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𝟬𝟮. 𝗔𝗘𝗥𝗢𝗣𝗨𝗘𝗥𝗧𝗢𝗦 𝗬 𝗣𝗥𝗘𝗦𝗘𝗡𝗧𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦

Resumen:

Neil y Alex vuelan a Palmetto y conocen a los primeros Zorros.

CW: Ninguno que pueda recordar, pánico y paranoia leves.

Los personajes, las historias y ciertos diálogos pertenecen a Nora Sakavic.

A Neil nunca le habían gustado los aeropuertos. A pesar de lo mucho que había visto, la sensación de malestar nunca desapareció. Ahora era peor, solo con Alex y sin madre. Neil apretó a Alex cerca de su pecho mientras mantenía la cabeza girando, intentando mantener sin éxito su vista en la multitud de personas. Ya había tirado su teléfono desechable a un bote de basura cercano. No fue un cambio de identidad, pero fue el final significativo de Neil y Alex Josten en Millport y el comienzo de Neil y Alex Josten en Palmetto.

     Pasó un hombre vestido con traje y los ojos de Neil se clavaron en él. ¿Qué hace un hombre de traje en un aeropuerto? Viaje de negocios, maldito idiota. O es uno de los hombres de papá... No, mira, ya se está alejando. Allí hay otro hombre con traje y te está mirando directamente. ¿Te reconoce? No, no, ya se va...

     Además, siempre estaba el tartamudeo de su corazón cuando alguien le pedía ver su identificación. Sabía que el trabajo del falsificador era bueno, pero sus manos todavía apretaban a Alex mientras examinaban sus fotografías. Los asistentes de vuelo les lanzaron miradas extrañas a él y a Alex. Neil se preparó para correr. Le hicieron señas para que subiera al avión.

     Estos momentos donde se movían hacían que Alex estuviera más tranquilo. En el avión, Alex se acurrucó en su asiento y se aferró con saña al brazo de Neil, como si la voluntad de un niño de cuatro años pudiera mantenerlos juntos. No había dicho una palabra en todo el día y sólo respondía a las señales inarticuladas de Neil con sus propios movimientos erráticos.

     Neil no esperaba ver a nadie a quien reconociera. Nunca había pasado por Sky Harbor o Upstate Regional, y ésta era su primera vez en Carolina del Sur. Aún así, miraba a todos los pasajeros del avión mientras sus dedos peinaban distraídamente el cabello de Alex.

     La mujer frente al pasillo de Neil lo estaba mirando. El corazón de Neil latía frenéticamente. Él no la reconocía, pero eso no significaba nada. Actúa con indiferencia , se ordenó. No muestres tu miedo .

     —Oh, él es tan lindo —dijo la mujer, arrastrando los ojos hacia donde Alex había enterrado su rostro en el costado de Neil—. Le temes a los aviones, ¿verdad? —chirrió, la pregunta dirigida a Alex. Alex se quedó mortalmente quieto.

     —Sí, así es —respondió Neil secamente, sintiéndose a la vez tonto e irritado con la mujer y su propia paranoia.

     La mujer se rió entre dientes y se inclinó un poco hacia adelante para ver mejor a Alex. Su cabello rubio decolorado colgaba sin vida frente a su rostro pintado. Neil y Alex se inclinaron hacia atrás al mismo tiempo.

     —No hay nada que temer, pequeño. ¿Hacia dónde se dirigen, muchachos?

     —Visitaremos a nuestra mamá durante el verano —dijo Neil.

     —Oh, que dulce.

     Antes de que continuara la insoportable conversación, fueron interrumpidos por la azafata que revisaba el protocolo de seguridad.

     El vuelo fue largo y tranquilo. Neil hacía todo lo posible por calmar a Alex, pero sólo logró mantener una pequeña conversación por señas.

     " ¿Tienes hambre? " Neil preguntó.

     " No. " respondió Alex.

     " ¿Jugo? "

     " Sí. " Vaciló por un momento.

     Cuando llegó una turbulencia, Neil recurrió a una de las únicas técnicas que sabía que funcionaba. Había inventado el juego como una forma de indicarle a Alex que saliera de su escondite, pero había evolucionado desde entonces. Neil pintaría la imagen de un lugar en el que vivía un niño pequeño, añadiendo todas las comodidades imposibles que podrían resultar atractivas para un niño de cuatro años. En los días buenos, Alex aportaba sus propias ideas.

     —Ha salido el sol y el cielo está despejado —murmuró Neil cerca de la cabeza de Alex, donde permanecía enterrado en su costado. Sólo había girado lo suficiente para que la pajita de su caja de jugo entrara en su boca—. Hay un bosque donde vive un niño pequeño. En ese bosque hay una cabaña. En el porche hay una silla que se mece y una hilera de rehiletes con los colores del arcoíris. La brisa los hace girar.

     Alex miró hacia arriba, con la pajita pegada al borde del labio. Apretó la caja de jugo vacía cuando hizo la señal de " mascota ".

     —Sí. —Neil asintió—. Dos gatos y un perro. Los gatos se pelean con el perro y normalmente ganan.

     Alex se relajó y se recostó a su lado, escuchando mientras Neil divagaba hasta que se le secaba la garganta.

     Su avión aterrizó. Upstate Regional estaba incluso más lleno que Sky Harbor. Neil permaneció a un lado de su puerta durante casi un minuto, sosteniendo a Alex y observando a la multitud agitada. Eran la mezcla habitual, nada aparentemente sospechoso. Aún así, su corazón tartamudeaba ante cada par de ojos que se fijaban en él.

     Después de decidir que permanecer sin hacer nada era más riesgoso que seguir adelante, Neil siguió las señales por los pasillos hasta llegar al vestíbulo principal, donde estaba lleno de las personas que llegaban y los futuros pasajeros. Encontrar a quien lo llevaría como Wymack le prometió fue más fácil de lo esperado entre los rostros desconocidos.

     Fue su mirada lo que Neil sintió primero. Era uno de los gemelos: Andrew Minyard, sospechaba Neil. No había ninguna sonrisa maníaca, pero Neil estaba entrenado para reconocer caras. Después de firmar el contrato, decidió investigar exhaustivamente a los Fox. Varios viajes a la biblioteca después, había conseguido toda la información que pudo sobre los jugadores de Fox, transmitiendo los fragmentos importantes para que Alex ubicara a cada uno por su nombre y rostro. A juzgar por las fotos y los comunicados de prensa, Andrew y Aaron Minyard eran completamente idénticos a menos que miraras de cerca: la mandíbula de Aaron era ligeramente más delgada y el labio inferior de Andrew estaba un poco más lleno. Las diferencias eran tan mínimas que un aficionado las pasaría por alto.

     La mirada de Andrew era aburrida y tenía las manos metidas en el bolsillo delantero de su hoodie negra. Sólo eso hizo saltar las alarmas en la cabeza de Neil. Según su investigación, la medicación de Andrew no era negociable y estaba acompañada con posibles pruebas de análisis de orina si Wymack o el equipo de psiquiatras y médicos de Andrew sospechaban que estaba sobrio. Una violación a su libertad condicional podría llevarlo a la cárcel. Neil no conocía bien a Andrew, pero reconoció su sobriedad. Se preguntaba por sus intenciones y sintió un hormigueo en la espalda.

     Cuando Neil cruzó el vestíbulo para encontrarse con él, los ojos de Andrew pasaron del rostro de Neil a su bolsa de lona y finalmente al niño presionado contra el pecho de Neil, con el rostro escondido en el cuello de Neil. El agarre de Neil se hizo más fuerte sobre Alex por reflejo.

     —Neil. —dijo Andrew a modo de saludo y señaló— Equipaje.

     —Es sólo esto —dijo Neil, encogiéndose de hombros para señalar su bolsa de lona. Llevaba ahí todo lo que él y Alex poseían.

     Andrew aceptó eso sin hacer comentarios y comenzó a alejarse. Neil lo siguió con cautela. Mientras caminaban, Alex se asomó desde el cuello de Neil y miró hacia Andrew. La conocida tendencia de Andrew hacia la violencia hizo que Neil se sintiera incómodo con que él fuera el primero de los Zorros que Alex tuvo que conocer.

     Alex se alejó un poco de Neil para hacer señas:

     " ¿Cuál es? "

     —Andrew —respondió Neil en voz baja. Alex asintió y se inclinó hacia atrás, con la mejilla contra el pecho de Neil para poder observar a Andrew.

     Al cruzar las puertas de salida, una ráfaga de aire caliente y veraniego recorrió la piel de Neil. El exterior del aeropuerto estaba increíblemente más concurrido que el interior. Multitudes se reunieron para tomar taxis y autobuses. Un pequeño grupo de extraños esperaba en el cruce de peatones, pero Andrew se abrió paso entre ellos y salió a la calle. Los frenos chirriaron cuando los autos evitaron apenas atropellarlo. Andrew no reaccionó, sino que se puso un cigarrillo entre los labios y lo encendió. Neil corrió tras él e hizo un gesto con la mano a los conductores para disculparse.

     Andrew caminó hacia un elegante auto negro estacionado en el garaje para estancias cortas. Neil no sabía una mierda sobre coches, pero sabía que éste era caro. Andrew abrió con un control remoto en su llavero.

     —La bolsa en el maletero. No tengo silla para bebé —dijo antes de abrir la puerta del conductor para sentarse de lado mientras fumaba.

     —Está bien.

     Neil deslizó su bolsa de lona en la parte trasera antes de subirse al asiento del pasajero y colocar a Alex en su regazo. Alex se acomodó para vigilar la espalda de Andrew mientras fumaba su cigarrillo hasta el filtro. Neil instintivamente rodeó a Alex con sus brazos.

     Cuando el cigarrillo se apagó y quedó aplastado contra el cemento, Andrew se deslizó correctamente en el asiento y encendió el motor. Se giró y miró a Alex.

     —Conozco a Neil —dijo—. ¿Tú quién eres?

     Alex le devolvió la mirada con determinación. Neil frunció el ceño.

     —Mi hermano. Alex.

     —Alex Josten. ¿Ambos estarán aquí durante el verano?

     —Sí.

     Andrew apartó la vista y encendió el aire acondicionado antes de poner el auto en reversa.

     —Entonces seremos seis. Ustedes dos se quedarán con el entrenador.

     Wymack había advertido a Neil que los gemelos Minyard y Nicholas Hemmick estarían en la ciudad. Sólo quedaba uno más para que fueran seis.

     —¿Kevin se queda en el campus? —preguntó.

     —Dónde esté la cancha, está Kevin. No puede existir sin ella—dijo Andrew con leve burla.

     —No pensé que era la cancha la razón por la que se queda Kevin —dijo Neil porque era cierto. Si Kevin se quedaba, probablemente sería por Andrew Minyard.

     Andrew no respondió. Después de hacer un corto viaje fuera del estacionamiento, pisó el acelerador y aceleró hacia la autopista. Las bocinas sonaron en señal de advertencia mientras cortaba el paso de los autos y se desviaba entre el tráfico. Neil apretó su hebilla y sujetó a Alex.

     Una vez que estuvo conduciendo con paso firme, Andrew dijo:

     —El entrenador nunca mencionó a un niño.

     Neil le lanzó una mirada fría.

     —El entrenador nunca mencionó que podías estar sobrio durante tu libertad condicional.

     Andrew se quedó inmovil. Neil captó la sombra de su habitual sonrisa inducida por las drogas, y luego desapareció.

     —¿Estás planeando delatarme? —se burló—. Tal vez realmente eres un zorro.

     —¿Debería tener una razón para contarlo? —preguntó Neil.

     La ceja de Andrew se arqueó. Miró de reojo a Neil antes de volver a la carretera.

     —Haz lo que quieras. —Tiró del volante y se deslizó hacia el carril siguiente sin comprobar el tráfico. Una bocina sonó detrás de ellos. Neil observó cómo los coches se desviaban.

     —Es un auto demasiado lindo como para destrozarlo —dijo intencionadamente.

     —No tengas tanto miedo a morir.

     —No es por mí por quien temo.

     Andrew volvió a mirar de reojo, esta vez a Alex. La comisura de su labio se levantó con los restos de su medicación.

     —Bienvenido a Palmetto, Alex —dijo Andrew—. Planeo vigilar muy de cerca a tu hermano.

     Era una amenaza clara. Neil movió un poco a Alex para que estuviera más cerca de la puerta, pero la maniobra fue difícil debido a lo rígido que estaba Alex. Los coches tendían a hacer que Alex se paralizara y se quedara inmóvil. Neil alzó la mano para acariciarle el cabello en un débil intento de consolarlo. Su corazón latía con fuerza ante las repercusiones de la amenaza de Andrew. Estaba acostumbrado a la violencia, podía manejarla fácilmente, pero si los Zorros siquiera tocaban a Alex...

     Alex mantuvo sus ojos firmemente fijos en Andrew con una mirada feroz, incluso cuando Neil comenzó a acariciar su suave frente color crema con su pulgar. Arrastró el pulgar entre sus cejas, sobre su nariz, y volvió a subir. Por lo general, lograba que sus ojos se cerraran, pero Alex no se movió.

     Tardaron veinte minutos en llegar desde el aeropuerto al complejo de apartamentos de Wymack. Neil catalogó silenciosamente la ruta y memorizó las calles. El estacionamiento estaba casi vacío cuando Andrew se detuvo en un lugar. Neil evaluó cada coche. Cuando estuvo satisfecho con la falta de riesgo, evaluó el alto edificio de ladrillo. Sus ojos se fijaron en tres personas que esperaban en la acera.

     Andrew fue el primero en salir del auto y apuntó con su control remoto para abrir el maletero. Neil salió un segundo después, sin apenas necesitar sostener a Alex debido a lo fuerte que Alex lo estaba sosteniendo. Sacó su bolsa de lona de la parte trasera y se la echó sobre los hombros; le dolió un poco la espalda por el peso familiar. Después de cerrar la cajuela, miró hacia donde estaban los cuatro Zorros que lo miraban.

     Los gemelos estaban colocados a cada lado de Kevin, era como mirar un espejo con sus ropas a juego. Neil se preguntó si su combinación era típica o si la sobriedad de Andrew era un intento de imitar a su hermano y sacar a Neil de su juego. De ser así, se sintió orgulloso y aliviado al mismo tiempo de haberlo superado.

     Nicholas Hemmick era el único que parecía feliz de ver a Neil. O a Alex. Bajó de la acera mientras Neil se acercaba, con los ojos iluminados y una sonrisa extendiéndose por su rostro. A pesar de ser primo de los gemelos, no se parecía ni remotamente a ellos. Donde ellos eran rubios, él era moreno: piel bronceada, cabello oscuro, ojos oscuros. La investigación de Neil explicaba esto con la ascendencia latina mixta de Hemmick, pero algunos fanáticos inventaron teorías de conspiración porque se negaron a creer que las rarezas de los Zorros pudieran tener explicaciones simples. Las teorías iban desde la inofensiva "fue cambiado al nacer" hasta la absurda y casi racista "es un inmigrante ilegal alojado y protegido por los Minyards".

     —Dios mío —dijo Nicholas. Incluso su voz no se parecía a la de los gemelos. Era demasiado animada—. ¿Ese es tu hijo? Es adorable. No sabía que tenías un hijo.

     —Es mi hermano —dijo Neil.

     —Ohhhh, hermano. Puedo ver el parecido. ¿Cómo se llama?

     —Alex.

     —No puedo creer que el entrenador no nos dijera que traerías un niño. Él es tan lindo.

     Cuando Nicholas se acercó y extendió la mano para tocar a Alex, Neil retrocedió y le lanzó una mirada de advertencia. Nicholas levantó las manos en señal de paz.

     —Lo siento, lo siento. Me presento, ¿vale? Soy Nicky, el primo atractivo de Andrew y Aaron y el backliner más impresionante.

     Neil asintió brevemente, desinteresado y cauteloso. Alex se giró un poco entre sus brazos para mirar.

     —Dios mío, en serio es muy lindo —dijo Nicky—. ¿Cuántos años tiene?

     —Cuatro.

     Nicky murmuró embobado un poco más antes de preguntar:

     —Entonces, ¿te está visitando?

     —Él se quedará conmigo.

     —¿Permanentemente? —preguntó Nicky, arqueando las cejas.

     Neil lo miró fijamente.

     —Está bien —dijo Nicky, levantando las manos—. Sabes, soy el tutor de Andrew y Aaron. Ambos seremos los padres jóvenes residentes de los Zorros.

     —Tú no eres mi padre —dijo Aaron desde la acera—. Y estas situaciones no son ni remotamente las mismas.

     Nicky le sonrió impotente a Neil.

     —Entonces, ¿están tus maletas en el maletero? Puedo ayudarte a llevarlas.

     —Es solo esto.

     Nicky arqueó una ceja.

     —Dios, viajan ligeros. No te preocupes, estaré encantado de abastecer el armario de Alex. No hay nada más divertido que comprar ropa de bebé.

     —Tiene cuatro años, no un bebé —dijo Neil.

     Nicky sonrió y se encogió de hombros como si no hubiera diferencia. Señaló con la barbilla hacia el apartamento, llevándolo a la puerta principal.

     —Aquí es donde vive el entrenador —dijo innecesariamente—. Se suponía que estaría aquí para dejarte entrar, pero tuvo que ir al estadio rápidamente. Gracias a Dios, ¿verdad? Imagina que la primera persona que Alex hubiese conocido en Palmetto fuese el entrenador Wymack. —Nicky se estremeció—. Afortunadamente, fui yo.

     Neil no estaba seguro de si hubiera preferido tener a Wymack presente. Se sentía superado en número, rodeado por cuatro de los Zorros. Tampoco estaba ansioso por volver a viajar como pasajero en el auto de Andrew.

     Nicky no esperó una respuesta. Neil observaba atentamente a todos los Zorros mientras se dirigían al ascensor. Las manos de Alex se habían cerrado en puños sobre las mangas de la camisa de Neil, el único signo de su angustia. Eso hizo que Neil quisiera correr en la dirección contraria.

     Cuando las puertas del ascensor se cerraron, Nicky presionó el botón del "7". Esto inquietó a Neil. Prefería estar en los pisos inferiores, donde era posible escapar por una ventana. Saltar por una ventana desde el séptimo piso estaba fuera de discusión, e hizo una nota mental de explorar el apartamento en busca de todas las salidas cercanas.

     —Entonces —soltó Nicky mientras el ascensor subía—. ¿Cómo estás, Álex? ¿Cómo estuvo tu vuelo? —Habló con ese tono infantil que sonaba condescendiente.

     Neil arqueó una ceja y tanto él como Alex permanecieron en silencio.

     —Está bien —aseguró Nicky—. No hay necesidad de temerme. Ahora, hablando de ellos, entiendo el tener miedo. —Señaló con el pulgar a sus primos y a Kevin y susurró—: No conocen el concepto de alegría.

     Alex le devolvió la mirada estoicamente.

     —Es alguien callado —comentó Nicky, enderezándose.

     La puerta del ascensor se abrió y Neil no pudo escapar lo suficientemente rápido. Cuando le contó a Alex el plan de mudarse a Palmetto, Alex inicialmente se emocionó. Le gustaba su nombre y su identidad y estaba encantado de conservarlos. Pero Neil sabía lo que la mente de cuatro años de Alex no podía prever: conocer y estar cerca de gente nueva no sería cómodo. Para prepararlo, Neil le había asegurado en voz baja que estos hombres no eran de los que los perseguían; que Neil estaría presente constantemente, a diferencia de Millport; y lo más importante, que todo estaría bien si Alex se aseguraba de que los secretos familiares permanecieran en secreto. Este último recordatorio provocó un poco de culpa. La palabra secreto significaba silencio total para Alex. A Neil no le sorprendería que los próximos días fueran días sin hablar, y se preguntó si eso lo hacía tan malo como sus padres.

     El apartamento de Wymack era el número 724. La etiqueta de bronce desgastado colgaba en una puerta de madera, y todos se reunieron alrededor para que Aaron pudiera sacar la llave de su bolsillo y abrirla.

     —Aquí tienes —dijo Nicky cuando la puerta se abrió. Les hizo un gesto para que lo siguieran al interior—. Espero que te guste, Álex. No hay muchos juguetes, pero puedo conseguir algunos.

     Neil sabía que se quedaría con Wymack hasta que abrieran los dormitorios y sabía que sería incómodo. Ya había estado planeando cómo mantener a Alex dentro de su línea de visión en todo momento. En Millport, las únicas personas a las que les confiaba a Alex eran las de la guardería, pero ni siquiera eso era confianza. Era pura necesidad y trabajo. Aquí las cosas serían diferentes. A nadie le pagaban por cuidar a Alex, y Neil no podía confiar en que no le harían nada a su hermano si tuvieran la oportunidad.

     Ahora, mientras estaba en la puerta, Neil dudaba de todo. Quizás debería registrarse en un hotel. Sería una pérdida de dinero, pero sería más seguro que esto. Era evidente que el apartamento estaba habitado. Incluso el pequeño pasillo tenía una alfombra marrón pisoteada que estaba muy gastada pero limpia. Las paredes despedían un vago olor a humo de cigarrillo, no la marca Rothmans preferida de su madre, sino algo más suave. A menos que hubiera una habitación de invitados con una puerta con llave, Neil y Alex dormirían en un espacio abierto donde cualquiera podría entrar y atacar.

     Alex nunca habló durante los meses que vivió allí. Neil luchaba por lograr que Alex hablara en un buen día, y sin hablar en presencia de extraños. Y este extraño era un hombre mayor no muy lejano en edad a la de su padre. Sería una pesadilla.

     Nicky le lanzó a Aaron una mirada curiosa que Neil captó sólo cuando sus ojos se movían frenéticamente de un lado a otro. Estúpido , lo regañó una voz. Si pareces asustado, pareces sospechoso .

     Andrew pasó junto a Neil y le lanzó una mirada intensa. Neil lo miró a los ojos por un momento por reflejo antes de cruzar el umbral. Podría decidir si reservar una habitación de hotel más tarde sin audiencia.

     Neil fingió indiferencia mientras caminaba por el pasillo. La primera puerta daba a la sala de estar amueblada con un lujoso sofá de pana y un televisor grande. Wymack había montado una cama improvisada en el suelo junto a ella (presumiblemente para que tanto Neil como Alex tuvieran un donde dormir) y había una nota adhesiva pegada a la mesa de café que indicaba dónde encontrar mantas adicionales. Esa mesa de café era el único espacio limpio. El resto del apartamento estaba lleno de tazas de café sucias, montones de papeles y ceniceros repletos. Neil agarró a Alex con más fuerza mientras lo asimilaba.

     La cocina estaba en el mismo espacio que el salón. Era una zona abierta con una isla y dos taburetes giratorios. Encima del fregadero había una ventana cuadrada por la que Neil podía pasar pero de la que no le serviría salir a menos que su objetivo fuera caer al vacío. A la izquierda de la cocina había otro pasillo que probablemente conducía al baño y al dormitorio. Neil se movió para mirar por la ventana.

     Nicky habló detrás de él.

     — ¿A qué se deberá todo eso?

     Neil vaciló un poco en su paso. Nicky había hablado alemán. Era el segundo idioma de Neil y lo único que lo asociaba eran los tiempos fríos y sangrientos en Austria, Alemania y Suiza. Su corazón latía con fuerza. Alex pareció darse cuenta, porque se inclinó un poco hacia atrás para colocar su palma suavemente contra el pecho de Neil. Neil intentó darle una mirada tranquilizadora, pero no pudo controlar su rostro. ¿Cómo saben que hablo alemán?

     Entonces Aaron respondió y Neil se dio cuenta de que no se habían dirigido a él. Su alivio hizo poco para calmar su corazón, y Neil se obligó a seguir caminando y mirar hacia la empinada caída desde la ventana de la cocina.

     — Tal vez estaba saboreando el momento —respondió Aaron en la misma lengua.

     — No —argumentó Nicky—. Eso fue una reacción genuina de lucha o huida. ¿Y el niño estará bien? El entrenador no dijo nada sobre un niño.

     — Hombre, no lo sé.

     — Andrew —añadió Nicky—. Estás dejando de actuar como drogado. Él se dará cuenta.

     — Él ya lo sabe —dijo Andrew suavemente.

     — ¡¿Qué?! ¿Cómo?

     Neil se volvió para mirarlos y la sorpresa y la curiosidad de Nicky fueron rápidamente reemplazadas por una brillante sonrisa.

     —¿Qué tal un recorrido? —trinó, volviendo al inglés.

     —Claro —estuvo de acuerdo Neil.

     Nicky lo llevó por el pasillo y le mostró el pequeño y sucio baño (con bañera, que sería útil para Alex). Había dos dormitorios al final, uno de los cuales pertenecía a Wymack y el otro se había convertido en una oficina que hacía que la descuidada sala de estar pareciera limpia. Estaba cubierta de artículos periodísticos, fotografías del equipo, calendarios y varios certificados. Dos estanterías se alineaban en esquinas opuestas. Una estaba plagada de libros sobre Exy y la otra estaba llena de literatura diversa. Entre ellas había un escritorio lleno de papeles y más tazas de café sucias. El desorden se desbordaba hasta el suelo.

     —Será mejor que mantengas a Alex alejado de aquí —bromeó Nicky, de pie en el centro de la oficina con las manos en las caderas mientras la evaluaba—. Muchas preocupaciones de seguridad. Quiero decir, uno pensaría que el entrenador tomaría algunas precauciones sabiendo sobre este futuro adorable inquilino.

     Neil observó cómo Nicky empezaba a hurgar en los archivos del escritorio de Wymack.

     —Bueno, Alex es lo suficientemente inteligente como para no husmear en cosas que no son suyas —dijo.

     Nicky dejó caer el archivo que había estado tocando, pareciendo avergonzado. Alex miró fijamente el rostro de Neil y extendió un pequeño brazo para tocarle la mejilla. Era lo más cercano a una señal de diversión que Neil haría con los demás. Neil le devolvió el golpe.

     —Ese niño me va a hacer que me dé un infarto —dijo Nicky solemnemente—. Dios, es adorable.

     Neil y Alex le devolvieron la mirada impasibles. Quizás fue su relación con los gemelos Minyard en su suave y psicótica gloria, pero Nicky no se inmutó.

     —De todos modos, ese fue el recorrido. La cena es en unas horas y se supone que te llevaremos a casa de Abby. Ella es la enfermera del equipo. Tenemos un par de horas que matar antes de eso, así que ¿quizás podamos pasar por un parque infantil para Alex? O podemos llevarlo a la cancha. Tal vez podamos dejar que Alex decida —dijo esto esperanzado, mirando a Alex como si su emoción por sí sola provocara una respuesta. Como era de esperar, no fue así.

     —Estoy bien con lo que sea —dijo Neil. Sin embargo, si decidieran ir a un parque infantil, Alex nunca jugaría.

     Andrew apareció en la puerta con una botella de whisky en la mano y Kevin a su espalda. Kevin debió haber escuchado la palabra "cancha" y haber venido corriendo.

     Como un perro hasta los huesos, dijo:

     —¿Vamos a ir a la cancha?

     —Pensé que podríamos llevar a Alex a un parque infantil —dijo Nicky.

     Andrew miró lentamente a Alex, con la cabeza un poco ladeada. Esto hizo que Neil se erizara y acercara a Alex. Pero lo único que dijo Andrew fue:

     —¿Alex quiere ir al parque infantil?

     —Él no respondió —dijo Nicky—. No ha dicho una palabra.

     Neil puso los ojos en blanco y empujó un poco a Alex para llamar su atención. Cuando Alex lo miró, hizo señas: " Idiotas ". Un golpe rápido en la frente. Era la señal que Neil compartía con Alex cada vez que los extraños lo hacían sentir incómodo. Por lo general, ayudaba a Alex a relajarse.

     Alex suspiró un poco, hundiéndose contra el hombro de Neil. Levantó la mano para hacer un gesto cansado:

     " ¿Nos vamos? "

     Neil también lo debatió. Deseaba visitar la cancha, pero aún más deseaba estar lejos de los Zorros. En silencio se recordó a sí mismo por qué estaba haciendo esto: para que Alex pudiera ser una persona real por un tiempo más.

     —Oh —dijo Nicky en voz baja—. ¿Es sordo?

     Neil levantó la vista del rostro de Alex.

     —No.

     El rostro de Nicky se contrajo en una incómoda confusión.

     —Oh...

     Neil acomodó un poco a Alex en sus brazos. Sus bíceps y hombros se estaban cansando. Cargarlo había sido mucho más fácil cuando Alex era más joven, pero todavía era pequeño y delgado para su edad, por lo que no era una gran prueba durante períodos cortos de tiempo.

     Se escuchó un ruido cuando alguien probó abrir la puerta. El corazón de Neil dio un vuelco ante el sonido, pero los otros Zorros no se inmutaron. Andrew le entregó el whisky a Kevin para que lo escondiera, una sonrisa falsa y trastornada se extendía incómodamente por su rostro, una imitación de su estado medicado.

     —¡Hola entrenador! —Andrew llamó desde el pasillo.

     Wymack dio un profundo suspiro desde fuera de la vista.

     —¿Tienes idea de cuánto odio volver a casa y encontrarlos a todos ustedes en mi apartamento?

     —Ya, ya, entrenador —chasqueó Andrew, saliendo de la oficina y caminando por el pasillo para saludar a Wymack. La distancia hizo que su voz se apagara—. Sé que no te gusta Nicky, pero él puede oírte.

     —Cállate la puta boca —dijo Wymack.

     —¡Entrenador, lenguaje! —Nicky gritó, con las manos alrededor de la boca. Neil y Alex se encogieron—. ¡Hay oídos sensibles! —Le lanzó a Neil una sonrisa descarada y un pulgar hacia arriba.

     Para cuando Wymack cerró de golpe la puerta de entrada y se dirigió a la oficina, Alex había perdido toda la suavidad de sus extremidades. Estaba rígido y todavía contra Neil una vez más. Neil los odiaba a todos un poco por eso.

     Wymack pasó junto a Kevin y entró en su oficina, vestido con pantalones cortos de mezclilla y una camiseta descolorida que era más adecuada para un rockero universitario con entradas agotadas que para un entrenador universitario de Exy. Incluso su cabello, que se levantaba en mechones, era más como un "chico de fraternidad con resaca" que un "instructor profesional". Neil no estaba seguro de si la estética era tranquilizadora o digna de juicio.

     Los ojos de Wymack rápidamente encontraron a Neil y Alex, y les dio una mirada.

     —Ah. Veo que los trajeron bien. ¿Este es tu hermano?

     Neil asintió.

     —Alex.

     —Encantado de conocerte, Alex —dijo Wymack secamente y ligeramente agresivamente. Neil supuso que no pasaba mucho tiempo con niños pequeños—. Me alegro de que estés aquí a salvo. Espero que Nicky condujera más seguro que de costumbre con un niño en el coche —dijo esta última frase con una mirada penetrante hacia Nicky.

     Neil no dejó al descubierto el hecho de que Andrew lo había llevado.

     —Fue un viaje seguro.

     —No me creo eso.

     —Hey —dijo Nicky—. No es justo. Soy perfectamente capaz de ir detrás del volante y nunca haría nada que lastimara a estas adorables personas.

     —Viejo —dijo Aaron desde cerca de la puerta.

     —Vamos, Neil también es adorable —dijo Nicky, guiñandole un ojo.

     —Por Dios, Nicky —gimió Aaron.

     Wymack se frotó la cara con una mano cansada.

     —¿Qué están haciendo todavía aquí?

     —Estábamos dando un recorrido a Neil —respondió Nicky—. Estábamos a punto de irnos.

     —¿Ir a dónde? —preguntó Wymack con sospecha.

     —¿Qué clase de personas crees que somos? —dijo Nicky fingiendo escándalo—. Íbamos a un parque infantil para Alex.

     Kevin reaccionó ante eso.

     —Íbamos a ir a la cancha.

     —Podemos llevar a Neil y Alex a casa de Abby después —añadió Aaron.

     —Bien, bien —dijo Wymack, luego sacó algo de su bolsillo.

     Se acercó a Neil y Neil se puso rígido instintivamente. Pero Wymack sólo le extendió un llavero con dos llaves en un eslabón y tres en el otro. Neil dejó que Wymack lo dejara caer en la palma de su mano. Enroscó los dedos alrededor del metal calentado por el cuerpo con cautela, como si un movimiento repentino fuera a hacerlos desaparecer.

     —La llave larga es para las puertas de entrada —indicó Wymack—. La pequeña es para el apartamento. Los demás son para la puerta exterior del estadio, la sala de equipos y las puertas de la cancha. Kevin tiene un juego a juego y puede mostrarte cuál es cuál.

     Cuando Neil estuvo seguro de que no había peligro de que las llaves desaparecieran, las apretó con más fuerza. Alex miró con curiosidad y miró el puño cerrado de Neil.

     —Gracias —dijo Neil.

     Wymack asintió brevemente. Miró la bolsa de lona que Neil llevaba al hombro.

     —¿Necesitas un lugar para eso?

     El cerebro de Neil luchó un poco por comprender la pregunta. Su plan actual era mantener su bolsa dentro de su línea de visión tanto como planeaba vigilar a Alex. Hasta que pudiera comprar una caja fuerte para su carpeta, no la dejaría en ningún lugar al que alguien pudiera acceder.

     Wymack pareció sentir la vacilación de Neil. Miró a Nicky y luego a Aaron y Kevin detrás de él.

     —¿Entonces? —insistió—. Salgan. Neil se pondrá al día.

     Kevin se alejó con un resoplido, con Aaron pisándole los talones. Nicky siguió con su propio resoplido, superando a Kevin en dramatismo.

     Una vez que la oficina estuvo vacía, Wymack hizo un gesto con la barbilla para que Neil lo siguiera. Neil mantuvo una prudente distancia mientras Wymack se agachaba detrás de su escritorio y abría el cajón inferior. Estaba lleno de carpetas colgantes que Wymack rápidamente sacó y arrojó a un lado con el resto de su desorden. Los papeles se deslizaron y cayeron en un caos desorganizado. A Wymack no pareció importarle.

     —¿Esto funciona? —preguntó una vez que el gabinete estuvo vacío. Blandió la pequeña llave para hacer el trato.

     Neil miró del gabinete a la llave de Wymack. No entendía cómo Wymack sabía que no se sentiría cómodo dejando su bolsa en cualquier lugar. Tampoco entendía por qué Wymack estaba dispuesto a hacer todo lo posible para que Neil se sintiera cómodo.

     —¿Por qué? —finalmente dijo Neil, demasiado aliviado y demasiado inseguro y demasiado consciente de todo para decir o hacer algo más.

     Wymack suspiró y empujó la llave hacia Neil. Alex se alejó de Wymack, por lo que Neil agarró la llave antes de que se acercara más.

     —La privacidad es una virtud —dijo Wymack, casi secamente—. Pero tendrás que pensar en algo más cuando te mudes a los dormitorios. No todos los Zorros comparten mi amor por la privacidad.

     La advertencia fue siniestra. Neil lo dejó de lado para reflexionar más tarde. Cuando Wymack retrocedió para darles espacio, Neil le dio dos golpecitos a Alex en la espalda antes de bajarlo al suelo. Le dolieron más los brazos cuando el peso desapareció. Los sacudió y se deslizó fuera su bolsa de lona. Fueron necesarios algunos empujones y maniobras antes de que encajara en el gabinete. Alex le dio unas cuantas palmaditas en su pequeña forma de ayudar, y Neil le revolvió el pelo en agradecimiento.

     Una vez que estuvo aplastado, Neil cerró el gabinete y lo aseguró con la llave. Se puso de pie y levantó a Alex en sus cansados ​​brazos, jugueteando con la llave. Le picaba la piel ante la perspectiva de devolvérselo a Wymack, pero ¿qué otra opción tenía? Al menos de esta manera, solo Wymack podría acceder a él y ninguno de los Zorros.

     —Quédatelo, muchacho —dijo Wymack, sacando a Neil de sus pensamientos—. ¿Para qué lo usaría? Devuélvemelo cuando te vayas.

     El alivio y la sospecha de Neil se renovaron. Se quedó mirando la pequeña llave entre sus dedos, su pecho se movía con una sensación sin nombre.

     —Gracias —dijo, a la vez obligatorio y sincero.

     Wymack gruñó en reconocimiento. En lugar de añadir la llave a su llavero, Neil se la guardó en el bolsillo. El llavero que le ofreció a Alex, estaba apoyado en su cadera. Alex se asomó desde donde su cabeza había estado apoyada en el hombro de Neil y extendió la mano. Su puño envolvió el llavero y lo sostuvo con cuidado contra su pecho, manejándolo con tanta devoción que Neil se preguntó si, después de todo, venir aquí era la decisión correcta.

     Alex se giró un poco para mirar a Wymack e hizo una seña:

     " Gracias. "

     Wymack le devolvió la mirada casi con lástima. Neil no estaba seguro de si había entendido la señal. Sólo hizo un gesto con la mano para despedirlo y dijo:

     —Bueno, anda. Apuesto a que Kevin está a punto de hacer un berrinche si sigue fuera de la cancha.

     Neil asintió y salió de la oficina, lanzando miradas a Alex mientras sostenía y miraba fijamente las llaves. Neil levantó la mano y pasó su mano libre por la frente de Alex, luego por sus rizos caídos y caídos. Su corazón se apretó durante un momento doloroso de la misma manera que lo hizo con Alex.

     Los Zorros estaban esperando en el pasillo cerca del ascensor. Neil le pidió prestadas las llaves a Alex para cerrar la puerta detrás de él y siguió a los demás hasta el ascensor. Se sintió desplazado de su cuerpo; desconectado y mirándose a sí mismo desde la tercera persona.

     Se estrelló contra su cuerpo en el momento en que se cerraron las puertas del ascensor. En un cubo de metal sin más salidas que la que tiene detrás, Neil nunca fue muy fanático de los ascensores. Todos los Zorros lo observaban mientras descendían. Neil mantuvo su espalda lo más cerca que pudo de la puerta sin presionarla. Nicky sonrió y saludó infantilmente a Alex, quien lo ignoró.

     Andrew ladeó la cabeza, mirándolos a ambos. Sus ojos se dirigieron rápidamente a las llaves en las manos de Alex, una especie de proceso de pensamiento y conexión se hizo detrás de sus brillantes ojos color avellana.

     —¿Crees que nadie las robará si pertenecen a un niño pequeño? Y dicen que yo soy el desalmado —dijo Andrew, mirando a Neil.

     No estaba equivocado, pero Neil odiaba tener incluso parte de razón.

     —No creo que ninguno de ustedes sea tan inocente como para no robar —dijo Neil.

     Los ojos de Andrew brillaron y su labio se alzó en una sonrisa que no convenció a nadie de su humor.

     —Entonces no eres completamente estúpido.

     Neil desvió la mirada en contra de su mejor juicio, el orgullo de mostrar su valentía venciendo a la necesidad de observar a su oponente.

     —No puedo decir lo mismo de ti —replicó distraídamente.

     Nicky miró frenéticamente a ambos y Neil vio a Andrew cruzar los brazos sobre el pecho por el rabillo del ojo.

     —O eres estúpido —corrigió Andrew— si estás buscando pelea conmigo.

     Neil volvió a mirar a Andrew. Neil no dudaba que Andrew fuera peligroso. Había suficiente violencia y casos judiciales en su historial para dar fe de ello. Pero Neil también conocía cosas más peligrosas que un portero de metro y medio, y se necesitaría algo más que débiles amenazas y posturas para asustarlo. Lo que Neil era, era ser cauteloso. Observaría a Andrew de cerca y, si representaba un riesgo para Alex, actuaría. No había sido criado por un padre asesino y una madre implacable para que fuera incapaz de ser violento. Lo único que era incapaz de hacer era violencia inmediata . Algunos días pensaba que era por el bien de Alex (un intento de criarlo sin el mismo derramamiento de sangre en el que Neil había sido criado). Otros días sabía que era cobardía (convertirse en su padre era una pesadilla peor que cualquier otra).

     Lo que sea que Andrew leyó en la expresión de Neil hizo crecer la chispa en sus ojos. Afortunadamente, el ascensor se abrió en ese momento y Neil fue el primero en salir. Los demás pasaron junto a él y Andrew le lanzó una última mirada.

     Neil se quedó con Nicky, quien le dedicó una sonrisa de disculpa.

     —Lo siento por él —dijo—. Aunque no se atrevería a dañar a Alex. Estoy seguro de ello.

     Neil observó las espaldas de los demás mientras se retiraban. Aaron estaba a la cabeza y hasta el momento no era una amenaza. Kevin destacaba por su altura y su audacia, con la barbilla levantada con altivez. Era una amenaza difícil de anticipar. Podría ser mañana o nunca que Kevin lo reconociera como ese niño de su pasado. Pero Neil ya sabía que su estancia en Palmetto no sería permanente. Solo lo suficiente para asentar a él y a Alex por un tiempo. Miró por última vez a Andrew, el enano apático que caminaba tranquilamente hacia el coche. Violencia, Neil podía manejarlo. Violencia, Neil podría corresponder.

     Neil apretó con más fuerza a Alex y asintió.

     —Bien —dijo, poco convencido. Nicky le lanzó una mirada de complicidad y juntos lo siguieron.

N/A:

AHH, mi primer capítulo tuvo una gran respuesta, me emociona mucho esta historia. ¡Muchas gracias, chicos! Tenía pensado publicar semanalmente, pero me impacienté y lo estoy haciendo antes. Me gustaría crear un horario para ver con qué frecuencia publicaré, pero por ahora no está decidido.

¡Bienvenidos de nuevo a otra entrega de la historia de Neil y Alex Josten! Como ya he dicho, hay algunas grandes diferencias con el libro original. Una cosa que quería cambiar era la paranoia de Neil, que en mi opinión nunca fue irracional en los libros (¿Es paranoia si la gente realmente te persigue?). Además, he conocido a gemelos idénticos que han crecido juntos y todavía hay algunas diferencias físicas. Como Andrew y Aaron crecieron por separado, me resulta difícil creer que Neil no pudiera distinguirlos al principio, especialmente con su precaución y paranoia. Así que cambié eso :)

Gracias a todos por sus comentarios hasta ahora, ¡son muy alentadores! Me encanta escuchar sus predicciones e ideas. El próximo capítulo es desde el punto de vista de Andrew, y me emociona muchísimo eso. :))))

N/T:

Primero que nada, espero que les haya gustado el capítulo, espero que mis pocas horas de sueño les hayan traído una buena traducción. Estuve muy indecisa sobre cómo traducir "court", estuve tentada a ponerlo como "corte", pero al final terminé decidiendome por "cancha".

Espero poder con este horario de actualizar lunes y jueves, además, estoy ansiosa por traducir los puntos de vista de Andrew, ya he leído el fic y divaga mucho, pero espero poder traducirlo y adaptarlo de la mejor manera.

Nos vemos pronto, chaoooo.

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