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━━ 𝟎𝟎𝟐: 𝘁𝘄𝗼 𝗽𝗹𝗮𝗻𝘀, 𝘀𝗮𝗺𝗲 𝗼𝗯𝗷𝗲𝘁𝗶𝘃𝗲

II. dos planes, mismo objetivo

⤷ "𝘣𝘪𝘦𝘯. 𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘳𝘦́"

               𝑬staba camino a verse con la Mano del rey pues se le había informado que su abuelo deseaba verla. Aelyra no comprendió para qué, no era usual que su abuelo compartiera palabras con sus nietos. Supone que se podría deber al interés por cómo se encuentra su hermano en Oldtown.

Quedó perpleja cuando llegó al lugar del encuentro donde estaba su abuelo y el lord comandante de la Guardia Real, abajo del balcón yacían varios caballeros con su armadura esperando en posición recta sin ver para arriba a la joven que acababa de llegar.

Los rumores de que la hija del rey había vuelto más hermosa de que niña se escuchaba por todo el reino, y eso se convirtió en un deseó por verla para todo aquel que no ha tenido la oportunidad de verla hasta el momento.

Hay siete caballeros y a cada uno le sostienen un estandarte con el dibujo representando la Casa de la que provienen.

—Lord Mano. Ser Harrold —saludo educadamente —. ¿A qué se debe todo esto?

—El rey ha ordenado que se te asigne un escudo juramentado —confesó Otto Hightower.

—¿Cuál es la razón detrás de esta decisión? —indagó la joven princesa.

—Ninguna en particular más que eres una princesa, Aelyra —fue la respuesta de su abuelo, mirándola con su clásica mirada seria, pero con ojos de advertencia.

Aelyra hizo un gestó. Su hermana no tiene un guardia, solo Aegon que era el más problemático. ¿Se debía a eso? Quizás su majestad quiere tenerla a raya, porque preocuparse genuinamente por su seguridad no se lo creería.

—Sigo sin entenderlo...

—Es una orden, Aelyra —hablo con un tono más fuerte su abuelo.

—Y no estoy diciendo lo contrario —gruño —. Lord comandante, por favor.

Ser Harrold asintió posándose un poco más al frente y leyendo en voz alta y clara el nombre del caballero escrito en el pergamino para que este dé un paso al frente.

—Ser Bradford Crakehall, un buen caballero, princesa. Ser Bradford ha probado fuerza y destreza en las listas de torneos, y fuera de ellas. Mientras viajaba por el bosque real de camino a King's Landing, ser Bradford recientemente trajo a un cazador furtivo ante la justicia.

Aelyra se quedó pensativa. Sin embargo, sentía que este hombre no sería su protector.

—Gracias, ser Bradford, por su leal servicio —sonrió. El caballero se reverencio y volvió a su sitio.

—Ser Arnold Connington...

De repente en su cabeza se prendió como una vela dándole una idea.

—Perdone que lo interrumpa, ser Harrold. ¿Qué me dice de ser Arryk Cargyll?

El lord comandante compartió miradas con lord Mano.

—Es un buen guardia...

—Entonces lo elijo a él —decidió con una sonrisa de boca cerrada.

—Aelyra, creo que te estás precipitando —intervino lord Mano —. Casa como la Crakehall, Connington, o otras de aquí harían buena alianza con la corona —le susurro Otto.

—Entonces podrán ser el protector de Helaena, o alguna otra princesa en algunos años —propuso con tranquilidad —. No seré la última princesa Targaryen en nacer.

—Ser Arryk Cargyll es el escudo juramentado de Aegon —le recordó lord Mano.

—Entonces me protegerá a mí y a Aegon. No será un problema, con Aegon siempre he compartido todo —comentó, sacando soluciones a su decisión y así no poder pasarle por encima a su palabra —. Además, ser Criston Cole ha protegido a mi madre, hermana y a mí de niñas. ¿Por qué ser Arryk no podrá hacerlo también? —cuestiona y ninguno de los dos hombres dijo nada —. Será ser Arryk Cargyll, lord comandante.

Se retiró sin esperar palabras de ambos hombres.

Apenas llegó a sus aposentos le pidió a su doncella Galia que llamara al joven guardia que sería su protector de ahora en adelante.

—Mi princesa. Ser Arryk Cargyll espera afuera —aviso Galia, su doncella.

—Que pase.

El hombre de cabello castaño claro y largo con armadura hizo una reverencia a la princesa una vez entró.

—Ser Arryk —saludo, con una ensanchada sonrisa cálida y deslumbrante.

Ser Arryk Cargyll era un guardia que había juramentado fielmente proteger a la familia real, en especial al soberano. No era descrito como un hombre de carácter fuerte, pero cuando estaba en presencia de un miembro de la familia real montaba una máscara de seriedad y frialdad. Aunque en presencia de la princesa Aelyra aquella máscara desapareció. Sus ojos café brillaron y contuvo las inmensas ganas que tenía de devolverle la sonrisa a la princesa.

Ha estado secretamente enamorado de la joven princesa de cabello rizado y grandes ojos amatista. Fue una pena para el que Aelyra haya estado lejos tanto tiempo de King's Landing, pero ahora que había vuelto, se contemplaba con verla pasar por los pasillos, o tan sólo escuchar el sonido de su voz cuando estaba cerca.

La euforia lo abarcó cuando fue avisado que sería el escudo juramentado de la princesa, pero nada cambiaba la realidad. Después de todo es un hermano juramentado de la Guardia Real y los juramentos estaban ante todo, su deber estaba por sobre todo. Además, ella era una princesa y él un simple guardia. Solo le quedaba protegerla y contemplarla en silencio en los momentos que estaría con ella, y, aunque era un destino cruel, estaba contento con ello.

—Sabrá que se me ha ordenado tener un guardia que me proteja, y mi elección ha sido usted, ser —comentó Aelyra.

—Es todo un honor para mi que usted me considere digno de su protección, mi princesa —habló el guardia tratando de que no se le notara en su voz lo nervioso que se encuentra.

Aelyra camino con su bello vestido verde oliva por la habitación alejándose de la ventana, toda su atención la puso en el hombre a su frente.

—Usted ha hecho un gran trabajo con mi hermano Aegon, y, a diferencia de él, yo le aseguró que no seré una molestia para usted, ser —se sentó en el sofá cruzándose de piernas.

—Usted nunca podrá ser una molestia, mi princesa.

Aelyra sonrió.

—Es usted muy amable, ser —comenta dulcemente poniendo ojos de borrego —. No le quito más de su tiempo. Lo veré después. Que tenga un buen día.

—Mi princesa —hizo una reverencia y se retiró.

Por supuesto que iba a tener un excelente día. La había visto. Había visto las bellas sonrisas que le dedicó. Había escuchado su cálida voz. Había visto sus grandes ojos amatista y los delicados rizos de su cabello castaño rojizo.

Aelyra estaba apuntó de disfrutar de su lectura matutina cuando se vio interrumpida por la presencia de sus dos hermanos apenas salió ser arryk.

—Hermanos, ¿a que se debe este placer? —se levantó del sofá para recibirlos.

—Vinimos a proponerte un trato —comentó Aegon, acercándose a darle un beso en la mejilla.

Aemond simplemente se sentó en el sofá y Aegon lo siguió.

—¿De qué tipo? —puso una de sus manos en su cintura en forma de jarra —. No podrá ser nada bueno si están ambos aquí.

—Deja de hacerte la maldita santa como la reina, Aelyra —habló Aemond, finalmente.

—Lo que Aemond quiere decir Lyra. Es que sabemos que volviste de Oldtown siendo toda una dama reformada, pero como tus hermanos no nos tragamos tu teatro —Aegon le guiño el ojo.

Lyra alzó sus cejas.

—¿De qué va el trató? —pregunta, tomando asiento en el sofá al frente de donde están sentados sus hermanos.

—Incluye a Jacaerys —dijo Aemond.

Una chispa de maldad se incendió en los ojos de Aelyra. Ahora tenían toda su atención.

—¿Qué hay que hacer? —hablo sin titubear.

Aegon se levantó caminando alrededor del sofá donde está su hermana.

—Que vas hacer tú, más bien —dijo, jugando con los rizos del cabello de su hermana.

—Expliquense.

—Hay fuego en tu interior. Quieres venganza por lo sucedido en Driftmark —ella asintió, pues mentiras no decía —. ¿Qué mejor venganza que un corazón roto por la mujer que amas?

Aelyra giró su cabeza mirando a su hermano.

—¿Están sugiriendo que lo enamoré y luego le rompa el corazón? —lyra negó repetidas veces —. No, no, no. No puedo hacerlo.

—Te dije que era una pérdida de tiempo —comentó Aemond apunto de irse.

—Lyra, claro que puedes —animo Aegon.

—Ni siquiera puedo imaginarme coqueteando con él. Me dan náuseas —puso su mano en su vientre —. Tiene que haber algo mejor.

—¿No quieres hacerlo mierda? ¿Despedazarlo por dentro como él contigo? —las palabras de Aemond las sintió como un regaño —. Esto es lo mejor.

Aemond tiene razón. El exilio la destruyó tanto por dentro. Nueve años sintiéndose sola, añorando abrazar a su madre, hacer bordados con su hermana, travesuras con Aegon y cuidar de Aemond. Jacaerys le había arrebatado todo eso. Romper en pedazos su corazón era la venganza perfecta.

—Bien. Lo haré.

El príncipe Jacaerys pasaba una bonita mañana acompañado de su hermano Joffrey a quien le enseñaba los primeros trucos para saber usar una espada. Por supuesto que usaban espadas de madera, ya que son menos peligrosos y pesadas para la pequeña mano de Joffrey.

Baela y Luke se adentraron en los aposentos del menor de los niños Velaryon interrumpiendo la práctica con su hermano.

—¿Le enseñas a Joffrey usar una espada cuando apenas y sabes usarla tú? —bromea Baela.

—¿Qué hacen aquí?

—Ay disculpanos. No sabíamos que teníamos que pedir permiso para visitar a Joffrey —Baela fingió estar ofendida.

—Mamá quiere que llevemos a Joffrey a los jardines —habló Luke.

—Y también hacerte una propuesta —agrega la morena peliblanca.

—Ella. Yo no —aclaró Lucerys.

—¿Qué propuesta, Baela?

—Pues verás —Baela optó por tomar una postura cómoda en el sillón mientras miraba con ojos inocentes a Jace —. Sabemos que cierta chica de cabello castaño rojizo y demasiado molesta ha regresado a King's Landing.

Jacaerys arrugó el ceño. ¿Desde cuándo Baela estaba interesada en Aelyra? Se supone que es el único que la odia.

—¿Y qué con eso? —arrugó el ceño.

—¡No interrumpas! —riño frunciendo el ceño. Luke se rió —. Es muy molesta verla pasearse de izquierda a derecha como si fuera la dueña de todo.

—Estás celosa —declaró Luke.

—¡Rhaena lo está! —dijo, para no admitir que también lo estaba un poco —. ¡Y tú tienes la culpa! —Luke se señaló a sí mismo imposible de creerlo —. Por quedarte embobado ayer viéndola.

—¡Estaba impresionado por su cambio! Además, nadie iguala a Rhaena para mí.

Baela sonrió con ternura. Luego iría a contárselo a su gemela.

—Baela, al punto —pidió impaciente Jace.

—Enamorala y luego rompele el corazón.

Jacaerys se río.

—No —negó con la cabeza cruzándose de brazos —. Ni de broma. ¿Por qué haría yo eso?

—Jace es obvio que va a buscar venganza por lo que le hiciste esa noche en Drifmark. Sé más rápido e inteligente y demuestrale que contigo ya no puede volver a jugar.

Jacaerys era lo bastante inteligente para darse cuenta que solo estaba siendo un peón para que Baela lo manipulara porque, a como dijo su hermano, estaba celosa. Baela no le gustaba ser eclipsada y Aelyra ahora estaba teniendo la mayor atención.

Pero reconoce que la morena tiene mucha razón. ¿Quien mejor que el pasar saber que Aelyra buscará vengarse? Por años jugaron al "si me la haces, me las pagas". ¿Pero enamorarla? Implicaba soportar pasar tiempo con ella y la odiaba tanto que le da repulsión imaginarlo. Tener que ser tan simpático con ella, no podía.

—Vamos, Jace. Es solo agarrar su corazón y romperlo con tanta facilidad como dejar caer una copa —siguió Baela —. Sé que puedes hacerlo.

No negaba que ver la mirada asesina de Aelyra esa noche le dio bastante miedo, pero la mator satisfacción la sintió cuando vio su rostro reflejando su corazón roto. ¿Era demasiado malo para hacerlo de vuelta? Usualmente Jacaerys no era ese tipo de persona, pero cuando se trataba de Aelyra era como si otra faceta malvada invadiera su buen corazón.

Eso es lo que hacía Aelyra en Jacaerys. Lo hace otra persona.

—Bien. Lo haré.

Gracias por dejar comentarios en el capítulo pasado, amo cuando lo hacen porque no solo me divierte leerlos, me hace darme cuenta que les esta gustando esta historia y así poder continuarla. ♡

Con amor, Fey

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