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Capitulo 12

CAPITULO DOCE: Una mirada hacia el pasado y una vida de dolor en el futuro.

Mi cuerpo es solo un recipiente en el que habita mi alma, unido a un caparazón que algún día dejará. Y cuando llegue ese día, no me importará soltar ese caparazón. Llevo mi cuerpo porque tengo que hacerlo, no porque sea una elección. Pero cuando poseo algo significativo, elijo aferrarme a ello. Llevar algo significativo en mi piel no requiere esfuerzo, pero aferrarme a algo que podría perder, eso requiere devoción”.

Corrí hacia el arroyo por el camino que antes había visto tantas veces; no me atrevía a mirar atrás.

Las ramas y los brotes se quebraban a mis espaldas —se escuchaban demasiado cerca— y el bosque se llenó de risas y voces que gritaban mi nombre. Mi única esperanza de sobrevivir era correr a mayor velocidad que ellos hasta que estuviera en un lugar seguro.

Tenía una ventaja, podía esconderme en algún lugar en el que ellos no pudieran encontrarme.

El ruido de los tres se volvió más y más fuerte entre los árboles, se acercaban cada vez más, por lo cual, giré a mi derecha y salté sobre las piedras del arroyo hasta llegar al otro lado.

Mis ojos se encontraban fijos en el brillo, cada vez mayor, al final del bosque. Pero el hombre que tenía a la derecha corría hacia mí con tanta rapidez que apenas conseguí saltar a un costado para evitar el filo del cuchillo con el que me amenazaba.

Tropecé una vez, pero conseguí quedarme de pie cuando me alcanzó el hombre de la izquierda.

Me detuve en seco, levanté un pedazo de vidrio que tenía escondido en uno de los bolsillos de mi chaqueta, sólo lo solté cuando este hizo contacto con la cara de uno de los hombres y el hueso crujió con un sonido horrendo. Salté sobre el cuerpo enorme, caído, sin detenerme a mirar donde estaban los otros.

Llegué a correr casi un metro antes de que el tercero apareciera delante de mí.

Le arrojé un pedazo de vidrio a la cabeza. Él lo esquivó. El único que quedaba rió al acercarse por detrás de mí, por lo cual, me aferré a mi último pedazo de vidrio restante con fuerza.

Rodeada.

Giré en Redondo, levantando el pedazo de vidrio, lista para atacar.

No pensaba morir sin dar pelea, sin llevarme a alguno de ellos conmigo.

Al infierno con ustedes —dije, pero solo salió un jadeo inaudible.

Ellos rieron, dando un paso más hacia mí, traté de apuñalar al primero, pero él esquivó la estocada, riéndose.

Nosotros elegiremos el juego, aunque, dudo que te parezca divertido.

Apreté los dientes y lo volví a intentar. No era un animal. No iban a cazarme como hacen los lobos con los ciervos. Yo encontraría la salida.

Una mano se cerró alrededor de las mías, arrebatándome el trozo de vidrio y lanzándolo al suelo, rompiéndolo.

El aire me abandonó, y solo tuve tiempo de dar media vuelta antes de que uno de ellos me tomara del cuello, levantándome del suelo y lanzando mi collar a un lado. Golpeó mi brazo con tanta fuerza que me crujieron los huesos.

Cuando terminemos contigo desearás nunca haber nacido. Te voy a cortar en pedazos tan pequeños que no quedará nada para los buitres.

La rabia y el terror me atravesaron el cuerpo como una flecha en llamas. No pensé. Tomé el arma que el hombre llevaba a un lado de la cintura, quité el seguro y disparé.

La sangre me cayó en la cara, en la boca, mientras mi terror y mi furia pedían por más.

El hombre cayó hacia atrás. Me puse de pie como pude, antes de que el que quedaba me pudiese atrapar, pero algo que tenía la fuerza de una roca golpeó mi cara. Sentí el gusto de la sangre, la tierra y el pasto cuando caí sobre estos. Pequeñas luces me aparecieron en los ojos cuando me puse de pie en un tambaleo y tomé el arma que robé.

Así no, no moriré así, así no.

El hombre que quedaba casi me embistió, pero, me agaché para esquivarlo:—Te voy a desangrar despacio, con cuidado —movió su cuchillo hábilmente entre sus dedos.

Disparé.

El hombre sostuvo un grito, me soltó y saltó sobre sus pies mientras sostenía su estómago, desangrándose. El hombre soltó un grito que me congeló la médula.

Volví a disparar.

Cuando su cuerpo cayó, yo me quedé en el suelo, con el arma lista, esperando.

Mire los cuerpos a mi alrededor, petrificada, no se cuanto tiempo estuve así, lo único que sé es que mi atención solo se desvió cuando comencé a escuchar como alguien aplaudía lentamente.

Te tengo —dijo otra voz masculina, dirigiéndose desde la parte final del bosque, luego, sentí un piquete  en mi cuello 

Recuerdo que por escasos segundos el frío se escabulló por cada una de mis extremidades, atravesó mi piel y golpeó con brutalidad mis huesos, mientras que el ardor en mis manos y brazos se hacía aún más fuerte gracias a la persistente corriente de aire que se hacía presente.

Recuerdo voltear mi rostro y preguntarme a mí misma que era lo que ocurría mientras que tal solo era capaz de observar los escombros que yacían en el suelo gracias a que no podía mover ni un solo músculo de mi cuerpo.

Todo se había tornado oscuro y pesado, como en aquella películas de horror o aquellas pesadillas que solía tener de pequeña, solo que esta vez no era así, esta vez no lograra despertar. 

Me arrastré hasta el objeto brillante en forma de corazón que yacía en el suelo, ellos me habían arrancado el relicario del cuello y lo habían tirado al suelo, lo abrí y observé su foto.

Eos”. su nombre salió de mis labios en un susurro lento.

Apreté el objeto contra mi pecho mientras sollozaba, buscando consuelo y fuerza en la imagen de la niña que se encontraba en mi relicario. 

Mi cuerpo se paralizó mientras sostenía el relicario entre mis manos, fue entonces cuando un hombre se me acercó y me tomó en brazos, no podía hablar por lo cual solo podía observar como arrebataba el relicario de mis manos y lo colocaba de nuevo en mi cuello.

Podrás irte cuando tengamos lo que queremos —dijo, entonces fue cuando perdí el conocimiento.

Narrador omnisciente 

Eos sacó su cuerpo del agua, su mirada indiferente se posó en el hombre que la observaba desde las gradas, rápidamente tomó su toalla y comenzó a secar su cabello mientras sentía dos insistentes miradas sobre su cuerpo.

Light también salió del agua, aventurandose a acercarse a Eos.

—¿Algún día me dirás quien es ese hombre? —preguntó.

—Mi guardian, se ocupa de lo necesite, desde que murió Ryuzaki estar acompañada se convirtió en una necesidad —respondió Eos.

Light observó al hombre con sus ojos entrecerrados, había algo en él que no le terminaba de agradar del todo, no podía saber realmente qué tipo de relación tenía con Eos. Si tan solo supiera su nombre y pudiera ver completamente su rostro lo mataría.

—¿Por qué no vives conmigo?

—Prefiero no vivir con una pareja.

—¿Una pareja?

—Tú y Misa, son pareja.

Light se mordió la lengua antes de negar aquello.

—No creo que a Misa le moleste, todos somos amigos, es solo para que estés más segura.

—Kazuma es suficiente para mantenerme segura —dijo ella, tomando sus cosas y comenzando a caminar hacia las duchas.

—¿Su nombre es Kazuma? —preguntó Light, con una sonrisa—, no me siento bien dejando tu seguridad en manos de un hombre desconocido.

—Él está más que capacitado para cuidarme, creeme —respondió Eos, deteniendo su caminata al estar frente a la entrada de los vestidores femeninos—. No entres.

Light sonrió, juguetón.

—Jamás me atrevería.

Una risa burlona se escuchó detrás de Light, una risa conocida, con una expresión algo indiferente Light giró sobre sus talones para ver al dueño de aquella risa.

—¿Puedo saber que te causa tanta gracia, Ryuk? —dijo.

—Parece que el ratoncito se te escapó de las manos, de nuevo.

Light sonrió.

—Cuando termine con Misa, te aseguro que Eos será mía para siempre, jamás la dejaré escapar.

—El amor no es del todo comprensible para mi, no entiendo tu propósito al querer estar con Eos.

—Todo lo que quiero hacer es romperla. Romperla en pedazos. Y luego acomodar esas piezas para que encajen con las mías. No me importa si no encajan, los haré —sentenció el castaño, escuchando la risa del shinigami.

—Ahora que tu rival de amor está muerto, supongo que será fácil para ti.

—¿L? jamás fue un rival, en lo que respecta a Eos, él solo fue su capricho momentáneo —se burló, caminando hacia los vestidores masculinos.

<< Mi Eos >>, pensó Light, sonriendo mientras observa el lugar en donde la había perdido de vista, << Mi hermosa Eos, tú solo puedes amarme a mi.>>

Por su parte, Eos se vestía tranquilamente mientras pensaba, muchas cosas pasaban por su mente, pocas de ellas eran fáciles de adivinar. Cualquiera que la mirara a los ojos, probablemente, se perdería junto a ella en el abismo que representaban los pensamientos.

Su mirada podía llegar a devorarte el alma si eras lo suficientemente tonto como para perderte en ella.

Cuando terminó, ella tomó su teléfono y comenzó a escribir en él, acto seguido Kazuma entró a los vestidores vacíos, solo ocupados por ella.

—¿Ya todo está listo? —preguntó.

—Sus cosas ya fueron movidas a su nuevo apartamento, señorita —Eos asintió, haciendo con sus manos un ademán para que su guardaespaldas se retirara

Tomó entre sus manos el collar que tenía en su cuello, su relicario en forma de corazón, sin embargo no se atrevió a abrirlo. Simplemente lo apretó con fuerza mientras una dolorosa sonrisa se posiciona en sus labios.

—¿Eos? —escuchó una voz conocida llamarla desde fuera de los vestidores— ¿Aún no terminas? tomate tu tiempo, te esperaré sentado en las gradas.

—Light —susurró para sí misma, su voz estaba llena de promesas oscuras y comienzos peligrosos.

Ella no tardó mucho en salir y encontrarse con los ojos de quien prometía ser su depredador. Ella se relamió los labios y él mordió los suyos. Light quería devorarla, ansiaba con fiereza pasar su lengua por su cuerpo, quería hacerla suya en ese momento. Light quería hacerla suya en aquel lugar.

—Compré un departamento —soltó Eos de repente, haciendo que Light se interesara por lo que decía—. Hoy termino la mudanza.

Light dio dos pasos al frente para poder acercarse aún más a la pelirroja.

—¿Crees que podría ir a verlo? —preguntó.

—Por mí no hay problema, señor detective —susurró ella, sonriendo.

—Perfecto.

—Maravilloso.

Light se acerco aún más a Eos, su plan era mas que evidente, acarició su mejilla con una mano mientras miraba sus labios. 

—Eos —susurró contra el oído de la pelirroja.

—¡Light! vine a verlos a ti y a Eos —se escuchó la voz de Misa desde la distancia, ambos se separaron. 

Cuando Misa se encontro con ellos no dudó mucho en lanzarse a abrazar a Eos, la extrañaba, cada segundo que pasaba junto a Light era una tortura para ella. Misa deseaba libertad, deseaba poder salir con quien quisiera, quería renunciar a la death note y vivir una vida normal siendo amiga de Eos.

Sin embargo eso no estaba en los planes de Eos ni mucho menos los de Light.

Aquel abrazo era como recargar energías.

Misa quería llorar, había tenido que hacer muchas cosas que realmente no quería hacer, a veces lloraba antes de irse a dormir. Ya no tenía a Rem y ahora que ella no estaba no había nadie alrededor que la defendiera de Light.

Rogaba que Eos aceptara la propuesta de vivir con ellos, pero ella siempre se negaba, inicialmente esa había sido una idea de Misa que Light había adoptado como suya.

—¿Van hacia algún lugar ahora? —preguntó Eos mientras Misa sostenía su mano con firmeza.

—Vamos a casa de mis padres —dijo Light mientras miraba su reloj de muñeca— ¿Quieres acompañarnos?

Misa miró a Eos con ilusión en su mirada.

—No, no quiero ser mal tercio.

Misa mordió su lengua mientras la observaba con súplica, fue así hasta que Light le extendió su mano a la rubia y esta no tuvo otra opción que tomarla, claro, sin soltar aún la de Eos.

—Entonces nosotros nos iremos, estamos yendo un poco tarde, vámonos Misa —dijo él, despidiéndose de Eos y caminando mientras tomaba la mano de Misa, obligándola a soltar la mano de Eos a pesar de que ella se aferrara a esta.

Cuando ambos se fueron, Kind apareció detrás de Eos.

—¿No crees que te arrepentirás en un futuro? —preguntó el shinigami.

—¿De qué hablas? —preguntó la pelirroja con semblante serio.

—Condenas a Misa sin culpa alguna —expresó—, una amiga leal que te adora, a una vida dolorosa en tu nombre mientras tu eres libre de hacer lo que quieras, ¿No te arrepientes de eso?

Eos pareció pensarlo por un momento, sin embargo, luego bajó la mirada por un momento mientras sonreía.

—Si, no me quejo.

Última palabra escrita: 19:40

Iniciamos fuerte con el pasado, sin embargo, dudo que ese fragmento tenga algún tipo de sentido para ustedes ahora. Pronto lo tendrá.

Aunque es muy obvio quien narró esa parte, aún no tienen un contexto muy profundo.

Recuerden los collares. Solo digo eso.

Espero que les haya gustado el capitulo de hoy, no duden en comentar, adoro leer sus comentarios.

Abajo les dejaré el nuevo banner que hice para la historia.

Gracias por leer ♡

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