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02. NUESTRAS VIDAS

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐎𝐒
✡︎


El Reino de los Dioses Caídos...

Aquellas palabras resonaron en la cabeza de Jason con fuerza, haciendo que sus memorias de aquel lugar a donde había sido exiliado en su anterior vida regresaran con una bofetada.

Sonrió con tristeza, mirando el lugar una vez más y dándose cuenta lo bien cuidado que estaba en su ausencia.

—Es bueno verte por aquí de nuevo, Dios Jason.

La voz calmada de aquel hombre volvió a llamarlo, pero ahora con mayor atención. El Dios de la Destrucción se cruzó de brazos, mirando al chico que ahora lo miraba con una amplia sonrisa burlona en su rostro al saber de quien se trataba.

El Dios bufo.

-Ahórrate lo que vas a decirme, imbécil. -chaqueó la lengua, creando con un andeman aburrido varios círculos dorados que pasaban distintos escenarios cada uno.

-¿Qué? No me digas que te volviste más ermitaño de lo que eras, siempre haz sido un maldito antisocial, Damián. -soltó Jason, peinando su cabello hacia atrás con tranquilidad. Las ventanas que el hombre enfrente de él había creado atrajeron su atención, pero no por mucho tiempo.

Damián rodó los ojo, pero la comisura de su boca se curvo en una discreta sonrisa que desaparición tan rápido que Jason casi no la percibe.

-Cállate, Jason. No me hagas arrepentirme de haberte traído aquí.

-¿Porque lo hiciste entonces en primer lugar?

El Dios de la destrucción suspiró, haciendo un pequeño gesto con la cabeza para que volviera su atención a las ventanas. Jason frunció el ceño, sin entender, pero dejó que Damián se explicara mientras el observaba las imágenes que ahí se reproducían.

-Te traje aquí para arreglar lo que Rose provocó con su maldición. Sé que piensas que es la primera vez que reencarnas después de tu exilió y el sueño eterno al que te sometió Rose, pero no es verdad -la primer ventana dejó ver a dos niños en diferentes cunas hechas de pieles, un niño de cabello negro y una niña de cabello morado- La primera vez que ambos reencarnaron no pudieron verse, se sentían cerca pero eran demasiado pequeños para poder saber el porqué. Ella murió meses después de nacer, una enfermedad mortal la invadió y no sobrevivió. Un año después tú la seguiste.

-¿Qué...? ¿Pero...?

Damián negó, girando hacia la otra ventana al saber las preguntas que vendrían si no detenía a Jason un momento.

-En su segunda vida ambos se encontraron siendo compañeros de equipo, no se entendieron y aquello atrajo tu muerte prematura a manos de un asesino. -se podía ver como ambos, Rachel y Jason discutían entre ellos con fiereza. Gritandose entre sí.

¡Deja de ignorarme, Jason! ¡Se que fuiste tú el que hizo todas esas cruces en mis espejos!

—¡No fui yo, ¿bien?! ¡Deja de estar hechandome la culpa de todo lo que pasa en este lugar, fenómeno!

Jason solo miraba, callado.

—Esa vez trate de interceder por ti como ahora, pero no logre que siguieras vivo más de dos años en donde solo causaste desastres en la ciudad.

Un hombre de casco rojo se dejó ver de pronto, haciendolo jadear sin despegar la mirada de aquel hombre que mataba humanos sin arrepentimiento. Criminales, asesinos y muchas más personas caían ante el arma que portaba en sus manos llenas de sangre.

Unas incontables ganas de vomitar lo llenaron, no podía concebir como en una vida podría haber hecho tanto daño, mientras en su mente solo pensaba en el bienestar de los humanos, esos humanos que no había podido ayudar en sus momentos más dolorosos y que había jurado proteger luego de su exilió al Inframundo. Apoyándolos cuando llegaran a ese lugar sin una guía.

Se llevó una mano al pecho, agachandose luego de que una arcada lo llevará a vomitar una sustancia roja a los pies de Damián. El Dios de la Destrucción gruñó y soltó un insulto entre dientes, ayudándole a Jason a ponerse de pie una vez que las arcadas habían cesado.

-Eres un asco, pero no te culpo que la escena te hiciera vomitar. En esa vida fuiste una basura.

—No lo entiendo, yo nunca... Nunca haría algo así. Al menos no de manera intencional.

Jason se negaba a aquello fuera real, en su larga vida como Dios de la Luna y las sombras nunca había tenía malos pensamiento hacia los humanos, sus humanos. Por su parte, Damián desvío la mirada hacia el suelo, suspirando.

-Parte de la culpa es mía, despues de todo yo busque la manera de traerte de vuelta y era muy nuevo en ello, nunca antes lo había hecho y pareció que algo hice mal.

-¡¿Te pareció?! —incrédulo, lo miró con rabia— ¡Hiciste todo mal, hiciste que matara a mis humanos sin remordimiento!

-¡También son mis humanos, Jason! ¡¿Crees que no me dolió verlos sufrir a pesar de sus crímenes?! ¡Al menos trate de hacer algo por ti, maldito desagradecido!

La mirada de Damián se volvió peligrosa, dejando que su voz seria se extendiera por el lugar asustando a varios animales silvestres que paseaban por los alrededores.

Ambos se miraron a los ojos con enfado, los músculos en la mandíbula de Jason se tensaron y segundo después, le lanzó un puñetazo a la cara a Damián que lo tomó con extrema sencillez.

Jason gruñó- Entonces me hubieras matado al primer indicio de mi locura... ¡Habria preferido morir antes de hacerle daño a mis humanos!

Otro puñetazo fue detenido por Damián, y suspiró, empujando a Jason lejos de si para volver a hablar con fuerza.

-Y eso fue lo que hice.

Un silencio sepulcral se instaló entre ellos, La luna pareció bajar la intensidad de su brillo y percibiendolo así, Jason bajó la mirada sopesando las palabras de Damián con seriedad.

—Lo hice por ambos, estaba seguro que reaccionarias de la misma manera que ahora si en ese momento hubieses tenido plena conciencia de tus actos en contra de los humanos. —suspiró, borrando las ventanas anteriores y haciendo que Jason mirará a la que ahora apuntaba— Tú tercera vida fue mejor. Estuvo pareciéndose cada vez a la segunda, ambos no se toleraban pero algo paso entre ustedes luego de que volviera a interceder por ti al revivirte. Se volvieron a enamorar y luego de muchos percances lograron tener una bebé, pensé que la maldición se había roto con el nacimiento de esa niña y me descuide por un tiempo, ambos murieron tiempo después, por lo que le mande a la niña un angel exclusivamente para cuidarla en tu ausencia.

Una pequeña criatura de cabello negro se dejó ver en la ventana, tenia los ojos abiertos dejando ver un hermoso color aqua que lo hizo sonreír por un momento. La niña se movía inquieta en aquella cama llena de cobijas rosas y moradas, mientras un hombre joven movía un pequeño sonajero dorado entre sus manos.

—Y así pasaron más vidas, entre desgracias, hasta que llegamos a ésta, la séptima sinó estoy mal. —concluyó Damián, mirando a su antiguo mentor extender su mano hacia la ventana tratando de tocar la imagen de aquella bebé que reía feliz, ignorando lo que estaba pasando. Jason apretó la mano con fuerza, la imagen se había vuelto humo al siquiera tocarla— Una vida en donde ambos nacieron lejos del otro, pero tú moriste antes de siquiera encontrarla. En está vida el Dios de la Magia la bendijo a ser un angel, pero yo volví a interceder y la coloque a mi disposición. La volví un angel de la muerte.

—¿Por que? ¿Que ganabas con eso?

—Piensa, Jason. Sinó le hubiera dado aquella bendición no se iban a poder conocer y hubieses muerto sin recordarla, por lo que también les devolvi sus recuerdos cuando ambos se miraron a los ojos. Quise que ambos lo supieran, para que mi próxima parte del plan se llevara a cabo con éxito.

Jason asintió, procesando las palabras de parte del Dios de la Destrucción que observaba sus reacciones, tranquilo.

—¿Y ahora que harás? Volverás a llevarme de vuelta a la tierra, ¿no es cierto?

—Si. Tengo que volver a intertarlo, Jason, las cosas están mal sin que puedas vivir una vida de manera normal. —eliminó las ventanas restantes con una andeman rápido, cruzando sus brazos un segundo después— La luna y las estrellas poco a poco empiezan a morir a pesar de que no lo parezca, te necesitan, Jason. Simpre lo han hecho, después de todo eres su Dios.

Damián afirmó aquello con una sonrisa de lado, colocando una mano en el hombro ajeno y logrando que Jason lo mirara con los ojos llenos de lágrimas.

—Gracias, Damián.

Damián negó con ligereza.

—No me agradezcas ahora, hazlo cuando estés por siempre con el amor de tu vida, hermano.

—Quisiera preguntarte algo, Damián. ¿Por que me ayudas? Siempre se pensó que tener una relación con un humano de está manera era imposible y algo tabú, ¿Que te hizo ayudarme?

Una sonrisa misteriosa se extendió en los labios de Damián que solo creo otra ventana, dejando ver a una hermosa mujer de cabello largo y negro, dormida en una mullida cama. Jason rió, incrédulo.

—Te enamoraste.

No fue una pregunta lo que salió de los labios de Jason al mirar con atención a la mujer durmiente, la imagen se extendió un poco más y jadeó sorprendido, girando su cabeza para ver el rostro sonriente del Dios de la Destrucción que parecía más humano en aquel momento. Sus ojos esmeralda parecían brillar al mirar a la humana.

—Está embarazada... Pero, ¿como?

Damián se ruborizó, tociendo un poco con incomodidad y vergüenza.

—Estaba observando sus vidas cuando me la encontré por primera vez, murió un tiempo después pero años más tarde reencarnó y la curiosidad sobre ella me obligó a subir a la tierra para buscarla. Fué cuando nos enamoramos—volvió su mirada anhelante hacia la mujer que se removía entre las mantas, abrazando su pequeña barriga de cuatro meses. Damián aclaró su garganta, colocando su semblante serio de nuevo— Pero eso no importa ahora, tienes que volver a la tierra.

La mano en el hombro de Jason se apretó, por lo que sintió como volvía a estar extrañamente ligero y un dolor punzante en la cabeza lo hacía trastabillar. La luna lo deslumbró y sus ojos ardieron, se sentía mareado y cuando al fin el dolor parecía acabar, lo único que logró ver fue los ojos esmeralda de Damián y el brillo de las estrellas a su alrededor.

—No me defraudes, Dios de las Sombras.


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