
𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐈
TW// Estética Gore, pasar hasta el separador.
Homofobia.
La noche había caído y con ella traía a una sombra acechando a los hombres.
Oculta en lo más profundo de la oscuridad; su corta cabellera danzaba junto al viento, su rostro oculto mediante un cubrebocas de negro color; sus ojos negros reflejaban la satisfacción que le otorgaba el ver al indefenso ser en frente suyo.
Tomó al hombre del cuello y lo cargó con fuerza haciendo que intentase liberarse como sea; la desesperación del individuo era tanta al ver como la persona a quién consideraba aliada lo estaba traicionando.
—Es una lástima que tengas que recibir este destino tan fatídico—habló la chica incrementando su agarre en el cuello del hombre—No te mereces morir a causa de un desgraciado.
—Eres una– t-tra... Traidora Kim SiHyeon—Espetó el hombre con todas las fuerzas que le quedaban.
—Me pagan por matar—respondió la chica—No serás la excepción.
Golpeó al hombre en el rostro echándolo al suelo; la sangre brotaba por la nariz de este, mientras intentaba vanamente recuperarse la más alta lo acostó volviendo a golpearlo esta vez con más fuerza, el hombre esperando que su tormento acabase; pidió perdón a los cielos por tan mal camino elegido, pidió ayuda a ese dios omnipotente para que lo librase de la muerte.
Dejó un último puñetazo en su rostro y se levantó dejándolo agonizando en el suelo. Tal como a un perro.
—Es una lástima que acabes de esta manera Masao Hamada—la chica sonrió para luego sacarse el cubrebocas—Este será el último rostro que verás.
Tomó su tan preciada katana y la sacó de su estuche; Masao solo pudo sollozar al ver el arma y a la chica que consideraba su amiga, el dolor de haber sido engañado era incluso más grande que el que experimentará en ese momento.
—Dile a Azumi que la esperaré en el reino de los cielos—sollozó.
—Eres ateo Masao, ni al caso—la chica rió clavandole el arma en medio de su vientre.
La sangre brotaba con mayor intensidad a lo que dió un fuerte tirón logrando arrancarle parte de la piel; sonrío al ver la sangre salpicada en sus manos, vió a Masao muerto sobre un charco de sangre y tomó una navaja; se acercó a su rostro y utilizando su piel como lienzo, dibujó el símbolo chino de la Justicia.
Guardó su katana y se colocó nuevamente el cubrebocas, caminó en silencio dejando el cuerpo en lo más oscuro del lugar, sabiendo que aquí nadie lo encontraría hasta que no haya otra alternativa; todo lo había calculado perfectamente.
Luego de haberse limpiado la sangre de aquel hombre en el río que había cerca; se quedó observando el horizonte con satisfacción.
Oyó el teléfono sonar y lo tomó con una sonrisa al ver el nombre en la pantalla.
—Bang; tanto tiempo—dijo.
—Eso es verdad Lee, espero que te esté yendo bien—dijo el chico través de la línea.
—¿Qué necesitas amigo?—preguntó la peliazul volviendo a mirar hacia la luna.
—¿Podría cancelar ese favor ahora?—preguntó el chico—Te tengo un trabajo.
—Por supuesto Bang; ¿Qué es lo que debo hacer?.
—Ven a Seúl, ya sabes donde encontrarme, te lo explicaremos mejor estando en persona, la cosa es muy complicada—explicó.
—Tienes suerte que pensaba regresar a Corea; nos veremos en dos días—dijo cortando la llamada luego de despedirse.
Miró hacia la luna una última vez y suspiró—Es hora de volver a mis orígenes.
—No entrarán al reino de los cielos aquellos que vivan en pecado—explicó el padre SangWoo durante su homilía—Aquella mujer que se deja tocar, aquella que no se deja respetar, aquella que no obedece a los mandatos de su marido; esa mujer está condenada al infierno eterno.
Pude ver a los feligreses asintiendo animadamente ante cada una de sus mentiras; entre ellos, ChaeRyeong.
—Un hombre que dice amar a Dios, pero "ama"—hizo comillas—A otro hombre, está condenado a lo más recóndito del infierno; allá donde se encuentra el mismísimo Lucifer, el ángel caído.
Tanto Lia como yo habíamos puesto los ojos en blanco al escucharlo; miré a YeDam y este hacía un esfuerzo por no dormirse en frente de toda la parroquia. Miré a la pequeña niña sentada al lado de él y no pude evitar recordar aquel maldito momento.
—Saldré—le susurré a Lia a lo que esta asiente sin más.
Salgo del templo y suspiro fuerte intentando liberarme de lo agobiante de aquella estupidez.
Escuchar al sacerdote pedofilo diciendo que los homosexuales están condenados al infierno es la actividad favorita de SangWoo; especialmente para despistar a las personas mayores y a los ingenuos del lugar para que no se pregunten nada sobre él. Si yo hablara; no me creerían, pues él era un "Hombre de Dios que fue corrompido"; por ende no recibiría castigo. En cambio yo, sería marginada por la sociedad, sería odiada por haberlo "corrompido", sería culpable de un atroz crimen sin ningún tipo de sentido.
La mentalidad de la gente era realmente absurda, creen que es mejor que violen a un niño y desprecian al homosexual por algo tan inocente como amar. No era la primera vez que oía al padre SangWoo maldecirnos, pero era y seguirá siendo un estúpido de primera.
Las personas lo alaban diciendo que es un santo por mantenerse casto y puro, por abandonar los placeres de la carne para dedicarse a Dios; cosas absurdamente bien aceptadas en el mundo... ¿Hasta cuando?.
¿Hasta cuando defenderán a la iglesia católica después de los actos más atroces cometidos en contra de la humanidad?. ¿Hasta cuando usarán su carta de "Fui débil ante la tentación"?. ¿Hasta cuando seguirán creyendo en sus mentiras?.
He pasado día y noche suplicando perdón a ese Dios por algo el cual no tuve culpa, por algo que no estaba en mi poder, por algo que no merecía.
Y lo peor es que también justificaba el actuar de SangWoo; por las estúpidas mentiras que me tragué durante toda mi vida.
Bajé las escaleras suspirando pesado con cada pisasa que daba; observé hacia el calvario encontrándome con una silueta observando a la cruz central con atención, giraba a ver la infraestructura una y otra vez, incluso llegó a tocar el madero con interés.
Me acerqué a este y mantuve mi vista fija en sus acciones; parecía entusiasmado por tocar y observar ese objeto.
—¿Todo bien con el madero?—pregunté una vez llegué junto al chico.
Él se giró hacia mí asustado e hizo una reverencia antes de hablar—Por fin nos conocemos Hwang YeJi—sonrío.
Arqueé una ceja y observé al chico con cierto interés—¿Tú eres?.
—Kanemoto Yoshinori para servirle—sonrío haciendo una reverencia—No hace falta que te presentes, sé muchas cosas de ti.
—¿Como cuales?—pregunté recostandome por el pilar cruzando mis brazos.
—Tengo en frente mío al sirviente de satanás, al ángel caído, al destructor de comunidades, al anticristo—Kanemoto ríe ante las palabras dichas por las hermanas, ya las había oído por lo que lo acompañé riendo—Pero más bien eres simplemente una joven con un propósito.
Cambié el semblante ante el repentino cambio de tema que dió Kanemoto; espero que no me comprometa a estas alturas.
—Habla—espeté.
—Calma, no quiero que alguien con tanto potencial destructivo me odie—rió—Sé lo que pasó aquella vez Hwang...
Me quedé estática en mi sitio manteniendo la vista fija en el chico; sus ojos me miraban como intentando descifrar los más oscuros secretos de mi alma, su interés en mi persona era igual de insistente que su determinación.
—Tranquila sé que eres lesbiana—responde ante mi silencio—Al igual que sé de tus sentimientos hacia la linda Chaer—aparté la vista ante sus palabras por lo que prosiguió—También sé del oscuro secreto de SangWoo.
Miro al chico con interés y sonrío antes de hablar.
—Por fin dices algo interesante—expresé.
—Ambos sabemos algo que la congregación ignora—sonrió—Sé que YeDam y JiSu también lo saben; ¿Crees que pueda ayudarlos de algún modo?.
Observé atenta el lugar intentando buscar algo que no me delate.
—Haces bien en desconfiar—volvió a hablar—Pero ¿Crees que sería tan estúpido como para volverme tu enemigo?—cuestiona—Seré tu aliado Hwang YeJi; ambos tenemos una meta en común, podría ayudarte, nuestro encuentro no es casualidad; te lo aseguro completamente.
Observé a las cruces con desconfianza; volví mi vista a Kanemoto quién se mantenía sonriendo, suspiré y cerré los ojos antes de dar mi respuesta final.
—No es seguro hablar aquí—dije y lo miré—Nos encontraremos en el costado izquierdo de la parroquia luego de esta misa; sé discreto—expliqué—Si realmente tienes información que nos sirva eres de los míos.
Kanemoto sonrió y extendió su mano en frente mío.
—Te seré útil hasta para sacrificio Hwang.
—Eso espero—respondí—De lo contrario estarías firmando tu sentencia.
Noto su expresión preocupada pero finalmente suelta un "De acuerdo" antes de estrechar nuestras manos.
Si realmente tiene razón, nuestro encuentro no es casualidad.
Me alejo de él volviendo al templo a terminar de escuchar las idioteces de SangWoo, debía buscar a Lia y explicarle que había pasado; cualquier cosa que diga SangWoo podría ser fundamental en este momento.
Llego hasta el banco en donde Lia me espera sentada, me siento a su lado y le susurro lo recién sucedido al oído. Ella me mira con asombro, pero de algún modo, algo dentro mio me decía que tenía razón; necesitaremos los aliados necesarios para esto.
Giro a ver a YeDam quién toma la cruz en sus manos poniéndose al frente del altar; la levanta en el alto y veo como los servidores hacen una fila detrás suyo; Bang suspira comenzando a dar pasos cortos al frente con intención de salir del templo, la misa había acabado, era nuestra señal.
Una vez los servidores abandonaron el templo junto con el sacerdote y las personas, con Lia nos dirig imos al sitio acordado, esperando encontrarnos con Yoshinori.
Salgo tomada de la mano con mi amiga tomando precauciones ante la atenta mirada de las hermanas y de las jóvenes que son sus aprendices.
Pasaron minutos, apareció YeDam con sus ropas en las manos, Lia se ofreció a ayudarlo pero se negó.
—¿De que hablaban tanto?—preguntó mi amigo con curiosidad.
—Creo que tenemos un fuerte aliado—respondí.
Antes de que YeDam pudiera decir algo más; Kanemoto Yoshinori apareció en el lugar, observó a YeDam, a Lia y después a mi antes de sonreír y hablar.
—Tranquilos, ya hablé con YeJi al respecto—expresó—Díganme que es lo que hay que hacer.
YeDam permaneció en silencio; sabía que desconfiaba, pero no dejaría pasar la oportunidad de reclutar a más gente, necesitábamos de los necesarios para esto.
—Vamos—dijo YeDam seriamente—No debemos equivocarnos y las Hermanas, nos tienen vigilados.
Y tiene razón, las hermanas me prestan mucha más atención desde el incidente con JooHyun, creo que deberíamos ser más discretos de ahora en más.
—Vamos.
Nos despedimos luego de haber acordado otro lugar para el encuentro y otra hora, me despedí de Lia quién me pidió que vaya con cuidado, que no me apresure en nada. Le dije lo mismo.
Iba a abandonar la parroquia cuando siento como me empujan ante una pared. Me quedo quieta al ver de quién se trataba; mantuve mi rostro sereno y sonreí al verla.
—¿Qué sucede Lee?—pregunté.
Una bofetada es lo que recibí en respuesta.
—¡Por culpa tuya mi padre me castigó!—exclamó ChaeRyeong con rabia—¿¡Qué te hice para que me condenaras!?.
Abrí los ojos con sorpresa ante sus palabras.
¿Realmente se hace la víctima luego de que ella me haya golpeado, marginado y despreciado desde que nos conocemos?.
—¿Es un chiste?—dije sarcástica—¿Yo tratarte mal? La que me desprecia eres tú.
ChaeRyeong volvió a darme otra cachetada esta vez con más fuerza.
—¡Te odio Hwang YeJi!—exclamó—¿Por qué siempre que estoy yendo por buen camino te atraviesas tú?.
—ChaeRyeong estás haciendo una escena—dije intentando torpemente agarrarla.
Un puñetazo era lo que recibí en ese instante.
Caí al suelo sintiendo la sangre correr por mi labio, miré con furia hacia la pelinegra solo para ver quién se encontraba al lado suyo.
—¿¡Quién te crees para tocarla, asquerosa!?—exclamó SooBin escondiendo a ChaeRyeong detrás suyo.
Me sequé la sangre y me levanté manteniendo la vista fija en ChaeRyeong; ella se encontraba oculta detrás de este imbécil y no pude evitar reír.
—Nunca haría algo para dañar a una dama—respondí serenamente—Y menos si se trata de ChaeRyeong.
—¡Miserable!—espetó tomandome de la ropa levantando su puño.
—Si estás libre de pecado—lo tenté—Vuelve a golpearme—sonreí.
Veo como duda en ese instante, sus ojos llenos de furia me observan atentamente; se quedó estático rumoreando su próximo movimiento.
Tembloroso, me soltó y luego fue hasta ChaeRyeong para tomarla con fuerza del brazo.
—No vuelvas a acercarte a ella—Espetó mirándome—De lo contrario no lo pensaré dos veces.
Se llevó consigo a ChaeRyeong y yo me quedé procesando que era lo que había sucedido.
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