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❝ CHAPTER THREE ❞







───── ❝ CHAPTER THREE ❞ ─────










Nicole levantó sus ojos de la libreta para dirigirlos a la mesa más cercana a ella.

Su largo cabello suelto de ébano, con algunas ondulaciones, y con un bolígrafo en su oreja. Sus ojos eran de un precioso tono azulado, ocultos tras unas gafas de pasta negras. Sus labios, gruesos y rosados.

Una sonrisa enigmática apareció en sus labios al ser descubierta en su vigilancia, le soltó un guiño y regresó su atención al cuaderno.

Disculpa — escuchó hablar, después de unos minutos, y se encontró con su inspiración delante suyo —, no pude evitar notar que me estabas mirando.

Lo estaba haciendo — respondió con sinceridad, no viendo la necesidad de estar avergonzada —. Te estaba dibujando.

Le mostró la libreta para que pudiera ver el retrato. Su sonrisa se ensanchó al ver como un color rojizo se esparcía por sus mejillas.

— ¿Qué te parece si te invito un café?

No me gusta el café — hizo una mueca ante lo tonto que sonaba ello; después de todo, estaba en una cafetería —. Pero, te acepto una taza de té.

Su inspiración le mostró una radiante sonrisa antes de sentarse en la silla que le ofrecía la morena.

Nikkie se despertó en un sobresalto, la respiración entrecortada y el descontrolado latido de su corazón tamborileando en sus oídos. Permaneció sentada, tratando de reconstruir los fragmentos de su sueño, pero los detalles se le escaparon tan pronto como deseaba recordarlos. Observó la solitaria habitación, una extraña sensación de vacío instalada en su pecho.

Resignada a no volver a conciliar el sueño, se quitó el edredón que cubría su cuerpo y se levantó de la cama. La cerámica estaba fría contra sus pies y un escalofrío recorrió su cuerpo. Agarró la bata de dormir y se la puso mientras salía del cuarto.

Bajó las escaleras casi en puntillas, sin el deseo de querer levantar a su madre o hermano.

Cuando llegó a la cocina, sacó una tetera y la llenó de agua antes de encender la estufa y poner a hervir el agua. Mientras esperaba, se sentó en una de las sillas de la barra.

— ¿No puedes dormir? — la nueva y repentina voz en la habitación la hace dar un brinquito de sorpresa, hasta que se da la vuelta y se encuentra con Nick.

—Tuve un mal sueño — se encogió de hombros.

—Igual yo — él comparte, acercándose a la estufa una vez que la tetera está silbando.

La morena duda un poco de soltar la pregunta que le ha estado rondando por la cabeza durante toda la noche, pero aún así la suelta —. ¿No sientes como si estuvieras olvidando algo importante?

—A veces, pero prefiero no pensar en ello — responde poniendo una taza de té caliente frente a ella —. Después de todo, lo tenemos todo, Nikkie. Nos tenemos a nosotros, y a mamá. Somos una familia.

Familia.

Le gusta como suena e incluso hace que el horrible sentimiento de soledad que la estaba atormentando desde que se despertó se esfumara. O eso creía.

Ambos se sonrieron y chocaron las tazas, para luego llevarla a sus labios.






Le agradece a Nick cuando le entrega su sabor de helado favorito. Ambos habían asistido al show de talentos, el chico no estaba interesado pero Nikkie le había insistido que la acompañara, deseando ver la presentación de Wanda y Visión.

Dotty, la abeja reina de la comunidad, subió al escenario y comenzó a hablar.

—Quiero agradecer a todos por venir a ayudar a la Primaria de Westview — la rubia sonreía como una muñeca de plástico —. ¡Por los niños!

— ¡Por los niños! — gritó el público al mismo tiempo.

—Estamos en una secta — Nick susurró cerca de su oído. La morena lo vio de soslayo pero con una sonrisa en sus labios.

Wanda y Visión fueron los siguientes al salir al escenario, el hombre mantenía una actitud torpe y borracha, y le costaba bastante seguir los trucos. Sin embargo, era realmente entretenido, e incluso los trucos parecían reales, pero ¿cómo podrían serlo? La magia es solo una ilusión para los ojos, ¿no es así?








Los dos hermanos estaban de buen humor mientras caminaban a casa.

— ¿Cuándo aprendiste a bailar salsa? — Nikkie se rió, cuando agarró sus manos y comenzó a bailar por la calle.

—No recuerdo cuándo aprendí a hacerlo, solo lo sé — Nick dijo mientras le daba una vuelta.

Los dos continuaron bailando hacia su casa.

— ¿Ya te he dicho que te quiero, hermanita? — el chico le sonrió, abriendo la puerta mientras la morena caía dramáticamente en sus brazos.

—Yo también te quiero, hermanito — dijo Nikkie.

Las luces se apagaron, la oscuridad de la noche les impidió tener visibilidad dentro de la casa.

—Se fue la luz — Nikkie pronunció lo obvio —. ¿Dónde están los fusibles?

—En el sótano — respondió el hermano mayor —. Tú ve, yo busco velas.

Ella hizo un saludo militar, antes de salir de la casa y caminar hacia el patio trasero. Jaló las puertas y frunció el ceño.

Las enredaderas negras cubren una abertura en el sótano, oscura y gruesa y se extiende hasta donde se puede ver hacia adelante.

Caminó vacilante hacia adelante, entrando en el vacío hasta que pudo ver una luz tenue. Al adentrarse a una habitación cubierta con las mismas enredaderas, una especie de runas extrañas y libros alineados en las paredes.

— ¡Nikkie! ¿Qué estás haciendo aquí? — saltó del susto al escuchar la voz de otra persona, al darse media vuelta vio a su madre.

—Yo-yo estaba buscando los fusibles...

Agnes puso las manos sobre sus hombros y trató de empujarla fuera del lugar. —Tienes que salir de aquí, cariño, se suponía que no verías esto por los momentos. Aún no estás lista...

Se alejó de ella. — ¿Lista para qué? ¿Qué demonios es esto, madre? ¿Alojas algún tipo de culto extraño aquí o algo así?

Nikkie sintió una punzada en su sien, cerró los ojos con fuerza antes de volver a mirar a la mayor.

—Querida, por favor, déjame explicarte...

— ¡No! — grita cuando el dolor agudo aumenta, y permaneció durante más tiempo —. Nick y yo somos tus hijos, ¿cómo pudiste ocultarnos sea lo que sea esto?

—Nicole — trató de acercarse a ella pero la morena dio un paso atrás.

— ¡Basta! ¡Haz que se callen las voces! — no le quedó de otra que suplicar cuando ecos dentro de su cabeza comenzaron a atormentarla.

—Lo lamento, mi niña — se acercó a ella con los ojos y manos brillando morados. Sus ojos se cerraron, quedando en la oscuridad absoluta.

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