Parte única.
|¿Timidez o exceso de confianza?|
Gohan miraba medio atontado a la chica que estaba frente al salón, quien hablaba de unos temas escolares que poca atención le prestaba en esos momentos.
Ella era la presidenta estudiantil, aquella chica que era media codiciada entre los chicos... y chicas incluso, mas sin embargo, esta tenía la reputación de rechazar a todos los que se le confesaban, y también de poseer un carácter frío. Era curioso ver que, a pesar del comportamiento de la fémina, varios estudiantes intentaban conquistarla aún así; los dominaba el masoquismo y la casi nula dignidad, por supuesto.
Y también era intrigante (y gracioso para algunos que solo les gustaba ver el mundo arder) cómo los rechazaba sin chistar.
Gohan, como otros y otras, había terminado cayendo en los encantos involuntarios de la presidenta; lamentablemente para él, ciertamente. Ya llevaba un tiempo enfocado en ella, pero su timidez no le jugaba a favor a la hora de querer entablar una conversación decente con la fémina; lo máximo que había logrado articular en su presencia era un "buenos días", nada más. Patético.
Ese era su penúltimo año escolar, posiblemente sería el último donde la vería y podría "convivir" (si hablamos de solo quedársele viendo como idiota, claro), y ya no quería desperdiciar tiempo por culpa de su falta de sociabilidad. ¡Tenía que optar el papel de macho pecho peludo (aunque era un lampiño en toda regla) por una vez en su vida!
Influenciado por libros y ciertas películas de romance -que no iba a aceptar que veía por su masculinidad, por cierto-, terminó decantándose por la idea que más le venía a favor por su timidez: confesarse a través de una carta. Normalmente eso era más apropiado y esperado de una chica, pero no encontraba otra manera de no parecer un tonto tartamudo a la hora de querer decirle sus sentimientos.
Solo era cuestión de plasmar sus sentimientos por escrito, firmarla, entregársela y esperar a ser rechazado... o aceptado; tenía sus esperanzas, pocas, pero allí estaban.
Se vale soñar, ¿de acuerdo?
Cuando oyó el alboroto que sus compañeros estaban armando ya que el timbre del almuerzo se había hecho presente, salió de su ensoñación y alzó la mirada. Sin siquiera esperárselo, conectó su mirada muy brevemente (hasta al mismísimo Flash le hubiera costado notar aquello) con la chica que lo traía idiotizado, haciendo que se sonrojada fuertemente y bajara su vista, consternado. Mientras tanto, la presidente ni importancia le dio porque ni atención prestó a ese mínimo detalle.
Gohan, teniendo un poquito más de confianza en sí mismo, se decidió confesarse con una carta.
❰ ・ ❐ ・ ❱
De acuerdo, tras un montón de intentos fallidos de escribir una carta digna de sus sentimientos, ¡por fin había logrado crearla! Así que allí estaba él, escondido detrás de una columna, mirando la carta que tenía en manos. Como el hombre que era -según su perspectiva-, estaba titubeando en dársela, prefiriendo tirar todo su plan por el precipicio. ¿Qué podía tener él como para poder gustarle a la presidenta? ¿Qué diferencia haría entre los demás? Era un plan patético desde el inicio, en esos momentos se había percatado de aquello. Era estúpido pensar que ella iba a aceptar sus sentimientos, que se harían novios, que después le pediría matrimonio y finalmente tendrían un perro y un par de hijos.
Sí, parecía toda una colegiala enamorada e ilusa. Pero ese es el efecto del amor, ¿no?
-Hey, desde aquí muy bien te puedo ver -escuchó tenuemente, pero, de momento, pensó que no se dirigían a él-. Hey, si quieres hablar, ¡háblame de una vez! -sintió un escalofrío tras oír la voz imponente de ella cerca suyo, por lo que, por acto reflejo, escondió la carta detrás suyo.
Efectivamente, aquel llamado era hacia su persona; la presidenta lo miraba expectante, con los brazos cruzados y el ceño medio fruncido. Oh, en la que se había metido.
-Emm, yo..., pues, mm, no lo sé. Qu-qué agradable clima hubo hoy -habló de manera incoherente, gritando internamente al saber que estaba haciendo el ridículo y dando la impresión de ser un estúpido, pero sus nervios y timidez le podían más-. Fue una gran día, todo estuvo bi-bien -rio nervioso, apretujando la carta que tenía detrás, sonrojado a tope y cabizbajo.
Era en esos instantes que se arrepentía de haberse levantado de su cama.
-¿Qué pasa? -Cuestionó la chica extrañada, ladeando ligeramente su cabeza al percatarse que el chico parecía estar a punto de sufrir un colapso allí mismo. Sabía que infundía miedo a algunos estudiantes, pero nunca creyó que a ese grado-. ¿Acaso temblando estás? -Notó que el chico se aferraba fuertemente a algo atrás de su espalda, y su nerviosismo lo delataba más aún-. ¿Qué se supone que ocultas de mí? -Silencio y la mirada de pánico de parte de Gohan fue lo que recibió-. ¡Muéstramelo ahora!
-¡Waah! -Exclamó el Son antes de echarse a correr, escondiendo la carta en la bolsa de su pantalón en tiempo récord, dejando más confundida a la presidenta estudiantil.
¿Y ese chico qué demonios se había fumado?
La chica solo soltó un suspiro pesado mientras negaba con la cabeza, sosteniendo el puente de su nariz. Por esas cosas a veces se arrepentía de ser la presidenta. Dejó ese gesto de lado tras comenzar a escuchar alboroto entre los estudiantes, alboroto que cada vez se acercaba más a donde estaba.
Vio en primera fila a una peculiar estudiante con sus fans falderos por detrás; era la niña ricachona y más popular de la escuela: Satan Videl. Poco contacto había tenido con ella, pero sabía muy bien que poseía mucha confianza y autoestima encima, incluso podría afirmar que era media narcisista.
-Miren bien, aquí estoy. Mi enorme carisma se está desbordando -comenzó a decir Videl con una sonrisa encantadora, dejando con una expresión de extrañeza pura a la presidenta-. Mi corbata luce bien; blayberry me hace sentir especial -y fue allí que se percató que la de mirada azul estaba observándola a ella, lo que la hizo incomodar.
¿Era el día de que los locos y raros de la escuela le prestaran atención o qué diablos?
-¿Baby... qué? No te entendí -comentó la chica con tono de voz receloso-. No sé de qué hablas, tampoco me importa -afirmó con frialdad. Sabía cómo eran los tipos de estudiantes como ella: nada les importaba más que sí mismos. Vio que Videl sacaba una rosa blanca de su mochila y se la extendía, sin dejar de sonreír de manera cautivadora. Con molestia se la arrebató de la mano-. Además, recuérdalo bien, no traigas más rosas aquí, ¿okay? -Bufó con cierto enojo. ¡Claramente venía en el reglamento que no se permitían cosas así!
La de ojos azules elevó más sus comisuras, sabiendo de antemano que así iba a reaccionar su presidenta; no por nada tenía la fama de haber rechazado a varios estudiantes sin titubear. Ciertamente eso le llamaba la atención y la empujaba más a querer conquistarla; no todos los días se encontraban chicas lindas, decididas, inteligentes, pero duras de roer. Era como un reto personal que se había impuesto.
-Hey, algún día tenemos que salir... -susurró Videl al tiempo que se le acercaba, terminando por acorralarla contra la pared y tomándola por el mentón para verla fijamente. La presidenta se sonrojó de manera notable, sintiéndose nerviosa e indefensa momentáneamente ante la mirada feroz y brillante de la de luceros zafiros. Nadie antes había tenido la osadía de hacer aquello.
Los comentarios de los estudiantes que estaban presenciando el show de las dos chicas no se hicieron esperar, varios sorprendidos ya que era la primera vez que la presidenta medio sucumbía ante un coqueteo bastante obvio.
-Ahh..., tengo que estudiar. ¿Mejor para otra vez? -Se excusó torpemente, aclarándose la garganta y separándose de la de coletas con incomodidad, intentando disimular lo mejor que pudo.
-Ah, perfecto, creo entender. ¿Será que tienes miedo, mi gatita? -Preguntó con cierta picardía Videl, logrando sonrojar más aún a la contraria tras oír cómo se refería a ella-. Si salimos, serás la envidia de todos los demás -agregó, haciendo alusión a los estudiantes que iban detrás de ella.
¿Narcisismo? Oh, claro que no.
-Esa confianza tuya estúpida es -gruñó la presidenta, zafándose del agarre de manera media brusca; ese comentario le había molestado. «Aunque, en cierta forma, la puedo envidiar», pensó para sus adentros, empero, claramente nunca lo iba aceptar en voz alta-. Empieza a atardecer... -murmuró tras ver la ventana que había allí, notando el ocaso.
Ya casi los clubes terminaban, lo que significaba que debía apurarse a dirigirse rumbo a la sala del consejo estudiantil para revisar que todo estuviera en orden y poder irse a su casa a descansar.
Mientras tanto, Videl, por mera inercia, dirigió su mirada a una columna que no estaba muy lejos de allí, notando que cierto chico tímido y torpe la observaba con evidentes celos. Bueno, aquello era razonable; a cualquier persona le daría en su orgullo ver que alguien llega de la nada y logra hacer lo que tú llevas intentando hacer desde muchísimo antes...
-Estamos hablando algo importante, no nos interrumpas más. ¿Acaso ella hablaría con un tonto como tú? -Provocó la Satan, mirándolo con altanería. Gohan dio un respingo tras verse descubierto, echándose atrás y escondiéndose nuevamente en la columna, sintiéndose avergonzado e idiota.
La presidenta vio hacia la dirección que Videl observaba, solo notando una sombra que rápidamente se movía, extrañándose ante ello. ¿A quién se refería? ¿Quién estaba allí? ¿Con quién más tendría que lidiar? Ese no era su día, definitivamente.
El Son mordisqueó su labio inferior con fuerza, intentando apaciguar el dolor de impotencia en su pecho. ¡Ya estaba harto de ser tímido y que pasaran por encima de él! No podía quedarse así, tenía que dejar de lado sus inseguridades, demostrar que sí tenía agallas. ¡No podía creer que una chica estuviera teniendo grandes progresos con la presidenta cuando él estaba mucho antes que esa tal Videl! ¡Era injusto! ¡Y justamente una mujer millonaria y atractiva tenía que ser! Su ego dolía en esos instantes.
Tragando saliva, y con una mirada decisiva, tomó fuerzas de quién sabe dónde y salió de su lugar, caminando con firmeza hacia la dirección que estaba la presidenta y Videl. No, definitivamente ya no se iba a echar atrás, menos en esos momentos donde tomaba la iniciativa; al fin sacaba al macho que llevaba dentro.
-Oh, mi presidenta, tengo una carta para usted -sacó la mencionada y se la tendió, agachándose un poco y sintiendo su rostro arder por la vergüenza de oír un par de exclamaciones de sorpresa venir del público que los observaba con suma atención; los expectantes admitían que el drama estaba más bueno que la "Rosa de Guadalupe", sinceramente. Ya hasta un chico había llevado palomitas para vender; se debía sacar provecho de la situación, ¿no?
Gohan, tras ver que la presidenta tomaba la carta y le asentía con la cabeza, toda la valentía que albergaba su cuerpo se esfumó, dejando a la vista al mismo torpe y tímido chico de siempre.
La fémina que tenía a esos dos pretendientes abrió el sobre, dispuesta a leer y ya dar fin a todo. Videl se acercó más a ella y la abrazó del hombro -quería ver la carta también-, aunque la presidenta la medio empujaba para que dejara de invadir su espacio personal.
El escrito no contenía muchas palabras, solo decía que estaba enamorado de ella, sus razones de estarlo y un par de cosas más que podían llegar a enternecer a cualquiera. Nada del otro mundo.
Mientras tanto, Gohan la miraba con sumo nerviosismo, moviéndose constantemente de su lugar y rascándose el brazo y mejilla por la ansiedad.
-Tienes talento, no lo voy a negar, pero ya es algo tarde, conmigo estará -proclamó Videl al tiempo que le arrebataba la carta a la presidenta, alzándola hasta al tope con su brazo. La otra miró con el ceño fruncido hacia la ojiazul y comenzó a dar brincos para volver a tomarla, maldiciendo por lo bajo-, ¿cierto, mi coraz...? -Iba a preguntar a la presidenta para afirmar todo, pero esta por fin alcanzó la carta y la interrumpió.
-¡Alto! Tengo que responder -bufó la presidenta y miró con cierto enfado a la de coletas, quien solo le dedicó una sonrisita inocente-. Pero si soy sincera, mmm, no lo sé -habló al tiempo que se balanceaba su peso en ambas piernas, con un poco de incomodidad. Nunca pensó verse envuelta en un embrollo de ese tipo-. Aún así, creo saber lo que ahora tengo que hacer -declaró con cierto aire de indiferencia, encogiéndose de hombros y alzando de forma ladina sus comisuras-. Con su permiso, adiós.
Dando un leve reverencia, la presidenta se echó a caminar tranquilamente rumbo al consejo estudiantil, dejando perplejos al Son y la Satan. Los alumnos que estaban allí se estaban riendo por lo bajo, sintiendo hasta un poco de lástima por ellos ya que habían quedado a la deriva sus confesiones.
Era tonta la situación, parecía que no tenía final aquel embrollo; es decir, la pretendida no mostró real interés por ninguno de los dos. No los aceptó, solo dijo que lo iba a pensar, que ya tenía con qué entretenerse.
Vaya suerte tenían.
❰ ・ ❐ ・ ❱
La presidenta volvió a suspirar con cansancio por vigésima vez en ese día, dándose por vencida; por más que se quejaba o reprochaba, el par de azabaches no le hacían caso y solo se sumían en discutir. La situación se había dado así desde que ambos se le confesaron.
Al inicio había sido medio gracioso verlos pelear por ella, pero en esos momentos ya era hasta estresante; ¡era el último día escolar -los tres iban a pasar a tercer año- y esos dos no cambiaban!
-¡Entiende de una maldita vez, nerd: ella es mía! -Reclamó Videl tironeando como niña pequeña el brazo de la presidenta, intentado pegarla a ella.
-¡Jamás! -Negó Gohan, no dejando de sostener el otro brazo. A pesar de ser tímido, no iba a rendirse sin más, mucho menos ante una chica como la Satan.
-¡Digan "whisky"! -Oyeron una cuarta voz, la cual provenía de la fotógrafa de la escuela, quien los miraba divertida.
Los dos pretendientes dejaron de pelear y se abrazaron a la presidenta, no sin antes dirigirse una mirada de molestia y rivalidad. La de en medio solo hizo un mueca y alzó su mirada inexpresiva, dejándose ser tratada como una muñeca de trapo; muy a su pesar, hasta podía decir que se estaba acostumbrando.
Pensar que le quedaba todavía todo un año escolar para por fin librarse de esos dos; si es que se libraba, por supuesto.
-Lindassj1
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