𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑
for ᴅɪ ᴀɴɢᴇʟᴏ

VINCENT VAN LEUVEN

❝ hold on to spinning around
confetti falls to the ground
may these memories break our fall ❞

• treinta • humano • bisexual • he/him •

Para llevar el apellido de una de las dinastías de vampiros más importantes de Dinamarca, Vincent no puede estar más alejado de ser uno de ellos.

Su vida comenzó en la más absoluta pobreza, rodeado de basura y padres irresponsables que sucumbieron a la epidemia de oxicodona que rodeó Estados Unidos en los 90.

Vincent, por aquel entonces de apellido Farrell, siempre tuvo padres presentes pero a la vez ausentes. Terminó siempre pegado a su abuelo, un hombre que todo el mundo decía que estaba chalado por completo.

Nunca olvidó sus historias de vampiros o cómo le enseñó a tirar el tarot e interpretarlo. El hombre siempre había creído en todo lo sobrenatural de manera ciega, como si de alguna manera lo hubiera visto con sus propios ojos.

A pesar de todo, Vincent no le dio más importancia a aquello. Su mente estaba fijada en cumplir los dieciocho y escapar de la única manera que conocía: unirse al Ejército.

Así pues, joven y sin saber demasiado del mundo que le rodeaba, optó por perseguir esa vía de salida y, efectivamente, se convirtió en militar.

Nunca tuvo nada que le atara en su hogar más allá de su abuelo, así que tomar la decisión unos años después de ser destinado fue bastante sencillo.

Fue mandado a la zona entre Polonia y Bielorrusia. Allí pasó años, apoyando al ejército de allí y encargándose de trabajo fronterizo junto a sus compañeros.

Claro que siempre había sitio para divertirse al menos un poco, que para eso estaban en rangos bajos con pocas preocupaciones.

Un día, con veintidós años a su espalda, decidió salir con sus amigos a uno de los bares del pueblo cercano. El alcohol fluyó entre ellos y su mirada cayó sobre una mujer hermosa. Helena Van Leuven dijo que se llamaba cuando por fin sus labios se unieron esa noche.

Pasaron la noche bailando y riéndose de las estúpidas bromas y canciones militares que los chicos sabían. Para cuando se despidieron fuera del bar, Helena sabía que estaba perdida.

No por amor, más bien porque la muerte acechaba.

La despedida del soldado fue cordial, pensando que volverían a verse. Lo que el rubio no sabía cuando regresó un poco más tarde que sus compañeros fue que pronto estaría en peligro letal.

Sombras parecían perseguirle por el camino, siseos, los arbustos se movían... Al menos es lo que él recuerda de aquella noche hasta que una mano inusualmente fuerte le tomó de la boca y de los hombros, tirando de él hacia una arboleda.

Cuando se vio rodeado de individuos pálidos que hincaron sus dientes afilados en su cuerpo, los gritos de dolor inundaron el bosque. Eran tres que buscaban venganza contra Helena y vieron su oportunidad con el chico al que estaba haciendo ojos de atracción.

Vince nunca supo cuál era su feudo, pero siempre recordará cómo Helena peleó por sacarle vivo de allí.

Gateando y sangrante, el trauma fue demasiado como para simplemente continuar con su vida, en especial una vez que recordó lo que su abuelo decía.

Ese viejo demente no se inventaba sus historias después de todo.

Incluso con la pelea de Helena, los vampiros siguieron presionando. Le seguían cuando salía, había encontrado a uno mirándole mientras dormía, encontraba arañazos en su piel y todo sin hablar de la paranoia que le hicieron pasar por el transcurso de un mes.

El rencor hacia los vampiros creció mientras su amor por Helena también lo hacía, hasta que una noche ambos se reunieron en el bosque y ella se encontró a un Vincent con las maletas hechas.

—No puedo seguir aquí o perderé la cabeza.

Fueron las palabras que marcaron lo que pareció ser el final de ambos.

Vincent volvió a su hogar en ruinas y Helena vivió el luto de un amor que no podía ocurrir, todo por el feudo de otras familias vampíricas de la élite contra su padre, que había dejado escapar secretos sobre la forma de vida de los vampiros más allá de las paredes de su hogar.

Los Van Leuven eran unos traidores a su sangre y Vincent Farrell no tenía sangre a la que pertenecer o de la que enorgullecerse.

Helena nunca desapareció de la cabeza de Vincent. Jamás había amado tanto a alguien que no fuera el viejo anciano que estaba convaleciente en cama a estas alturas.

La última vez le visitó, este le habló de haber pertenecido a una sociedad de cazadores. No tuvo que explicar más a qué se refería. Con todas las historias de vampiros que conocía, Vince podía sumar dos más dos.

Incluso con el fallecimiento del anciano, Vincent usó esos dos años siguientes para aprender y cazar y cazar y cazar. Lo hizo con todos los vampiros que habían molestado a los humanos y que se cruzaba con su camino.

Todo para estar listo para contactar a Helena Van Leuven una noche planeada con mucho cuidado, donde se deshizo de aquellos que la perseguían. Una estaca al corazón, justo como se sentía su amor por ella.

Helena y él se casaron unos años después, con él teniendo veintiséis. A pesar de saber que solo sería un pestañeo en la vida de ella, Vincent estaba contento de que fuera toda la suya.

Los Van Leuven nunca fueron conocidos por la monogamia, pero eso está bien con Vincent. No necesita que Helena le ame solo a él mientras sepa que con la única persona que tiene una familia es con él, igual que ella no necesita que él se mantenga fiel siempre que sepa el apellido que lleva.

Porque sí, el mismo año que se casaron, concibieron a Olivia Van Leuven, que actualmente tiene cuatro años y pasa tiempo viajando con su madre o pasando tiempo en la tienda de su padre en el pueblo cercano a la Academia di Angelo.

Vincent lleva una vida simple. Con su objetivo cumplido, sus días de cazador parecen haber terminado. Vende todo lo necesario para el bienestar de los vampiros y se ocupa de quien no es bienvenido en el pueblo, todo bajo la protección que le da el apellido Van Leuven.

Incluso si parece más demente que unas castañuelas con sus teorías del futuro que salen de unas cartas de tarot, a los jóvenes les gusta venir a preguntar sobre qué les espera en el amor o en los estudios.

Después de todo, es un hombre sabio que da buenos consejos, aunque lleve a su espalda años de sangre vampírica derramada.

Vincent parece vivir las cosas el triple de intensas que los demás, lo que le lleva siempre a estar al borde de lidiar con los problemas como sus padres: con distracciones peligrosas.

Se beneficia mucho de alguien que le vigile de vez en cuándo si Helena no puede hacerlo. Quizá es por eso que Olivia no pasa tanto tiempo con su padre como debería.

Es un hombre impulsivo, que vive rápido y no suele tomar en cuenta muchas preocupaciones más allá de la que ha tenido siempre: sobrevivir.

Suele hablar por los codos y su comportamiento es, en ocasiones, algo errático. Los alumnos que le visitan dicen que puede ser efecto de sus pequeños roces con las drogas o simplemente de ese gusto raro por el tarot que tiene.

Incluso con todas las peculiaridades que Vincent acumula, es una persona muy leal. Recorrería la mitad del mundo por Helena y por su hija, pero también por todo aquel que se gane su favor.

Aún así, si te le cruzas por su lado malo, prepárate para que jamás lo deje pasar. No es nada bueno perdonando ofensas serias, aunque la mayoría de las leves se las tome a broma usualmente.

➥ Se lleva bien con algunos de los profesores de la Academia, aunque prefiere mantener sus distancias porque otros consideran... aberrante que una vampira con el caché de Helena haya tomado como esposo a un cazador.

➥ Puede... Solo puede que como padre no sea el mejor. Se ha dejado sin querer a su hija en tiendas e incluso en la Academia una vez que fue a dejar una carta en nombre de su mujer.

➥ Un gran fan de las teorías conspiranoicas. No pierde tiempo en contárselas a cualquiera que entre en su tienda.

➥ Sabe manejar armas de fuego muy bien, pero también armas más tradicionales que ha usado para cazar ciertos vampiros especiales.

( giennahblack )