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One Shot participante en el concurso de EditorialSalem
—Tienes que estar bromeando.
Aquella voz nasal logró despertarme. Abrí los ojos con pereza asimilando la luz del cuarto, me estiré y miré a mi alrededor buscando el porqué de aquel ruido.
Pude notar como Tricia se encontraba sentada en su cama, mientras su hermano la miraba desde la puerta. Caminé hasta la pelirroja y de un saltó subí a su regazo, siendo recibido por caricias.
—Lo digo en serio, Craig —habló mi dueña sin detener sus caricias—. Solo será por esta ocasión.
Escuché al chico suspirar mientras yo aspiraba con tranquilidad el suave aroma a lavanda que desprendía Trish —o al menos así recuerdo que alguna vez lo mencionó—, hasta donde sabía ese aroma había comenzado a estar presente en ella desde que llegué a su vida, aunque con el tiempo noté que este se intensificaba cuando rociaba agua de una botellita sobre sí misma.
—No puedo cuidarla en la tarde, sabes que hoy tenía una cita en el dentista.
—Cuidarlo, es un macho —corrigió—. Sabía que tendrías tu cita pronto, pero no pensé que coincidiría con el cumpleaños de Karen y el viaje de aniversario de mamá y papá.
Ambos permanecieron en silencio, levanté ligeramente la vista para ver a Trish, notando su rostro tenso. Me reacomode en su regazo intentando llamar su atención para distraerla, aunque solo recibiendo un par de caricias en el lomo como respuesta.
—¿No puedes posponer tu cita? —preguntó Tricia mirando a su hermano.
—¿Y aguantar estas porquerías una semana más? —señaló los fierros en su boca—. Ni loco, no quiero que Tweek siga sintiendo el sabor a metal cada que lo beso.
—¡Eso es! —exclamó haciendo que me tensara en su regazo—. ¿Crees que Tweek nos pueda ayudar? Podría ser solo mientras estás en el dentista.
—No lo sé, Trish —me miró inseguro—. Tweek no es tan apegado a Taro como nosotros, no sabemos si le agrade la idea.
Cerré mis ojos intentando hacer memoria de aquel chico Tweek. Si mal no recuerdo, es el chico de pelaje desordenado que solía lamerle la boca a Craig. Siempre me ha resultado curioso como parece que la mayor parte del tiempo está ronroneando y suele soltar chillidos muy agudos, similares a los que hacían mis hermanos.
Casi no convivía con él porque solía estar en el cuarto de Craig —lugar en el que no me dejan estar desde que intenté jugar con Stripe y todos pensaron que estaba por comerlo, algo tonto ya que suelo comer cosas de mejor clase—, siempre se quedaban ahí todo el tiempo lamiendo sus caras y en algunas veces podía escucharlos maullar hasta el cuarto de Tricia cuando nadie más estaba. A pesar de eso, siempre sabía cuando se encontraba en casa por el aroma que tenía, aunque no sabía con claridad que era, me gustaba y me recuerda vagamente a como era donde vivía de cachorro.
—Por favor, Craig —me tomó en brazos y se puso de pie hasta estar frente a su hermano—. Si logras convencerlo, te daré mis postres por una semana y te daré de mis ahorros para tres de tus salidas con Tweek.
Miré al pelinegro frente a nosotros, quien miraba a Trish y luego a mí analizando el panorama.
—Lo intentaré —soltó un suspiro—. Pero serán dos semanas de postres y cinco salidas.
—¡Gracias!
Lo siguiente que sentí fue como era apretado entre los cuerpos de los Tucker mientras ellos compartían un abrazo.
—¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?!
Logré escuchar el grito proveniente de la parte de abajo de la casa. Bajé de la cama y salí del cuarto vacío, ya que Trish se había ido hace rato. Bajé las escaleras sintiendo como el aroma dulce y fresco se hacía más y más presente.
—Por favor, Tweek —escuché a Craig—. Solo será en esta ocasión.
—Pero él me odia, no podría cuidarlo —respondió—. Menos después de lo que le hice.
Fue entonces que vi al chico que ronronea mucho, me acerqué rápidamente y salté a él intentando tener más presente su aroma, pero al ver que no me iba a atrapar como lo hacían Trish o Craig tuve que agarrarme de su camisa con ayuda de mis garras, cosa que no funcionó como debía y termine rasgando la tela.
—¡Taro! —exclamó Craig tomándome entre sus brazos al ver lo que hice.
"Lo siento, fue un accidente." Intenté maullar, aunque sabía que no me entendería.
—¡Ves a lo que me refiero! —chilló el chico viendo su camisa.
—Seguro fue un accidente —justificó Craig.
Tweek vio su prenda y luego a mi de nuevo, maulle intentando ayudar a la situación, pero el solo soltó un gritillo. Luego miró a Craig y finalmente suspiró.
—Él no lo hará de nuevo, seguro se emocionó al verte —dijo Craig comenzando a acariciarme—. Te prometo que te lo compensaré. haré lo que sea.
—¿Lo que sea? —preguntó tras soltar un suspiro.
Asintió mientras sonreía, cosa que Tweek imitó mientras dejaba un par de caricias en mi cabeza.
—Está bien, pero solo por esta ocasión.
En cuanto entramos a la casa de Tweek, el aroma a café abundó en mi nariz, haciéndome estornudar, cosa que hizo saltar al chico que me cargaba entre sus brazos. Me dejó en el piso con cuidado, mientras escuchaba trinar a lo que parecía ser su ave, a quien no dejé de ver por unos instantes, haciendo que el chico soltara uno de sus ya comunes gritos.
—Creo que mejor lo llevaré arriba —dijo tomando la jaula—. Prefiero evitar accidentes.
Antes de poder hacer cualquier cosa, subió corriendo las escaleras, dejándome desconcertado. Siempre me ha resultado extraña la manera de actuar de Tweek cuando es algo relacionado conmigo, no me lo tomó personal, pero si su actitud habitual suele ser bastante explosiva, lo es el doble cuando estoy presente.
Me subí a su sofá y me acomodé mejor, el aroma al instante me resultó familiar. Siempre solía ser bastante curioso con los lugares nuevos, pero por alguna razón ahora no se sentía así, se sentía como si estuviera realmente en casa. Me acurruque un poco, hasta que volví a escuchar pasos acercándose.
—Bien, mis padres no están así que supongo no habrá tantos problemas —dijo mirándome—. Solo intenta no hacer muchos destrozos, ¿si?
Solo maulle viendo como se acercaba a la cocina. Me levanté y lo seguí con la esperanza de que me diera algo de comer, pero solo dió un brinco al ver que estaba detrás de él.
—Dios, me asustaste, Taro —colocó su mano en su pecho—. Vuelve a la sala, por favor. Tengo que preparar el pastel que le había prometido a Craig, al fin va a poder comer bien y yo... —se interrumpió de golpe—. ¿Por qué estoy hablando con un gato?
Al ver que no me alimentaría aún, volví a la sala. Miré el lugar atentamente, como si algo dentro de mi supiera que no era la primera vez que estaba ahí. El único problema era que no lo recordaba con claridad.
Me subí al sillón de nuevo y me acurruque, relajándome con el olor de la casa.
Desperté poco tiempo después debido a un fuerte ruido que venía de la cocina, por instinto fui a ver si Tweek se estaba bien, encontrando que la máquina que sostenía era la que producía ese ruido. Me acerqué viendo como esa máquina parecía mover la cosa blanca que tenía en su plato plateado.
Mi mirada se desvió a la mesa que había en medio de la cocina, donde había una especie de esponja circular que desprendía un olor dulce. De un saltó me subí a una silla cerca de la mesa para poder olfatearla mejor.
—¡Taro, no! —gritó Tweek, asustandome.
Todo pasó demasiado rápido, de un momento a otro salté a la mesa moviendo la esponja, la cual antes de que cayera al piso fue rescatada por Tweek, aunque tirando su plato plateado al piso y la cosa blanca. Cuando pensó que había pasado el desastre, se resbaló con la cosa blanca, cayendo al piso de espaldas y dejando caer la esponja al piso.
—No... —murmuró mirando toda la escena—. ¡Sabía que no debía haber aceptado cuidarte!
Pude notar como había ira en su voz, por lo que bajé rápidamente de la mesa y salí a toda prisa de la cocina, pero antes de poder buscar un lugar donde esconderme escuché un ruido por parte de Tweek que me inquietó. Entre de nuevo a la cocina, viendo como el chico abrazaba sus piernas ocultando su rostro entre estas. Me acerqué y pude comprobar lo que suponía, estaba llorando.
Maullé llamando su atención, levantó la cabeza de golpe y pude ver sus ojos cristalizados. Su semblante rudo de hace un momento se había esfumado y ahora se veía vulnerable. Con cuidado de no hacerlo enfadar de nuevo me escabullí para meterme entre el hueco que había entre su abdomen y sus piernas.
Contrario a lo que creía que pasaría, Tweek se soltó a llorar mientras me abrazaba.
—Soy un idiota, debí suponer que esto pasaría, tu no tienes la culpa —decía entre lágrimas—. Yo sí, desde lo que pasó hace dos años.
No presté mucha atención a lo que decía y solo preferí reconfortarme con el calor que me daba al abrazarme, comenzó a acariciarme detrás de las orejas —justo donde me gustaba— y yo cerré mis ojos, siendo reconfortado por el tacto tan familiar.
—Lo siento, Taro, de verdad lo siento —decía con arrepentimiento, a lo que yo solo comencé a ronronear en respuesta.
Nos quedamos ahí por algo de tiempo, intentando solo permanecer a su lado. Había ayudado a Trish alguna vez cuando se sentía mal, así que hice lo mismo con Tweek.
—Necesito algo de aire fresco, ¿te apetece ir a fuera? —dijo de pronto más tranquilo.
Se levantó conmigo en brazos y salimos por la puerta de la cocina, dando así al jardín trasero donde lo primero que llamó mi atención fue el montón de flores rojas que había en un arbusto raro. Me bajó colocandome en el césped y lo primero que hice fue acercarme hasta una de las flores y olfatearla, logrando despertar recuerdos que creía no tenía desde hacía tiempo.
1,762 palabras
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