𝐟𝐢𝐟𝐭𝐞𝐞𝐧
[15]¿𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬 𝐭𝐮 𝐲 𝐲𝐨?
— Charlie— dijo la dulce voz de Aiden.
— Hola— saludé mientras entraba en la casa.
El ojiverde cerró la puerta principal una vez yo me encontraba dentro. Este empezó a jugar con sus manos, mientras que el nerviosismo se apoderaba de mi al recordar aquella noche. La noche en la que le rogué que me besara.
— ¿Quieres tomar algo?— rompió el hielo.
— Si, por favor— sonreí— Tengo bastante sed.
Seguí los pasos del castaño hasta la cocina. Parecía mentira que después de todo, los dos siguiésemos sintiendo esa pizca de nerviosismo al estar solos. No podía negarlo, Bradley provocaba algo en mi que nadie me había echo sentir antes.
— Aquí tienes— me dijo, dándome un vaso lleno de agua.
— Gracias.
Aiden se apresuró a sentarse encima de la mesa y observar cada rasgo de mi cara, como si de una investigación se tratase.
— Muchas gracias por lo de esta mañana— le agradecí y dejé la copa en el fregadero.
— No hay de que— sonrió cabizbajo.
Un silencio inundó la cocina. Nuestras miradas estaban clavadas y sin darnos cuenta habíamos empezado una batalla, la cual iba perdiendo. Sentía pinchazos en la barriga cada vez que esos ojos verdosos se posaban en mi.
— Y bien— aparté la mirada a la vez que jugaba con los anillos de mi mano— ¿Por qué querías que viniese?— él suspiró.
— Mis padres llevan todo el día en el hospital— Bradley despeinó su pelo y volvió su mirada hacia mi dirección— Llevo solo horas, horas en las que no paro de comerme la cabeza—exhaló— Y siento que eres la única persona que puede hacerme desconectar.
Una batalla de emociones se generó por todo mi cuerpo, abrí mis ojos y alargué mis expresiones por el asombro. Sonreí como una tonta y lo abracé, no sabía que decir así que hice lo único que arreglaría aquel momento.
Mis brazos rodeaban su cuerpo, aparentando lo más fuerte, tanto como para sentir el latido de su corazón.
— Gracias por venir— susurró contra mi hombro.
Nos separamos, cada uno con una sonrisa débil dibujada en el rostro. Aiden se bajó de la mesa y comenzó a andar hasta las escaleras. Yo sin decir nada seguí su marcha.
Observé los cuadros que Amelia Bradley tanto adoraba y que tenía colocados en el pasillo de la segunda planta, eran realmente bonitos.
— ¿Tú madre sigue pintando?— pregunté al entrar en su habitación.
— Hace meses que no— en su tono pude notar decepción— Dice que no tiene inspiración.
No dije nada, me limité a asentir y me tiré encima de su cama. Observé como abría la puerta de su armario y sacaba una camiseta de manga corta y unos pantalones grises.
— ¿Te importa que me de una ducha?— dijo apoyándose en el marco de la puerta de su propio baño. Negué con la cabeza y este sonrió.
Me recosté en la cama, apoyando mi espalda contra el cabecero. La habitación olía a perfume de hombre, el que siempre Aiden llevaba puesto y el que tanto me gustaba.
Encendí la pantalla de mi móvil y comencé vagar por instagram, dandole like y comentando en algunas fotografías que encontraba.
El móvil empezó a vibrar en mis manos, en el relucía el nombre de Mags.
— ¿Mags?— dije al descolgar la llamada.
— Hola guapa— me devolvió el saludo— ¿Hiciste los deberes de mate? Es que no me entero de nada.
— La verdad— suspiré, recostándome en la cama completamente y fijando mi mirada en el techo— No tenía pensado hacerlos.
— Uy que rebelde te me estás volviendo señorita Miller— reí por su comentario.
— Ni que esos ejercicios influyeran en las notas finales— reí— Esa maldita profe solo aprueba a los que le caemos bien.
— Desgraciadamente lo sé, por eso suspendo— Maggie soltó aquello sin darle tanta importancia que causó una carcajada en las dos.
La puerta del baño se volvió a abrir. Dejándome ver el pelo mojado de Aiden, el cual hacía que algunas gotas de agua cayesen por su cuerpo, mojando así su camiseta. Mags seguía hablando a través del teléfono, pero yo no podía quitar mis ojos de aquel chico.
— ¿Vas a cenar aquí?— dijo captando mi atención, mientras se secaba el pelo con una toalla.
— ¿Lotty?— negué con la cabeza en respuesta al ojiverde— ¿Estás con alguien?— noté una risa pícara.
— Estoy con Aiden, luego hablamos— dije rápidamente y colgué la llamada.
Me levanté, sentándome en la cama y uniendo nuestras miradas. Mi móvil volvió a vibrar repentinas veces, en la pantalla podia ver mensajes de Maggie diciendo estupideces de utilizar protección, no pude evitar reír.
— ¿Seguro que no quieres cenar aquí?— volvió a insistir mientras dejaba la toalla dentro de una cesta.
— Ya veo que no quieres que me vaya Bradley — le vacilé y volví a acostarme en la cama.
— Fantaseo con tu compañía Miller— me siguió la corriente y se acostó a mi lado, quedando cara a cara.
Nos encontrábamos tan cerca que nuestras respiraciones alcanzaban a unirse y convertirse en una sola. Aiden comenzó a arrastrar sus dedos por mi brazo con suavidad, algo que hizo que me estremeciese de solo notar su contacto con mi cuerpo. No soltamos ni una sola palabra, pero sentía como si con nuestras miradas nos lo dijésemos todo. Apoyé mi cabeza en su pecho, escondiéndome de su mirada, mientras el seguía dando caricias por mi piel. Sin pensarlo ni un segundo rodeé su cuerpo con mis brazos, acercándome aún más a él, provocando que la piel del ojiverde se erizase. Me sorprendí por la reacción de Aiden, era yo quién le estaba haciendo sentir así, era yo la culpable de ese escalofrío.
— ¿Te apetece ver una película?— apartó su mano de mi brazo, para ahora coger mi mentón y unir nuestras miradas.
— Solo si yo puedo escogerla.
— Pero nada de tonterías amorosas— dijo mientras se levantaba de la cama.
—No prometo nada— sonreí victoriosa.
Aiden rió por mi respuesta y se acercó hasta su escritorio para coger el portátil. Este me lanzó una manta y rápidamente la acomodé encima de mis piernas. El ojiverde se tumbó de vuelta a mi lado, dejándome apoyar mi cabeza en su pecho, mientras que él colocaba el ordenador sobre sus extremidades.
— Veamos A dos metros de ti— sugerí y él asintió.
El moreno no tardó en rodear mis hombros con la mano que tenía libre, aproximándome aún más hacia él. Podía escuchar el latir de su corazón, algo que tanto me gustaba.
• • •
— ¿Y bien?— le pregunté una vez terminó la película— ¿Te gustó?
— Demasiado sentimental para mi gusto— dijo y colocó el portátil en la mesita de noche, para luego volver a envolverme con sus brazos.
— Eres un insensible— reí— Es precioso como a pesar de no tener contacto físico, los dos tratan de mantener vivo su amor— suspiré — Eso es verdadero.
Aiden se encargó de crear un silencio cómodo. Con mis dedos comencé a acariciar su pecho, mientras que el ojiverde me abrazaba aún mas fuerte. Encendí la pantalla de mi móvil para ver varios mensajes de mis amigos, los cuales contestaría más tarde. Eran tan solo las ocho de la tarde, pero no tenía ninguna llamada de mi madre.
— Debería irme ya, le prometí a mi madre que no llegaría tarde— intenté levantarme, pero sus brazos eran más fuertes como para deshacerme de su agarre tan fácilmente.
— No— gruñó y me atrajo más a él.
— Mañana nos vemos en clase— reí.
— Quédate a dormir— hizo un puchero— Otra vez, por favor.
Conseguí deshacerme del amarre del ojiverde y me senté sobre la cama. No pude evitar sonreír por su actitud, se veía muy tierno. Coloqué mis manos sobre sus mofletes y me encargué de estampar mis labios contra los suyos, uniendo así nuestras lenguas en una batalla. Me encantaba su sabor, era dulce y delicioso, algo que hacía que solo quisiera probar más.
— Ojala estar pegado a esos dulces labios durante el resto de mi vida— apoyó su frente contra la mía, causando que nuestras respiraciones chocasen la una con la otra. Me mordí el labio y me coloqué encima de él.
Sus manos fueron directas a mis caderas, mientras que su mirada estaba clavada en mi sudadera, la cual no tardó en quitarme. Debajo de esta solo tenía un bralette carmesí, que por la sonrisa que se dibujó en la comisura de sus labios pareció encantarle. Volvimos a unir nuestras lenguas, causando una sensación de calor en los dos.
Mi móvil, que estaba encima de la cama, comenzó a vibrar, pero estaba tan concentrada en el sabor de aquel beso que no me importaba quien estuviese llamando en aquel momento.
— Déjalo— susurré contra los labios del castaño, quien intentó frenarme tras la insistencia de la llamada.
— Será mejor que cojas, debe ser importante.
Bufé y me senté en la esquina de la cama, cogiendo la llamada que tanto insistía.
— Cariño— escuché la voz de mi madre al otro lado— Pensaba que te había pasado algo, como no contestabas a los mensajes.
—Lo siento mamá, estaba viendo una película.
—Bueno, no te preocupes— dijo con esa dulce voz— Mañana tengo que ir al trabajo pronto así que te dejo la cena en la nevera— suspiró — Conduce con cuidado.
— Lo haré— sonreí— Buenas noches.
— Buenas noches.
Colgué la llamada y recogí mi sudadera que estaba tirada en el suelo. Comencé a calzarme con la mirada de Aiden acechando. Cuando terminé de atarme el último cordón, me giré para ver aquellos ojos verdosos clavados en mi.
— ¿Mañana haces algo?— me preguntó mientras se levantaba de la cama y caminaba hacia la puerta de su cuarto.
— Tengo que cumplir castigo— reímos al bajar las escaleras hasta llegar a la puerta principal.
— Me puedo pasar por tu casa después del castigo— abrió la puerta y dio un suspiro.
— Quizás el miércoles— jugué con los dedos de mis manos— Mañana voy a cenar con mis amigos.
— Genial— sonrió— Entonces el miércoles.
Sonreí embobada y caminé hasta el coche, con los ojos del moreno siguiendo mis pasos. Cuando me subí al Kia, vi a lo lejos la silueta de Aiden saludarme con sus manos e imité su acción.
• • •
Bajé las escaleras de casa corriendo. Como siempre, me había quedado dormida y si no me daba prisa llegaríamos tarde a clase. Brandon estaba desayunando un par de tostadas junto a Emily en la isla central de la cocina, mientras observaban mis pasos acelerados para prepararme un bol de cereales.
— Frena un poco terremoto— rió Emily.
— No estoy para bromas Em— dije mientras echaba los cereales en el cuenco— Me quedé dormida.
— Nos hemos dado cuenta— se burló y rodeé los ojos.
— Te espero en el coche— anunció mi mellizo mientras desaparecía por la puerta de la cocina, jugando con las llaves del vehículo.
Asentí y bebí la leche lo más rápido que pude.
— ¿Puedes recoger tú?— le pregunté a la rubia y esta asintió, sonreí en forma de agradecimiento a la mayor de los cinco hermanos y salí velozmente de allí.
Addison y Connor habían empezado a ir en el autobús del middle school, por lo que no tendríamos que acercarlos hasta su colegio, así que Brandon condujo directo hasta el instituto. El viaje fue silencioso, los dos disfrutábamos de la música de fondo con el paisaje mañanero.
En cuanto mi mellizo aparcó el coche en el parking susurré un Adiós y me adentré entre los pasillos con unos cuantos susurros a mis espaldas, los cuales decidí ignorar. Visualicé a Joshepine en las taquillas y aceleré mi paso. Suspiré y apoyé mi espalda contra los lockers.
— Hola— sonrió mientras sacaba un par de libros, para luego cerrar la puerta de su taquilla — Ya nos dijo Maggie que ayer tuviste compañía.
— Si, estuve con Aiden— sonreí coqueta.
— Bueno, ya sabes que si te rompe el corazón — la sirena sonó y comenzamos a andar en dirección a la clase artes escénicas— Yo misma me encargaré de romperle el coche.
Me limité a reír por la actitud de Jojo y entramos al auditorio, donde la señorita Young se encontraba sentada en las butacas leyendo algún apunte en su libreta. Eramos las primeras en llegar así que corrimos hacía el escenario y nos sentamos, dejando caer nuestras piernas por el bordillo.
— Buenos días Melody— dijimos al unisono.
— Buenos días niñas— sonrió, apartando su vista de los folios— Hoy algunos alumnos tienen excursión de Biología por lo que seremos menos en clase.
Jo y yo asentimos. Vimos como algún que otro alumno comenzaba a llegar a clase, sentándose a nuestros lados y así poder comenzar la clase. La profesora caminó de un lado al otro, pensativa, cuando la silueta de Aiden empezó a caminar por el auditorio cabizbajo, con sus prendas oscuras destacando cada músculo de su cuerpo. El ojiverde posó su mirada en mi y una sonrisa se dibujó en su rostro.
— Siento la tardanza señorita Young— se revolvió el pelo y se sentó en una butaca.
Melody nos mandó ensayar algunas escenas de la obra de fin de curso. Los ojos de Aiden estuvieron clavados en mí durante cada escena, algo que hizo que mi nerviosismo aumentase causando un colapso en mi subconsciente, olvidándome de algunas palabras.
• • •
La sirena volvió a sonar anunciando el fin de la mañana. Maggie y yo salimos del aula de matemáticas, hartas de no entender el nuevo temario. Fue entonces cuando vimos a aquel imbecil salir de la enfermería, nuestras miradas se juntaron por un par de segundos y corrimos en su dirección.
— Al final no te has librado— la rubia le dio una palmada en la espalda— Has tenido de tu merecido Angus.
— Cállate— dijo mientras sostenía una bolsa de hielo sobre su ojo, el cual estaba hinchado y morado— Ha sido tu maldito hermano, está loco.
— ¿Estas seguro de que él es el loco?— solté recordando las asquerosas palabras que este me había dedicado en la última clase de educación física— ¿Sabes? No soy de combatir la violencia con más violencia— reí irónicamente— Pero te lo mereces, de hecho creo que no te pegó lo suficiente. Debería decirle que te retoque un poco más esos pómulos.
Angus gruñó y desapareció de nuestra vista. La rubia colocó su brazo por mis hombros, supongo que orgullosa por lo que le acababa de decir y anduvimos hasta el comedor. Allí visualizamos a Jojo y Hunter con nuestra comida sentados en la mesa, pero no en la de siempre. Mags y yo caminamos con rapidez entre los adolescentes.
— ¿Qué hacen allí?
— No lo sé— me susurró.Una vez allí, las dos forzamos una sonrisa y esta se sentó al lado del moreno y yo al lado de Jo— ¿Por qué estamos aquí?
— Brandon nos invitó— dijo Hunter mientras le daba un mordisco a su sándwich.
Maggie negó con la cabeza, pero ninguna de las dos dijo nada. Notaba la mirada de algún que otro adolescente, algo que me incomodaba. Comencé a comer en silencio, mientras mis amigos hablaban con el grupo de algún tema sin sentido. Me alegraba por ellos, al final de todo es lo que siempre han querido, encajar, pero por más que quisiese yo solo quería volver a nuestra mesa de siempre con mis amigos de siempre.
— Ya vimos que le diste una paliza a Angus— Maggie se dirigió a mi hermano — Felicitaciones— todos allí rieron, menos yo quien seguía consumida por su subconsciente.
Una voz hizo que mis pensamientos desapareciesen, dejándome ver aquella cabellera negra. La chica se sentó entre Finn y Aiden, dándole un mordisco al sándwich del ojiverde, algo que hizo enfadarlo.
— Vete de aquí Daisy— espetó mi hermano, quien estaba sentado en frente de mi.
— ¿Que pasa?— se hizo la ofendida— ¿Ya no disfrutáis de mi presencia?
— La verdad es que nunca lo hicimos— bufó Zane y esta hizo oídos sordos.
Mis amigos y yo estábamos expectantes, no teníamos ni la menor idea de lo que estaba ocurriendo. Daisy posó su mirada durante un par de segundos en mi, para luego rodear su brazo por el cuerpo de Bradley, provocando un cosquilleo por toda mi piel. ¿Qué estaba haciendo?
— ¿Hoy estas libre?— rió falsamente.
— Para ti, ni hoy ni nunca— le apartó el brazo, causando que la pelinegra uniese sus cejas frustrada.
— Oh, ¿Es que ahora tienes novia Bradley? — sonrió con malicia hacia mi dirección— No será esa tal Miller.
Los ojos verdosos de Aiden se posaron en mi, sentía como si aquel chico tratase de decirme algo, algo que no conseguía descifrar. Quería que lo dijera, que gritase un sí rotundo, que dejara claro todo lo que me dice siempre en privado. Este volvió su mirada a la insoportable chica, sentía que nadie allí la aguantaba.
— Somos amigos, ahora— bufó— déjanos en paz.
La mirada de mis amigos se clavaron en mi rápidamente, en cuanto aquella palabra salió de la boca de castaño. Noté la mano de Jojo acariciar mi muslo, como si tratase de calmarle, pero ahora mismo lo que necesitaba era aire. Sentía que mi corazón se encogía con velocidad, ¿era simplemente un juego como me dijeron mis amigos?
— Necesito tomar el aire— susurré y salí corriendo de allí.
Caminé por los pasillos del instituto hasta llegar a la puerta principal, la abrí y caminé por el parking, dejando que la lluvia cayese por todo mi cuerpo. No sabía como actuar, ni que sentir y ni siquiera que decir. Me sentía como una niña pequeña, la cual solo llora cuando no le dan el juguete que pidió por su cumpleaños.
— ¡Charlie!— escuché su grave voz y giré sobre mis talones, para unir nuestras miradas.
— ¿Qué somos?— grité harta. El lugar se empieza a llenar de gente, la cual clava su mirada en nosotros y en lo que está ocurriendo — ¿Amigos?— sollocé— Porque no me estuviste demostrando que esto fuese solo una amistad.
Las lagrimas de Aiden se camuflaban con las gotas de agua. Sentía como en mi estomago aquellas mariposas que sentía anoche desaparecían y se convertían en puro veneno.
¿Es que era yo la única que sentía aquella química entre los dos?
— ¡No sé que quieres que seamos!— apretó sus puños y fue acortando nuestra distancia.
— ¡Dímelo tú Aiden!
— ¡No!— cerró sus ojos— ¡Dímelo tú! — nuestros cuerpos estaban a tan poca distancia que podía oler aquel perfume que tanto me gustaba— ¿Qué cojones somos tú y yo? Porque siento que no podemos ser amigos.
Mi corazón dio un giro, mientras las lagrimas corrían por mis mejillas. Aiden se acercó poco a poco hasta donde yo estaba, para arroparme con sus brazos, mientras la lluvia seguía cayendo por nuestros cuerpos.
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