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Capítulo 8ཻུ⸙͎

Los dos desarrollaron una rutina. Hermione se despertaba cada mañana para encontrar a Severus profundamente dormido a su lado. Algunas mañanas, pocas, despertaba sola, pero en general, ella despertaba antes que él se fuera.

Siempre se tomaba algunos momentos para disfrutar y poder acurrucarse contra su pálido y musculoso pecho, inhalando su aroma que siempre le recordaba a las hierbas con las que trabajaba. Ella amaba como olía Severus.

Luego, con un suave beso en los labios, salía de la cama y se metía en la ducha, mientras él dormía. A la mitad de la ducha matutina, Severus la acompañaba y le hacía el amor. Hermione encontró que sus días en el trabajo eran mucho más agradables después que él la hiciera gritar repetidas veces de placer antes de que tuviera que irse para encarar un nuevo día de trabajo.

Luego de eso, él solía dejarla, para que pudiera volver a lavarse, con una sonrisa en el rostro y un suave beso en los labios, para luego vestirse y bajar a la cocina. Para cuando ella estaba lista y vestida, se encontraba con el desayuno que ya estaba esperando por ella.

A ella le gustaba lo que él hacía por ella. Le resultaba algo nuevo y sorprendente el no verse obligada a tener que ser ella quien se ocupara de preparar siempre la comida. Le parecía muy interesante que no tuviera que decirle como bebía su café y aún así, Severus lo hacía perfectamente para ella cada mañana. Sabía que él era una persona muy observadora, pero todavía la sorprendía. Ron nunca le había preparado el café. Por supuesto, ni siquiera sabía cómo le gustaba. Pero Severus sabía que le gustaba con dos cucharadas de azúcar y un toque de crema para quitarle un poco el sabor amargo.

Hablaban mientras desayunaban sobre lo que tenían planeado para ese día. Ella reunía las cosas que iba a necesitar en esa jornada y Severus le daba uno de esos besos devastadores antes de irse. Algunos minutos después, y solo después de calmar el desbocado latido de su corazón, Hermione se iba a trabajar.

Los días parecían pasar volando la mayor parte del tiempo. Muy pocos días le parecían pesados y ella decidió que se debía a que ahora era feliz. Algo raro en ella, pero amaba cada momento de calidez que sentía que la envolvía constantemente.

Sabía que Severus era un gran factor en su recientemente encontrada felicidad, pero no era la única razón. Hermione había tomado el control de su vida. Había extirpado esa porción enferma que había estado manchando su alma. Así era como veía a Ron ahora.

Como una enfermedad. Como una infección que ella había dejado devorar su cuerpo y su mente. Pero había cortado esa infección. Se había curado de esa enfermedad, y ahora, no solo era libre, si no que también era feliz. Había sacado el premio grande.

Ginny. Ella todavía no le hablaba. Hermione no había intentado comunicarse con nadie de la Madriguera desde que había dejado a Ron. Ginny había sido su mejor amiga, casi su hermana. Ella le había contado a Ginny tantas cosas a lo largo de los años. Y Ginny había confiado en ella también.

Las dos habían sido vistas muchas veces, durante los años en Hogwarts, cabeza con cabeza, cuchicheando sobre las cosas que las chicas no discuten con los chicos.

Incluso después de graduarse, Ginny todavía ocupaba una gran parte de su vida. Era cierto que Hermione no le había contado todos los detalles de su matrimonio, pero la verdad es que se había sentido muy avergonzada al respecto. Además, no había querido abrumar a su cuñada con su miseria y tampoco quería admitir que había cometido un error al casarse con el hermano de su querida amiga.

Hermione también temía que Ginny no entendiera. Temía que se alejara de ella si se enteraba que Hermione no era feliz y que comenzaba a odiar a Ron.

Ahora, todos los temores que tuvo con respecto a Ginny parecían haberse confirmado, debido al silencio por parte de quien fuera su mejor amiga. Harry se comportaba de la misma manera de siempre, pero era Ginny la que la ponía triste. Había perdido a su mejor amiga, a su hermana, justo cuando más la necesitaba.

Tal vez se sentía feliz, pero todavía sentía confusión con respecto a lo que debía hacer con Severus. Parte de ella recordaba lo horrible que había sido él con ella y sus amigos. Parte de ella sabía que las cosas eran distintas ahora. Ya no era su alumna, así que era requerido que la odiara y atormentara.

Pero otra parte de ella sentía temor por la velocidad y la profundidad que estaba ganando el asunto. Había llegado a un punto en el que odiaba quedarse una noche sin verlo. Era algo poco usual y él siempre enviaba a su cuervo para hacerle saber si tenía que quedarse toda la noche en el castillo.

El proyecto en el que Severus estaba trabajando, una nueva poción que intentaba crear, estaba consumiendo mucho de su tiempo. O pasaba horas estudiando e investigando como hacerla funcionar, o estaba intentando prepararla. La cocción, en este punto, tomaba horas. Y podría llegar a demorar días hasta que llegara al punto en el que se pude dejar descansar el preparado.

Eran esas noches en las que él no iba con ella cuando Hermione encontraba más difícil concentrarse en lo que leía o hacía. Eso la molestaba mucho. Siempre había sido una persona independiente. Siempre había deseado tener tiempo para ella y para hacer lo que quisiera.

Pero Severus no había hecho ninguna demanda con respecto a su tiempo. Si ella quería leer, él también leía, manteniendo el silencio que ella necesitara. Se sentaba con tranquilidad en una silla en la biblioteca o en el sofá, a su lado, y la dejaba en paz, mientras él se ocupaba de su propia lectura, usualmente, mas investigación sobre la poción que estaba creando.

Hermione se encontró en mas de una ocasión, si no siempre, observándolo mientras leía, como esperando a que él comenzara a molestarla por esto o aquello...por algo...cualquier cosa. Pero nunca lo hacía. El único momento en el que interrumpía su lectura era si escuchaba que le gruñía el estómago, y en tal caso, la llevaba a cenar o preparaba él mismo la cena o le preguntaba si necesitaba ayuda para prepararla. La otra razón por la cual la interrumpía era si la veía bostezar mas de tres veces por hora. Severus le quitaba el libro de las manos, le recordaba lo tarde que era y luego se la llevaba a la cama. A veces, le hacía el amor antes de caer dormidos los dos y otras veces, solo la abrazaba.

Todo esto parecía confundirla todavía más. Nunca hubiese dicho que era un hombre dulce. No solo era lo que hacía cuando estaba en casa. También le traía regalos. Flores, un puñado de hierbas frescas para cocinar o solo para ponerlas en la casa, que era algo que a ella le encantaba. Incluso le traía algún libro que le parecía debía leer. Era algo que la ponía nerviosa. No estaba acostumbrada a esa clase de atenciones.

Ya no estaba segura si era que Severus la estaba consintiendo demasiado o era que Ron había sido un absoluto desgraciado con ella. Como fuera, la situación la confundía cada vez más. Y lo más desconcertante era que ella se daba cuenta que él sabía que la estaba sacando de balance con sus regalos y sus atenciones.

Hermione casi podía jurar que eso la molestaba, pero le encantaba que él estuviera tan pendiente de ella para enfadarse con Severus. Amaba que él hiciera todas esas cosas por ella. Solo que de alguna manera, esperaba que le sacara la alfombra de debajo de los pies en cualquier momento. Que comenzara a demostrarle lo que realmente quería de ella, no muy distinto a lo que ya había experimentado en su matrimonio con Ron.

Una noche, un par de semanas desde esa noche en la que habían discutido por su falta de contacto con ella, Severus llegó a su casa. Hermione había arreglado que la red floo le permitiera ir y venir a su antojo.

Él llegó y antes que ella pudiera hacer algo mas que sonreírle, la había tomado entre sus brazos y la había llevado derecho a su habitación. Los dos fueron dejando las prendas de ropa en donde caían en medio de su apuro por quedarse desnudos. Llegaron a la cama muy desnudos y muy ansiosos por tocarse y saborearse mutuamente. Pasaron varias horas para que alguno de los dos quisiera abandonar el lecho.

Habían bajado las escaleras, todavía desnudos, y buscaron algo de comer. Afortunadamente, encontraron sobras de toda la semana en el refrigerador. Llenaron dos platos con diferentes cosas como spaghetti, alguna otra clase de pasta con salsa, patas de pollo fritas, verduras al vapor y puré de patatas. Con los platos llenos, regresaron a la cama.

Comieron un poco de ambos platos. Cuando estuvieron llenos, Severus envió los platos de regreso a la pileta de la cocina para que se lavaran solos. Se acurrucaron uno contra el otro y Severus le leyó a Hermione una de sus novelas favoritas.

Ella sonrió y cerró sus ojos para escucharlo. Su voz se derramaba sobre ella y la relajaba mas de lo que pensaba era posible. Se había quedado dormida escuchando su voz en lugar de las palabras.

Ginebra Weasley-Potter se apareció en la cocina del Nro. 12 de Grimmauld Place a la mañana siguiente. Harry le había insistido mucho para que hable con Hermione. Habían pasado meses desde la última vez que habían hablado. Un poco mas de cinco meses exactamente.

Cuando se enteró que Hermione había dejado a Ron, había intentado entender la situación. Solo que nunca llegó a entender del todo lo que había ocurrido, al parecer de repente, con la pareja. Siempre había pensado que todo estaba bien entre ellos. Al menos Hermione nunca se había quejado.

Cuando Hermione se fue, Ginny había intentado mantenerse fuera del problema, sabiendo que eran dos de las personas a las que más amaba. Solo que no había sido capaz de mantenerse fuera del asunto por mucho tiempo. Apenas un par de semanas.

De pronto, Hermione había quitado todos los muebles y todas las cosas que la pareja había adquirido a lo largo de los años, dejando a Ron con casi nada. Todo lo que le había dejado eran sus ropas en el closet y la memorabilia de quidditch que Hermione le había obsequiado durante ese tiempo.

Le había quitado a Ron todo por lo que había trabajado tan duro todos esos años, y Ginny se había puesto furiosa al enterarse que su hermano no siquiera tenía una cama en donde dormir. Y se puso peor cuando supo que Hermione iba a vender la casa con él adentro si era necesario.

Ron había sido tan bueno que había dejado la casa a nombre de Hermione ya que había sido como un obsequio para ella. Esa había sido la casa que ella había querido aún cuando Ron apenas podía pagarla. Pero venderla cuando Ron todavía vivía allí.

Ginny había pasado mucho tiempo con Ron. Le compró cosas para que pudiera vivir allí, pero ahora, no quedaba nada. La casa había sido adquirida por una joven pareja que esperaba un bebé.

Luego se fue a enterar que Hermione se había quedado con todo el dinero de la venta de la casa. Eso fue lo último. Ron le había comprado la casa y ella se quedaba con todo el dinero.

Ginny no podía creer que su cuñada fuera una persona de esa clase si no lo hubiera escuchado directamente de Ron, aunque su hermano se había mostrado renuente a decirlo y ella había tenido casi arrancárselo a la fuerza.

Le contó sobre la casa y finalmente, sobre la verdadera razón por la cual Hermione lo había abandonado. Los estaba engañando y lo había hecho por un largo tiempo. Incluso Ron la había atrapado en el acto. Por eso lo había dejado. Para estar con su amante en lugar de quedarse con Ron. Y además, no había tenido el coraje de encarar al resto de la familia cuando supieron la verdad.

Ginny no había podido hablar con Hermione por bastante tiempo sobre lo que le estaba haciendo a su hermano, pero esto era lo último. Había destruido a Ron. Ahora que se había tomado un tiempo para calmarse y ya era tiempo de confrontar a esta ramera por todo lo que había hecho.

Cuando llegó a la casa, Ginny suspiró. No había café hecho, así que era seguro que Hermione seguía en la cama. Era sábado, así que no tenía que ir a trabajar.

Bueno, esa prostituta iba a ser rudamente despertada. Pensó Ginny mientras hacía una pausa y se calmaba un poco para preparar el café. Ella había sido educada correctamente. Como había llegado sin avisar tan temprano, era lo único que podía hacer, sin contar que esa era la casa de Harry y Ginny podía ir y venir a su antojo. Pero ese no era el punto.

De hecho, pensó Ginny mientras se dirigía hacia las escaleras, debería decirle a Harry que eche a esta mujer de dos caras a la calle. Harry no iba a estar contento al enterarse que su preciosa Mione no era mas que una puta. Él mismo le patearía el trasero fuera de la casa sin darle lugar a decir una palabra. Ginny estaba mas que segura de eso.

Ginny se detuvo cuando vio ropa tirada aquí y allá por la escalera, pero no se detuvo tanto tiempo para revisarla. Eso solo avivó las llamas de su enfado por lo que Ron le había dicho. Eso solo probaba que decía la verdad. Hermione lo estaba engañando.

La pelirroja llegó hasta la habitación de Hermione y vio que la puerta estaba entornada. Tomó una gran inhalación y la abrió más. Lo que vio la dejó fría, a pesar de haber estado esperando ver algo así. Vio a una Hermione totalmente dormida, visiblemente desnuda y con la cabeza apoyada sobre un muy pálido y musculoso pecho. ¡Ron tenía razón! ¡Qué ramera! Pensó Ginny, incapaz de sacar los ojos de la escena por varios minutos mientras más enojo la consumía.

Finalmente, apartó los llameantes ojos de Hermione y miró al hombre a su lado. Se le escapó un gemido al verle el rostro al amante de su cuñada. Solo la nariz y el cabello negro le pudo haber indicado quien era, pero verle la cara, ahora relajada mientras dormía, era lo más pasmoso que había visto.

El gemido que se le escapó a Ginny hizo que Severus se despertara. Demasiados años como espía le habían enseñado los beneficios del sueño liviano. El suave sonido fue todo lo que necesitó, debido a todos los años de entrenamiento, para despertarse completamente en un segundo.

Su varita, de inmediato, apuntó hacia el intruso. Hermione, que había estado acostada sobre él, terminó cayéndose por el rápido movimiento de él al incorporarse, y ahora se tocaba la cabeza donde se había golpeado contra el hombro de Severus cuando él se sentó de un salto.

Lo único que evitó que Severus lanzara el primer hechizo fue darse cuenta de algunos hechos puntuales en apenas unos nano segundos. Primero, estaba en la habitación de Hermione, no la de él. Segundo, el intruso no estaba armado. Y tercero, el intruso no era alguien con una máscara sino una amistad de Hermione.

Severus frunció el ceño confundido. "¿Sra. Potter?" Preguntó, observando la expresión aterrorizada de la joven. Qué suerte que las sábanas lo estaban cubriendo de la cintura para abajo.

Hermione dejó de tocarse el golpe en la cabeza y de lanzar insultos cuando escuchó lo que Severus dijo. Abrió los ojos y vio la expresión de terror que Ginny tenía en la cara mientras miraba a su antiguo profesor de pociones. Hermione también frunció el ceño y tapó su desnudez con las sábanas. "¿Ginny?"

Ambos, Severus y Hermione, vieron como el susto desaparecía de la cara de la pelirroja y era reemplazado por el asco, mientras miraba a uno y a otro. Ginny le dedicó una mirada de desdén a la mujer que durante tanto tiempo había llamado su amiga.

"Bueno, bueno, bueno. Veo que no has perdido el tiempo Hermione. ¿Por cuanto tiempo te has estado cogiendo al profesor? No puedo siquiera imaginarlo, ya que Ron no sabía nada al respecto. ¿O es uno de varios?" Dijo Ginny con la malicia empañando su normalmente dulce voz.

Hermione se sintió confundida por un momento mientras asimilaba las palabras de Ginny. Sintió que Severus se tensaba y escuchó el siseo que dejaba escapar. Volvió a la realidad al darse cuenta que la varita de su amante se movía en su mano, como si fuese a lanzarle una maldición a Ginny después de todo.

Hermione puso su mano sobre la de él y con suavidad la hizo bajar. Los ojos color chocolate de la chica, enormes y shockeados, y mostrando un dejo de dolor, estaban clavados en los de Ginny.

Hermione tragó saliva. "¿Ginny, de que se supone estás hablando?"

Ginny lanzó una carcajada, con la furia obligándola a decir cosas que normalmente no diría. "Estoy hablando que no eres mas que una puta, Hermione. Una puta codiciosa."

Severus lanzó un gruñido e intentó levantar su varita de nuevo, pero Hermione volvió a detenerlo. Lo miró a los ojos y negó con la cabeza. Ella sabía que Ginny no era así. Era mas bien el enojo por haber dejado a su hermano. Algo estaba muy mal.

"¿Ginny, me das un momento para vestirme y nos vemos en la cocina para discutir esto? No tengo idea de por qué me estás llamando puta, pero te aseguro que no soy nada de eso." Dijo Hermione, tratando de mantener la calma.

Ginny la miró otra vez con desdén. "Está bien. Vístete y ven a la cocina. Tienes diez minutos o me largo." Miró a Snape a los ojos y añadió. "Sola."

Salió de la habitación y Hermione suspiró, masajeándose las sienes. Apenas me despierto y ya tengo jaqueca. Sintió que le ardían los ojos al escuchar las palabras que le dijera su amiga, pero se tragó las lágrimas por ahora. En aquél momento, no le servían de nada.

Severus la tomó de la cara y la hizo mirarlo. "¿Estás bien?" Pregunto con suavidad, con la voz clamada a pesar de la furia apenas contenida por los comentarios de la pelirroja. ¿Cómo se atreve a llamarla puta? ¿Cómo se atreve a decir que lo único que le importa es el dinero? Hermione era la persona mas dulce y más entregada que había conocido. La gente como ella no se preocupaba por el dinero.

Hermione asintió lentamente. "Sí. Estaré bien. ¿Te importa darnos un poco de privacidad mientras resolvemos esto?"

Los oscuros ojos de él observaron la tensión de los labios y los hermosos ojos de ella. "Claro, no hay problema, ¿pero te parece que esta es una movida sabia? Obviamente no es tu amiga si es capaz de decirte esas cosas tan crueles."

El mentón de ella tembló un poco al reprimir el llanto nuevamente. "¿Creerías si te dijera que es una de mis mejores amigas?"

Él sonrió y le pasó un brazo alrededor de los hombros, para besarla con suavidad en los labios. "Lo sé. Solía reprenderlas por estar hablando en mi clase, ¿te acuerdas?"

Ella le dedicó una pequeña sonrisa. "Me acuerdo. No podíamos estar calladas y ahora, siete años después, la primera palabra que escucho de ella es que soy una puta." Hermione sacudió la cabeza, entristecida por las vueltas de la vida.

Severus le acarició la mejilla con dulzura. "Tú no eres tal cosa Hermione. Si la escucho llamarte así otra vez, no seré responsable de lo que le haga."

La sonrisa de Hermione se agrandó un poquito. "Mas razones para darnos un poco de privacidad. Estoy segura que lo dirá otra vez, por lo menos una vez más. Tiene un genio del demonio cuando está enojada. No tengo idea de por qué piensa que lo soy, pero estoy segura que el responsable es el imbécil con el que me casé."

Los oscurísimos ojos de Severus parecieron ponerse todavía más oscuros, pero se mordió la lengua. Observó como se levantaba de la cama y se ponía las primeras prendas que encontraba. Un par de jeans que le quedaban muy bien en el trasero, y una camiseta blanca. Se preguntó si debía decirle que se podían ver los pezones a través de esa tela.

Pero se fue antes que tuviera oportunidad de decir algo. Se encogió de hombros con una pequeña sonrisa y se recostó contra la cabecera de la cama. Se tomó un momento para pensar. No le gustaba la idea de dejarla sola, así que tomó una ducha rápida y se vistió. Decidió que se sentaría en las escaleras, solo por las cosas se ponían feas.

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