueblo entero. Desconocía por completo la presencia de las pastillas de sangre, por desgracia.
Nadie le había enseñado a ser un vampiro, así que cuando tuvo que aprender por sí solo lo hizo de forma... memorable.
Cazó a todos y cada uno de los cazadores que le habían traicionado y torturado, hasta que el desastre se extendió como un cuento de terror y atrajo la atención de otros vampiros.
Lo que encontraron no fue un chico de catorce años aproximadamente, fue un animal salvaje con una única pertenencia muy curiosa.
Un broche que había estado en la manta que llevaba cuando le abandonaron como un bebé.
La conclusión a la que llegó esa pareja de vampiros que vino a ver qué había ocurrido fue sencilla, sobre todo tras semanas hablando con el chico, que tenía unos comportamientos de salvajismo que pronto probaría que serían casi imposibles de erradicar.
Habían abandonado a un hijo ilegítimo con su broche para que nadie que supiera lo que significaba le rescatara, por su propio bien.
La pareja de vampiros se apiadó de él y decidieron tomarle bajo su ala y ayudarle a controlar su sed.
Hasta los dieciséis estuvo entrenando con ellos, encariñándose de la pareja hasta que estos consideraron que debían avanzar y pasar página.
Fue otro abandono del que Leónidas nunca se recuperó. Dos años reducido a solo un buen tiempo que no significaba nada más.
Una vida de lujos con ellos, que habían terminado en él estando solo de nuevo, sin saber dónde ir o quién era realmente, pero con un objetivo fijado...
La Academia di Angelo.
Respecto a su personalidad, el chico suele presentarse como alguien discreto, que no suele llamar mucho la atención, pero se hace notar a su manera con sus habilidades.
Nunca es especialmente llamativo, pero tampoco invisible. Esto ha jugado a su favor porque, para alguien que desconoce la familia de la que proviene, ha logrado juntarse con personas bastante populares, que le dan un caché decente dentro de la academia.
Sus habilidades de rastreo están muy fuera de lo normal y es bastante inteligente en lo académico, lo que hace que destaque entre los alumnos de cara a los profesores.
A nivel más personal, es una persona que ha construido muros para evitar que le duela tanto el próximo abandono, que supone que vendrá, porque así ha sido toda su vida. Comienza a pensar que está condenado a vivir para siempre saltando de decepción en decepción.
Aún así, por ahora se puede apoyar en sus amigos, y eso le supone una fortaleza muy suficiente para lo poco que ha tenido en la vida en comparación.
Eso sí, está cansado de que le claven puñales en la espalda. No será nada amable si esto llega a ocurrir. Puede tornarse realmente oscuro y retorcido si se lo propone.
¿Más allá de eso? Dale suficiente diversión y entretenimiento y tendrás un amigo fiel.
➥ Su objetivo en la Academia es encontrar quién es su familia. Sabe que es noble e importante, pero desconoce a cuál de todas pertenece y quién es el responsable de haberle dejado tirado en un bosque.
➥ Tiene una nariz prodigiosa. Sus habilidades de rastreo están muy fuera de lo normal. Puede oler sangre muy muy lejos y de forma más intensa, lo que hace que siempre sea una tentación latente.
➥ Se junta muchísimo con Vicar. A veces hasta demasiado cerca incluso.
➥ El apellido Kravitz es inventado por completo. De otra manera no tendría ninguno.
➥ No tiene problema en alimentarse de humanos. Los destroza cuando lo hace, por puro odio de cómo le torturaron. Es algo que no le provoca ni un ápice de pena.
( giennahblack )
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