◌ ׂ ۪ ᥆ᥴһ᥆ ˳ ׂ
—Volviste a dejar la ventana abierta, bobo.
Beomgyu soltó un fuerte grito de frustración que sonaba amortiguado gracias a la almohada. No era porque Yeonjun le estaba despertando temprano un domingo, sino porque Siyeon llevaba toda la semana dándoles muchas horas de clase para compensar los dos días que no pudo darles por la mañana. Ya estaba cansado de tantas matemáticas, análisis sintáctico de oraciones y de aprender palabras en inglés que ni sabía pronunciar. Y para colmo olvidó informarle a Taehyun que no podía ir al muelle, aunque lo dejó pasar pensando que ya lo verá cuando pueda.
—Me duele el cerebrooooo —se quejó mientras pataleaba.
—Gyu, hoy no hay clase.
El rubio alzó la cabeza algo extrañado—. ¿Entonces?
—Noona dijo que debíamos ayudar a recoger el aula —informó el mayor mientras abría el armario de Beomgyu para sacarle cualquier prenda.
Y así, este empezó a cambiarse sin ganas, importándole poco que su amigo siguiera ahí. Él y Yeonjun llevaban tantos años siendo amigos que habían desarrollado ese tipo de confianza, eran casi como hermanos.
—¿Cómo está Yubin? —preguntó una vez terminó de vestirse. La pequeña había enfermado hace 2 días, y fue fácil enterarse pues no venía junto a Yeonjun para despertarlo.
Aunque la familia Lee no salió muy afectada de todo lo ocurrido, eso no significaba que los miembros de estas estuvieran completamente ilesos. Si bien la mamá de Yeonjun no sufrió tanto como otros adultos, parte de su abdomen quedó en mal estado justo cuando estaba embarazada de Yubin, y como consecuencia el feto tuvo algunas complicaciones. Aún así, la pequeña logró nacer sana y salva, pero todo con la preocupante consecuencia de tener un cuerpito débil, siendo propensa a enfermar constantemente o incluso a estar cansada sin razón.
Aunque su salud estaba siendo cuidadosamente controlada, nunca faltaba la preocupación del resto. Después de todo es la única niña pequeña que quedaba en el pueblo, y verla corretear por ahí daba una sensación refrescante a todos esos adultos que lamentaban la ausencia de niñitos juguetones pasándoselo bien por el pueblo.
—Parece que hoy está mejor. Calculo que en unos 2 o 3 días volverá a acompañarme para molestarte.
—Ella no molesta, tú sí —bromeó divertido.
—¿Que molesto dices? —Yeonjun alzó una ceja recordando esos momentitos donde Beomgyu era muy cariñoso con él—. Luego te pones todo sentimental y me dices lo mucho que me quieres —recordó haciendo un puchero.
—No podría vivir sin ti~
—¡Ahí vas de nuevo!
—Jeje~
Salieron del hogar de Beomgyu entre risas, y fueron a paso lento hacia el colegio, pausando varias veces para saludar a cualquier persona que se cruzaban, o incluso para entretenerse con algunas burbujitas. Todo con tal de mantenerse algo distraídos en el trayecto y retrasar lo más que puedan la llegada al colegio.
Ninguno de los dos lo diría en voz alta, pero la verdad era que no querían ir a recoger. No por ser malos niños queriendo desobedecer, sino por las consecuencias emocionales que eso convendría.
Son completamente conscientes de que van a sentirse muy nostálgicos, y ese sentimiento empezó cuando, nada más entrar al aula, vieron a Yuna mirando atentamente el marco de foto que tenía en las manos.
Llevaban cursando en ese salón desde los 6 y 7 años, época donde cada asiento estaba ocupado por otros niños quienes desgraciadamente fallecieron a muy temprana edad.
Para mantener y respetar el recuerdo de cada uno de ellos, sus respectivos pupitres contaban con una foto enmarcada, exceptuando la de Yeonjun, Beomgyu y Yuna, que tuvieron la suerte o desgracia de seguir vivos.
Recoger implicaba, no solo despedir finalmente a sus ex compañeros al quitar las fotografías, sino que le dirían adiós a todos esos los lindos momentos que pasaron allí, ya sea antes o después de la gran tragedia.
Yeonjun se acercó al pupitre donde solía hacer traviesos dibujitos o escribir tonterías para su viejo amigo. Sonrió nostálgico al ver que el "Me debes un snack, darling" seguía escrito después de tanto tiempo. Luego tomó el marco de fotos para admirar al tierno niño que se mostraba en la imagen. Jung Wooyoung, nunca podría olvidarlo, era su mejor amigo antes de conocer a Beomgyu.
Mientras Yeonjun comenzaba a apilar los marcos, el rubio caminó hacia Yuna y posó la mano en su hombro para brindarle apoyo emocional. Notó que la chica tenía 2 fotos en la mesa, además de la que sostenía en sus manos. Beomgyu miró con ternura a las pequeñas y sonrientes niñas de las imágenes para luego leer los nombres escritos en los marcos: Hwang Yeji y Lee Chaeryeong, y la que tenía en la mano era de Choi Jisoo. Beomgyu nunca llegó a conocerlas, pero sí sabía que Yuna las quería muchísimo.
—¿Y si dejamos las fotos en el campo de caracolas? —preguntó Beomgyu para intentar animar el ambiente. El lugar nombrado lo usaban como un cementerio, aunque no había nadie enterrado porque jamás lograron recuperar los cuerpos. Es una especie de lugar sagrado creado por el pueblo marino donde ponían una caracola por cada fallecido para respetar las almas de los que perecieron y no tener carga de conciencia por no haber podido darles un funeral digno.
—Es una buena idea, hagámoslo —respondió Yeonjun con una sonrisa, quería ser positivo a pesar de la situación, y contagiando un poco a la chica, ella asintió.
Después de eso, los 3 comenzaron a guardar las fotografías con cuidado en unas cajas que les habían dejado. Y aunque Beomgyu también quería mantenerse positivo, cuándo llegó al pupitre de ese niño al que conocía perfectamente, sus ojos empezaron a picar.
Lee Heeseung fue y es una de las personas más importantes para él. Gracias a él es que Beomgyu tiene más confianza a la hora de establecer una conversación. Antes era un pequeñin adorable que se escondía de todos por la timidez, pero Heeseung le hizo ser más sociable y siempre estuvo ahí para animarlo y ayudarlo.
Por suerte, Heeseung había sobrevivido al suceso que acabó con más de la mitad del pueblo, pero resultó que no tuvo tanta suerte después de todo, porque salió tan perjudicado que a las pocas semanas falleció.
Tristemente comprendían el significado de la muerte desde muy pequeños, y aún sabiendo que tenía los días contados, Heeseung siempre sonreía y sacaba tiempo para pasar sus últimos alientos de vida con él, algo que conmovió a Beomgyu a la vez que se le hacía devastador. Con solo recordarlo, no podía evitar llorar.
Yeonjun usó su mano para tapar la foto de Heeseung sabiendo que era un tema muy sensible para el menor. No quería que se auto mortificara recordando todo—. Gyu, hagamos una pausa por ahora. Vamos a dejar los que ya tenemos y luego volvemos, ¿vale?
—...Vale —murmuró mientras se limpiaba las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos.
—Yuna, ¿te vienes?
La chica negó—. No, creo que necesito un momento a solas.
—Entiendo. Si necesitas algo estaremos en el campo de caracolas —dijo Yeonjun con amabilidad para luego salir del aula con dos de las cajas, siendo seguido por Beomgyu, quien solo llevaba una por la poca fuerza que tenía en los brazos.
En el camino, Yeonjun hizo lo posible por seguir con el buen ánimo que tenían por la mañana, cosa que logró. Conocía bien a Beomgyu y sabía como hacerle sonreír. Bastaba con unas simples bromas para que volviera a ser el Beomgyu alegre y divertido de siempre.
Y así llegaron al campo, dónde pusieron las fotos al lado de varias caracolas. Si el pueblo decidió poner estas en vez solamente imágenes es por una vieja leyenda sobre que las caracolas se usaban para escuchar a la gente del mundo de los muertos. Los menores no creían en eso, pero era un tema al que le tenían bastante respeto.
Al terminar vieron como varios peces se acercaban a los marcos con curiosidad. Se les hacía lindo que ese lugar fuera el que más vida marina tenía aún si este existe gracias a algo tan deprimente como la muerte. Hacía que el campo no fuera como el típico cementerio tétrico que daba mucho miedo.
—Creo que el señor Bang tenía el puesto de algodón de azúcar abierto, ¿te apetece? Yo invito —propuso Yeonjun.
—Si me lo pides así no puedo negarme —respondió emocionado para luego tomarle de la mano y empezar a caminar.
Como el lugar mencionado estaba cerca, llegaron en menos de 5 minutos. A decir verdad todo el pueblo marino era bastante pequeño, por lo que se puede llegar a cualquier sitio en muy poco tiempo. Antes era más grande y necesitaban ayuda de delfines para moverse rápidamente, pero debido la ausencia y escasez de ciudadanos muchas casas se habían destruido por las corrientes marinas y la falta de mantenimiento.
—Toma, te espero en el parque —dijo Yeonjun entregándole el dinero al menor. Él ya se había pedido su algodón de azúcar sabor piña, pero Beomgyu aún estaba indeciso.
Se sentó en uno de los columpios mientras observaba cómo Beomgyu discutía pacíficamente con el señor Bang para que le pusiera 3 sabores distintos. Al final llegó con uno de 2 sabores y se sentó en el columpio desocupado.
—¿Se podría considerar una victoria? No conseguí los 3, pero 2 está bastante bien.
Yeonjun rió—. Parecías un niño pequeño haciendo un berrinche con el señor Bang. El pobre me estaba pidiendo ayuda con la mirada.
—¡No es mi culpa que de la nada dejara de añadir 3 sabores si sabe que siempre le pedía de esos! —se quejó haciendo un puchero.
Mientras ellos hablaban y comían sus algodones de azúcar, Taehyun estaba teniendo un debate consigo mismo.
Había llegado sin problema al acuario subterráneo, y desde ahí podía ver casi todo el pueblo marino. Estaba fascinado por las vistas; las casitas eran completamente blancas y tenían varias enredaderas de algas creciendo por las paredes; todo estaba lleno de sal, parecía nieve; los pocos peces que vió nadaban tranquilamente por todos lados; el reflejo del sol a través del agua iluminaba todo sin ser una luz tan molesta para los ojos como lo era en la superficie, y el movimiento del agua hacía parecer como si el lugar tuviera vida propia.
Era una imagen muy linda, aunque se le hacía un sitio muy solitario por la ausencia de personas, a simple vista puede parecer un pueblo fantasma bien cuidado. La única persona que veía era el señor del puesto de algodón, pero luego se percató de los menores en el columpio y ahí fue cuando empezó su lucha interna.
Beomgyu estaba justo ahí, a unos pocos metros de él, pero se veía muy distraído hablando con ese peliazul que no conoce. No sabía si debería tocar el cristal para llamar su atención o no. Tampoco quería interrumpirlos.
Luego de pensarlo mucho, decidió volver a la superficie y abandonar la idea de hablar con el rubio, pero se golpeó mentalmente antes de empezar a moverse. No, Taehyun, debes hacerlo, se dijo en un desesperado intento por cambiar ese hábito suyo de abandonar todo.
Luego de voltear hacia el cristal con la intención de llamar la atención de Beomgyu, vió como el chico peliazul estaba justo ahí, mirándolo atentamente. El contenedor de basura se encontraba al lado del cristal y Yeonjun debía tirar el palo del algodón, por lo que ese incómodo encuentro era inevitable.
—¡Waaah! —gritó Taehyun del susto.
Yeonjun frunció el ceño algo sorprendido por ver a alguien ahí. Nadie de la superficie pasaba por ese acuario desde hace años—. ¿Quién eres?
—¿Tae? —preguntó Beomgyu aún desde el columpio. Se había percatado de su presencia al escuchar el grito, por eso se levantó, corrió hacia el cristal—. ¡Taehyun! —exclamó feliz de verlo.
Yeonjun miró al rubio con notoria confusión en su rostro—. ¿Cómo lo conoces?
—Te explico luego —respondió breve, y cuando iba a saludar correctamente a Taehyun, lo notó algo avergonzado y pensó que tal vez la presencia de Yeonjun le ponía tímido—. Mmm, hyung, ¿puedes ir yendo a la escuela? En un rato voy.
Yeonjun miró al chico del otro lado del cristal para luego posar sus ojos en Beomgyu, quien le estaba suplicando que se fuera con la mirada, haciéndolo suspirar rendido—. Vale, pero más te vale que luego me cuentes sobre eso —dijo señalando a Taehyun.
Cuando Beomgyu asintió, el peliazul se marchó obedientemente. No sin antes comprarle algodón de azúcar a Yuna, ella también tenía derecho a disfrutar de algo dulce.
—¡Taehyun, olvidé decirte que estos días estaría algo ocupado! —exclamó nada más Yeonjun desapareció de su vista—. Aah… soy un desastre, me había emocionado tanto que pasé por alto esos detalles —intentó aclarar lo más rápido posible, no quería que el menor pensara que se olvidó de él.
Ignorando las palabras de Beomgyu, los ojos de Taehyun se iluminaron. El lindo paisaje con Beomgyu en él causaba un gran contraste entre el azul predominante del mar y el llamativo cabello rubio del mayor, que al estar debajo del agua lucía adorablemente rizado. Tan lindo que su timidez desapareció por completo, dejando en su lugar la curiosidad y admiración, ya no solo por confirmar la existencia de ese lugar, sino por lo precioso que era tanto el pueblo como Beomgyu. O más bien la gente marina en general, porque el chico peliazul también se le hacía muy guapo.
—¿Cómo pueden respirar bajo el agua? —cuestionó con curiosidad.
Ahí los ojitos de Beomgyu también se iluminaron. Que alguien de la superficie quiera saber esas cosas le emocionaba—. ¡Con la piel! Absorbemos el agua, nos quedamos con el oxígeno y la expulsamos —respondió recordando las clases de Siyeon.
—¿Y cómo tienes el brazo?
Beomgyu se remangó dejando ver la piel sin imperfección donde antes estaban las marcas rojas—. ¡Está como nuevo!
—¿La pomada funcionó con... eso? —Taehyun señaló a la cintura de Beomgyu para que el rubio entendiera, cosa que funcionó pues se había avergonzado y tapó la zona con las manos a pesar de que no se veía por la ropa.
—¡¡K-Kang T-Taehyun!! Gastaste el límite de p-preguntas por hoy. Si quieres saber más espera a mañana —respondió intentando sonar enfadado, pero había sonado tan suave que logró el efecto contrario.
—Por eso te estaba buscando, quería avisarte que hoy me voy —al ver la confusión en la cara de Beomgyu, siguió hablando—. No vivo en Udo, solo vinimos por una semana… —admitió triste.
Beomgyu apoyó las manitas en el cristal—. ¿Qué? ¡Noooooooo! ¡¡Si lo hubiera sabido habría intentado verte más seguido!! —exclamó bien alarmado y arrepentido de no haber hecho nada.
—Hey, tranquilo, el próximo año volveré y me quedaré por más tiempo, ¿serías capaz de esperar? —preguntó con un tono de voz bastante serio pero amable. Eso le transmitió mucha confianza a Beomgyu.
—¡Por supuesto! Total, no es como si me pudiera ir —rió.
—¡Genial! ¿Te parece si cuándo nos veamos de nuevo tu me hablas sobre el mar y yo te hablo sobre la superficie?
—¡Valee, así ambos ganamos algo! ¿Sabes cuándo volverás más o menos?
Taehyun asintió—. El primer día de verano, vendré aquí directamente, así que estate atento —sonrió.
Beomgyu pareció pensar un poco, y luego alzó el dedo meñique—. Pinky promise.
Solo por eso, Taehyun no pudo evitar pensar que Beomgyu es igual de infantil que Soobin y Ryujin. La diferencia era que el rubio físicamente sí se veía como un niño. A pesar de tener 14 años parecía que la pubertad no le causaba efecto alguno, su carita estaba tan perfecta y lucía suave como la de un bebé, además que de estatura era unos centímetros más bajito que él. Taehyun pensó que podría llegar a verlo como el hermanito que siempre quiso tener. Aunque fuera mayor por un año, Taehyun era incapaz de verlo como un hyung.
También levantó el meñique intentando no sonreír por sus pensamientos—. Pinky promise —soltó, y los dos pegaron la yema de sus dedos en el cristal.
Cuando ambas partes sentían curiosidad por el otro, no había timidez que estorbara, solo un molesto cristal y todo un mar que no les permitían unir sus meñiques en una inocente promesa, pero igualmente se conformaron con eso.
—Me pondré muy triste si no vuelves —avisó el mayor apenado.
—Volveré, no te preocupes. Hay un pequeño rubiecito que me estará esperando, y eso es más que motivador.
—¡¡...No soy pequeño, solo que aún no di el estirón!!
—No crezcas~, estás lindo así —bromeó.
—Oh, diablos, ¿por qué todos me quieren bajito? —se quejó con un puchero, a lo que Taehyun no pudo evitar reír.
Ahí Beomgyu notó que la sonrisa de Taehyun es muy linda y contagiosa. Aunque ese día casi se deprime, agradece mentalmente a Yeonjun por animarlo y a Taehyun por aparecer sorpresivamente y haber sido muy lindo con él. Esperaría pacientemente al próximo año, deseando poder conocer mejor al menor.
° ✽ ·
• ✦ ·
. ·
. ∗ .
• ✦
Estando en el ferry de regreso a la estación marítima de Jeju, la madre de Taehyun aprovechó cuándo su marido fue al baño para preguntar: —¿Qué tal te fue la mañana?
—Logré ver al chico del mar y hablamos durante un rato. Luego fui a la playa con los Jung. Entre Ryujin y yo enterramos a Soobin en la arena y le hicimos cola de sirena —respondió bastante divertido al recordarlo.
—Me alegra que te lo hayas pasado bien —sonrió—. Oh, por cierto, si vas a contarle todo a Hueningkai recuerda no mencionar nada del pueblo marino. Háblale del chico como si fuera alguien de la superficie, ¿vale?
—Lo haré. El señor Jung también me dijo lo mismo.
Jungkook volvió del baño, y al verlos tan animados, sintió curiosidad—. ¿De qué hablaban?
—De lo lindo que es mi Taehyunnie~ —respondió Sakura guiñandole un ojo a su hijo.
El viaje de vuelta a Seúl se le hizo mucho más agradable que la ida. Tal vez era porque su mente estaba ocupada planeando todo lo que haría la próxima vez que vuelva, por eso apenas pudo notar al molesto niño que las pataditas que estaba detrás de su asiento en el avión, y al señor de fuertes ronquidos que tenía a su lado.
No puede esperar a ver la carita de fascinación que pondrá Beomgyu cuando le empiece a contar cosas sobre la superficie. Con lo expresivo que es está seguro que pasar un día entero únicamente hablando sería bastante entretenido.
Perdón por la masacre 😭. La historia del pueblo marino es muy deprimente, pero tiene un contexto y a la vez unas consecuencias que son importantes para la trama.
Tal vez se hagan una idea de lo que ocurrió, pero créanme que hay más de lo que parece.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro