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━━ 𝟎𝟎𝟑: 𝗵𝘂𝗻𝘁𝗶𝗻𝗴

III. Cacería

⤷ "𝘦𝘭 𝘱𝘭𝘢𝘯 𝘢 𝘪𝘯𝘪𝘤𝘪𝘢𝘥𝘰"

              𝐿a cacería era esta mañana, y aunque se pensaba que sería una cacería familiar, el rey terminó invitando a todos los lords de las Casas de Westeros.

Aelyra optó por ponerse un vestuario apropiado para la cacería y no un vestido ya que ella iba a participar. En Oldtown, su tío Gwayne Hightower se la llevaba con él cada que salía a cazar con lord Hightower y su hermano Daeron. Gwayne adora a su sobrina y estaba consciente de que su sobrina debía verse como una princesa educada, pero también saber defenderse.

Su madre se espantó al verla vestida de tal forma y trato de persuadirla para que no asistiera en todo el camino en carruaje. "Estaré con Aemond, Aegon y ser Arryk" fue lo que le dijo.

El rey Viserys noto como lord Jason Lannister no despegaba sus ojos de su hija mujer menor, mientras ella mostraba sonrisas exquisitas a las ladys con las que hablaba. También como la siguió cuando se levantó y salió de la tienda.

Aelyra tomó una gran bocanada de aire. Le sofocaba estar tanto tiempo repartiendo sonrisas amables a las esposas de los lords.

—¿Sofocada, princesa? —se giró para saber quién le hablaba. Un hombre mayor, de cabello rubio largo y leones en su traje —. Lord Jason Lannister —se presentó, Aelyra asintió.

—Lo supuse por todos los leones en su vestuario —dijo con obviedad.

—Creo que no hemos sido presentados como se debe.

Aelyra trato de no fruncir el ceño. ¿A qué venía este hombre con ella?

—Su gemelo sirve en el consejo de mi padre, es lo que tengo entendido.

—Tyland es... —vio cómo se acercaron a entregarle dos copas doradas —. Terriblemente aburrido, por desgracia —le ofreció una de las copas —. El mejor vino de miel que probará.

—Por supuesto —dijo, llevándose a la nariz la copa oliendo el contenido dulce para luego darle un pequeño sorbo.

—El Kingswood es un gran campo de caza, pero el mejor está en Casterly Rock, ¿lo ha visitado?

—No he tenido el placer, milord.

—Casterly Rock es más alto que Hightower en Oldtown, aún más que el Wall en el norte —Aelyra sonrió de boca cerrada —. Se dice que si alguien se pasará en la torre, en un día perfecto, podría ver claramente hasta el Mar del Ocaso

Aelyra no se percató en qué momento lord Jason se había acercado tanto para agarrarla y girarla a la derecha.

—Suena agradable de presenciar —comentó, mientras que lord Jason no dejaba de verla de arriba abajo con pensamientos insanos.

—Aunque no tenemos una Dragonpit. Pero tengo los recursos para construir una.

—¿Para que la necesita? No veo el por qué debería tener una —dijo, girando para enfrentarlo.

—Para guardar dragones, por supuesto. Haría todo por la familia real...o por mi esposa.

Ahí cayó en cuenta de lo que se trataba que se haya acercado a conversar. Se acordó que Jasón Lannister se había casado dos veces y sus esposas murieron, una por enfermedad y otra en labor de parto, sin embargo ninguna le dejó un hijo heredero y eso es lo que buscaba con prontitud.

Necesitaba inmediatamente retirarse.

—Mi madre me espera, lord Jason. Gracias por el vino —le entregó la copa y volvió a la tienda.

Salió en busca de su madre demasiado alterada con las conclusiones que se está haciendo en su cabeza.

—Mamá, necesito hablarte un momento —dijo, tratando de calmar su tono alterado. Alicent se quedó viéndola y luego a las ladys —. Ahora. Por favor.

Alicent se disculpa con las ladys y se fue a una esquina con su hija.

—¿Qué te sucede, cariño mío?

—¿Mi padre intenta venderme a Jason Lannister?

—¡Por supuesto que no! Sabe de mis planes de casarte con Aemond, ya que Helaena se casará con Aegon.

—¿Estás segura de eso, madre? —Alicent asintió —. Entonces, ¿por qué Jason Lannister se me acerco a hablarme de que necesita una fosa para su futura esposa?

Alicent quedó confundida con las palabras de su hija.

—No tenía ni idea —respondió honestamente.

—No quiero cansarme con él, madre. Es demasiado viejo y arrogante —hizo muecas de disgusto. Imaginarse ser la esposa de Jason Lannister le provocan náuseas.

El sonido de una armadura las interrumpió. Se trata de ser Arryk que se acercó a avisarle a Aelyra que la cacería está por iniciar.

—Mi reina. Mi princesa —hizo una reverencia —. La cacería está por empezar, mi princesa.

Antes de que la hija de Alicent partiera, la tomó de las manos tratando de calmarla.

—Arreglare ésto. No te preocupes —le dio un casto beso en la mejilla.

Aelyra se fue poniendo los guantes de cuero mientras que ser Arryk le trae el caballo. Busco a sus hermanos con la mirada, pero lo que se encontró fue con su tío Daemon y sus sobrinos. Trato de ignorarlos, pero no fue posible cuando el príncipe Daemon le habló.

—¿Irá a la caza, princesa? —escuchó burla en su tono.

—Así es, príncipe.

—¿No prefiere quedarse con las demás mujeres a no tener que romper sus uñas? —cuestiona. Jacaerys sonrió con burla, al igual que Baela.

—No se preocupe por mí, tío. Se cuidar bien mis uñas, igual que su hija, puedo suponer —mostró una sonrisa antes de marcharse a donde se encuentran sus hermanos.

Aemond y Aegon se quedaron viendo a las personas detrás de su hermana mientras ella se acercaba.

—¿Qué estabas hablando con esa gente? —interroga Aegon, antes de beberse todo el contenido de vino de su copa.

—El príncipe Daemon haciendo comentarios denigrantes.

—¿Te ofendió? —salto a decir Aemond.

—Tranquilo, hermano. Para ofenderme primero debe de importarme y ese hombre me da igual.

Los cuatro subieron a sus caballos y se adentraron al bosque con los demás en busca de los jabalíes que habían soltado por el bosque para que los cazaran.

Las horas fueron pasando y no encontraban nada. Aegon ya estaba que se caía del caballo de lo ebrio que se encontraba. Pero en un momento de arrebató de Aegon le pegó a su corcel y salió disparado como una flecha a quien sabe que parte del bosque.

Ser Arryk salió detrás de Aegon y Aemond, antes de irse, le aseguró que volvería por ella, pero que no se moviera del lugar donde estaba. Su hermano no confiaba mucho en que ser Arryk logrará encontrar a Aegon.

Pero Aelyra hizo todo lo contrario a lo que le dijo su hermano Aemond. Ella bajó del caballo y fue caminando por el bosque. Ya no le interesaba buscar jabalíes, pues el día estaba siendo muy bonito para que lo desperdicie en cazar un animal.

No sabe cuánto se alejó del bosque hasta que se dió cuenta cuando dio con un risco con una vista perfecta que sin duda sus ojos querían capturar tal momento, aún sabiendo que debía volver y no alejarse tanto del bosque.

Estaba por subirse de nuevo a su corcel cuándo de repente se escuchó unas hojas siendo pisadas y el gruñido de un animal. Su caballo se removió incómodo.

—Tranquilo, tranquilo —lo acarició tratando de calmarlo.

Pero no funcionó cuando se escuchó un estruendo más fuerte demasiado cerca de ellos. El caballo relincho y salió corriendo. Aelyra cayó al suelo golpeándose la cabeza contra la tierra.

—Mierda —musitó viendo que ahora se había quedado sin caballo y le tocaba caminar de regreso a la zona donde estaban establecidos.

El estruendo volvió a escucharse y la asustó tanto que sacó su navaja. Una figura fue saliendo de entre los árboles y Aelyra bufó al ver de quien se trataba.

—Por los dioses.

—¿Tu qué haces aquí?

—¿Tu andabas por ahí todo este rato? —Jacaerys asintió —. ¡Asustaste a mi caballo!

—Ya. ¿Y qué quieres que haga? —dijo sarcástico.

Aelyra maldijo en sus adentros. Oscurece cada vez más y si quería llegar al campamento antes del anochecer debía apurarse.

—¿A dónde vas?

—Regreso al campamento, ¿no es obvio?

Noto como Jacaerys estaba sumido viendo algo detrás de su espalda. Giro para ver lo que estaba viendo su sobrino.

—No te muevas —ordenó Jacaerys.

Fue tardé. Pues Aelyra giro completo su cuerpo y quedó estática al ver lo que había delante de sus ojos. Se trataba de un ciervo blanco, su pelaje perfectamente blanco brillaba ante los rayos del sol. Tan majestuoso como sólo podía serlo un animal tan hermoso como ese.

El ciervo clavó sus ojos en la figura de Jacaerys, se quedó mirando por unos instantes antes de dirigir su mirada a Aelyra también. Escuchaba su corazón bombear en sus oídos pues el animal no se inmutó de su presencia a pesar de saber que estaban ahí, era como si supiera que no le harían ningún daño y solo se quedo ahí, moviendo sus ojos de un cuerpo a otro para luego solo marcharse con toda la calma.

—Es majestuoso.

Salió del hechizo en el que se había sumido viendo al ciervo cuando escuchó la voz de Jacaerys.

—Si vuelves al campamento no digas que lo viste, o querrán cazarlo —advirtió.

Jace se quedó observándola también saliendo el hechizo que provocó mirar un animal como ese. Aelyra estaba por adentrarse al bosque otra vez y en eso, se acordó del plan.

Es la oportunidad perfecta para ir haciendo que caiga en sus encantos.

—Te puedo llevar. Mi caballo está cerca.

Bufo Aelyra.

—Prefiero caminar.

—Entonces pasarás la noche en el bosque sola y con jabalíes que no dudarán en atacarte si te ven.

El desgraciado tiene su punto, lo admite. Pero pasar en compañía de Jacaerys todo el camino de regreso era otro nivel de tortura para ella. Hasta que en su cabeza resonó el plan que propusieron sus hermanos.

Es la oportunidad perfecta para empezar a endulzar su oído. Así que aceptó.

Así que ahí estaban los dos. Montados en el caballo de regreso al campamento con la misma idea en la cabeza: coquetear.

—¿Por qué debo ir adelante y tu atrás? —cuestiona.

—Me gusta más así.

Aelyra abrió sus ojos.

—¿Disculpa? —cuestiona espantada.

Jacaerys sonrió al ver que había logrado lo que quería. Aunque admite que eso fue demasiado.

—Que me gusta más así porque no se si eres demasiado estúpida para caerte si te dejo atrás —agregó, haciéndose para adelante chocando su pecho con la espalda de Aelyra literalmente.

Aelyra trago grueso con tanta cercanía.

—¿Y tienes que estar tan cerca?

—¿Qué pasa, Aelyra? ¿Te pone nerviosa estar tan cerca de un hombre?

—Cuando tenga a un hombre cerca mío te aviso —responde.

El tono seductor que está usando con ella solo la hizo darse cuenta de que la está molestando. Si Jacaerys quiere jugar, ella va a enseñarle.

—¿Por qué tienes tus manos tan alejadas? —acercó las manos de Jacaerys hasta que tocaran su cintura —. No tengo una enfermedad contagiosa.

Jace bajó sus manos hasta la cadera de Aelyra y puso su mano derecha en el muslo de Aelyra acariciando con suavidad la zona. Su boca la acercó al oído de la castaña rojiza y pudo sentir como se estremecía.

—¿Así está bien? —susurro, bajando sus labios por el rostro de Aelyra deleitándose con el exquisito aroma a lavanda que desprende su piel y cabello.

Aelyra tiró su cabeza hacia atrás haciendo contacto con los ojos cafés de Jacaerys. Nunca había tenido tanta cercanía para apreciarlos. Son de un café claro precioso con algunas motitas en violeta tan pequeñas que son imposible de notar si no estás tan cerca. Le parecieron preciosos, la combinación de café con violeta es tan armoniosa y única.

—En donde tú quieres, está bien —se relamió los labios al ver que los iris de Jace bajaron a sus labios.

La desgraciada tiene unos labios malditamente hermosos. Del tamaño adecuado, con el arco de cupido marcado para hacerlos finos y de un color rojizo haciéndolos ver tan suaves como plumas. Un deseo de querer tocarlos lo invadió por completo.

Jacaerys buscó una manera de sacarle plática. No quiere tener ciertos problemas masculino y bueno, tampoco está en sus planes seducirla y pensar de esa forma en la mujer que odia.

—Te vi hablando con Jason Lannister. ¿Será ese hombre tan desafortunado de tenerte como esposa? —pregunta. Aelyra sonrió de lado volviendo su vista al frente.

—Para ser alguien que detestas estas muy pendiente de mí, sobrino.

—Si así quieres llamar a una casualidad, está bien. Al menos te haras ilusiones de que tengo mi atención en tí, tía —se inclinó para susurrar en su oído —. Se que te hace feliz pensar eso.

Aelyra viro los ojos. En su cabeza vio la imagen de su tía abuela pegándole una cachetada. Los términos de lady Hightower para que Aelyra aprendiera ser una dama no eran específicamente cariñosos.

—Claro. Como siempre fui yo la que se desesperaba por buscar al otro, ¿no? ¿O es que no lo recuerdas? ¿Como solías buscarme en cada rincón de la Red Fortress para molestarme?

—Tú lo has dicho. Para molestarte. No porque me importaras.

—Oh sí, claro. Tan poco te importaba soltaste una gran mentira para perjudicarme.

Jace alzó sus hombros.

—Quería deshacerme de ti y lo logré —aunque no imagino que llegara tan lejos —. Apuesto que pensaste en mí estos nueve años.

—Solo en una forma de vengarme. ¿Crees que si digo que has manchado mi doncellez sea una buena forma? —cuestiona.

Los árboles se fueron cada vez más atrás cuando empezaron a acercarse al campamento.

—Es una lástima para ti que a los ojos del rey sigas siendo una mentirosa.

Aelyra sintió una furia crecer en su interior. El comentario le ha dolido porque sabe que no se equivoca. No por nada el rey ordenó que tenga un guardia vigilandola.

Apenas el caballo se detuvo se tiró de un saltó y se alejó antes de que los jabalíes dejarán de ser los únicos muertos.

Vio como había un grupo de cinco guardias a los que ser Criston les estaba gritando órdenes como un loco. ¿Qué ha pasado?

—Ser Criston, ¿está todo bien? —preguntó, al acercarse.

El rostro del hombre pasó de preocupación a alivió. Como si su alma hubiera vuelto a su cuerpo.

—Princesa Aelyra. Estábamos por ir a buscarla. Su hermano Aegon volvió y dijo que se había perdido —explica, mientras que sus ojos se mueven por todo el cuerpo de la princesa buscando un rasguño.

—Bueno, Aemond y ser Arryk salieron en busca de Aegon luego de que le diera un arrebató y se alejara de nosotros.

—¿Ser Arryk?

—Mi guardia juramentación, ser.

—No tendría que haberla dejado sola —murmullo más para sí mismo, pero Aelyra notó como subia la cólera a su rostro.

—Lo sé. Pero también es el guardia de Aegon.

Los ojos cafés del ser se movieron a las espaldas de la princesa, en donde vienen llegando el príncipe Aemond y ser Arryk.

—Debería ir a ver a su madre, princesa. La reina ha estado preocupada —aconsejó. La castaña rojiza asintió. Antes de retirarse el ser la interceptó —. ¿Se encuentra usted bien?

Aelyra noto como su rostro se suavizó y el tono tan cálido que eso en esas palabras, pero a la vez tan preocupado que le causó cierta ternura.

—Estoy bien, ser Criston. No se preocupe más —mostró una pequeña sonrisa y el ser asintió.

Aelyra no pudo no pensar en que le hubiera gustado ver la reacción que tuvo ser Criston en su padre, pero era más probable que no estuviera enterado de su "desaparición".

—¿No me vas a agradecer, tía? —pregunta Jacaerys a espaldas de Aelyra —. ¿Dónde quedaron tus modales, o es que todo es una farsa?

No quería saber de Jacaerys, pero aprovechó la situación a su favor.

—Gracias por haberme traído, sobrino —pasó su mano por el pecho de Jacaerys y sus ojos miraron al castaño poniendo ojos de cordero —. Eres un gran hombre.

Jacaerys casi se ríe por el halago fingido de la castaña rojiza, si no fuera porque estaba concentrado en cómo la maldita estaba haciéndole ojitos bonitos mientras que sus dedos acariciaban su labio. La caricia causó un revoltijo en sus emociones, tiene las manos más suaves que alguna vez haya tocado.

¿Hay algo en esta nueva Aelyra que no fuera bonita de tocar, o ver? «su personalidad de bruja mimada» se recordó a sí mismo.

—¿Cómo vamos con el plan? —la voz de Baela lo sacó de sus pensamientos.

Sus iris se centraron en la figura de Aelyra mientras se alejaba caminando delicadamente.

—El plan ha iniciado.

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Con amor, Fey

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