Capítulo 43.
La tarde llegó, Sun Hee y Chung Hee estaban en el auto junto con Jimin y Jungkook. Venían hablando animadamente sobre lo que harían el fin de semana. Entre las opciones estaban: ir a América, quedarse en casa y compartir un lindo fin de semana o ir a sus cabañas cerca de la playa. Todavía estaban indecisos y para Jimin cualquiera de las tres estaba bien, mientras estuviera su alfa cerca.
—Yo sinceramente no quiero viajar varias horas en un avión, es una pérdida de tiempo. —dijo Jungkook mirando a sus padres, estaba con Jimin en los asientos traseros, acostado sobre la pancita de su omega en una posición medio incómoda, pero cómoda para el alfa. Jimin le acariciaba el cabello.
Sun Hee asintió y se volteó para verlos, su mirada cargada de ternura.
—Tienes razón. —concordó. —Entonces... ¿a la playa? —preguntó viendo a los dos chicos.
Jungkook miró a su omega, alzó su mano para llevarla a la boca del pelirubio y delineó con su pulgar el labio inferior de éste. Jimin se sonrojó y sonrió.
—¿Te gustaría ir a la playa? —preguntó con una sonrisa. Jimin asintió. —Bien, podemos ir a la playa.
Los padres estuvieron de acuerdo. Unos momentos más tarde entre pláticas constructivas y divertidas, llegaron a la mansión. Bajaron del auto y Jungkook cargó a Jimin, haciéndolo subirse en su espalda. El omega se sonrojó y abrazó el cuello del pelinegro, besando su mejilla en el proceso, el alfa interior de Jeon se removió de amor y felicidad.
Sun Hee y Chung Hee los vieron con ternura. Entonces la omega miró a su alfa y sonrió. El mayor rodó los ojos divertido y se agachó un poco para que su esposa pudiera subirse en su espalda y cargarla. La mujer dio un pequeño brinco y abrazó a su esposo de la misma forma como Jungkook llevaba a Jimin unos momentos atrás.
—Te amo. —dijo Sun Hee. Chung Hee sonrió y le dijo lo mismo.
Dentro de la mansión, el hermano de Jungkook miraba con emoción a la pareja. Jung Hyun estaba a punto de gritar cuan bonitos se veían y que jungkook era un idiota por no marcar a Jimin todavía. El alfa lo miró mal unos segundos pero después volvió a sonreír.
—Alfa...—dijo Jimin en el oído del mayor cuando pasaron por la cocina.
—Dime. —dijo dando el primer paso en la escalera, tenían que hacer maletas si querían ir a la playa mañana.
—Quiero pizza...—dijo con vergüenza. El alfa sonrió. Le encantaba que el omega estuviera abriéndose más con él.
—Toda la que quieras. —sonrió el alfa. —Voy a dejarte al cuarto y la pido. —Jimin asintió.
Llegaron en un santiamén. Jungkook dejó que Jimin se acostara en la cama, se dio la vuelta y se lanzó sobre él para poder besarlo. El menor gimió de la sorpresa pero sonrió y abrazó a su hombre.
Varios besos fueron dejados sobre sus labios. El omega del ojimiel se removía de felicidad. Amaba a Jungkook, amaba a su alfa.
—Bien, quédate aquí. Ya casi vengo. —sonrió el alfa y dejó otro beso sobre sus labios, haciendo que sonara un chazquido al separarse.
Jungkook salió de la habitación y vio a su hermano, excepto a Ji Hyun, entrar en su habitación. Caminó hacia el y entró antes de que cerrara la puerta. Su hermano lo miro pero no dijo nada.
—Tengo que decirte algo. —dijo Jungkook.
—¿Por qué murmuras? —preguntó Jung Hyun.
—Porque es secreto, duh. —rodó los ojos. —Es sobre Jimin.
El chico le puso total atención. Jungkook se veía ansioso, además el podía percibir el olor a nervios del mayor. No podía decir nada, al parecer las palabras se habían quedado estancadas en su boca.
—Jungkook, tranquilo. —lo relajó Jung Hyun. Pero el alfa no tomó su consejo. Respiró profundo. ¿Cómo decirle que el hombre al que amaba venía de las calles?
No era que lo menospreciaban, porque no era cierto. Jungkook lo amaba sobre todas las cosas y lo había aceptado. Pero... ¿qué hay sobre el resto de su familia? En algún momento tenían que darse cuenta. Y era mejor ir suavizando el camino que luego llevarse tremenda sorpresa.
—Mira, no puedes decir nada sobre esto, es confidencial por ahora. —murmuró con una mirada seria. El omega asintió.
—Sólo dilo.
—Jimin... verás. Él... el viene de un lugar malo...—murmuró Jungkook desviando la mirada. Joder, que difícil.
—¿Lugar feo? ¿Orfanato? ¿Cárcel? ¿Jaula? ¿Selva? —dijo el menor de los Jeon con una mirada de pánico, Jungkook mordió su labio inferior.
—Él... algo similar. —dijo con un susurro. Se acercó más a su hermano. —Jimin viene de las calles.
Y a el omegas se le cayó la mandíbula al suelo.
No dijo nada, estaba en shock. Es decir, ¿el mismo chico tierno que conocían? ¿Cómo había terminado en las calles? Con solo pensar en el pelirubio pasando frío y hambre se le encogía el corazón, ya que lucía a un pequeño bebé que había que cuidar, era un omega, y por naturaleza, necesitaba protección. Algo que sintió cuando conoció a Jungkook.
—Vaya...—al fin dijo Jung Hyun. —Esa no me la esperaba, pensé que... sería algo más impactante.... ¡pedazo de puto! ¡Me asustaste! —dijo mirándolo enojado.
—Incluso pensé que me dirías que viene de los peores criminales o algo. —se quejó su hermano.
Las cejas del alfa se levantaron en desconcierto.
—¿No te molesta? —dijo sin creerlo. —¿No te sorprende?
—Por supuesto que me sorprende. —dijo el omega.
—Pero, Jungkook, eres tan tonto. El amor proviene de la manera más inesperada, a ti te tocó conocer a Jimin porque así estaba destinado. No creo en las coincidencias, joder, ¿te haz dado cuenta de cuánto haz cambiado desde que él apareció? No importa de donde venga, si te hace bien pues sabes que tendrás nuestro apoyo, además, amo como se ven los dos juntos. —sonrió Jung Hyun.
Jungkook se sintió estúpido cuando quiso llorar.
—Estaré para ti siempre hermano. —sonrió el menor.
El alfa caminó hacia el y lo atrajo en un abrazo. Sonrió y lo apretó con fuerza. Amaba a ese chiflado. Ahora que había pasado por el, necesitaba decírselo a sus padres, lo que en serio le daba miedo, pues de ellos no sabía con exactitud la posible reacción, y la opinión de Ji Hyun se la pasaba por los gemelos con los que Jimin le gustaba jugar.
Se quedaron unos momentos en silencio. Luego se separaron.
—Bien... al menos te lo tomaste bien...—dijo el mayor.
Iba a seguir hablando, pero el sonido de gritos llegó a los tímpanos de los dos individuos. Se miraron alarmados, pues sabían muy bien de quien eran esos gritos. Eran de Chung Hee. Salieron con urgencia para ver qué sucedía afuera de la habitación.
El alfa del pelinegro se encendió en una mezcla de ira y preocupación al ver como su padre salía de la habitación que compartía con su hombre, sacando a Jimin violentamente entre jalones de cabello, las lágrimas salían sin control del omega mientras que veía al alfa que era su suegro. Trataba de aligerar la presión de su cabeza pero Chung Hee apretaba más fuerte y cabe decir que no tenía una mano muy delicada. El chico salió corriendo detrás de Jungkook para encontrarse con la escena, se cubrió la boca de miedo e impresión. Pocas veces eran las que su padre se ponía violento, casi nunca, pero cuando pasaba era porque algo le había molestado de verdad.
Los puños del alfa se cerraron solos por inercia, caminó hasta su padre con todas las intenciones de alejarlo de su omega, Jimin lloraba sin parar, tenía miedo, su suegro había entrado a la habitación echando fuego por los ojos, lo tomó con fuerza y comenzó a forcejear para que saliera, su instinto omega se retorcía del miedo para poder liberarse y correr a los brazos de su alfa.
—¿¡Qué mierdas haces!? —gritó Jungkook viendo con enojo a su padre.
—La pregunta es: ¿qué mierdas haces tú? ¡Trajiste a una rata de las alcantarillas a mi casa! —el apretón de su manos sobre el pelirubio se intensificó haciéndolo gemir de dolor.
—¿¡De qué mierdas hablas!? ¡Suéltalo maldita sea! ¡Lo lastimas!
Jungkook intentó tomar a su omega pero le fue imposible.
—Eres una maldita vergüenza Jungkook. Jamás pensé que pudieras caer tan bajo. ¡Un omega venido de la calle! ¿Qué eres? ¿Un alfa que va adoptando omegas por ahí, como si fueran perros que cuidar? —se burló, haciendo que el corazón del menor se encogiera de dolor.
No entendía, el alfa no entendía cómo su padre pudo haberse dado cuenta, cuando estuvo hablando bajito y con cuidado, además, no pudo ser su hermano porque precisamente ellos estaban juntos. ¿Pero entonces? Sí, el alfa fue notificado de una tercera presencia que estaba escuchando las palabras que decía. Ji Hyun había escuchado absolutamente todo.
No tardó en correr a decirles a sus padres lo que escuchó. Ambos al no ver rastro de mentira en las palabras de su hijo no duraron en subir hasta la planta alta. Chung Hee iba dejando el olor a alfa enojado por donde sea que pasara. Sun Hee venía detrás de él, pero se quedó de pie junto a sus hijos dejando que su esposo actuara.
Ya decía ella que había algo raro enJimin, pero no, ellos no podían permitirse semejante desastre. Nunca negaríanque amaban la pareja que hacían, pero no, no permitirían tener a un hombre sinnada que ofrecer como futuro heredero de la empresa Jeon Army, no podíanarriesgarse, si la prensa se llegaba a enterar sería el fin de la reputación delos Jeon.
Y no iban a permitir eso.
Los puños de Jungkook estaban volviéndose blancos.
—Suelta a mi omega ahora mismo. —gruñó con enojo. —No quiero llegar a hacer algo que después me arrepienta.
Chung Hee sonrió arrogante. Lanzó una patada a la pierna de Jimin, haciendo que gritara mientras que por inercia cayera arrodillado, el alfa mayor miró a su hijo retador y apretó más los cabellos del omega.
—Es un asco, peor que ratas. Sabía que algo andaba mal, tu madre tenía razón. Quiero que te deshagas de esta cosa. —dijo dándole una patada en la espalda al pelirubio haciendo que cayera en los pies del pelinegro.
Eso fue el colmo para Jungkook, se lanzó a su padre sin pensarlo dos veces, el menor de los Jeon corrió a tomar a Jimin mientras que una pelea de alfas se desataba ante sus ojos, los gruñidos de ambos hombres hacían temblar a quien fuera, era como escuchar dos bestias luchando.
A pesar de que Chung Hee mantenía preso a su hijo contra el suelo, Jungkook a veces lograba darle uno que otro puñetazo. Sun Hee miró con enojo como su hijo ayudaba al omega. Trató de alcanzarlo pero el chico ya había cerrado la puerta con seguro en su cara.
—¡Abran! —ordenó con voz alta. —¡Saca a esa basura de ahí! —dijo golpeando la puerta.
El sonido de los únicos varones ahí, más los golpes en la puerta y los gritos de Sun Hee diciendo cosas ofensivas hacia el omega, fue la detonación para Jimin. Su cuerpo estaba temblando de miedo mientras que Jung Hyun lo abrazaba. Jimin soltaba los gemidos que sólo los omegas hacen cuando están en una situación de máximo temor, llamaba a su alfa a través de sus sollozos. Jungkook escuchaba perfectamente el llamado de su pareja pero ahora tenía un alfa fuerte golpeándolo una y otra vez sobre su rostro.
No tenía idea de cómo había terminado golpeando a su padre, pero algo le decía que no iba a acabar pronto.
♦♦♦
Ho Seok estaba con su teléfono, su cuerpo cubierto con una pantaloneta mientras que le tomaba fotos a su novio desprevenido, ya que Tae Hyung estaba haciendo un castillo de arena. La foto de su hermoso marido de espaldas le daba cosquillas, salía perfecto bajo los rayos del sol, su perfecta espalda relucía haciéndole la boca agua al alfa, el mar y los pies desnudos del omega se veían en la captura.
Hace dos días habían llegado a Hawái. Ya había recorrido una parte de la isla, pero hoy el omega sólo quiso salir a tomar sol en la playa, y si eso quería, Ho Seok claramente se lo complacería.
Decidió subir la foto a alguna de sus redes sociales. Se dio el gusto de ver a su omega divertirse y suspiró. Se colocó los lentes de sol y se recostó en la silla. Su cuerpo se bronceaba un poco al sentir como el sol le quemaba la piel.
La playa estaba llena de personas. El alfa mantenía sus ojos cerrados por debajo de los lentes. Estaba más enfocado en sus pensamientos que en cuando sintió a alguien caer sobre su entrepierna. Reaccionó del susto y miró al responsable. El olor suave llegó a sus fosas nasales y se quitó los anteojos oscuros. Sus ojos vieron al chico que estaba con una pelota de voleibol en las manos mientras que sus nalgas, las cuales delataban que estaba bien ejercitado, descansaban en las piernas kilométricas del alfa.
—Lo siento... no te vi. —dijo el chico que había identificado como un omega. —Oh... eres lindo. —sonrió.
Ho Seok lo miró un poco extrañado. Era incómodo que un omega que no fuera Tae Hyung estuviera sentado muy cómodamente en su cuerpo. Un gruñido salió de sus labios cuando el chico colocó la pelota sobre su abdomen marcado y se recostó en ésta para tener una mejor vista del rostro del alfa.
—¿Eres de por aquí? —cuestionó con una sonrisa pícara. Instintivamente, el alfa miró a su omega, pero Tae Hyung continuaba armando el castillo de arena.
—No. —fue lo único que dijo, no hallaba la manera de decirle al omega que se apartara sin ser grosero cuando más bien el omega agarraba más confianzas con él, su marido podía verlo y castrarlo.
—¿Y qué anda haciendo un alfa solo? —dijo con sus ojos viajando por el pecho de Ho Seok.
—Vacaciones. —contestó cortante. El chico se removió con diversión, síp, estaba sintiendo un pene en sus nalgas y eso le gustaba. —Y no vengo solo.
—¿Entonces tienes a una omega? Espero no haber tomado mucha confianza tuya. —sonrió.
Los ojos de Ho Seok rodaron nuevamente hasta donde estaba el platinado. El chico siguió la mirada para encontrarse con una figura casi femenina, era muy delicado.
Ho Seok posó sus manos sobre la cintura del omega para poder sacárselo de encima en el momento que vio como su omega se ponía de pie satisfecho con su castillo, sabía que venía hacia él. El otro omega aprovechó eso y se lanzó al alfa rodeándole el cuello y uniendo sus labios. Dejó un largo beso en el alfa que no había quitado las manos de la cintura del omega.
Ho Seok se separó y miró hacia donde estaba su amado, sólo para encontrarse con la mirada de decepción y enojo de Tae Hyung, que botó la cubeta y la pala que traía sobre su castillo, destruyéndolo por completo antes de caminar en dirección opuesta de su alfa camino a la habitación del hotel.
Jung lo miró irse enojado, se removió tratando de alejarse del otro omega pero el chico agregó más peso para no dejarlo ir.
—Era feo de todos modos. —eso hizo que la sangre del alfa hirviera.
Unos segundos más tardes un omega estaba tirado en la arena, con la pelota de voleibol desinflada a su lado mirando con incredulidad al alfa que lo había botado en dos segundos. Ho Seok pateó algo de arena ocasionando que entrara en los ojos del omega y salió de ahí echando humo.
La había cagado, sabía que Tae Hyung estaba enojado y eso quería decir que tendrían una gran pelea.
♦♦♦
Min Ho estaba en su departamento, haciendo su maleta. Lo había decidido, se alejaría de Jin, se iría para Busan a comenzar su nueva vida, buscaría un trabajo y se ganaría la vida para poder mantener a su hijo.
El hijo de Jin y de él.
Era imposible ver como su barriguita había crecido en casi dos meses. Todavía no sentía movimientos o malestares, ni siquiera antojos. Sólo sabía que estaba creando a un pequeñito ser dentro de él y eso lo hacía feliz.
Claro que había muchos factores que intervenían en su salud psicológica. Su vida no había sido más que jodida en todo el aspecto de la palabra. Primero por ser un omega varón, segundo por tener trabajos de mierda que apenas le alcanzaban para vivir, tercero haberse enamorado de un alfa cruel, cuarto quedar embarazado de ese alfa y quinto dejar a ese alfa que amaba para siempre.
Y si alguien pudiera entenderlo, al menos no se sentiría tan solo.
Ya tenía casi todo empacado, tampoco es como si tuviera muchas cosas a decir verdad. Su ropa, sus cosas personales y sus artefactos electrónicos que ya casi no servían. Su plan era encontrar un departamento en Busan donde pudiera acomodarse y empezar a buscar un trabajo en lo que sea, ayudándose con el dinero que Kim le había dado para satisfacer sus necesidades, al menos gastaría su parte, porque la de su hijo no la tocaría por nada del mundo. Sabía que iba a llegar a necesitarla.
Eran ya las ocho, suspiró cuando dobló la camisa y la puso en la maleta. Se iría en dos días. Llegó al sofá y puso la televisión para poder distraerse un buen rato, no quería que su mente lo torturara ahora, no quería pensar en nada que no fuera su nuevo comienzo.
Lo hacía por el bien de ambos.
Luego de una media hora viendo caricaturas, el timbre de su hogar sonó. Frunció el ceño antes de ponerse de pie y caminar hasta la puerta. En el momento en la que la abrió, sus ojos se encontraron con la figura del alfa que amaba. Suspiró con cansancio y bajó la mirada mientras que intentaba cerrar la puerta de nuevo, pero el castaño se lo impidió posando una mano en ésta.
—Quiero hablar contigo. —dijo Jin. Aunque no lo quisiera, el omega se removió de los nervios.
—Y-Yo no tengo nada que hablar contigo. —susurró mirando el suelo.
—Sí, tenemos que hablar.
Min Ho no quería pelear, dejó la puerta abierta para que Jin entrara, quien no dudó mucho en hacerlo. Se fue de vuelta al sofá y se sentó. Si ese alfa pensaba que venía a seguir lavándole el cerebro para luego terminar enrollados en la cama entonces estaba muy equivocado.
Jin miró que todo estaba medio vacío y unas cuantas maletas en el suelo.
—¿Qué significa esto? —preguntó con voz dura.
Min Ho se encogió de hombros.
—Significa lo que tenga que significar. —dijo tratando de enfocar su atención en el televisor.
—No puedes irte. —dijo el alfa mirándolo.
—Sí puedo y lo haré. Dejaré de pensar en ti y comenzaré a pensar en mí. —dijo con la voz calmada.
—No puedes llevarte a nuestro bebé lejos. —volvió a decir.
—Jin, en serio no quiero comenzar a discutir. —Min Ho sentía que en cualquier momento comenzaría a llorar.
—Entonces no hagas cosas estúpidas. No te vas a ir a ningún lado.
El omega lo miró a los ojos.
—¿Qué te sucede? —preguntó débil. —Me haz destrozado en todas las maneras posibles, ¿qué más quieres? ¿Tanto te cuesta dejarme ser feliz? —dijo con la voz gangosa.
—No lo entiendes...—murmuró Jin en tono bajito.
—Sí lo entiendo. Pero nada de lo que digas me hará cambiar de opinión.
—No puedes...
—Sí. Y punto. Me iré lejos Jin.
El alfa apretó sus puños, respiró profundamente.
—Te lo diré una vez más. No puedes irte. —murmuró viendo el suelo.
—Bien, puedes creer eso si te hace sentir mejor pero yo...
—¡Te necesito! —gritó sin ser consciente de lo que dijo. Las palabras en sí no fue Jin las que la habían sacado, si no su alfa.
Min Ho lo miró mudo.
—Jin no...
—Te necesito Min... los necesito a los dos...—y el omega juró nunca poder ver la imagen que estaba frente a sus ojos.
Jin lloraba, sus ojos derramaban lágrimas y sus labios leves gemidos. No podía, su parte animal se negaba a que su omega lo abandonara, es por eso que había terminado en el departamento de Min Ho como todo un perro faldero en busca de su dueño.
—No lo entiendes...—Kim se sorbió la nariz. —M-Mi... mi parte animal te necesita, no puedo estar sin ti. —el alfa lo miró a los ojos.
Min Ho también lo necesitaba, para nadie era un secreto que su omega se estaba regocijando de alegría y una sensación que no podía describir con facilidad. Su alfa se estaba humillando por él.
—No puedo...—dijo el omega. —Es mucho el daño...
—Te lo suplico, no podré soportarlo. Aunque yo no esté seguro de esto, mi alfa me lo exige y sé que tu omega también, no lo hagas...
Min Ho lo miró sin creerlo.
—Estás pensando en ti, como de costumbre. —dijo con decepción. —Una razón de más para no quedarme.
Jin cayó de rodillas al suelo bajo la mirada del pelirrojo. Min Ho no se perdía ni un movimiento del alfa. Las rodillas de Kim se arrastraron por el suelo hasta quedar enfrente del omega, tomó la mano del menor y lo miró a los ojos sin pena de que lo viera tan humillado y dolido como para que sus lágrimas se derramasen sin vergüenza alguna.
—No me hagas esto...—murmuró el omega. —No ahora...
—Eres mi omega. —esa frase lo hizo soltar la primer lágrima. —Y yo soy tu alfa. Queramos o no, nuestros cuerpos nos reclaman. —la mano del alfa llevó la suya a su pecho, sintiendo los latidos del corazón del castaño a un ritmo acelerado.
—No quiero sufrir más por ti. —dijo con dolor. —Estoy cansado de que creas que tengo un corazón elástico.
—Déjame arreglar todo... sólo dame la oportunidad Min. —habló Jin desde el suelo sin dejar de llorar.
Y el omega no sabía si estaba punto de hacer la mejor o la peor decisión de su vida.
♦♦♦
¿Estaba mal que Yoon Gi terminara en un bar junto a un alfa? ¿No? Pues que bien, porque eso era exactamente lo que hizo. Nam Joon lo miraba con una enorme sonrisa mientras que el omega bebía de su cerveza.
Habían decidido salir a divertirse luego del trabajo. Yoon Gi estaba muy feliz, pues ese alfa lo estaba enloqueciendo poco a poco. Todo el día pasaba diciéndole cumplidos o susurrándose varios coqueteos descarados que lo hacían sonrojarse. Miró una vez más al hermoso alfa y sonrió embobado.
—Escuché que tienes problemas con computación. —dijo el ojimiel. Sonrió divertido al escuchar el gruñido del alfa.
—Las computadoras no son mis amigas, creo que sólo puedo hacer lo básico, sin embargo, no puedo hacer grandes cuentas o determinar el avance de un contrato. —el medio rubio desvió la mirada. —Por eso es que no me contratan en ninguna empresa.1
Yoon Gi borró su sonrisa poco a poco, antes de que una más grande apareciera. Le gustaba saber que había ayudado a aquel lindo alfa con su trabajo.
—No te preocupes, yo te enseñaré todo. —dijo Yoon Gi.
El alfa le sonrió en agradecimiento. Luego lo miró a los ojos.
—Será un placer que me enseñes. —Nam Joon se acercó peligrosamente a sus labios. —Jefe.
El corazón del omega comenzó a correr conforme el alfa lo miraba. Observó como el mayor se relamía los labios sin despegar la mirada de los suyos. No se supo con certeza quién de ellos empezó el beso, pero algo sí sabían y era que lo estaban disfrutando con todo su ser. El alfa dominaba ese beso, mientras que el omega se dejaba controlar e inclinaba la cabeza en busca de más. Aquellos gruesos labios le estaban debilitando el cuerpo entero, tanto que no supo en qué momento la mano de Nam Joon reposaba en su cintura y lo atraía a su cuerpo.
Duraron su tiempo besándose, era algo que los dos habían estado esperando por mucho tiempo. No sabían con exactitud esa extraña actitud que les decía que actuaran conforme a sus impulsos. Si alguien le preguntara a Yoon Gi el por qué se dejaba hacer lo que ese alfa quería, no sabría qué responder. Era una sensación que jamás había experimentado, y si estar cerca de Nam Joon se la provocaba entonces él tenía problema con hacerlo.
Ni siquiera se dieron cuenta en el momento donde subieron al auto del medio rubio. Ni cuando llegaron a la casa de éste, menos cuando se deshicieron de su ropa para quedar en bóxer en la cama besándose todo el tiempo posible que les quedaba, porque pronto sería un nuevo día.
No hicieron nada más que compartir bocas hasta las dos de la madrugada. La fricción de sus cuerpos era algo de otro nivel, uno donde el omega nunca había llegado. Dejó que Nam Joon le marcara el cuello con un placentero chupete, su omega le gritaba que ese era su alfa, pero todavía no podía llegar a afirmarlo.
No aún.
Y la madrugada se los llevó junto con Morfeo, sus cuerpos abrazados y piernas entrelazadas fue el resultado de esa noche antes de amanecer.
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