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𝐃𝐎𝐒| Conoce mis engaños

Conoce mis engaños...

La semana de exámenes comenzó, lo cual impidió a Minju y Jungkook pasar el rato juntos. Tanto ella como él se encontraba demasiado sumida entre los libros como para fijarse en su alrededor. A ella sólo le interesaba mantener las mejores calificaciones —como hacía en el instituto— y a él no perder la beca que había obtenido —por pura suerte, decían los demás—; así que llegaron al acuerdo de no verse hasta que los exámenes llegaran a su fin.

Esa semana en específico, era bastante pesada y se encontraba cargada de tensión. A todos quienes les interesaba aprobar, les era primordial darse cita en la biblioteca hasta las tantas horas del día para estudiar; sin importar que sus horas de sueño disminuyeran, o que el almuerzo no fuera el más adecuado.

Minju era una de esas personas que no se concentraba en nada más que estudiar —o darse un gusto memorizando cada parte de la anatomía de Jungkook— y mantener sus altas notas. La presión sobre sus hombros era tanta que siempre terminaba sufriendo de indigestión o enfermando de alguna otra cosa.

En cambio, Jungkook se concentraba con tanto ahínco que poco le interesaba ser discriminado por sus "amigos" por no acompañarles a los bares o alguna cita con chicas. Pero, si ni siquiera me veo con Minju, pensó, mucho menos voy a acceder a encontrarme con desconocidas. Para ese punto, él ya había dejado de contactar a otras.

—Aquí estás —dijo alguien frente a Minju.

Levanto levemente la mirada y se encontró a Taehyung, con el cabello revuelto y el rostro un poco sudoroso, mirándole de una manera que no comprendió. Su entrecejo se arrugó y terminando de rellenar la casilla con las preguntas de prueba, decidió obsequiarle un par de segundos a su mejor amigo.

—¿Qué sucede? —habló en un tono muy bajo, pues estaban en la biblioteca y esta se encontraba a reventar de estudiantes—. ¿Necesitas ayuda con algo?

Taehyung asintió. Minju era toda una cerebrito, y él estaba casi seguro de que le daría una mano.

—No consigo resolver esto —señaló el problema de física en el libro, ese que tanto dolor de cabeza le había causado minutos antes—. He intentado aplicar todas las fórmulas, pero con ninguna consigo el resultado correcto.

—Mmm... —echó un vistazo al problema en cuestión y no tardó nada en encontrar el error—. Aquí —le señaló—, el signo es el equivocado y la fórmula la has entremezclado con otra, por eso no te da la respuesta que buscas —explicó.

—¿De verdad? —ella asintió—. Entonces, ¿cómo debería de hacerlo?

Minju estiró las manos, hizo sonar sus dedos y cuello, y tras beber un poco del café enlatado a su lado, procedió a explicarle a su amigo. Lo hizo con suma atención y cuidado, esperando que él comprendiera a la primera y así no tener que volver a repetir su explicación; aún tenía muchas preguntas de simulacro por completar y no quería perder tanto tiempo. Pero, en cuanto terminó de recitar el proceso correcto y cómo llegar al resultado, se percató de que Taehyung en realidad no estaba prestando atención a nada de lo que decía.

—¿Me estás escuchando? —musitó con molestia, pero el chico ni sw movió siquiera, parecía que no estaba ni respirando—. ¿Tae?

Parpadeó y, por inercia, acomodó un mechón tras la oreja de Minju; percatándose de la nueva perforación que tenía.

—¿Cuándo te lo hiciste? —la arruga en su entrecejo se profundizó— El piercing, quiero decir.

—Hace unos días, antes de empezar la semana.

—Ya veo —susurró, haciendo que Minju fuera consciente de la cercanía que mantenían.

En el pasado, cuando aún eran estudiantes de preparatoria, el corazón de Minju hubiera amenazado con salir disparado de su boca por el encuentro tan cercano y casi íntimo —a su parecer— con el chico, pero ahora... ahora solo estaba asustada. Y, lo peor, es que no sabía a qué se debía; si por no poder sentir esa jauría en su estómago, o por lo que el resto podría llegar a pensar si les vieran así.

Aunque lo intentó, no pudo evitarlo y se alejó con demasiada brusquedad. Empezó a sentirse levemente incómoda, por lo que giró el rostro, buscando mirar en otra dirección; pero al hacerlo, se encontró de lleno con la mirada profunda y oscura de Jungkook. Pasó saliva con dificultad, sintiendo una leve molestia en el pecho tras la manera en que el chico pasó de ella y se acomodó junto a una chica que, pudo notar, le coqueteaba hasta con la respiración.

—Minju...

—¿Necesitas que te ayude con algo más? —el tono de molestia en su voz hizo que Taehyung se preocupara.

—¿Estás bien?

No entendía a qué se debía su pregunta, así que no queriendo sonar borde, le brindó una pequeñísima sonrisa junto a un excusa barata y que nadie creería; excepto él, que se sentía mal por hacerla sentir incomodidad.

—Estoy bien. Solo necesito descansar un poco y comer bien.

—Dentro de nada esto llega a su fin, ¿te parece si salimos a festejar?

—Tal vez después.

—De acuerdo, entonces... —Taehyung se puso de pie con algo de torpeza—. Nos vemos después.

—Sí.

—Suerte —animó como despedida.

—Igual para ti.

En cuanto su mejor amigo desapareció de su campo de visión, volvió para ver el sitio en donde estaba Jungkook. Pero no lo encontró. Y a la otra chica tampoco.

Sabiendo lo que eso significaba, inspiró con un poco de fuerza y regresó su atención a la pila de libros y cuadernos que tenía consigo.

No somos nada, pensó, no puedo reclamar y aunque me moleste, de nada serviría.

Mordió con tanta fuerza el interior de su labio inferior que no tardó en sentir el sabor metálico de su sangre en la lengua. Negó levemente y bebió agua para hacer desaparecer el líquido que recorría sus venas, no importandole lo poco higiénico que aquella acción podría ser, y así volver a lo que era verdaderamente importante en ese momento.

Ni Kim Taehyung ni Jeon Jungkook, nada la distraería de estudiar. Mucho menos ese molesto cosquilleo en el centro de su pecho.

***

Cuando se hizo lo suficientemente tarde como para que le pidieran abandonar la biblioteca, Minju cerró sus cuadernos, regresó los libros a sus estantes y salió del establecimiento. Mientras marchaba hacia los dormitorios, se percató de lo oscura que estaba la calle y se reprochó el no haberse fijado de la hora antes. Pasó por el estrecho callejón que le acortaría camino hasta la parada de autobuses, pues el dormitorio donde residía no se encontraba tan cerca, y esperó rogando con todo su ser para alcanzar aunque fuera el último en línea.

Un suspiro de alivio escapó de sus labios al ver el transporte estar cerca, pero antes de que este pudiera arribar en la parada, un agarre en su antebrazo le hizo retroceder al momento en que tiraron de la extremidad. Minju cerró los ojos con pavor, creyendo que sería víctima de algún pervertido; pero el único pervertido que encontraron sus ojos fue a Jungkook.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —gritó la chica, pero su enojo incrementó al descubrir las intenciones de su contrario—. Ni siquiera lo pienses —advirtió, casi con cólera.

—¿Qué, acaso no puedo darte ni un beso?

Minju frunció el entrecejo al escuchar el tono de su voz. Fue él quien le hizo dar un susto de muerte, ¿y todavía se atrevía a estar molesto? Era el colmo. No podía creer que ese idiota se estuviera enfadando con ella por negarle un simple beso, cuando casi la mata del susto. ¿Acaso estaba mal de la cabeza o algo?

—Vete al diablo —bramó furiosa y se dispuso a regresar a la parada para tomar el autobús, pero ya era muy tarde, este ya había marchado lejos—. No puede ser.

Jungkook sonrió de medio lado, aunque esa sonrisa no era más que un camuflaje para ocultar la molestia que desde la tarde bullía en su interior. Mientras Minju se lamentaba en que no llegaría a la hora dictaminada a su dormitorio, él no dejaba de maquinar en su mente un lugar adecuado para estar con ella.

Quería hacerla suya, darle duro, joderla hasta el cansancio y demostrarle que solo él podía estar a su lado. No ese idiota de Kim Taehyung, que no llegaba a solucionar su mierda emocional.

—Vamos, te llevo.

—No pienso ir contigo a ningún lado —se negó rotundamente—. Además, acordamos no vernos hasta después de los exámenes.

Y no quiero estar al lado de un engañador como tú, quiso agregar, aunque se contuvo de hacerlo.

—¿Piensas pasar la noche en la calle, entonces?

—No, pero tampoco pienso hacerlo contigo.

Fue suficiente. Sus palabras hicieron que Jeon explotara.

—¡¿Qué diablos pasa contigo?!

Su grito le indignó, pero más lo hizo el no poder expresarse como tanto quería. ¿Qué podía decir, si después de todo no eran más que simples amantes sexuales? Para colmo de males, ni siquiera eran amigos ni nada por el estilo.

—Joder, solo déjame en paz.

Empezó a caminar, lo único que deseaba era estar lejos de él. Y, aunque le resultó difícil, agradeció que no la siguiera. Quién sabe lo que podría llegar a hacer si no la hubiera dejado marchar sola, lo más probable es que dijera todo lo que tenía atascado en la garganta.

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