༺𝟎𝟑༻
Sunghoon sale disparado de la discoteca, su respiración acelerada mientras el eco de la palabra Omega, aún resuena en su mente.
No puede perder más tiempo, su instinto como alfa lo consume, empujándolo hacia una necesidad más fuerte que cualquier lógica o autocontrol.
La conexión que sintió fue abrumadora, casi visceral, y no puede ignorarla, aunque no entiende del todo lo que está ocurriendo.
Desesperado, se detiene en la acera, su mirada recorriendo las calles en busca de una pista, cualquier indicio de dónde fue ese omega.
Su pecho sube y baja rápidamente, y por un momento, el miedo de haberlo perdido lo invade. Con los sentidos alerta, se acerca a un grupo de transeúntes y pregunta, su tono urgente, casi demandante.
—¿Han visto a un omega salir por aquí? Cabello castaño, delgado, con un aroma... —Sunghoon se interrumpe, incapaz de describir completamente el olor que lo había cautivado.
Algunos lo miran con desdén, otros simplemente se encogen de hombros. La frustración comienza a arremolinarse en su interior, hasta que finalmente un vendedor ambulante, un beta que está acomodando sus productos en su pequeño puesto, levanta la vista.
—Lo vi subirse a una de esas unidades de "Omega Seguro" —dice, señalando un punto en la calle—. Esos son taxis solo para omegas, no se mezclan con alfas ni betas, por razones obvias.
Sunghoon agradece al beta con un movimiento brusco de cabeza antes de empezar a correr en la dirección señalada. "Omega Seguro". La línea de transporte exclusiva para omegas que garantiza su seguridad.
Si el omega se fue en uno de esos, será difícil encontrarlo sin más información. Pero Sunghoon no es de los que se rinden fácilmente.
Finalmente llega a la oficina local de "Omega Seguro".
Al abrir la puerta, su mirada se encuentra con un empleado en el mostrador, un beta de aspecto calmado que lo observa con cierta desconfianza. Sunghoon se adelanta, su presencia imponente llena el pequeño espacio.
—Necesito saber a dónde fue un omega que tomó uno de sus taxis hace unos minutos —Exige, su tono firme.
El beta levanta una ceja, claramente poco impresionado por la urgencia del alfa.
—Lo siento, pero no podemos divulgar esa información. Las normas de seguridad son estrictas para proteger a nuestros clientes.
Sunghoon frunce el ceño, intentando calmar la tormenta de emociones que bulle en su interior.
—Por favor. No es para hacerle daño. Necesito saber si está bien —Insiste, sin revelar la intensidad de su conexión.
El beta suspira, pero antes de que pueda responder, una figura delgada y elegante se acerca desde el fondo de la oficina.
Yeosang, el omega con mirada aguda y fría, aparece como si hubiera estado esperando ese momento.
Aunque no lleva uniforme, es claro que tiene cierta autoridad en el lugar.
—Déjalo, Sunoo —dice Yeosang, su tono tranquilizador pero firme—. Yo me encargaré de esto.
El beta asiente y retrocede mientras Yeosang fija su atención en Sunghoon. Hay algo en sus ojos que lo pone en alerta, una chispa de inteligencia que no pasa desapercibida.
—El omega que estás buscando no quiere ser encontrado —Dice Yeosang con suavidad, pero con la firmeza de alguien que conoce la situación mejor de lo que está dispuesto a admitir—. Y tú, alfa, no eres quién para decidir lo contrario.
—Tú lo conoces —Sunghoon da un paso adelante, cada fibra de su ser en alerta—. Dime dónde está.
Yeosang sonríe, pero es una sonrisa vacía, casi como si estuviera midiendo cada palabra antes de hablar.
—Sé muchas cosas. Pero no todas están destinadas a ser compartidas. Si realmente lo aprecias, tal vez debas empezar por entender que no siempre puedes controlarlo todo. —Su mirada se clava en los ojos de Sunghoon, como si intentara descifrar sus verdaderas intenciones—. Algunas respuestas solo llegan cuando dejamos de perseguirlas.
Sunghoon se queda inmóvil, el lobo en su interior rugiendo de frustración. Sin embargo, algo en las palabras de Yeosang resuena en lo profundo de él, una verdad que no puede ignorar.
El omega frente a él no es solo una presa que debe cazar, es alguien que tiene su propio mundo, sus propios miedos y deseos.
Sunghoon inhala profundamente, su mirada fija en Yeosang, consciente de que este omega no será fácil de convencer. Cada palabra debe ser medida con cuidado, o el rastro de su omega podría perderse para siempre.
Su orgullo de alfa está herido, pero más que eso, siente que hay algo mucho más grande en juego.
—Escucha, sé cómo suena esto —Comienza Sunghoon, tratando de mantener la calma—. Pero no es lo que piensas. No lo estoy persiguiendo para imponerme ni para controlarlo. Es solo que... creo que él vio algo que podría malinterpretar.
Yeosang cruza los brazos, sus ojos afilados observando cada detalle en el rostro de Sunghoon. No está convencido.
—¿Algo que podría malinterpretar? —Pregunta Yeosang con un tono escéptico—. ¿Qué podría ser tan importante como para que te lances a buscarlo de esta forma? —Su mirada desciende hacia la ropa elegante y el porte altivo de Sunghoon, como si ya tuviera una idea de a qué tipo de alfa se enfrenta—. Los alfas como tú... los que tienen dinero y poder, siempre creen que pueden explicar cualquier cosa, pero nunca es tan simple, ¿verdad?
Sunghoon frunce el ceño, sintiendo la acusación implícita. Aunque entiende de dónde viene, no puede dejar que esta barrera se interponga entre él y su omega.
—Lo vi en la discoteca, lo sentí antes incluso de verlo. Era como si... —Hace una pausa, buscando las palabras correctas—. Como si el mundo hubiera dejado de girar por un segundo. Y sé que él sintió lo mismo. Pero cuando me acerqué, él me vio... bailando con alguien más. Una omega que solo era una conocida. Pero sé que lo malinterpretó, vi la forma en que huyó.
Yeosang escucha en silencio, pero su expresión no cambia.
La duda permanece en sus ojos, la misma que siempre tiene cuando un alfa aparece proclamando haber encontrado a su omega.
Ha visto demasiadas historias similares terminar mal, y Sunghoon, con su aspecto impecable y su porte aristocrático, encaja en el perfil de esos alfas que usan su poder para tener lo que quieren.
—¿Y qué importa si lo malinterpretó? —Responde Yeosang con frialdad recordando el rostro de sufrimiento de su amigo Jake—. Los alfas siempre tienen excusas, siempre creen que pueden solucionarlo todo con palabras dulces y promesas vacías. Pero al final, cuando las cosas se complican, son los omegas los que terminan pagando el precio. Y tú... —Yeosang hace una pausa, evaluando a Sunghoon—. Tú no pareces diferente.
Sunghoon siente un pinchazo de frustración. Sabe que su apariencia y su estatus social lo delatan, pero no es el tipo de alfa que Yeosang cree que es. No esta vez.
Este omega significa algo más para él, algo profundo, algo que nunca había sentido.
—No tienes idea de quién soy, ni de lo que siento por él —dice Sunghoon, su voz baja pero cargada de emoción contenida—. No es solo atracción. Cuando lo vi, sentí que... que él era lo que había estado buscando, incluso sin saberlo. Y no me importa si tiene o si no tiene la misma vida que yo. Todo eso es irrelevante. Solo quiero que esté bien, y quiero explicarle lo que realmente pasó.
Yeosang observa a Sunghoon en silencio durante varios segundos, su expresión aún cerrada.
El alfa frente a él habla con una convicción que muchos otros no tienen, pero aún así, la desconfianza permanece.
—¿Qué me garantiza que no harás lo mismo que tantos otros? —Pregunta Yeosang, suavizando un poco su tono—. ¿Qué pasará cuando te aburras, cuando el brillo de esa conexión se desvanezca? Los omegas como J... él y yo... hemos aprendido a cuidarnos de alfas que vienen de mundos tan diferentes. Porque al final, siempre se van.
Sunghoon aprieta los puños, una mezcla de ira e impotencia corriendo por sus venas. No puede culpar a Yeosang por su desconfianza, pero tampoco puede permitir que este malentendido lo separe de su omega.
Su corazón late con fuerza, y su lobo interno ruge, exigiendo que lo encuentre, que lo proteja.
—No puedo darte ninguna garantía —Admite Sunghoon, su voz más suave ahora—. Pero puedo prometerte una cosa: no me iré sin intentarlo. No voy a huir de esto, y no lo voy a dejar. No importa lo que pase, no lo voy a dejar.
Yeosang lo observa un momento más, evaluando sus palabras, sus gestos, buscando cualquier indicio de mentira o superficialidad.
Finalmente, deja escapar un suspiro, suavizando un poco su postura.
—Eres diferente —Murmura Yeosang, más para sí mismo que para Sunghoon—. No sé por qué, pero hay algo en ti que me dice que realmente estás dispuesto a arriesgarte. Ese omega al que buscas él es especial, lo sabes, ¿verdad?
Sunghoon asiente, sin decir una palabra.
Yeosang entrecierra los ojos, como si tomara una decisión difícil.
—Está bien, alfa. Te daré la oportunidad de demostrar que no eres como los demás. Pero te lo advierto, si haces que él sufra, si lo abandonas o juegas con sus emociones... te encontrarás conmigo de nuevo. —Su mirada es afilada, pero ya no está llena de desconfianza, sino de una advertencia genuina.
Sunghoon respira profundamente, sintiendo que finalmente hay una pequeña apertura en la fortaleza que Yeosang ha construido.
—Gracias —dice, con sinceridad.
Yeosang asiente lentamente.
—Vino conmigo, es más, es un amigo muy querido, él está en un lugar seguro. Te llevaré con él, pero lo que ocurra después depende de ti.
Sunghoon siente un alivio inundar su cuerpo. Ahora, al menos, tiene una oportunidad de arreglar las cosas.
Una oportunidad de demostrar que su conexión con su omega es real, y que no la dejará escapar.
Nuevo capítulo 🥰
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