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«Capítulo 12»

Pasamos corriendo por un buen rato, incluso ya se habían dado las diez y media de la noche así que teníamos una buena ventaja en tiempo, lo único que me preocupaba era saber si Helen y Samantha ya habían iban hacia donde nosotros.

──¿Lo ves, Mike? Te dije que era mejor que fuera Molly con Ashley en tu lugar ──le dijo Myra a Michael mientras seguíamos avanzando tan rápido como podíamos.

──¿Cómo es que alguien puede crear una llamarada tan potente? ──no estaba al tanto de cuánto podía ser el alcance de los elementales de fuego pero estaba claro que aquello no podía ser hecho por una adolescente.

──Es sencillo, Ashley es capaz de lanzar una buena cantidad de fuego pero si Molly usaba el viento podría ser capaz de potenciarlo y elevarlo un poco más.

──¿En serio no sabías que es eso? ──interrogó Michael──.  Eso es la reacción elemental, es lo más básico que aprendemos.

──¿Quieres dejar de molestarlo? ──intervinó Myra. Me alegraba que de vez en cuando le mandará a callar──. Pronto estaremos con Molly y Ashley así que es mejor que puedas controlar un poco lo que sale de tu boca.

Michael hizo una mueca de molestia mientras seguíamos corriendo. Apenas era capaz de seguirles el paso por la herida de mi abdomen, no era porque sintiera dolor sino que tenía que se abriera de nuevo.

Cada vez el humo de la llamarada se deshacía, teníamos unos cuantos minutos antes de que la nube negra desaparecuera.

Nuevamente una pequeña sensación de energía me invadió. Fue la misma sensación que tuve cuando usé mi Elemento por primera vez y en cuestión de segundos comencé a alcanzar e incluso dejar atrás a los demás.

Estábamos a unos cuantos minutos más de llegar, solo tenía que aguantar un poco más para encontrarme con mis amigos.

[ . . . ]

Ya teníamos más de ocho minutos corriendo y finalmente estaba comenzando a ver algo: delante de nosotros alcanzaba a ver las siluetas de quienes parecían ser las chicas que antes habían mencionado.

Continuamos acercándonos más hasta que finalmente las pude distinguir. La más alta era de un cabello de un tono guinda opaco, casi como el color del vino y sus ojos eran del mismo color que Drew; la otra era un poco más baja y, por lo que alcanzaba a distinguir, tenía el cabello anaranjado y los ojos de un color celeste; además, parecía tener manchas de piel más clara que la mayor parte de su rostro. ¿Cómo es que se le llamaba a eso? No quería sonar grosero así que no mencioné nada al respecto.

──Al fin llegaron ──dijo la chica más alta──. Pensamos que aún estaban hasta el otro extremo.

Drew rió por el comentario de su amiga aunque quien parecía haber desaparecido fue Michael pero seguía ahí, pareciendo estar embobado en la chica de cabello guinda y no lo culpo, era bastante linda.

Esperaba que dijieran algo más pero en lugar de eso las dos chicas me miraron a mí con confusión.

──¿Y tú eres...? ──comenzó la chica de cabello anaranjado.

──Se llama Jonah Harvey ──completó Drew, rodeando mi cuello con su brazo derecho──. Nos lo encontramos hace media hora. Estaba herido así que decidimos ayudarle.

──Encantada de conocerte, Jonah ──dijo la peliguinda, levantando su mano para tomar la mía──. Soy Ashley Zaru y ella es Molly Calloway ──la otra chica, Molly, me dió una sonrisa amable y sacudió su mano en señal de saludo──. Me alegro de que te hayan encontrado, no quisiera imaginar lo que te hubiera pasado si no.

Al estrechar su mano le sonreí de forma torpe. No sabía explicarme pero sentí un poco de vergüenza. Tan sólo espero no haberme sonrojado.

──Entonces, ¿ya la encontraron? ──la voz de Myra me sacó de mi ensoñación.

──Sí ──el rostro de Ashley resplandecia con su sonrisa──. Habíamos entrado por el oeste de la isla pero al pensar que estaría en el centro todos comenzamos a desviarnos hacia diferentes direcciones, ustedes por ejemplo, siguieron por el norte mientras que nosotras bajamos hacia el sur.

──Entendemos a que se refieren pero, ¿dónde está la academia? ──Michael parecía estar bastante inquieto.

──A unos cuantos kilómetros de aquí ──dijo, señalando hacia el suroeste──. Hacia allá esta nuestro destino. No nos tomará más de veinte minutos si vamos corriendo.

──Entonces es hora de empezar ──exclamó Myra con entusiasmo pero se apagó apenas comenzamos a escuchar ruidos detrás de nosotros.

El sonido seguía de forma persistente, todos nos quedamos en silencio, manteniendo la guardia en alto en caso de un ataque sorpresa.

Tan sólo esperaba que no se tratará de una criatura de quién sabe que, quizá podría imaginarme a una mujer o hombre con cuerpo de escorpión y hubiera aparecido sin problemas, pero no. En esta ocasión fue diferente.

Los arbustos y ramas de árboles que estorbaban en el camino se movieron hasta que de ellas salieron...

──¡¿Helen?! ¡¿Samantha?!

No sabía cuál era la forma correcta de reaccionar delante de los demás pero de inmediato fui corriendo hasta donde ellos estaban para darles un fuerte abrazo. Sentía que habían pasado días desde que no los había visto y les echaba mucho de menos.

──Jonah... ──Helen tampoco sabía que decir y lo supe por las palabras que se quedaban atoradas en su boca──. ¿Dónde estabas? Habíamos pasado horas buscándote.

Les di un rápido resumen de lo que había pasado en este tiempo y, cielos, por unos segundos pensé que ellos habían tenido un cambio drástico al verles las expresiones, además de que estaban un poco llenos de tierra, como si hubieran peleado con alguien.

──Pero ¿de verdad te encuentras bien? ──me preguntó Samantha con una preocupación que me hacía recordar a Sally──. Las úrsulas pueden llegar a ser muy astutas cuando se trata de usar su veneno de formas ingeniosas.

De por sí, las úrsulas ya me daban miedo con solo sus dientes, saber que también podían usar veneno no hacía más hacerme agradecer que saliera vivo de aquella experiencia.

──¿Ellos son...?

──¡Ah! Samantha, Helen; ellos son Drew, Myra, Ashley, Molly y Michael ──los presenté, señalando a cada uno conforme citaba su nombre──. Me ayudaron a llegar hasta aquí después de que Amber me ayudará con la úrsula.

Mis amigos saludaron a los demás de forma tan amable que hasta me dió gusto.

──Gracias por haberlo ayudado ──Helen parecía haber recuperado parte de su alma, incluso su sonrisa que siempre lo acompañaba parecía haber regresado──. Me preocupaba que no volviéramos a encontrarnos.

──No hay de que, estoy seguro de que si ustedes se hubieran encontrado con uno de nosotros también hubieran hecho lo mismo.

Los demás cruzaron palabras por unos cuantos segundos hasta que Molly nos recordó lo que estábamos buscando. Hasta este punto ya pasaban de las once en punto, eso indicaba que solo teníamos unos cuantos minutos para llegar.

──La academia se encuentra muy cerca, llegaremos antes de que se den cuenta ──Ashley señaló nuevamente hacia el sur.

[ . . . ]

Todo fue tal y como Ashley había mencionado: en cuestión de poco tiempo conseguimos llegar a la academia y debo decir que no sé cómo no la habíamos visto desde que llegamos. Básicamente era una instalación de cuatro pisos, tenía dos conexiones a los lados, un poco más pequeños pero que quedaban más al frente de lo que parecía ser el medio del edificio, también eran menos angostas por lo que supuse que debían de tratarse de las zonas donde se encuentran las escaleras o aulas extras.

Algo más por agregar era que apenas entrando todo era un claro, no había muchos árboles alrededor de la academia así que tendríamos un poco de espacio protegido de cualquier cosa que exponencialmente peligrosa para todos, o bueno, solo para mí.

──Parece que tendremos mucha compañía.

Cuando escuché a Samantha miré a nuestro alrededor, ya habían varios chicos y chicas. La mayoría estaban sentados en el pasto, intentando descansar hasta que se diera la hora límite.

Seguí mirando por unos cuantos segundos más hasta que alcancé a ver a Amber, Evan y Adriel de pie casi hasta el otro lado del claro. Quizá habían llegado hace unos segundos.

Mi mirada se encontró con la de Amber, quien no perdió la oportunidad de darme una mala mirada, como si hubiera previsto que fallaría y regresaría a casa.

Puede que estuviera bien si del físico hablamos pero su comportamiento era el más feo de todos.

[ . . . ]

Estaba comenzando a quedarme dormido cuando el sonido varios susurros y pasos me sacaron de mi ensoñación.

──¿Qué... Qué sucede? ──aun seguía lo bastante adormilado como para darme cuenta de lo que estaba pasando.

Samantha me puso una mano en el hombro antes de señalar disimuladamente hacia el umbral de la academia.

Tuve que darme unos segundos para enfocar mejor mi vista y al hacerlo pude ver dos figuras paradas delante de las puertas; uno era un hombre alto de cabello carmesí y de ojos azules. No alcanzaba a ver mucho pero estaba seguro de que llevaba un parche en el ojo izquierdo, a saber tú que le habrá pasado. A su lado estaba una una mujer un poco más baja que el hombre, también tenía el cabello carmín y los ojos del mismo tono. A diferencia de su acompañante ella relucía una sonrisa mientras que el otro permanecía estoico.

Ambos se embarcaron en una conversación de algunos segundos antes de que el hombre se dirigiera hacia nosotros con un tono alto para hacerse oír.

──Buenas noches a todos (o quizá debería decir días). Espero que la prueba no haya sido tan horrible para todos ustedes, me presentó, soy Magnus, el director de la academia Kahane, por si no se habían dado cuenta ──su voz no parecía tener ese interés que demostraban todos los directores, más bien parecía molesto──. Como todos sabrán esto es lo que hacen todas las generaciones que han asistido a Kahane. Algunos lo han conseguido justo antes de darse las ocho, otros se demoran un poco más en hacerlo porque no saben que deben de hacer.

Su mirada comenzó a posarse sobre varios de nosotros; primero pasó sobre varios chicos que habían llegado un poquito más tarde porque su vuelo llegó después de nosotros. Incluso pude llegar a sentir que se podía sobre mí también.

──He de decir que es un poco decepcionante el tiempo que les ha tomado en llegar ──prosiguió, mirando a todos los demás──. La generación predecesora a ustedes consiguió hacerlo justo a las nueve pero por lo que veo voy a tener que hacer mucho trabajo con ustedes.

No era lo más agradable de escuchar pero supongo que tenía razón por todas las miradas decepcionadas que encontraba en varios chicos y chicas que que se encontraban a mi alrededor.

──Da igual, lo importante es que han conseguido llegar hasta aquí ──prosigió──. Sé que están cansados por todo lo que han hecho hoy así que dejaré que tomen un descanso y mañana a partir de las siete les daré las indicaciones adecuadas. Mi secretaria, Mikaela, les guiará hacia las residencias, de momento no es necesario asignarlos a una en específico así que pueden quedarse donde sea, solo no muevan nada de su sitio, que pasen buena noche y bienvenidos a la academia Kahane.

[ . . . ]

──Ya estamos por llegar ──dijo Mikaela, caminando por delante de nosotros──, sé que el recorrido ha sido largo pero esto también les ayudará a tener más conocimiento sobre los alrededores de la academia.

Helen, Samantha y yo seguíamos caminando entre el pequeño grupo que seguíamos sin residencia. A ellos ya les habían ofrecido quedarse en una residencia hace quince minutos pero se negaron para ir conmigo, yo había insistido que estaría bien sin embargo no desistieron pese a su cansancio.

──Esta es la residencia de los que mañana serán elegidos para pertenecer a la clase D ──nos explicó, abriendo las puertas para dejarnos entrar.

Dentro todo era espacioso y estaba bien decorado como todas las demás; tras pasar la entrada había un living bastante grande adornado de un juego de sofás con una mesita en medio de ellos, unos cuantos pufs y una pantalla de sesenta pulgadas frente a todo. Creo que era más que nada para hacernos sentir en casa.

──De momento pueden quedarse en la habitación que deseen, solo abstenganse de causar desastres y mañana por la mañana deberán dejar los dormitorios tal y como los encontraron ──y con eso la señorita Mikaela se retiró.

Todos estábamos tan cansados como para tener ganas de ir a echar un vistazo a toda la residencia.

──Vayamos a dormir ──dijo Helen──. Estoy seguro que, mañana por la mañana, tendremos muchas cosas por hacer.

Samantha y yo movimos la cabeza al unísono. Habíamos pasado por un día tan ajetreado que descansar se sentía como un lujo del que nunca habíamos tenido oportunidad de disfrutar.

No tardamos mucho en encontrar un dormitorio y, aunque sólo estábamos en esa residencia de momento, la señorita Mikaela nos advirtió que la única regla era que las chicas se quedarían en los dormitorios de la derecha mientras que nosotros, los chicos, de la izquierda.

──Y para aquellos que aun tengan heridas podrán pasar mañana por la mañana con el médico de la academia, Matthew, para ser atendidos adecuadamente ──dijo, mirando de reojo la herida que tenía el abdomen──. O será mejor que le llame ahora. No se preocupen, llegará en unos minutos.

Y dicho eso Mikaela se marchó, dejando a una docena de adolescentes confundidos, cansados y adoloridos en una residencia que no hacía juego con el lugar al que nos habíamos enfrentado hace más de media hora.

──¿Te molesta si nosotros vamos a dormir?

──No se preocupen por eso ──dije con la mejor sonrisa que pude mostrar en ese momento.

──Esta bien, entonces asegúrate de no quedarte más tarde ──dijo Helen──. Presiento que el director no tendrá mucha paciencia si llegamos tarde.

Asentí, yo también había pensando lo mismo.

[ . . . ]

El doctor Matthew fue amable y paciente con todos los que estábamos heridos y, además de eso, súper rápido; no tardó más de diez minutos atendiendo a cada uno de nosotros hasta que llegó mi turno. En cuanto me atendió me puso un poco de alcohol para lavar la herida. Tuve ganas de llorar porque ardía diez veces más que el ungüento que había usado Amber, aun así fue rápido y al final solo me colocó unos cuantos apositos y una venda alrededor de la herida.

También me dió medicamento para el dolor y me recomendó darme una ducha todas las tardes para lavar la herida e ir con él para desinfectarla.

Ya era la una de la madrugada y al fin podría tomar un descanso. Por unos segundos sentí que iba a desmayarme del cansancio pero conseguí llegar al dormitorio que estaba antes del penúltimo. La habitación era un poco más pequeña que la mía, no sabía que más tenía dentro porque solo quería dormir.

Apenas me tiré en la cama sentí como si todos mis músculos se hubieran relajado después de cientos de años y, antes de que me diera cuenta, caí rendido ante el cansancio sabiendo que tendría que reunir una buena cantidad de energías para mañana.

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