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Capitulo 1
【  Mariposas 】


Alerie jugaba con el bordado brillante de las mangas de su vestido, concentrada en los hilos qué formaban un par de hojas doradas, la mano de su madre la hizo girarse, ambas viajaban de regreso a la Fortaleza Roja, como cada semana habían acudido hacer oración a los siete dioses, algo que personalmente la princesa poco a poco le perdía el sentido. — Aly... — murmuró Alicent buscando las palabras correctas. — Hay un tema muy importante que he querido conversar contigo desde hace unos días.

Alerie clavo fijamente sus ojos violetas en su madre, quien llevó ambas manos al rostro de su hija. — ¿Qué sucede...?. — pregunto con curiosidad dejando al aire la palabra "mamá", la reina suspiro y retiro sus manos desviando la mirada.

— Estas por cumplir dieciocho, a tu edad ya había contraído matrimonio con tu padre y para entonces Aegon ya había nacido, tu hermana Helaena se caso apenas cumplió dieciséis... Alerie hay algunas casa de renombre interesadas en tu mano... — la princesa negó de inmediato. — Cariño no quiero enviarte lejos tranquila, ni mucho menos con un hombre al que no conozcas...

— No quiero casarme con nadie. — sentenció con seriedad la pelirroja. Alicent tomo la mano de su hija.

— Le he sugerido a mi padre que Aemond es una buena opción, cuidaría de ti y no tendrían que irse lejos, a menos que el decida... — Alerie safo su mano y observo a su madre con molestia. — Aly...

— Te he dicho que no. — dijo con firmeza.

— No tienes otra opción Alerie, debemos arreglar un matrimonio te guste o no y debemos hacerlo antes de que Rhaenyra ascienda y decida por ti. — Alerie aparto la mirada de Alicent y río sarcástica.

— Justo como lo haces tu ahora. — Alicent se aparto ofendida.

— Hago lo mejor para nosotros. — murmuró.

— ¿Para ustedes o para mi? — pregunto Alerie mirándola fijamente, Alicent se sintió retada por su propia hija.

— Nosotros, he dicho nosotros. — y entonces la confronto. — tu reputación esta en juego, se habla de ti por todo el reino, te comparan con la descarada de Rhaenyra.

Alerie guardo silencio.

— ¿Es cierto? — pregunto Alicent bruscamente, la princesa negó.

— No sé de que hablas, por lo tanto no puedo afirmar o negar nada. — se defendió.

Hubo silencio, demasiado para el gusto de Alicent, la relación con su hija, la única que parecía completamente suya cada día empeoraba y no comprendía la razón, no comprendía como incluso con Rhaenyra lejos, Alerie la prefería antes a que a su propia madre.

— Bien, no te casaras, por lo tanto servirás a la fe... no quería enviarte lejos pero me obligas hacerlo. — dijo con voz temblorosa

— Encima de que no puedo decidir, ¿terminas culpándome? Por los siete, Alicent. — el carruaje se detuvo y apenas la puerta se abrió la princesa bajo apresurada, sosteniendo con fuerza su vestido para no caer.

Al bajar casi choco con su hermano, mayor por un par de años, Aemond, la princesa bufo y paso chocandolo con una rudeza que para él fue sutil.

— ¿Me he perdido de algo? — pregunto, Alerie le ignoro y subió a toda velocidad la escalinata, estaba furiosa por todo, por culpa de todos, ¿por qué no podía decidir que sería de su vida?, su madre quería condenarla tal como lo hizo con su dulce hermana Helaena, subió más escaleras en busca de ella, odiaba las escaleras, odiaba todo en ese momento.

Cuando llego a la habitación de Helaena, su pequeño sobrino Jaehaerys la recibió con un abrazo, Alerie sonrió y de pronto aquella sensación tan amarga desapareció. — ¿Qué tienes ahí?. — el pequeño príncipe le extendió un caballo de madera. — Oh, un bonito caballo, los caballos suelen ir de aquí para allá y este quiere llegar justo a tu cabeza. — dijo simulando sonidos de cabello y corría desde el estómago del niño, pasando por sus brazos y después hasta su cabeza, el niño se carcajeo cuando Alarie comenzó hacerle cosquillas.

— Basta. — dijo el niño en una tierna voz, Alerie beso ambas mejillas del pequeño y le regreso su caballo de madera.
— Ve a jugar con tu hermana, anda.

Alerie beso la cabeza de su sobrina y después se sentó junto a su hermana, quien la observaba con una sonrisa. — te quieren mucho.

— Por supuesto, soy la más cuerda de todos, con excepción de Daeron, si estuviera aquí, me quitaría el puesto. ¿Qué bordas? — pregunto observando el bordado, Helaena la imito si responder. — esta bien si no me lo quieres explicar, pero es muy bello, ¿podrías bordar algo así de bonito para mi? 

— Por supuesto, Aly. — dijo dulcemente. — Estas enojada.

Alerie suspiro cansada.

— Si, Alicent quiere casarme... con Aemond o enviarme a servir la fe, supongo que lo segundo no es tan malo. — Helaena observo con tristeza a su hermana.

— Es nuestra madre. — susurro pensativa.

— Una madre no le haría esas cosas a sus hijas. — dijo la pelirroja con resentimiento, Heleana asintió, dejo el manto qué bordaba de lado y se levantó, Alerie la observo con atención.

— Encontré esto en el jardín, son como tu. — dijo mostrandole un frasco de vidrio cubierto con un trozo de tela que a su vez tenia un par agujeros, eran dos mariposas y una flor. — puedes liberarlas si quieres, solo quería que las vieras, sus alas son diferentes a las que he visto regularmente.

Las alas eran tornasol, de pronto eran lilas y después celestes, Alerie las admiro fascinada. — Gracias, Hel. — la platina sonrió. — me gustaría tanto que las alas de mi dragón sean así, si es que algún día tengo uno.

— Entre las montañas vuela libre sin ataduras. — Alerie miro a Helaena y río, aveces no entendia a que se refería su hermana, de pronto se levantó.

— Te veré más tarde Hel. — despeino el cabello de los niños y salió de la habitación, la princesa se dirigió con una sonrisa a su habitación.

Observo contenta las mariposas en el frasco, Dreamfyre había puesto una nidada algunos dias atrás y por supuesto tomo uno para ella, cerro las puertas detrás y sonrió.

Por lo sucedido con Aemond, Alicent le había prohibido reclamar un dragón, por lo que tenia solo una alternativa, siempre intentaba hacer eclosionar un huevo cada qué podía, dejo las mariposas junto a su cama y se dejó caer de rodillas asomando la cabeza, arrastro un par de almohadas y tomó con cuidado el huevo que estaba escondido. Los ojos de Alerie brillaron de emoción, como anhelaba que de ahí saliera un dragón.

Un par de golpes a su puerta la hicieron devolver el huevo a su escondite. — La puerta se abrió, obligandola a ponerse de pie. — ¿Qué haces ahí?. — le pregunto Aemond desconcertado.

— ¿Por qué entras sino te he concedido el paso? — inquirió Alerie molesta.

— Madre hablo conmigo...

— Ya le dije que no y te digo a ti qué no. — Alerie visualizo el libro que yacia sobre la mesa, esquivo a su hermano y camino hasta el libro. — iré a leerle un poco a nuestro padre sino te importa.

La princesa salio de la habitación, Aemond la vio irse y una vez que se fue, camino hacia donde se encontraba Alerie unos segundos antes de que abriera la puerta, la esquina de una de las almohadas se asomaba y este la piso con la intención de jalarla hacia él, entonces lo descubrió, no era la primera vez que Alerie hurtaba un huevo de dragon y lo escondía debajo de su cama con la esperanza de tener su dragón propio.

La princesa caminaba sin rumbo, ir a leerle a su padre era una tonta excusa para librarse de Aemond, se refugio en los jardines y se recostó en el césped, aburrida hojeo el libro dándose cuenta de que le faltaba una página.

De pronto una sombra de dragón se dibujo en la pagina que leía, seguido de otra, sus ojos violetas se apartaron de los dibujos y los poso sobre el cielo, eso no podía ser verdad, eran Caraxes y Syrax, ¿cómo era posible? ¿acaso...?

La princesa se levantó del suelo y arrepentida de cargar aquel libro se echo a correr, no entendía, si la heredera estaba de visita debía haber una gran celebración, un gran recibimiento, para su sorpresa la sala del trono estaba vacía, Alerie se encontró con su hermana mayor mirándola fijamente junto a Lord Caswell y su tío Daemon Targaryen. El sonido de sus zapatos habia llamado la atención de todos. — ¿Alicent? — pregunto confundida, Rhaenyra.

— ¡Alerie!. — una voz bastante alegre y varonil provocó que apartara la vista de su hermana, su amigo de niñez estaba allí, frente a ella de nuevo, la última vez que se habían visto fue durante el desastroso funeral de Laena Velaryon, la madre de sus primas Baela y Rhaena.

Había cambiado tanto. — Jace... — susurro sonriente.

Extrañamente las mariposa de color lila y azul vinieron a ella, revoloteando en el frasco de vidrio. Jacaerys Velaryon había regresado.






















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