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𝟏𝟓.

❝*¹⁵. ¡ᵐᵃᵈʳᵉ ᵐⁱ́ᵃ! ¡ᵉˢ ᵖᵃᵇˡᵒ ᵍᵃᵛⁱ!

𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂
𝟎𝟑/𝟏𝟎/𝟐𝟐


AÍDA

Eran las ocho y cuarenta y cinco de la mañana. En el coche, llevaba a mi hermana en la parte trasera. Iba en una sillita que siempre guardaba en el maletero por si alguna vez se montaba en mi coche.

Mis padres salieron más temprano de lo normal a trabajar, entonces me encargué de llevar a Marlie al colegio antes de irme a trabajar.

Mis padres tenían hoy un día muy completo y no llegarían hasta el día siguiente. Ya que mi madre trabajaba en una cafetería y mi padre de guardia de seguridad. Mi madre después de su turno se iría a ver a mi abuela, que estaba enferma; y mi padre tenía turno doble, tanto de día como de noche.

—Aída. —me llamó la castaña.

—Dime. —dije sin despegar la vista de la carretera.

—¿Hoy me llevarás a conocer a los jugadores del Barça? —me preguntó.

Al pararnos en un semáforo la miré por el espejo retrovisor: iba vestida con una chaquetilla rosa y unas mallas color perla.

—Claro, esta misma tarde te llevo. ¿Te parece? —respondí.

Ella ante mi respuesta asintió mientras sonreía con cara de adormilada que todavía permanecía en su rostro.

Minutos después llegamos a su escuela. La dejé en manos de su maestra, no sin antes despedirme de ella con un beso y un abrazo.

Me monté en mi coche de nuevo y me dirigí al trabajo. Fue una mañana tranquila, sin imprevistos. Los chicos entrenaban y yo, como siempre, los grababa. Todo esto era después subido al canal de YouTube.

Después de salir de la jornada de mañana, me dirigí hacia el colegio de mi hermana por segunda vez.

—¡Qué emoción! —exclamó cuando la recogí de la escuela—. Voy a conocerles.

—Sí, pero antes tenemos que ir a casa a comer. Ellos no estarán allí hasta las cinco, Marlie.

—Me da igual, aún así estoy emocionada. —dijo, sonriéndome.

Yo le devolví la sonrisa.

Llegamos a casa. Preparé una pasta a la boloñesa para las dos. A Marlie le encantaba cuando le cocinaba.

Ya siendo casi la hora de irme a trabajar, salí sin demora hacia el coche, tomada de la mano de mi hermana.

Llegamos al Ciudad Deportiva y ella no podía estar más emocionada. Por insistencia, se puso una camiseta que tenía del Barça, que llevaba su nombre y su número favorito: el treinta.

—Buenas tardes, Bea. —saludé a la pelirroja al entrar a las instalaciones.

—Buenas tardes —dijo sonriente, como siempre—¡Oh! ¿Pero a quién tenemos aquí? —dijo al percatarse de quién iba tomada de mi mano.

—Esta es mi hermana Marlie. Marlie, ella es Bea, la administradora del equipo.

—¡Hola! —exclamó la pequeña. No se cortaba ni un pelo, de tímida no tenía nada.

—Hola, guapa. —le dijo Bea, dedicándole una sonrisa.

—Marlie viene a acompañarme, también quiere conocer a los jugadores. Si no te importa, claro. —le expliqué.

—¿Qué me va importar? Después de que acabe el entrenamiento por supuesto le podemos presentar a los chicos. —dijo Bea, haciendo sonreír a mi hermana.

Fuimos hacia el campo. Le expliqué a Marlie que no podía acercarse a ellos todavía, que teníamos que esperar.

—Bueno... —dijo la pequeña, impaciente.

—Ven, que tenemos que grabarlos.

Ella sonrió sentándose en mis piernas. La cámara era un equipo completo. Yo me podía sentar en el taburete de enfrente, aún así no tenía que moverme ya que tenía un plano de todo y alcance gracias a la gran calidad que tenía el aparato.

Le expliqué a mi hermana como funcionaba. Por lo visto, le gustaba eso de grabar a los jugadores.

Después del entrenamiento, llegó el momento que más esperaba Marlie. La pobre ya no aguantaba su emoción.

Nos dirigimos a los jugadores y les presente a mi hermana.

Todos fueron muy amables y se sacaron fotos con ella, además de que todos le firmaron su camiseta.

—Pedri, me gustó mucho tu anuncio de los plátanos de Canarias. —le dijo mi hermana a Pedri cuando terminaron de sacarse la foto.

Él rió.

—Me alegro de que te haya gustado. Nos vemos, peque. —se despidió, y antes de irse, revolvió un poco el pelo a mi hermana de forma cariñosa.

Yo le hice una gesto con cabeza como despedida y un gracias.

—¡Madre mía! —exclamó Marlie.

—¿Qué pasa? —le pregunté curiosa.

—¡Es Pablo Gavi!

Reí. Ahora resulta que mi hermana de siete años es fan de Pablo, lo que faltaba.

Pablo, que ahora que me daba cuenta estaba frente a nosotras, se agachó a la altura de mi hermana mientras reía.

—¿Tú eres la hermana de rizos? —le preguntó, señalándome.

Rodé los ojos al escuchar ese apodo.

No tiene remedio.

Esa soy yo. —le respondió con una radiante sonrisa.

—¿Cómo te llamas?

—Marlie, y tú eres Pablo.

De repente, la pequeña se giró hacia mí y me hizo un gesto para que me acercara a ella. Me agaché, haciendo que ella me «susurrara» algo en el odio.

—Es más guapo en persona. —«susurró» con su mítica voz infantil.

Digo susurró entre comillas porque Pablo llegó a escucharlo todo, haciendo que él soltara una sonora carcajada.

—Pablo. —le llamó, girándose hacia él.

—Dime. —dijo, sonriendo.

—Firmame la camiseta. —le pidió, dándole su rotulador negro permanente.

—Con gusto —dijo y acto seguido hizo lo que le pidió—. Una foto, ¿no?

Ella asintió, sonriendo. Pablo la cogió en brazos y yo les saqué la foto, sonriendo con ternura al ver la escena. He de decir que eran muy tiernos juntos.

—Pablo —le llamó mi hermana nuevamente—¿Tú eres amigo de mi hermana?

Él me miró durante un instante antes de responder.

—Sí.

—Entonces no te importaría venir a nuestra casa a cenar. —le propuso indirectamente.

Abrí los ojos como platos. Cuando digo que no se corta ni un pelo, es que no lo hace.

Pablo, nuevamente, me miró.

—Si tu hermana quiere voy con gusto.

Marlie me miró con ojitos suplicantes, y con eso, no pude evitar decir que sí.

¡ADIVINAR! ¡Laporte en su directo de ayer me envió un saludo! Con el dolor de cabeza de me olvidó decíroslo ayer.

Os dejo este capítulo antes de irme a un cumple:)

Atte: Ari la anónima ( )

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