
𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈
𝕹𝖊𝖑 𝖒𝖊𝖟𝖟𝖔 𝖉𝖊𝖑 𝖈𝖆𝖒𝖒𝖎𝖓 𝖉𝖎 𝖓𝖔𝖘𝖙𝖗𝖆 𝖛𝖎𝖙𝖆
𝖒𝖎 𝖗𝖎𝖙𝖗𝖔𝖛𝖆𝖎 𝖕𝖊𝖗 𝖚𝖓𝖆 𝖘𝖊𝖑𝖛𝖆 𝖔𝖘𝖈𝖚𝖗𝖆
𝖈𝖍𝖊́ 𝖑𝖆 𝖉𝖎𝖗𝖎𝖙𝖙𝖆 𝖛𝖎𝖆 𝖊𝖗𝖆 𝖘𝖒𝖆𝖗𝖗𝖎𝖙𝖆.
–𝕴𝖓𝖋𝖊𝖗𝖓𝖔 𝖈𝖆𝖓𝖙𝖔 I
Sin pensar en lo que pasaría en mi futuro las cosas comenzaron a agravarse. Yo era simplemente una niña que deseaba cariño. Odiaba profundamente a aquellos oscuros seres que me habían arrebatado la inocencia, aquel demonio que tanto me atormentaba se hizo mi amigo, mi único amigo.
Pensé que aquel hombre del que tanto me hablaron, aquel del que tanto me han enseñado, ese hombre justo y omnipotente iba a detener mi sufrimiento; sin embargo nunca apareció. Dejé que mi agresor haga lo que quiera conmigo, mis frágiles brazos no eran suficientes para luchar, por más que haya suplicado a los cielos por ayuda; el daño ya estaba hecho.
Quince años pasaron; el dolor y el miedo aún no han desaparecido, simplemente he aprendido a vivir con ello, teniendo como recuerdo a mi sombra, quién fue la única testigo de mi desgracia.
Me senté en una de las tantas sillas que habían en ese lugar lleno de ingenuas almas. Personas perdidas pensando que aquel hombre los ayudaría de ser salvadas de un terrible infierno.
—Creo en Dios padre todopoderoso—iniciaron aquellas mujeres con velos en la cabeza.
El resto de jóvenes y adultos los seguían al unísono mientras que yo observaba todo desde un punto alejado de estas.
Mi mirada se posa específicamente en una chica.
Su largo cabello de negro color era adornado con una pequeña cinta del color de su camisa; su larga falda le llegaba a cubrir por completo en un vano intento de evitarme pensamientos impuros. Sus manos extendidas a los lados levantadas hacia el cielo demostraban como depositaba toda su confianza en ese ser. Mantenía su mirada gacha en una señal de respeto.
—Al menos agacha la cabeza—me habla mi pequeña amiga a un lado—Por respeto...
Bufo en respuesta a lo que susurro en su oído—Sabes que no quiero estar aquí ahora.
—Pero es la condición que pusieron para que él viva allí—me respondió—Hazlo por él.
Aparto la vista lentamente y vuelvo a posarla en la linda azabache de oscuros ojos. Noto que ella ya se había girado hacia mí. Sus apetecibles labios me gritaban en silencio que los devore sin piedad, o al menos eso es lo que quería creer.
Mi ansia de pasión y lujuria era incluso más fuerte que mis deseos de justicia. Pues aún recuerdo que fue lo que pasó ese día de confesión.
—"No creo en tí y lo sabes"—pienso—"Pero estos tarados si y con ellos él, mejor será que lo protejas si no quieres que tu altar de pedofilos arda en llamas".
Ni siquiera entiendo por qué hablo con aquel ser si no creo en él. Tal vez sea por que DoYoung me necesita.
—Hwang—oigo mi apellido salir de labios de una de las mujeres en frente—¿Quisieras dar por finalizada la oración comunitaria?—pregunta amablemente.
Lo pienso un poco. Hago esto por él, vamos.
Doy un paso al frente y mantengo la mirada fija en la azabache quién tenía la boca abierta en señal de asombro.
—Cuiden a sus hijos, que ese Dios los bendiga en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo—digo.
—Amén—responden en unísono la comunidad.
—Bueno, pueden irse—espeto.
Las personas comenzaron a abandonar el salón, lanzando mierdas hacia mi persona. ¿Cuando no?.
Lia se acercó a mí cuidadosamente y rodeó nuestros brazos. Siento una mirada sobre mi pero solo ignoro esto, posiblemente se trata de aquellas señoras retrógradas "defensoras" de la vida y "salvacuras".
—Vamonos antes de que me atrapen—le susurro a mi amiga a lo que esta ríe.
Oigo nuevamente como me llaman por segunda vez en el día.
Sé que quieren que me convierta, pero no me uniré a su altar de mierda, ni respetaré sus estúpidas jerarquías y reglas.
—¿Si diga?—pregunto de manera amable. Cosa que llama la atención de mi contraria quién está acostumbrada a que use un tono fuerte para comunicarme.
—Estoy feliz de ver un progreso en ti—dice la canosa mujer en frente mío—Dios por fin hará ese milagro que tanto le pedí.
Aprieto el puente de mi nariz con mis dedos evitando la risa, simplemente no puedo faltarle el respeto a una anciana.
—Discúlpeme hermana Kim—digo conteniendo la risa—Con todo respeto, ese dios suyo no ha hecho nada más que traerme problemas—respondo—Sólo lo hago por DoYoung.
Noto el semblante algo desanimado que deja ver la anciana pero no siento ningún tipo de remordimiento al defenderme.
—Puedes retirarte Hwang.
Hago una pequeña reverencia y le doy la espalda para por fin retirarme de mi martirio. Ni el sufrimiento de San Lorenzo fue tan grande como el mío en ese lugar.
Oigo pasos detrás mío, cosa que ignoro completamente hasta que siento como se abre paso bruscamente en medio de mi amiga y de mi.
—Que amable eres con el prójimo Lee—suelto sarcástica ayudando a mi amiga.
—Tú no eres nadie en este lugar Hwang—espeta—Eres sólo un maldito demonio que viene a perturbar la paz de la congregación.
—Estamos en la misma Lee—respondo indiferente—No puedes dar mensajes de aceptación y amor cuando me desprecias a mi por pensar distinto.
—No tengo tiempo para malgastar mi saliva con—se paró procesando su siguiente palabra—Con demonios como tú—finalizó dándose vuelta.
—Este demonio hace que te mojes las bragas sin necesidad de tocarte—suelto en burla.
Veo como la azabache se acerca rápidamente en frente mío propinandome una cachetada que, vaya sonido soltó.
Me sobo el área afectada y sonrió ladinamente al ver la reacción de la joven Lee.
Me acerco lentamente quedando a centímetros del rostro de mi contraria y suspiro—Te lo dije.
Me alejo de allí junto con Lia antes de que se le ocurra golpearme en la otra mejilla.
En silencio caminamos junto con mi amiga hasta el portón de la iglesia siendo detenidas por YeDam; nuestro amigo.
El era un servidor del altar de los buenos, es decir, no se tomaba muy en serio ese rango en la jerarquía de la iglesia; pues el sabía que simplemente era un sirviente más de aquellos hombres a los que llaman Sacerdotes.
—Escuché la cachetada que te dió Lee—bromeó—Vaya ¿otra vez intentaste cortejarla?.
Lia suelta una risita que simplemente ignoro.
—YeDam, lo importante—digo.
El castaño cambia el semblante rápidamente y mira a los lados intentando ver que no haya nadie espiandonos.
—No es buena idea charlar aquí—susurra—Vayan a mi departamento, JeongWoo, RyuJin y DaHyun nos esperarán ahí.
Lia y yo asentimos en respuesta hasta que vimos como la azabache de hace rato se acercó a nosotros y golpeó con el cuerpo a mi amiga.
—¿Tú arrogancia es igual de larga que tu falda?—me burlo de ella.
Veo como se gira violentamente hacia mí a lo que sigo provocandola dejando ver mi "otra mejilla" cerrando los ojos demostrando que disfrutaré del golpe.
—Tú y yo no somos iguales Hwang—espeta—Tú eres un demonio.
—Vamos, se te pueden ocurrir mejores insultos—digo animando a mis amigos que le den más ideas a la azabache.
—Si, como "Mojabragas"—dijo Lia haciendo comillas con los dedos.
—O pecadora—añadió YeDam.
—Este es bueno—dijo Lia chasqueando los dedos—Sodomita.
YeDam y yo nos cagamos de risa al oír el apodo que me puso mi amiga logrando que la azabache se vaya apretando sus puños con enfado.
—Que tu Dios te acompañe Lee—le digo.
Oigo como me manda al infierno una vez más.
—Con esa sumamos mil ochocientos noventa—dijo YeDam fingiendo anotar la cuenta en un papel imaginario—Nos vemos en mi apartamento luego de la misa de las diez y seis.
—Ahí nos vemos—responde Lia.
YeDam se despide de nosotras y entre risas nos vamos a dar un pequeño paseo.
Lia era la única persona aparte de YeDam que me aceptaban tal y como soy en ese lugar. Ellos saben básicamente todo lo que he pasado ahí y el porqué sigo allí.
Han intentado ayudarme pero simplemente no puedo dejarlos hacer eso. YeDam se ha ofrecido a darme un techo para que pueda continuar con mis estudios de manera más "pacífica" pero en realidad no aceptaré hasta tener a DoYoung conmigo.
Desde que cumplí los doce he trabajado en la iglesia; lugar del cuál no he podido escapar por más que lo haya intentado. Me ofrecieron un lugar para vivir allí pero no acepté, no después de lo que sucedió. DoYoung es alguien importante para mi, por lo que decidieron agarrarlo a él en mi lugar, bajo mis condiciones. La única desventaja que tengo es que no puedo dejar de servir a la iglesia, al menos hasta que el chico salga de ese lugar.
—Has estado callada todo el camino a mi casa—soltó preocupada mi amiga—¿Es por lo de Lee?.
Suspiro y la miro—Desde que me enteré de que ella era la siguiente, he buscado la forma de cuidarla... Desde niñas... Pero ella solo cree que soy un demonio.
—Ya no pienses tanto en eso Ye—trata de animarme mi amiga—Después de que todo pase, estarás junto a DoYoung y tu madre, se irán lejos de aquí a un lugar en donde puedan comenzar de nuevo.
Abrazo a mi amiga y dejo caer unas lágrimas, estoy cansada de fingir ser fuerte.
—Gracias JiSu—respondí—Ve adentro, debo irme.
—Puedes quedarte si quieres—dice con cierto tono de preocupación.
—Gracias Lia, pero mi madre me necesita—digo.
Me despido de ella y me doy camino a mi vivienda.
El camino era silencioso, solo se oían mis pasos y mi agitado corazón. El viento me susurraba cosas al oído que simplemente ignoraba o no entendía por mi bien. Escondí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta mientras observaba mis alrededores.
Casas grandes decoradas preciosamente, el césped verde recién regado, la mayoría de vecinos metidos en sus propios asuntos ignorando a los demás.
Poso mi mirada en una casa en especifico, logro visualizar a la pequeña Lee ChaeRyeong soltandose el pelo desde una ventana un poco abierta.
Pero no podía permanecer ahí, sería enfermo.
Entro a mi casa con cierto nerviosismo e intento no hacer ruido al oír ronquidos.
—El tarado ya ha llegado—espeto.
Subo las escaleras lentamente llegando hasta la habitación de mi madre quién se encontraba aferrada a sus piernas con las prendas rasgadas.
Me acerco a ella con sumo cuidado y noto un hematoma en su ojo derecho y su labio roto del cuál aún brotaba sangre.
—¿Qué pasó?—pregunté temblorosa al ver el estado en que se encontraba mi progenitora.
Estaba temblando a lo que me saco la chaqueta colocandola delicadamente sobre los hombros de esta, la levanto y la llevo a mi habitación a cerrarla bajo llave.
—Esto no se quedará así—suelto con enfado—De algún modo voy a echarlo.
—No—dice mi madre desesperada apretando la chaqueta con una mano.
Con su mano libre intenta hacer que entre en razón acariciandome la mejilla suavemente.
—Yo lo merecía—susurró.
—Mamá no—me interrumpió.
—No le hagas nada a tu padre—suplicó—Yo, me lo merecía, no le hice su comida.
—Mamá...—digo a lo que mi madre solo me ignora.
—Ve a casa de tus amigos o algo, no quiero que estés aquí—suelta apenada.
Cierro los ojos con fuerza mientras me aguanto unas lágrimas y aprieto el puño fuertemente.
—¡No!—digo.
Salgo del cuarto encerrando a mi madre dentro de este a lo que oigo sus gritos de desesperación.
—¿¡Quieres que te dé otra merecida paliza mujer!?—exclamó el hombre en la sala—¿¡Eso quieres!?.
Bajo rápidamente a buscar a ese malnacido, una vez lo tengo al frente le agarro del cuello de su camisa. Apesta a tabaco, alcohol y sexo.
—¿Tú?—preguntó entre risas—Dime ¿otra vez intentas hacerte la valiente?.
Su risa era uno de los sonidos que más odiaba escuchar.
—¡Eres un malnacido!—espeto golpeando a mi padre en el rostro.
Este se levanta y me propina un golpe tan fuerte que logra tumbarme al suelo.
—¡Eres igual de inútil que tu madre!—me grita lanzando una botella de vino—¡Por qué no mejor te largas!.
Logro esquivar cada una con suerte a lo que hago una maniobra para tomarle el brazo y sacarlo afuera.
Lo lanzo al patio frente a la vista de todos; sangre resbalaba por mis labios y solo pensaba en echar a ese desgraciado de mi vista.
—¡Lárgate!—le grito—¡Vamos! ¿¡Que esperas!? Maldito poco hombre.
Lo dejo fuera y giro a ver a mi alrededor, una multitud de vecinos se puso al rededor lanzandole cosas a mi padre y gritándole que se fuera y que no volviera. Me meto a mi casa y cierro la puerta detrás mio.
Voy a buscar a mi madre rápidamente y abro la puerta de mi habitación simplemente para recibir otra bofetada.
—¿Qué hiciste?—preguntó entre lágrimas—¡Iba a dejarnos dinero!.
—¡No vuelvas a buscarlo!—espeté—¡Te ha estado lastimando y tú te has dejado!—exclamé—¡Dejaste que quebrantara tu dignidad como mujer!.
Mi madre volvió a propinarme otra bofetada—Te prohíbo que me hables de esa manera—ordenó—Y toma tu asquerosa chaqueta.
Me deja otro golpe junto con esta en la cara y pasa por encima de mi hasta su habitación encerrandose en esta.
—¡Maldición!—suelto entre dientes mandando a volar unas cajas que estaban esparcidas por el suelo de mi habitación.
Voy directo a cerrar las persianas cuando logro ver a mi querida azabache observándo "disimuladamente" hacia mi habitación. De la rabia terminó sacandole el dedo corazón y cierro las persianas de manera brusca.
Lanzo todo al suelo intentando calmar mis ansías de matar y simplemente me dejo caer al suelo soltando unas lágrimas. Era demasiado temprano para esto.
Espero un momento para poder calmar mis sentidos e ir a ver a mis amigos, me veo al espejo y noto como mi camiseta estaba manchada de sangre.
Suelto un bufido y rebusco entre mis pocas prendas una del mismo color, veo la hora dandome cuenta de que aún falta una hora para la dichosa misa. Iría a ver a DoYoung pero en este estado, no sería buena idea.
Oigo voces provenientes de la casa de al lado; no le presto mucha importancia hasta que oigo el nombre de SooBin.
Hago amago de abrir esas persianas pero recuerdo que posiblemente me mandaría al infierno y no me haría caso, lanzo mi camiseta al suelo y voy junto a mi madre.
Estaba cambiándose de ropa cuando pasé, logré ver su cuerpo lleno de hematomas causadas por la mano de ese hombre.
—Iré a la iglesia—digo—No hagas nada para buscarlo, no te merece.
Salgo de la habitación dejando a mi madre con la palabra en la boca nuevamente.
Cierro mi habitación con llave y voy hasta la puerta de entrada en donde encuentro montones de pedazos de vidrios esparcidos por ahí. Las recojo de mala gana poniéndolas en una caja para luego dejarla por ahí.
—¡Vecina!—me grita uno de mis vecinos—¿Está usted bien?.
—Si, no es nada grave—respondo—HyoJong ¿Puedo pedirle algo?.
Este asiente contento.
—¿Podría vigilar a mi madre?—pregunto—No quiero que vuelva a buscar a ese tipo.
HyoJong acepta con el semblante serio, él y su esposa HyunA han vivido en el barrio incluso antes de que llegásemos nosotros, recuerdo la primera vez que ocurrió una de estas peleas fui a buscarlos a pedirles ayuda para ayudar a mi madre.
—Gracias HyoJong—digo—Salúdame a HyunA.
Este sonríe al oír el nombre de su mujer y se despide.
Camino lentamente con la mirada gacha oyendo los pasos detrás mío, simplemente no tengo ánimos de molestar a Lee por lo que simplemente dejo que pasé al lado mío sin más.
Esta se detiene al ver que no le prestaba atención.
—¿No dirás nada?—pregunta.
Hago caso omiso y paso por su lado dirigiéndome a casa de YeDam. No era el momento indicado para molestarla y recibir otra bofetada.
Ahora si, 100 o nada 🤚🏻
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