
chapter one. soccer
Ella estaba durmiendo, tranquila, era el único momento donde realmente se podía sentir así de relajada, sin necesidad de preocuparse por nada en su vida, al menos, la mayoría de las noches.
Todo iba bien, hasta que en sus sueños se volvieron pesadillas. Apareció aquella chica del equipo de fútbol, Lottie era su nombre. Ellas nunca habían hablado, aún así, ella era la más recurrente en los sueños de Sadie.
Muchas veces no pasaba nada, solo se miraban por todo lo que duraba el sueño, pero otras veces, otras veces era extraño.
Sadie retrocedió lentamente hasta que su pared se golpeó contra ella. Lottie examinó su rostro, confundido y algo asustado, sin importarle el estado tembloroso de la chica, ella posó su mano en el blanquecino rostro y se acercó a ella. Sadie tragó saliva e intentó mirar a cualquier lado que no fueran los ojos de la morena.
Pero Lottie no lo acepto, hizo que girara su rostro para que la viera y se acercó aún más.
—No...–Pidió Sadie, pero Lottie no la escuchó y la besó. Fue un beso apasionado, curioso, e insaciable. Intenso.
Sadie se sobresaltó en su cama del susto, soltando un grito ahogado. Quiso llevar sus piernas a su pecho, pero se dio cuenta que había mojado la cama.
—Mierda.–Se levantó con rapidez y quito sus sábanas. Si su madre se enteraba de lo que había pasado, la mataría sin dudarlo. Estaba segura de que no había sido un sueño húmedo, nunca había tenido uno, pero al menos sabía que, si lo tenía, no se sentiría tan mal como estos sueños recurrentes que tenía con Lottie.
Salió como pudo de su habitación y metió a lavar su ropa de cama, antes de volver y colocar nuevas. Bien, ahora todo se veía normal, al menos tan normal como era siempre.
Noto como sus pantalones aún tenían esa mancha oscura y decidió que era tiempo de un baño. Tomó su ropa para su día como animadora.
Sabía que la tenía que ver. Incluso cuando se bañaba sentía pánico, pánico de cerrar los ojos y encontrarla ahí, no porque fuera ella, dios, no tenía nada en contra de ella, era el simple hecho de que fuera una chica lo que la molestaba.
Había intentado salir con chicos, en serio lo había intentado, pero nada nunca fue duradero, ella era extraña para ellos, probablemente porque, sin importar cuánto lo intentara, no podían gustarle de esa manera.
Sintió el agua helada contra su cuerpo y sintió un escalofrío reconfortante en su piel. Solo con el agua helada lograba hacerla sentir segura por alguna razón.
Salió y se cepilló el pelo, necesitaría pintarlo pronto, las raíces negras empezaban a salir gracias al ADN de su madre. Nunca conoció a su padre, ni siquiera en fotos, pero cada que su madre se emborrachaba y hablaba de él, lo describía como alto y rubio, suponía que de ahí había sacado los genes rubios.
Se vistió con el uniforme, había pedido tener la falda más larga, y aún así, era demasiado corta.
Salió del baño hacia su habitación, tomó sus cosas y las guardo en su mochila antes de salir hacia la cocina, intentando no hacer ruido para no despertar a su madre. Tomó comida simple, algo que no tuviera que ser calentado y salió de casa.
Camino todo la ruta hacia su casa, comiendo su sándwich sin energía. En cuanto llegó sabía que debía ir a la asamblea.
Llegó ante las puertas imponentes del gimnasio y tomó un respiro antes de abrirlas. Ya estaban todos ahí, pero gracias a dios nadie más que las porristas voltearon a verla. Ya estaba más acostumbrada a ellas, al menos al verlas ya no le daban pánico.
—Muy bien.–Empezó a hablar el director.–Un aplauso a los chicos, denles un aplauso.–Miró a los del equipo de béisbol, quien habían perdido, pero igualmente nos hacían aplaudirles.
Puse mis pompones bajo mi brazo y aplaudí sin ganas. Hanna me dio un codazo y la mire.
—Tienes que parecer interesada.–Murmuró.
—¿Cómo podría? Nunca han ganado, ni siquiera tienen sentido que estén aquí...–Le respondió Sadie después de un rato.
—Gracias chicos, hicieron un esfuerzo. Ahora, lo que sigue no necesita presentación, ¡así que todos vamos a recibir a las chicas campeonas de fútbol del estado de Nueva Jersey!–Todos aplaudieron. Solo una chica loca de pelo rizado gritó. Sadie tragó saliva, tomó sus pompones y trató de no mirarlas.
Esperaba ya pronto volver a casa, todo para no estar rodeada de tantas chicas.
Las Yellowjackets entraron y se pusieron en una linea. Lottie no pudo evitar mirar a la rubia, quien no le devolvería la mirada ni aunque su vida dependiera de ello. Lottie la recordaba en sus sueños, esos perfectos sueños donde no tenían siquiera que hablar para que ella pudiera sentir la conexión.
Quería acercarse, esperaba que al menos este día, ella parecía contenta de estar ahí, que pareciera orgullosa de ella y de que su equipo había llegado a las nacionales, pero como siempre, Sadie no le daba nada.
Nunca lo hacía.
[...]
Practicaban ambos equipos a la vez, las Yellowjackets en la cancha de fútbol, mientras que las porristas practicaban más cerca de las gradas.
Sadie volvió a acomodar su uniforme, era demasiado ajustado. Lo único bueno era que, al ser capitana de animadoras había logrado convencer a la entrenadora de cambiar los uniformes de color, porque estaba segura de que se verían ridículas de color amarillo.
Los chicos llegaron después, ellos no tenían que estar toda la práctica porque solo se encargaban de cargarlas y nada más.
Sadie trató de no ver a las Yellowjackets, a aquellas ruidosas chicas.
Mike llegó detrás de ella.
—¿Lista?
—Sabes que lo estoy.–El chico soltó una risita y la tomó por la cintura, haciéndola subir a sus hombros. Ella subió sin miedo. Se escuchó un crujido detrás de ellos y todos voltearon, una de las chicas Yellowjackets se había lastimado y gritaba por ayuda.
Mike la bajo de inmediato de sus hombros con precaución y fue a socorrer a las chicas. Principalmente porque la lastimada había sido su chica. Allie.
—¡mierda, mierda, mierda!–Mike no espero a que le dijeran que hacer y levantó a la chica en sus brazos, llevándola a la enfermería. Todos voltearon a ver a donde se había ido, excepto por Lottie, quien miró a Sadie.
Sadie no pudo evitarla, y por primera vez la miró de vuelta. Su estómago se revolvió, por lo que tuvo que mirar hacia otro lado, hacer cualquier cosa para que Lottie se fuera de su mente.
—Muy bien chicos... hay que volver a lo nuestro, Allie estará bien, ¿de acuerdo?–Pidió la entrenadora. Todos respondieron con un 'si' pero Sadie solo encontró la fuerza para asentir con la cabeza.–¿Sadie? ¿Estás bien?
—Si entrenadora... solo estoy... algo mareada.
—Si sales con que estás embarazada...
—Para nada.–La corto de inmediato, sintiendo aún más náuseas de solo pensarlo.
—Perfecto, no quisiéramos que nuestra capitana y representante estuviera en tal situación.
—¿...A que se refiere con representante?–Cuestionó Sadie sin entender.
—Si, ¿que significa?–Preguntó Hanna también.
—¿No les había dicho?–Todas negaron con la cabeza.–Sadie ira con las Yellowjackets a animarlas durante las nacionales.
Ahí.
Justo ahí su mundo se detuvo.
Tendría que ir con ellas.
Con un montón de chicas.
En un mismo avión.
En un mismo hotel.
Por todo un fin de semana.
Ahora quería vomitar más que nunca.
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