08. Pequeña araña
Autor/a: @oharahive

Resumen: Su hija tiene algunas preguntas y sospecha que Miguel podría abrir un portal a otra dimensión.
Advertencia: Solo 'cómo se hacen los bebés' y 'de dónde vienen los bebés' con Miguel y su hija :)

"Puedo sentirte, pequeña araña".

Sus ojos se lanzaron hacia arriba solo para encontrar a su hija de seis años colgando del techo de un solo hilo, tambaleándose ligeramente de un lado a otro.

Sacó la lengua, visiblemente angustiada porque la atraparon.

"Es hora de comer algo. Baja ahora", insistes, señalando el asiento vacío en la mesa.

Tan obstinada como su padre, no se convenció fácilmente y simplemente bajó un poco más hasta que los miró a ambos.

"Creo que Mayday es una influencia terrible", dijiste.
"¿No crees, Miguel?"

Él le estaba dando la mirada, pero no era suficiente.
"Nada de telarañas en la mesa".

"Pero, papá-"

Miguel permaneció impasible. Ella no ganaría esta batalla, pero él tampoco a menos que intervinieras.

"Come tu desayuno." le dijiste una vez más, sorbiendo tu té de hierbas.

Estaba aprendiendo la física y el movimiento, pero le llevaría un tiempo hacerlo sin esfuerzo y con gracia.

Columpiándose ligeramente, logró voltear sus pies hacia abajo y aterrizar en la silla cercana.

Ahora los tres finalmente podrían disfrutar del desayuno en paz.

"¿De dónde vengo?"

Miguel se congeló al instante y casi se te cae la taza de té.

Le ofreciste una mirada comprensiva, sin saber cómo abordar el tema. Es un tema que seguramente saldrá a relucir tarde o temprano, pero que tanto tú como Miguel preferirían tocar más tarde que antes.

"¿Qué opinas?" preguntaste, intercambiando una mirada con Miguel que parecía estar a un segundo de implosionar.

"El tío Hobie dijo que una gran araña me trajo aquí", dijo emocionada. "¡Esa mamá y papá me querían, entonces vino una araña muy, muy grande!", gesticuló con entusiasmo, con los brazos en alto para enfatizar las proporciones de dicha criatura.
Miguel gruñó y se pellizcó el puente de la nariz.

"Tío Hobie... por supuesto".

"Bien..."

Sus ojos iban de ti a Miguel, esperando confirmación.

Tú fuiste primero. "Eso no es lo que pasó. No se puede confiar en el tío Hobie con cosas como esta, pequeña araña".

"O de confianza en absoluto" escuchaste murmurar a Miguel más para sí mismo.

Lo que pasa con los niños es que tienden a ser muy expresivos y transparentes, así que en el momento en que la viste perder la sonrisa, supiste que algo andaba mal.

"¿Tú... no me querías?" susurró, el labio inferior temblando en un puchero.

"¡No! Quiero decir, ¡lo hicimos!" Miguel rectificó rápidamente. "Ninguna gran araña te trajo aquí..." sus ojos se encontraron con los tuyos buscando tranquilidad. "Lo hicimos."

"¿Eso es todo?" preguntó, apoyando los codos en la mesa y apoyando la mandíbula en ambas palmas de las manos.

Parecía... poco impresionada.

Miguel asintió, cortando una manzana en rodajas con una de sus garras para que ella pudiera darle un mordisco.

"Pffff " gimió ella. "¡Aburrido!"

Miguel O'hara no era alguien que se quedara sin palabras muy a menudo, por lo que pensó que esto definitivamente lo había tomado por sorpresa.

"A veces la verdad puede ser aburrida", dijiste con una sonrisa. "Pero ambos realmente te queríamos y eso es lo que importa".

A tu hija no pareció importarle mucho eso y, en ese momento, el destello de desafío y los brazos cruzados frente a su pecho te recordaron a Miguel.

"Entonces, ¿cómo me trajiste aquí?"

"Eh..."

Miguel miró por la ventana mientras se aclaraba la garganta.

¿Esperaba que abordaras esto por ti misma? Debería haberlo sabido mejor.

"Tu padre estará más que feliz de explicarte", dijiste, reclinándote en tu asiento, ganándote una mirada de muerte de él.

Ella se impacientaba cada segundo, los ojos fijos en él como si esperara un cuento antes de dormir.

"Adelante, Miguel" bromeaste con una sonrisa torcida.

"¡Dime, papá!" de repente golpeó ambas manos sobre la mesa. "¡Quiero saber!"

Miguel frunció el ceño. Profundamente. Si las miradas pudieran matar, creías que ahora estarías a dos metros bajo tierra.

Pero no se saldría del apuro fácilmente.

"Cuando dos personas se gustan mucho... eso puede pasar", dijo, sin preocuparse por los detalles.

"¿Pero cómo? ¿Cómo?" ella estaba rebotando en su asiento en este punto.

Le diste una sonrisa alentadora.

Suspiró derrotado. "Hmm... puse una pequeña semilla dentro de tu madre un día" su voz era suave y parecía más confiado ahora. "Creciste y creciste y, muchos meses después, estabas aquí con nosotros".

Era una explicación bastante fácil.

Pero...

"¿Adentro de mamá?"

"Sí. Como un huevo", dijo cálidamente, envolviendo su mano grande alrededor de la pequeña de ella.

"¿Un huevo de gallina?" ella jadeó, girándose hacia ti e inmediatamente notó que ya le faltaba un diente frontal. Niños. "Pero... no soy una gallina".

Su genuina inocencia era tan entrañable que no podías contener la risa. "Miguel.."

"¿Tal vez debería haber dicho huevo de araña?"

"¡Woah! ¡Eso es genial!" ella sonrió y sus ojos se agrandaron como un niño al que le acaban de decir que podría tener un suministro ilimitado de dulces. "¡Así que soy realmente una araña!"

"Una pequeña araña, sí", dijo con una leve sonrisa.
El calor llenó tus entrañas a la vez. Miguel siempre estuvo destinado a ser padre. Era natural cuando se trataba de niños.

De repente disparó una sola cuerda de red roja para aterrizar en la silla donde estaba sentada su hija, deslizándola más cerca de él. Ella se echó a reír por el movimiento antes de poner una cara seria forzada.

"¡Nada de telarañas en la mesa!" ella trató de imitar su tono, su dedo índice frente a su cara.

Él plantó un suave beso en él antes de llevarla a un fuerte abrazo.

"No más andar con el tío Hobie sin supervisión", le susurró al oído.

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