
𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈𝐈𝐈
Tw// ma|trato infantil
"Hwang YeJi es mi amiga, ella me quiere mucho mami".
YeJi, Yedam y yo nos encontrábamos corriendo por el templo riendo a carcajadas mientras intentábamos alcanzar al otro. Un juego divertido para los niños y nada más que inocencia pura.
—ChaeRyeong las traes—dijo YeDam entre risas comenzando a correr tan velozmente que ni siquiera YeJi lo vió venir.
Entre las risas, oí a mi padre llamarme.
Abracé a YeJi y me despedí de YeDam con la mano, este último algo triste por mi partida, pero nos encontraríamos nuevamente luego.
—¡Chaer! ¡Vamos juntas!—exclamó YeJi con una gran sonrisa adornando su rostro.
Asentí sonriendo y tomé su mano para irme junto a mis padres.
En ese momento, ambos miraron nuestras manos, y la miraron con odio, pero yo era muy pequeña para entender las expresiones de mis padres; solo veía su semblante por lo que deduje que era por YeJi; estaba en lo correcto.
Al llegar a casa, dejamos a YeJi en la suya; pero cuando entré a mi habitación, entró detrás mío mi padre, seguido de mi madre.
—¿Qué son YeJi y tú ChaeRyeong?—preguntó calmado mi padre.
En ese entonces no lo entendía, no entendía por qué se pusieron tan insistentes en saber que eramos YeJi y yo, pero tenía miedo de responder, por el tono que utilizaba mi padre.
—Somos amigas papá—respondí asustada viendo su semblante.
—Las amigas no se toman de las manos ChaeRyeong—espetó dándome una fuerte cachetada.
Caí a la cama sobandome la mejilla y mirando con temor a mi padre. Este solo tenía una cosa en mente; descargar su ira.
—¡Las niñas no pueden estar con otras niñas ChaeRyeong! ¡¿Lo entiendes?!—dijo dándome vuelta para luego rasgarme la camiseta.
Estaba asustada; lloré y grité con todas mis fuerzas pidiendo ayuda, mi madre no hizo nada, solo observó como me castigaba.
—¡Repite después de mi!—ordenó mi padre dando un fuerte latigazo con el cinturón en mi espalda.
Grité con fuerza al sentir el cuero sobre mi frágil piel, tomé la almohada volviendo a sentir la hebilla del objeto; lloré y grité sin control esperando a que Dios me ayudase.
Pedí a los cielos ayuda, le pedí que me sacara de ese inmerecido castigo... Pero su ayuda nunca llegó.
—¡Debes estar con un varón! ¡Un macho como tu padre!—exclamó volviendo a propinarme otro latigazo.
Para entonces ya había perdido toda noción del tiempo; el dolor era insoportable y mis gritos no fueron oídos, estaba sola y tenía miedo. Mi padre al notar que callé, me dio vuelta y volvió a enfurecerse; volvió a golpearme para esta vez dejarme inconsciente.
Desperté exaltada ante el sueño que acababa de tener, nuevamente el trauma ha revivido, el miedo y la desesperanza eran mis aliados nuevamente, la ansiedad volvió a presentarse como un viejo amigo, el dolor y el sentimiento de abandono me envolvieron en un cálido abrazo, recordándome que solo ellos esperaban por mi en ese mundo de oscuridad al que no quise regresar.
Oigo ruidos por la ventana y tengo miedo de revisar, sin embargo trago saliva y me armo de valor para ir a abrir y ver de que se trata... O más bien, de quién.
Me puse una bata y abrí esa ventana; encontrando a YeJi subiendo a su techo, con una gran habilidad para trepar, llevaba una pequeña bolsa consigo, le chito esperando llamar su atención, cosa que logro exitosamente.
—¿Qué quieres?—preguntó con un tono frío pero a la vez, con un atisbo de preocupación, aquel que la caracterizaba tanto.
—¿Puedo acompañarte?—pregunté en un susurro bajando la mirada al piso.
Estaba aterrada; YeJi ha sido muy importante para mi, pero todo este tiempo estaba asustada de lo que me harían mis padres.
—Ven, te ayudaré—soltó indiferente, bajó la bolsa y me tendió la mano.
Salí con cuidado por la ventana, tomé su mano y ella me agarró con fuerza, me jaló a ella y logramos subir juntas al techo.
—Sigues siendo hábil—rió levemente para luego guiarme.
Tomó la bolsa y me sentó en sobre el tejado, ella hizo lo mismo y se quedó al lado mío.
Ambas permanecimos en silencio observando la noche estrellada, oigo como abre una lata y no puedo evitar suspirar ante esto.
—¿Quieres?—preguntó pasándome la lata.
—No tomo gracias—respondí negando con la cabeza.
Ella rió levemente y tomó mi mano—Es una soda.
Parpadeé repetidas veces y aparté la vista apenada.
—¿Qué te sucede Ryeong? Antes confiabas en mi—soltó indiferente volviendo a mirar al cielo.
Suspiré y me abracé a mis piernas con fuerza.
¿Debería decirle que sigo confiando en ella a pesar de todo lo que le he hecho?. La he lastimado, la he maldecido, la he insultado, le he deseado lo peor y a pesar de todo, ella sigue detrás mío, cubriendome la espalda, esperando el momento para salvarme.
—¿Ryeong?—volvió a preguntar acercándo su mano a mi rostro.
Levanto la vista manteniendola con la suya y no puedo evitar sentirme... ¿Feliz?. Sus ojos siempre estuvieron sobre mi; nunca han visto a nadie más que a mi, siempre supe que ella sentía cosas por mi, pero estaba asustada.
No quería que mi padre nos descubra y nos lastime a ambas, no quería que ella saliera lastimada por causa mía, por eso solo la lastimé, esperando a que mi padre dejara de creer que iba a estar con ella, deje que mi miedo haya sido más grande que mis sentimientos hacia ella, pero no puedo estar sintiendo estas cosas por una chica. ¡Despierta ChaeRyeong!.
—Si; estoy bien—respondí sacudiendo mi cabeza esperando disipar todos aquellos pensamientos.
YeJi se mantuvo en silencio y se acercó lentamente a mi.
—¿No te ha vuelto a golpear?—preguntó presionando la lata con cierta fuerza.
Claro que ella lo sabía.
Ella estaba ahí, viendo con desesperación los sucesos, viendo la forma de ayudarme a salir de ese tormento, recibiendo amenazas por parte de mi padre, pero siguió allí al lado mío, intentando ayudarme.
—No—respondí en un susurro.
Paso sus dedos por mi cuello a lo que me tensé inmediatamente; me separé de ella cubriendome con la bata, la miré con miedo e hice amago de bajar.
—Ey lo siento, tranquila—dijo acercándose a mi—No te haré daño Chaer...
¿Debía confiar?.
—Sé que tienes una mala definición sobre mi—volvió a hablar acercándose a mi—Pero no es cierto, no voy a hacerte daño.
Estaba entre la espada y la pared, ella acercándose a mi y yo intentando ponerme a la defensiva, intentando evitarla, esperando fervientemente que pase algo para que todo se detenga. Estaba asustada pero a la vez, el olor de esta chica me embriagaba, me hacía sentir pequeña, su voz me hacía sentir rara, quería que sus ojos solo me miraran a mi y a nadie más; que sus manos sean mías y que no exista nada que nos pueda separar.
¡EN QUE MIERDA ESTÁS PENSANDO LEE CHAERYEONG!.
Deseaba ir más allá de lo desconocido con ella, deseaba explorar los caminos del pecado, y es que desde que tuve ese sueño con ella, solo había pensado en ella.
En sus palabras, en sus labios chocando con los míos, en su paciencia, en su voz, en sus caricias, en su pene.
¡YA BASTA CHAERYEONG, CONTROLATE!.
Cerré los ojos con fuerza y la aparté con mis manos sobre su pecho.
¿Alguna otra idiotez que quieras hacer Lee?.
—YeJi yo...—susurré mirando al suelo—Estoy asustada.
YeJi tomó mis manos y las besó suavemente—¿De mi?—preguntó atrayendome hacia si.
Aparté la vista para no encontrarme con la suya; estaba aterrada, no quería arriesgarme, Dios me observaba ¡¿Qué rayos estaba haciendo yo con ella en ese lugar?!.
Suspiré dejando ir todos mis pensamientos de lado, tomé su rostro y la besé.
Seguía aterrada pero mis miedos se disiparon al sentir su brazo jalarme a ella y continuar con el beso.
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