
𝟑𝟑. 𝐀𝐍𝐇𝐄𝐋𝐎𝐒 𝐘 𝐑𝐄𝐂𝐋𝐀𝐌𝐎𝐒
Capítulo 33
—Debo informarle que los planes han cambiado, Sr —comentó Verti, tomando lugar en uno de los muebles de la sala de los príncipes del castillo, con su copa en mano.
—¿A qué se refiere, mi príncipe?
—Me refiero a que el plan inicial que teníamos, con la estrategia que ya venía trabajando, ha cambiado. Ahora estoy creando una estrategia nueva con respecto a Valerio, ya que mi hermano me ha nombrado su estratega en la mesa del consejo.
Sr Dorco frunció el ceño. —¿Entonces el rey no tiene idea de lo que desencadenó el ataque en Turbios?
—No, no la tiene —Verti tomó un sorbo de la copa—. Le dije en una ocasión que el silencio de Valerio; más que ser extraño, se debía más que todo a que él no sabía quién había dado la orden a los Eslovas de asesinarlo —él sonrió—, y yo que pensé que mi hermano era tan inteligente como predispuesto.
—Creo que debería tener cuidado, príncipe.
—¿Por qué?
—Si va a elaborar alguna estrategia, debe cerciorarse de que en verdad, su hermano no sospeche de usted.
—No lo hace Sr. Conozco a Valerio y si él sospechara de mí ya lo habría dejado saber; además, él no le logró sacar información a ninguno de esos piratas —Verti suspiró—. Él fue quien mató al líder de ellos en pleno enfrentamiento y la mano derecha del líder de esos piratas murió a manos de la guardia. Así que, si sugiere usted que quizás él puede estar sospechando, lo dudo. Valerio es impulsivo y cuando se refiere a mí, disfruta hacerme sentir miserable.
—¿Qué planes tiene en mente ahora, mi príncipe?
—Por ahora todo permanecerá en calma, como ha estado. Yo idearé una estrategia efectiva para atacar Hillcaster, pero al mismo tiempo enviaré una estrategia a la cabeza de ese consejo para que ellos estén preparados, y así sea más fácil cazar a Valerio.
—¿Y con respecto al heredero y a la reina?
Verti miró hacia un lado, meditando el asunto por unos segundos y tras un leve suspiro, dijo:
—Esperemos. Si ese bebé nace niña, le perdonaré la vida; las niñas no son una amenaza real para el trono, pero si nace niño, entonces igual que su padre desaparecerá. Con respecto a la reina —Verti hizo una breve pausa—, ella vale mucho para mí, pero me temo que ella es quien decidirá su destino.
—Entonces estaré al pendiente de sus órdenes, mi príncipe.
—Retírese y siga en lo suyo, Sr. Yo le informaré si se presenta algún infortunio o novedad.
El guardia asintió.
—Sí, mi señor. Estaré al pendiente.
Verti inclinó la cabeza, satisfecho y el guardia se reverenció antes de girarse y abandonar la sala.
Tras beber lo que quedaba en su copa, Verti se levantó del sillón, ajustó el camisón de su traje, salió de la sala y comenzó a caminar por el largo pasillo en completo silencio. Pero al doblar una de las esquinas del pasillo, vio a lo lejos a Luna entrando en la biblioteca que él solía visitar.
Verti se detuvo por un instante y al ver a Luna cerrar la puerta; miró en todas las direcciones corroborando que el pasillo estuviera solo, y al confirmar que él era el único que estaba ahí en ese momento, cambió su rumbo y se dirigió hacia la biblioteca, pero sin que él lo supiera, Kathrina lo estaba observando desde una esquina al otro lado del pasillo.
Como siempre, ella había ido en busca de él y al verlo observar hacia todas las direcciones, ella se ocultó tras la pared, prestándole mucha atención a cada movimiento de su esposo, ya que ella también había logrado ver a Luna entrando a la biblioteca, y la curiosidad le ganó.
Por otro lado, Verti había logrado entrar en la biblioteca sin ser escuchado, encontrándose con Luna tratando de empinarse lo más que podía, mientras extendía su brazo para intentar alcanzar un libro que estaba muy alto para ella y en ese preciso momento, Luna vio una mano extenderse y tomar el libro que ella quería alcanzar sin esfuerzo alguno.
—¡Dioses! —Luna se giró con el corazón acelerado, encontrándose con Verti frente a ella.
—Tranquila, soy yo.
Verti la miró con una sonrisa sutil en los labios y una mirada intensa que recorrió el rostro de Luna hasta detenerse en sus ojos cafés. Con calma, él le extendió el libro y nerviosa, ella lo tomó, mientras que afuera de la biblioteca; Kathrina logró abrir un poco la puerta, viendo a Verti frente a Luna, pero, antes de que se le ocurriera interrumpir, ella decidió oír lo que estos dos hablaban.
—Gracias por el libro. —Luna se retiró del lado de Verti para dirigirse a la puerta, pero él la tomó del brazo con cuidado, deteniendo su paso.
—Espera. —Ambos se miraron y de inmediato, Luna se zafó de él—. No te vayas tan rápido. Desde que llegaste, no he podido hablar contigo.
—Verti, creo que tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
—Yo creo que sí.
Luna miró a un lado, pasando su mano por el cuello con inquietud.
—¿Según tú, qué es lo que debemos hablar?
—Quería saber cómo estabas y cómo te sentías.
—Yo estoy bien y me siento bien.
Verti sonrió.
—¿Te hizo sufrir mucho? —preguntó él, mirando el vientre de Luna—. Soy consciente de que la finalidad de ese viaje era para que pudieras cumplir con el deber sin las presiones de mis padres.
—Mi estancia en Turbios junto a Valerio fue muy agradable para mí, y de no haber sido por el desafortunado descenso del rey Dafert, yo hubiera preferido quedarme allí con él.
—Lo dices como si hubiera sido la mejor experiencia de tu vida.
—Lo fue.
Verti entrecerró los ojos mirando a Luna, sintiendo cómo un vacío aparecía en su pecho con la afirmación de la mujer.
—¿Acaso te enamoraste?
Ambos se miraron por un instante y sin dudar en su respuesta, Luna respondió:
—Sí.
Verti soltó una ligera risa irónica, bajando su mirada y tras un breve silencio, metió la mano en el bolsillo de su pantalón, y alzando de nuevo la mirada hacia Luna, dijo:
—Es increíble que después de todo, al final sí me hayas faltado.
—¿Qué? —Luna frunció el ceño mientras una risa confusa atravesaba su rostro—. ¿De qué hablas, Verti? ¿En qué momento o cómo te he fallado?
—Se suponía que me querías, ¿no? Que todo lo del matrimonio con Valerio había sido una farsa de la que te obligaron a ser partícipe. Además, fui testigo de cómo te trató antes de que partieras junto a él a Turbios. ¡Y ahora me dices que te enamoraste!
—¡Verti, por los dioses, tienes esposa! ¿Cómo puedes reclamarme por haberme enamorado de mi esposo? No tienes derecho.
—¡Sí tengo! —alegó alzando su voz—. Sí tengo porque, a pesar de tener esposa y de estar esperando un hijo con ella, soy consciente de que ese matrimonio también fue uno más de los grotescos arreglos que hicieron mis padres, igual que lo que hicieron contigo y Valerio.
—Sí, es verdad que a mí me obligaron a casarme con tu hermano, pero durante mi estancia en Turbios me enamoré de él y no tengo por qué darte más explicaciones sobre cómo tu hermano se ganó mi corazón. Solo quiero que sepas y entiendas que lo que tuvimos tú y yo acabó el día que me comprometieron con él.
Luna se dio la vuelta para salir de la biblioteca, pero las palabras de Verti la detuvieron.
—Yo no te he olvidado. —Ella frenó su paso y se giró, encontrándose con la mirada herida y empañada del Worwick mirándola—. Siempre, toda la vida fui relegado por ser el segundo y jamás pude sentir lo que era tener lo que quería porque mis padres parecían saber lo que me hacía feliz y me lo quitaban para dárselo a él, en especial mi madre. —Luna miraba a Verti con pesar, sintiendo la sinceridad y el dolor en sus palabras—. Sé que debo resignarme y dejarlo ir, pero no puedo. Después de intentar que me escucharan; lo único que me motivaba a sentir que por fin sería feliz eras tú, Luna. Yo estaba dispuesto a alejarme de los asuntos del reino si mis padres así lo querían, pero contigo a mi lado, yo no quería nada más que eso. Y ahora resulta que incluso hasta tu cariño he perdido.
Tras la puerta, Kathrina tapaba su boca, mientras su pecho parecía agitado y sus ojos se empañaban aún más, intentando no hacer ruido al oír las dolorosas y reveladoras palabras de su esposo.
—Lamento todo lo que has tenido que pasar, Verti, pero tú no fuiste el único que sufrió aquí.
—¿Ah, sí? ¿Quién más? Y no me digas que es Valerio.
—Sí, es él.
—¡NO! —gritó Verti, molesto.
—¡Valerio también tuvo que dejar cosas que él amaba de lado! —alegó Luna alzando su voz, mientras Verti sonreía con molestia—. Incluso yo también sufrí con esto.
—Pero según tú ahora estás feliz con él, ¿no? Vaya sufrimiento el tuyo.
—Tienes que parar, Verti. —Luna se acercó a él—. Por favor, date cuenta de todo lo que tienes frente a ti y en tus manos. Tienes una bella princesa como esposa, y vas a tener un hijo con ella. Valerio te hizo su estratega en la mesa del consejo y por fin vas a tener el reconocimiento que tanto querías.
—¡NO, LUNA! —gritó él, molesto—. ¡NO ES ESO LO QUE QUIERO, ESO ES LO QUE ME HAN IMPUESTO!
—¡Verti, por los dioses!
—Yo no amo a esa mujer que duerme a mi lado todas las noches; no siento ni el más mínimo deseo de tener algún tipo de felicidad con ella como lo deseé contigo. ¿Es que no lo entiendes? Yo estaba dispuesto a renunciar a mis ambiciones más profundas solo por el hecho de estar contigo, ¡pero como siempre, mis padres le dieron lo mío a él! —Verti estrelló su puño contra el escritorio—. Él tenía su prometida, con la que deseaba casarse. Él tenía su trono y su maldito título de rey asegurado solo por haber nacido primero que yo, y yo solo te tenía a ti, pero nadie lo entiende.
Luna suspiró, buscando las palabras adecuadas para tratar de calmar a Verti, pero aun así, ella no podía decirle lo que él quería oír.
—Lamento mucho todo lo que siempre tuviste que vivir, y de verdad lo entiendo, pero debes entender que no puedes colocar tus deseos, alegrías y ganas de vivir en una persona, Verti. Eso lo debes hacer por ti y para ti. También siento mucho cómo se dio todo entre nosotros, pero entiende por favor que amo a tu hermano, me enamoré de él y no habrá nada en el mundo que me haga cambiar de opinión.
—¿Nada? —La mirada de Verti se posó sobre Luna, revelando poco a poco la oscuridad que había en ella, lo cual Luna no tardó en notar—. Siempre hay algo que nos hace conservar o perder la cabeza, mi Luna y tú no serás la excepción.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Luna al oír aquellas palabras y al observar la mirada gélida y maliciosa de Verti, casi al punto de desconocer al hombre con el que inicialmente estaba hablando. Luna suspiró, tratando de contener los nervios y buscando salir de aquella situación, dijo:
—Espero que pronto te des cuenta de lo valioso que tienes en tus manos y comiences a disfrutar de ello. Ahora me tengo que ir, Verti. Espero que estés bien.
Al oír la despedida de Luna, Kathrina retrocedió unos pasos de la puerta de la biblioteca con el corazón hecho pedazos. Las palabras que había escuchado de la boca de su esposo, donde él afirmaba lo que realmente sentía por ella, seguían resonando en su mente y en ese instante, ella pudo entender ciertos comportamientos de Verti.
Con lágrimas en los ojos, Kathrina se giró y comenzó a correr, alejándose lo más rápido posible de ese lugar, pero al doblar la esquina del pasillo; chocó contra alguien que la sostuvo de los brazos al instante y al alzar su vista, se dio cuenta de que se había estrellado contra Valerio.
Al darse cuenta de que se trataba de él, ella no pudo contenerse y en medio de sus sollozos, ella se arrojó nuevamente a los brazos de Valerio, mientras su llanto rompía el silencio del pasillo.
Les envío un lindo saludo Valeriano a todos los bellos lectores de esta historia♥️✨🥰
Espero que esté capítulo les haya gustado ☺️ y no se olviden de que Claure los quiere mucho ✨
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