: : :*ೃ࿔୭ 𝐄𝐩𝐢́𝐥𝐨𝐠𝐨 ミ
Narra Shouto:
Cinco años. Habían pasado cinco largos años.
Siendo sincero, no era feliz, pero tampoco era una persona triste. Algo intermedio, ¿quizás?
En este tiempo me había unido mucho más a Izuku y a Uraraka, siendo mis únicos amigos en la actualidad. Después de lo que había pasado con Ayame y el resto del Bakusquad, había quedado sin muchos ánimos de socializar con más personas, no queriendo saber nada de nadie.
Sin embargo, a pesar de que mi actitud era tosca y fría hacia todo el mundo, estas dos personas supieron estar a mi lado, apoyándome aun cuando no se los había pedido.
Tal vez fue esa pequeña muestra de afecto hacia mi persona, pero se podría decir que, poco a poco, habían derretido esa coraza que había formado en mi corazón.
Luego de terminar mi relación con Ayame, no había salido con ninguna otra persona. Pues la verdad no me sentía a gusto con otra persona en forma romántica, quedando así, soltero durante todo este tiempo.
No me molestaba la verdad, después de todo, no era tan imprescindible tener pareja para mí. Solo me concentraba en mi trabajo, salvando gente y apresando a los villanos, ese era mi día a día.
Mi rutina.
—¡Todoroki-kun! —el llamado de Ochako me sacó de mis pensamientos.
—Te trajimos algo... —murmuró el chico de orbes verdosos, entrando a mi departamento junto a la castaña.
La chica dejó unas bolsas en el sofá mientras que el pecoso de mi amigo dejó una caja con rejas en frente mío, dejándome confundido.
—¿Qué es esto? —pregunté alzando una ceja.
—¡Ábrelo!
Con sumo cuidado, me acerqué a dicha caja que parecía ser de las que había en las tiendas de mascotas, y en efecto, dentro de ésta se encontraba un pequeño gato acurrucado.
—¡Para que no te sientas tan solo, Todoroki-kun! —exclamó Uravity emocionada.
—¡U-uraraka-san, no lo digas así!
El minino salió de su caja para estirarse un poco. Miró el lugar con detenimiento y, como si fuese un rayo, fue a parar a mis piernas.
Chocó su cara contra mi mano y lo único que pude hacer fue acariciarle para darle mimos, los cuales aceptó poco a poco.
—Es macho... y más vale que le pongas un nombre —dijo Midoriya sonriendo al verme acariciar al felino.
Mis dedos acariciaron sus finos pelos y pronto un pequeño ronroneo se hizo presente en el ambiente, a la vez que el pequeño se acomodaba mejor en el futón en el cual estaba sentado.
—Alex, será... —murmuré en voz baja, viendo al pequeño gatito de color blanco y gris dejándose acariciar por mí.
Y, por primera vez luego de tanto tiempo, había sido capaz de sonreír un poco.
Siendo que ahora sí tenía alguien a mi lado.
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro