༺𝟎𝟖༻
Sunghoon deja escapar un suspiro, sintiendo que la noche se había escapado demasiado rápido entre palabras y silencios significativos. Lo último que quería era presionar a Jake o que el omega pensara que tenía otras intenciones. A pesar de la fuerte atracción y de cómo su vínculo parecía latir cada vez más fuerte entre ambos, sabía que debía ser cuidadoso.
—Es tarde... Creo que debería irme. No quiero que pienses que estoy buscando algo que no es apropiado —Dice Sunghoon, con la voz baja pero honesta.
Jake lo mira, sorprendido por la consideración del alfa.
Una parte de él esperaba ese tipo de respuesta, pero otra, más íntima, no quería que la noche terminara todavía. Aunque la razón le decía que debería ser cauteloso, había algo en la mirada de Sunghoon que le inspiraba confianza.
—Puedes quedarte... —Dice Jake en voz baja, pero con firmeza. El alfa levanta las cejas, visiblemente sorprendido—. Claro, no aquí. —Jake se aclara la garganta, un poco nervioso—. Tengo una pequeña habitación de invitados. No es gran cosa, pero será más cómodo que irte tan tarde.
Sunghoon parpadea, genuinamente sorprendido por la oferta inesperada. Él, que había entrado en la vida de Jake casi como un extraño, ahora tenía la posibilidad de quedarse. No era una invitación al descaro ni una insinuación; era un gesto genuino, simple, pero lleno de significado.
—¿Estás seguro? —Pregunta con suavidad, queriendo darle a Jake una última oportunidad de retractarse.
Jake asiente, los nervios aún presentes pero sin intención de cambiar su decisión. Había algo en la presencia de Sunghoon que le brindaba una sensación extraña de paz, algo que no había sentido en mucho tiempo.
—Sí. Estarás más seguro aquí que volviendo a casa a esta hora.
Sunghoon sonríe ligeramente, dejando que la calidez del momento lo envuelva.
—Gracias. Prometo no molestarte.
Jake niega con la cabeza, conduciéndolo hacia la modesta habitación de invitados al final del pasillo. El espacio es pequeño, con una cama sencilla y una mesita de noche, pero está ordenado y limpio.
Sunghoon se queda de pie en la puerta, sintiendo un inesperado calor en el pecho al observar el esfuerzo de Jake por hacer que alguien se sintiera cómodo en su hogar.
—No es mucho, pero espero que estés bien aquí —Dice Jake, frotándose la nuca con nerviosismo.
—Es perfecto —Responde Sunghoon, agradecido más allá de las palabras.
El omega asiente, incómodo por un segundo pero sintiendo una paz extraña que no esperaba al tener al alfa bajo su mismo techo.
—Bueno... descansa, entonces. Nos vemos mañana —Murmura Jake antes de dar media vuelta hacia su cuarto, sin saber que esa noche sería el primer paso para derribar por completo las murallas que tanto había tardado en construir.
—Jake.
El omega se detiene en el umbral de su puerta y mira hacia atrás.
—Gracias por confiar en mí —Susurra Sunghoon con una sonrisa genuina.
Jake siente cómo algo cálido se instala en su pecho y, por primera vez en mucho tiempo, permite que una sonrisa ligera apareciera en su rostro.
—Buenas noches, Sunghoon.
El alfa lo observa marcharse, consciente de que aquella noche marcaba el inicio de algo significativo. No era solo la comodidad de un techo compartido; era el comienzo de una conexión que ambos estaban destinados a explorar, paso a paso, sin importar las dudas ni los miedos que todavía quedaban por superar.
El tenue sonido de platos colocándose sobre la mesa y el inconfundible aroma del café despiertan a Sunghoon.
Parpadea lentamente, adaptándose a la luz suave de la mañana que se colaba por la ventana de la habitación de invitados.
Por un momento, piensa que todo había sido un sueño, pero entonces su olfato lo lleva a la realidad: había algo más en el aire, algo dulce y especiado. El desayuno. Y, más importante, el aroma de su omega.
Se levanta despacio, frotándose los ojos mientras el corazón comienza latir con más fuerza. Jake no solo había preparado el desayuno, sino que cada aroma transmitía una sensación de cuidado y dedicación.
El alfa se toma un segundo para recomponerse antes de salir del cuarto, pero nada lo había preparado para lo que encontraría al otro lado de la puerta.
Jake estaba de pie junto a la estufa, sirviendo las últimas piezas de lo que parecía ser un tazón de arroz con huevos revueltos y alguna salsa que olía a gloria.
Viste una camiseta holgada y pantalones cómodos, su cabello aún alborotado por la noche y con los ojos ligeramente hinchados, dándole ese aire inocente y vulnerable. Sunghoon siente que su corazón se tambalea peligrosamente ante la visión.
Jake levanta la vista y, al verlo, le dedica una sonrisa pequeña pero sincera, como si la presencia del alfa no le incomodara en lo absoluto.
—Buenos días —Dice Jake suavemente, mientras coloca un plato más sobre la mesa—. Espero que tengas hambre.
Sunghoon respira hondo, intentando calmarse. Por más que quisiera dejarse llevar por el impulso de abrazarlo, de tocar su cabello despeinado y dejar que su instinto lo guiara, sabe que no puede apresurar las cosas.
Jake es hermoso, sí, pero no solo en su apariencia.
Cada gesto, cada pequeño detalle de su cuidado y hospitalidad, hace que el alfa se sienta más cautivado.
—¿Tú preparaste todo esto? —Pregunta Sunghoon, acercándose a la mesa con la mirada aún fija en Jake.
Jake asiente, restándole importancia mientras termina de colocar una jarra de agua fresca.
—No es gran cosa, solo algo sencillo. Deberías probar antes de decir que está bueno.
Pero para Sunghoon, ese gesto lo es todo. El hecho de que Jake hubiera pensado en él, que hubiera puesto tanto esfuerzo en un desayuno aparentemente simple, hace que el vínculo que siente con su omega se fortaleciera aún más.
Se sienta a la mesa, observando con detalle los platos servidos. El arroz estaba perfectamente cocido, los huevos esponjosos, y había algunos trozos de fruta fresca a un costado. Jake se sienta frente a él, con una taza de café entre las manos, mirándolo con una mezcla de curiosidad y reserva, como si esperara su veredicto.
—Esto es increíble, Jake. Gracias por preparar todo esto —Dice Sunghoon, su voz baja y cargada de gratitud.
Jake se encoge de hombros, claramente incómodo con los elogios, pero una leve sonrisa cruza sus labios.
—No es nada. Me gusta cocinar cuando puedo.
Mientras come, Sunghoon no puede evitar mirarlo de reojo.
Cada vez que Jake levanta su taza o se aparta un mechón rebelde del cabello, su corazón se acelera un poco más.
La piel acaramelada del omega brilla bajo la luz matutina, y sus ojos, grandes y tiernos, lo miran de vez en cuando, recordándole a un cachorro curioso.
El deseo de marcarlo, de hacer suyo al dulce y hermoso omega, pulsa en el fondo de su mente, pero Sunghoon lo contiene.
No es el momento. Jake es demasiado importante como para apresurarse y arruinarlo todo. Este vínculo merece ser cultivado con paciencia, con la misma dedicación con la que Jake había preparado ese desayuno.
—¿Por qué me miras así? —Peegunta Jake de repente, interrumpiendo los pensamientos del alfa.
Sunghoon se aclaró la garganta, avergonzado de haber sido atrapado.
—Es que... —Dice, tomando aire—. Creo que eres el omega más increíble que he conocido, y no es solo porque seas hermoso. Todo lo que haces, cada detalle... Me estás enamorando más de lo que imaginaba.
Jake lo mira sorprendido, sus mejillas encendidas con un suave rubor, y por un momento no sabe qué responder.
Pero en el fondo, una pequeña parte de él se siente aliviada al saber que ese alfa, su alfa, está dispuesto a esperar por él, a conquistarlo sin prisas ni exigencias.
—Gracias, Sunghoon —Murmura finalmente, bajando la mirada, sintiendo cómo algo cálido y dulce comienza a nacer entre ambos.
Gracias por leer la historia ❤️
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