ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ɪ
Pov Jisoo.
Mis padres constantemente se preguntaban "¿Qué habían hecho mal para tener a un 'fenómeno' como hija?", me sentía mal por sus fuertes palabras, y lo peor es que me lo recordaban a cada minuto, no podía respirar en paz sin saber que mis padres tenían en la boca su tan preciado "Tu no eres mi hija" o quizá su "Si tu abuela no estuviera aquí te echábamos de la casa", lo decían sin ningún tipo de vergüenza, pero aparentaban que nada sucedía cuando les convenía, sus palabras están más que grabadas en mi cabeza, no me dejaban en paz ni un segundo.
Bajé las escaleras sólo para largarme de este lugar; me siento mal aquí, odio esto, veo a mi madre con una mueca de asco al verme bajar.
-¿Ya se te quito lo depresiva? Fenómeno.- enfatizó la última palabra. No respondí.
-Te he preguntado si ya se te quito, ah no espera es verdad, ella sólo fingió amarte, ¿quien amaría a un ser como tu? Seulgi hizo bien al dejarte.
-Maldita sea, ¡déjame en paz!.- digo entre dientes, estaba aguantando las ganas de acariciar su cuello con un cuter.
-¿Por qué? Si es nada más que la pura verdad, nadie te quiere en esta vida por que eres un fenómeno.
Rodé los ojos y salí de ahí cerrando con todas mis fuerzas aquella estúpida puerta que se interponia en mi camino a la libertad, ni siquiera entiendo el porqué me siguen manteniendo ahí, pero no me quejó, hay gente en peor estado que el mío, pero igual siento algo de envidia, ¿Por qué? Bueno porqué al menos ellos son felices con lo poco que tienen; mientras yo, sólo recibía rechazo de aquellos que se supone deberían aceptarme tal cual soy.
Me coloqué los audífonos intentando escapar de la realidad, todo lo que tengo fue un regalo de mi abuela y mi mejor amiga; me sentía parte de los Kim, no por el apellido o la sangre, sino por el cariño y aceptación que recibo de su parte. Caminaba despacio como si no quisiera llegar a ese lugar a pesar de saber que sería recibida por el cálido y sincero abrazo de Jennie, quien consideraba mi hermana.
Llegué a la Universidad con el mismo aire de siempre; apagado, triste y sin ganas de nada. Tal y como dije Jennie me recibió con un cálido abrazo el cual correspondi de manera penosa.
-Vamos Jisoo, te dije que te ayudaría a salir de esto pero no estás colaborando mucho.- cambio su tono de voz a una de preocupación.
-No lo entenderías Jen, tu tienes a Lisa.- digo.
-Estas más molesta de lo normal, adivinaré, tus padres.- me abraza nuevamente.
-Estoy harta de escuchar siempre las mismas mierdas, Jen sólo me quedo en ese lugar por mi abuela.- siento que mis lágrimas comienzan a salir pero trato de impedirlo.
-Esta bien, esta bien; vamos a clase y olvidemosnos de esto ¿de acuerdo Chu?.
Asentí pausadamente, caminamos por el pasillo de este lugar sin rumbo alguno hasta que Lisa apareció y atacó a Jennie con muestras de cariño y afecto, no sé si alegrarme por mi mejor amiga o pasar de lado y dejar ambas tortolitas a solas para que puedan procrear. Si; procrear, Lisa es intersexual al igual que yo.
-Buenos días Chu.- soltó la rubia con una cálida sonrisa.
-¿Qué tienen de buenos?.- dije entre dientes.
-Calma Chu, no he dicho nada malo.- se frota detrás de la cabeza con una mano, es su forma de demostrar que está nerviosa.
-Lili, mejor ve a tu clase, Jisoo y yo tenemos que irnos antes de que nos dejen fuera.- Jennie interrumpe.
-Si Lili vete a tu clase y déjame en paz.- digo sarcasticamente, ella frunce el ceño.
-Oye sólo...
-¡Lisa!.- La castaña la paró.
-Como sea, nos vemos luego.
Lisa se alejó de nosotras echando humo mientras que Jennie me miraba con algo de reproche; no me importa, ni siquiera sé por que sigue estando conmigo ¿por pena acaso?, mierda ni siquiera sé que es lo que quiero, he culpado al mundo por las mierdas que me ha tocado vivir y aún así faltan más por venir; siento envidia de Jennie, ella es feliz, sus padres la aceptaron tal y como es; también de Lisa, ella tiene a una chica perfecta a su lado y la ama a más no poder, sus padres no le dicen constantemente que es un fenómeno, al contrario la aman y cuidan tal y como es.
-Jisoo vamos a salir de esta juntas, déjame ayudarte.- me tomo del hombro como gesto de apoyo o lo que sea.
-¡Basta Jennie! Soy una maldita mierda, mis padres lo han dicho, ella lo ha confirmado, no tengo nada que hacer aquí, la única razón por la que sigo con vida es por mi abuela y por ti, pero no me importaría terminar con mi vida apenas tenga la oportunidad.- suelto descarada e inocentemente, para cuando me disculpe ya era algo tarde.
-¡Jisoo! ¡desde niñas te dije que estaría contigo y te apoyaría en todo!.
-¡Y lo agradezco Jen, pero me importa una mierda esto! ¡Nada tiene sentido!.
Dejé a una Jennie con lágrimas en los ojos, la dejé llorando sin consuelo, si Lisa viera eso estoy segura que no dudaría en darme una paliza, da igual, le daría las gracias a fin de cuentas.
Entré al salón; Para mi suerte estaba vacío, me senté en los lugares de siempre, en el fondo, donde nadie a excepción de la maestra puede verme. Me coloqué los audífonos intentando olvidar la pequeña discusión con Jennie, debería disculparme pero era demasiado pronto para disculpas.
La vi entrar al salón con el rostro caído, detrás suyo comenzaron a entrar más personas hasta finalmente el profesor de historia, Jennie se sentó a mi lado con un profundo silencio.
Pov Rose.
Hoy es un nuevo día, un nuevo comienzo en una nueva cuidad, una nueva Universidad nuevos amigos, y quizá hasta conozca a mi próxima pareja.
Como todo primer día me levanté con las ilusiones por los aires, me duché,me cambié y bajé a desayunar con mi padre, mi madre lastimosamente nos había dejado hace dos años, estoy segura que ella estaría orgullosa de verme en esta Universidad.
-Hola Simón.- mi padre utilizaba ese apodo debido a mis cachetes inflados que parecían los de una ardilla.
-Hola Dave.- le seguí el juego hablando como una.
-¿Lista para tu primer día en la Universidad?.- dice con un ligero tono de entusiasmo.
-Estoy algo nerviosa.- le digo. -Apenas hablo coreano y me costará un poco adaptarme.- baje la mirada un momento.
-No pongas esa cara pequeña, ¡te irá genial!, ¿quien sabe? Hasta podrías conocer a tu próxima pareja.- levanta las cejas juguetonamente.
-Basta papá, no es algo de lo que me preocuparía ahora, están a mitad del segundo semestre y tendré que ponerme al día con sus materias y esas cosas.
-Como sea, eres bastante inteligente, no tienes por que preocuparte.- dice con una sonrisa.
-Esta bien... ¿Me llevas tu?.- Pregunto y asiente. -Ok ¿me avisas?...
-Ya terminé, vamos ahora.
Salimos de la casa, subimos al auto y nos pusimos marcha a la Universidad. De camino nos pusimos a conversar un poco sobre nuestra vida en Australia, sobre como paso tan rápido el tiempo y ahora ya iba a la Universidad, También me dijo que estaba orgulloso de mi y que mi madre también lo está, donde sea que se encuentre...
Aparcó la camioneta en la entrada de la Universidad Yonsei, una de las mejores en Corea del Sur según me comentaron, mi padre quiere que tenga educación de calidad aunque nos cueste una millonada.
-¡Suerte pequeña ardilla!.- oigo la risa de mi padre antes de ingresar al campus.
No negaré que su risa es contagiosa, le sigo la corriente y me despido con una mano. Ingreso al campus con esperanza de encontrar mi primera clase y estar sentada allí hasta que el profesor y los alumnos entren; soy bastante puntual y aplicada, no solía tener muchos amigos por esa actitud; mi vago pensamiento se vio interrumpido por el rugir de mi estómago, debía comer algo urgentemente sino me desmayaria.
Pedía indicaciones constantemente, este lugar es bastante grande y mi nivel de coreano no es el mejor a que digamos. El sonido de la campana me hizo dejar de lado la comida y me dirigí corriendo a mi clase, error, no sabía cuál era. Corrí por la Universidad encontrandome con un profesor, por fin alguien al que pueda pedirle indicaciones y me las explique coherentemente.
-Disculpe...- estoy algo nerviosa y se nota demasiado aún con mi pésima pronunciación.
-¿Si diga?.- el hombre se giró hacia mi con una sonrisa. Era alto, elegante, con pelo castaño y unas gafas, su sonrisa era cálida como el típico maestro joven que se lleva bien con todos sus alumnos.
-¿Podría indicarme donde queda el salón de contabilidad y gabinete?.- dejé de lado el coreano y me centre en el inglés, no quería pasar vergüenza por mi coreano el primer día de clases.
-Esa es mi clase... ¿eres nueva no es asi?.- su gesto pensativo me causa algo de gracia.
-Por supuesto, no soy coreana y me dificulta un poco adaptarme por esto.- digo inconcientemente; para cuando me di cuenta era bastante tarde.
El mayor suelta una risita. -Soy Kim Namjoon, maestro de contabilidad y gabinete de gestión, segundo curso ¿y usted?.- extiende su mano como saludo.
-Park Chaeyoung, estudiante de segundo año.- correspondo a su saludo.
-Bien señorita Park, acompañeme a su clase.- me hace señas para que avance, es bueno tener este tipo de profesores.
Llegamos hasta un salón el cual mantenía la puerta cerrada y de afuera se podía escuchar el claro desorden que realizaban mis nuevos compañeros.
-Espera aquí, haré que se tranquilicen para que puedas estar más tranquila.- dice y asiento.
Abre la puerta e inmediatamente los alumnos se colocan en sus asientos de la forma más rápida que existe; el profesor suelta una risa al ver que causaban más desastres mientras se sentaban que hace unos momentos.
-Bien... clase tengo el agrado de presentarles a una nueva compañera, espero que sean amables con ella por que su coreano no es el mejor puesto que es extranjera, por favor denle la bienvenida.- gira la cabeza hacia mi. -Pasa y presentate por favor, No tengas miedo.
Ingresé al salón y note varias miradas sobre mi, unas de admiración, otras de ¿asco?, no lo sé, algunos curiosos querían verme mejor, otros ni se atrevían a levantar la cabeza de la mesa.
-Buenos días, soy Park Chaeyoung, pero pueden decirme Rosé, soy de Auckland Nueva Zelanda pero me crié en Australia, vine a Corea con la intención terminar esta carrera tan interesante.- sonreí tímidamente al ver que todos prestaron atención demás a mis palabras.
De repente aquella persona que mantenía la cabeza clavaba en la mesa, levanto la mirada de golpe al escuchar mi presentación, me sonroje bastante al ver a mi vieja amiga aquí, note como sonreía de lado, siempre hacia eso para molestarme, veo que no ha cambiado nada.
-Bien ¿Rosé?... siéntate al lado de la señorita Manoban por favor, la de la última fila.- el maestro me indica mi lugar con una sonrisa.- ¡Manoban ya te he dicho que te saques la capucha!.
Escucho risas. -No se amargue profe; ¿déjeme si?.- Lisa y su característica personalidad de cascarrabias.
-Ultima vez.- el mayor la señala en forma chistosa como advertencia.
Me hago un camino entre todo el basura que crearon estos chicos antes de que llegáramos, Lisa aparta sus cosas y hace un lugar perfectamente distribuido para ambas, me sorprende que haya elegido esta carrera, siempre me dijo que quería ser fotógrafa o maestra de baile, es verdad no baila tan mal.
-Tanto tiempo Simón.- susurra tratando de no llamar la atención; Me parece imposible que siga acordandose de los apodos cariñosos que nos pusimos de niñas.
-Lo mismo digo Alvin.- me aguanto las ganas de reír y de abrazarla, eso puede esperar hasta después de la clase.
***
La clase duró al menos cinco horas, no me pareció aburrido en nada, mientras los demás alumnos se marchaban yo guardaba mis cosas de forma ordenada, en cambio Lisa se colocó su mochila y fue a saludar al profesor, al parecer tienen una buena amistad; pues el profesor corresponde a su saludo para nada formal. Me dispongo a salir del salón hasta que una mano me sostiene la muñeca, sé que es Lisa por eso no entro en pánico como normalmente hago.
Tenía la mirada al suelo, la levanto lentamente como muestra de suspenso. -Te extrañe Simón.- dice en un susurro.
-Yo también Alvin.- digo y salto a abrazarla.
Por un momento pensé que no correspondería pero después de ver que si lo hizo, me sentí bien, es bueno saber que aún cuento con ella después de tantos años.
Nos dirigiamos a la cafetería pues era el descanso después de cuatro largas horas de cuentas y cuentas, mientras eso iba platicando amenamente con Lisa como en los viejos tiempos. Me aferré a su brazo como siempre hacia cuando caminábamos por el parque. Pasamos la puerta del comedor y ella me guió hacia la parte de la comida, prioridades supongo.
-Ha pasado un buen de tiempo.- dice colocando la bandeja para que le sirvan lo que sea que haya.
-Bastante...- soplo. -¿Y Junior?.
Escuchar que Lisa se atragante con su propia saliva hizo que soltará una carcajada.
-No digas eso frente a Jennie, ella aún no lo pilla y me lo cortaría si alguien más lo supiera.- espetá. Oficialmente LaLisa Gobernada Manoban... ¿o no?
No me había dado cuenta de que una pequeña castaña estaba parada frente a nosotras con el ceño levemente fruncido, su mirada paseaba de Lisa a mi, de mi a Lisa y así sucesivamente.
-¿Quien es ella LaLisa?.- por el tono de voz que llevaba pude notar que está celosa... ahora si esperen... ¿Lisa tiene novia?... esto es nuevo, No pensé que viviría para presenciarlo.
-Tranquila amor, es sólo una amiga.- la tailandesa soltó una risa nerviosa.
-¿Cuantas más?.- dice y Lisa la mira confundida. -Olvidalo.
Mire a Lisa y luego a la castaña que se dirigía hacia una mesa a sentarse con otra persona, no pude ver bien gracias a la capucha que llevaba.
-Mierda Simón...- susurra Lisa. -Me matará a mi y luego a ti.
-No se ve tan mala...
Nos acercamos a la mesa y veo como la castaña posa su mirada de muerte sobre mi y sobre Lisa, ella se sienta junto con su novia mientras que yo lo hago al lado de su acompañante.
-Chicas ella es Rosé, es una gran amiga.- Lisa me presenta.
-Jodete Manoban.- esa castaña me está cayendo algo pesado.
-Calmate amor, ya te he dicho que no soy como él.- suelta, pero la castaña no sé atreve a mirarla.
-Lis, si quieres me voy, no quiero causar problemas.- interrumpo.
-Mej- Lisa la interrumpe por enésima vez.
-No Rosé, no irás a ninguna parte.
-¡Paren las tres, se ven ridículas!.- esta vez aquella chica con capucha nos interrumpió.
Levantó la mirada y dejó caer la capucha a un lado. Vaya que es linda...
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