Capítulo 2ཻུ⸙͎
Hermione estaba sentada frente a su escritorio en el trabajo. Era hora de ir a casa. Era tiempo de empacar sus cosas y seguir a la manada que se dirigía a las chimeneas para volver a casa. Odiaba ese momento del día. Odiaba tener que abandonar su pequeño y pacífico mundo de oficina y tener que ir a casa. Con él.
Hermione se preguntaba como pudo haber sido tan tonta en aquellos años, como para pensar que él era la persona indicada para ella. No lo era. Y Hermione se había dado cuenta de eso en menos de tres años de matrimonio con él. Era su culpa y de nadie mas. Ella siempre supo quién era él y había sido tonta al pensar que podría cambiar.
Fue tonta al pensar que cambiaría. Que dejaría de ser un niño inmaduro sin otros intereses además del quidditch y la comida. Pero no. No había cambiado absolutamente nada.
Ambos tenían 26 años ahora y él, todavía no era capaz de comer sin llenarse la boca de alimentos e intentar hablar con la boca llena de comida, y los trozos medio masticados de la misma cayéndole de la boca. Eso le daba asco a Hermione. Literalmente, la hacía querer vomitar.
La gente solía preguntarle como hacía para mantener una figura tan bonita después de tantos años. La respuesta era sencilla. Cada vez que su marido comenzaba a comer, ella perdía el apetito, de solo mirarlo.
No ser capaz de ingerir alimento, era la mejor manera de permanecer delgada. La única comida que en realidad hacía era el almuerzo, la cual era la única que no compartía con él.
Hermione suspiró. No eran solo sus atroces modales en la mesa los que le causaban problemas. Ese solo era uno de tantos. Uno de los peores, de hecho. ¿No podía este hombre tragar la comida antes de hablar? ¿Acaso era tan difícil ingerir lentamente la comida con un tenedor, como la gente normal, en lugar de usar una enorme cuchara y meterse la comida en la boca lo mas rápido posible, como si el plato fuera a desaparecer?
No. No era solo como comía. Era todo. El infeliz había hecho un escándalo cuando ella le dijo que iba a volver a trabajar después de casarse. Él quería que ella hiciera lo que había hecho su propia madre. Quería que se quedara en casa y cuidara de él y de los niños.
Sin embargo, había sido él quien no había querido tener hijos todavía. Ella quería formar una familia, pero él había protestado desde el principio al respecto. Luego tuvo el descaro de decirle a su madre que Hermione tenía la culpa de no tener ningún hijo. Si dejara de trabajar, tal vez podrían tener tiempo de comenzar una familia. Esas palabras hicieron que ella se sulfurara.
Ron le dijo a toda la familia que le parecía que Hermione no podía quedar embarazada porque se la pasaba fuera de casa. Que era su culpa de que su vida sexual se hubiera reducido a tan solo un par de días al mes. Bueno, eso era parcialmente su culpa.
Era su culpa ya que era ella solía decirle que no se sentía de humor la mayoría de las veces. Pero la verdad era que no podía evitarlo. Ya no se sentía atraída por él. ¿Cómo podía ella dejarlo tener sus cinco minutos de jadeos cuando todo lo que veía cada vez que lo miraba era un quejoso y molesto infeliz pelirrojo?
El idiota ni siquiera sabía como dejarla relajarse cuando Hermione llegaba de trabajar. Todo lo que ella quería, era llegar y sentarse con un buen libro o algo así. Pero en el momento en el que ponía los pies en casa, él empezaba con las mismas preguntas de siempre.
¿Dónde está la cena? Eso era fácil. No estaba lista porque él no era capaz de levantar un dedo para comenzarla cuando él estaba en casa y ella todavía no había llegado. Él estaba demasiado acostumbrado que su mamita estuviera todo el día en casa y tenía la comida preparada cada vez que los hombres llegaban.
¿Por qué la cena siempre tardaba tanto? Esa era fácil, también. Se podía responder con la primera pregunta.
¿Estaba Hermione planeando limpiar la cocina antes de ir a la cama? ¡Claro! ¿Por qué no? Habiendo trabajado todo el día y luego de llegar a casa para prepararle la cena. También tenía que asegurarse de limpiar todo el desorden ya que Ron era incapaz de darle una mano para hacer la limpieza.
¿Por qué razón siempre tenía que irse solo a la cama? Tal vez, si se molestara en mover un poco el trasero y la ayudara solo un poco, ella no tendría que verse obligada a utilizar el escaso tiempo libre del que disponía, para hacer la limpieza. Ella tenía que hacer la limpieza, limpiar la cocina, la sala, lavar la ropa, quitar el polvo, lavar los pisos, barrer, aspirar, y cualquier otra cosa que se requiriera. Todo eso en un par de horas y sin magia, ya que tenía algunos libros muy sensibles que no podían ser expuestos a la magia sin que causaran problemas.
¿Por qué ya no tenían sexo? Esa era una pregunta que le causaba mucha gracia. Por qué razón iba ella a querer tener sexo con él después de responder a las preguntas anteriores? ¿Dónde se suponía que iba ella a encontrar la energía para dejarlo hacer su jadeo, si luego tenía que terminar ella misma el trabajo? ¿Por qué molestarse en esperarlo a él? Bien podía saltarse esos tres minutos en los que él jadeaba un poco sobre ella y pasar directamente a la masturbación.
Hermione suspiró. Odiaba el final del día. Ahora ella podía ir a casa con él y entonces comenzaba la 'diversión' nuevamente. Si tan solo no hubiera sido educada en la creencia que el matrimonio era para siempre. Pensar en el divorcio, ni siquiera era una opción. Si hubiera sido educada de otra manera, le habría pateado el trasero a Ron hacía mucho tiempo.
Porque, de todos modos, esa era su casa. Ron tiraba todo lo que ganaba en estupideces y raramente contribuía para pagar las cuentas. Pero, por supuesto, estaban suscriptos a cada revista que tan solo mencionara la palabra quidditch. Tenían mas memorabilia del estúpido juego de la que ella podía tolerar. Tenían cada juguetito y porquería con la que él quería jugar. Pero, aún así, Ron no era capaz de aportar una moneda para las cosas necesarias de la casa, como comida, o polvos floo, o cualquier otra cosa que pudiera necesitarse. Ni siquiera contribuía para el fondo de ahorro que Hermione había comenzado para poder pagarse unas vacaciones decentes. Un fondo al que Hermione había estado aportando cada moneda que podía. Era algo que había estado haciendo por un buen tiempo. Incluso, había dejado de comprar cosas que de verdad necesitaba solo para poder ahorrar un poquito mas.
Había dejado de comprar libros o ropa nueva, aún cuando las suyas necesitaban ser reemplazadas urgentemente. La pobre hacía todo eso para poder pagarse unas lindas vacaciones.
Ella quería ir a algún lugar agradable y exótico. Quería ir a algún lugar en donde la mimaran un poco, como para variar. Quería algo que no podía tener en casa. Paz, felicidad, placer.
Si ahorraba lo suficiente, tal vez podía hacer que alguien mas se ocupara de Ron mientras ella podía disfrutar de un buen rato de descanso y lectura. O poder recibir un buen masaje para sus tensos y doloridos músculos, que dolían cada día debido a todo el trabajo que realizaba diariamente.
Había tratado de sentarse con Ron para planear las vacaciones desde el día que habia comenzado a juntar dinero. Dinero que guardaba en una lata, en casa, para que cuando estuvieran listos, no tuvieran la necesidad de ir al banco y tener que lidiar con todo el papelerío que implicaba.
Había conseguido folletos para investigar sobre los lugares que podían visitar, pero Ron nunca quería hablar sobre eso. Siempre le decía que no importaba cuanto planearan ahora, ya que no tenían el dinero suficiente para tomarse unas vacaciones. Según él, nunca habían ahorrado suficiente dinero. Solía decir que debían seguir juntando dinero hasta que tuvieran lo suficiente y pudieran elegir cualquier cosa que quisieran.
Hermione ni siquiera se había molestado en decirle que si no hacían planes no podían saber cuanto iban a costar las vacaciones. Si no planeaban no podían saber si los 10.000 galeones que Hermione había ahorrado eran o no suficientes.
Dándose cuenta que solo se estaba torturando, reunió sus cosas y se dirigió hacia las chimeneas. Había menos gente ahora, ya que se había hecho tarde. Había pasado un buen rato allí sentada, pensando.
Había pasado casi una hora en lo que ella pensaba en lo qué se había transformado su vida. Se dio cuenta que habían días en los que extrañaba cuando todavía era una estudiante en Hogwarts. Extrañaba tener las comidas preparadas para ella, sin tener que molestarse en prepararlas. Extrañaba no tener mas responsabilidades que su tarea, sus estudios y asistir a clases.
Extrañaba sus clases. Había sido tan buena en todas ellas. Sus profesores la adoraban. Bueno, casi todos. Uno de ellos la había odiado. Ese hombre había odiado todo lo relativo a ella. Pero Hermione no podía evitar ser como era.
Su conducta estaba grabada a fuego en su psiquis. Sabía que era una sabelotodo y era algo que no le molestaba para nada. Había sido tan joven, tan inocente. Había creído que si se esforzaba lo suficiente entonces el mundo entero podía su ostra.
El viejo adagio la hacía reír. Si esta era su ostra, entonces que el cielo ayudara a los que no se habían esforzado nada! Pero así eran las cosas. Sabía perfectamente que los que menos se habían esforzado eran quienes mejor la pasaban.
Harry había hecho muchas cosas en su vida, pero ni de cerca había trabajado tan duro en la escuela como ella, y era muy feliz con Ginny. Su esposa era también su compañera. Harry no esperaba que Ginny hiciera todo lo que Ron pretendía que Hermione hiciera.
Tenían dos hijos hermosos y estaban pensando en tener un tercero. Tenía una vida tal, que no podía esperar para volver a casa para ver a su familia. Era un hombre feliz.
Hermione sabía que muchos de los que habían sido sus compañeros tenían vidas felices. Tal vez no todos, pero la mayoría si. Incluso muchos de sus compañeros de trabajo eran felices. ¿Por qué no podía ser feliz ella también? ¿Por qué no podía ser ella también una de esas personas que no podían esperar para llegar a casa?
Ella sabía por qué. Esas otras personas no tenían lo que ella tenía. Ellos no tenían que encarar un terrible desorden cada día cuando regresaban a su casa. Ellos no tenían a Ron.
Tomó un puñado de polvos floo y se fue a casa. Usó su varita para limpiar las cenizas que le habían quedado en la ropa y se tomó un momento para escuchar. Todo estaba en silencio. ¿Dónde estaba Ron?
Él sabía que hoy era el día de pago de Hermione y siempre venía a molestarla para pedirle dinero para sus juguetes. Siempre preguntaba si podía tomar un poco del dinero de su cheque para conseguir algo que sentía que necesitaba y para lo que no tenía dinero.
Por supuesto, ella siempre tenía que recordarle que ese dinero era para pagar las cuentas y para agregar un poco de dinero para el fondo de vacaciones. Él protestaba un poco, pero todavía la molestaba cada día de pago.
Se encogió de hombros y se encaminó hacia la cocina para comenzar a preparar la cena. Como esa habitación era una de las pocas en las que podía usar magia sin temor a que algo ocurriera, usó su varita para comenzar la cena. Puso la carne a marinar, las papas a lavarse y los guisantes a pelarse por si solos.
Era un raro lujo poder usar magia para cocinar la cena, pero era uno del que iba a tomar ventaja el día de hoy. Teniendo algunos minutos libres, fue rápidamente a darse una ducha. Necesitaba quitarse el cansancio de encima. Limpiar el estrés de su cuerpo.
Cuando hubo terminado, se puso un par de jeans y una camiseta. Luego, fue a la cocina. Terminó de preparar la cena y fue a sentarse un rato para leer. Tenía como unos veinte minutos antes de tener que revisar la preparación, así que se relajó y disfrutó de la paz y la tranquilidad.
Apenas había podido leer por unos diez minutos, cuando escuchó el sonido de las verdes llamas de la chimenea, anunciando que alguien estaba llegando. Dejó su libro a un lado, sabiendo quién era. Los pesados pasos eran una mortal advertencia. Ron nunca había aprendido a caminar. Zapateaba como un neanderthal por donde sea que pasara.
Ron entró en la sala como un tornado, con una expresión de gran excitación plasmada en el rostro. De haber sido otra persona, hubiera aparecido una expresión similar en el rostro de Hermione, al tiempo que la excitación empezaba a fluír por su cuerpo. Amaba las buenas noticias y amaba compartir las alegrías de la gente.
Pero como se trataba de Ron, solo podía significar que había hecho algo que la iba a hacer enojar. Ella bien sabía que con lo único que él se ponía así era con esas porquerías que compraba, malgastando su dinero. Sin embargo, esto parecía ser algo mas. Tal vez, sí traía buenas noticias, pero aún así, ella no podía evitar sentir una extraña y cansada aceptación.
"Mione, nunca creerás lo que acabo de hacer." Dijo Ron, sin siquiera molestarse en decirle hola o preguntar como estuvo su día.
Hermione se tragó un suspiro cansado. "¿Qué hiciste Ron?" Preguntó ella, sabiendo que él pondría mala cara si ella no preguntaba. Y no tenía ganas de verle la mala cara esa noche.
Ron sonrió otra vez. "Sé que has querido irte de vacaciones por años y se me ocurrió algo perfecto. Y tenemos lo suficiente como para pagarlo también."
Hermione se enderezó un poco. ¿Vacaciones? ¿De verdad? Pensó ella, sorprendida. Era verdad, necesitaba urgentemente unas vacaciones. Si ya podían pagarlas, entonces el dinero que había estado planeando añadir a la lata encantada en donde lo guardaba, sería un extra. Tal vez podía usar un poco de ese dinero para ir de compras antes de salir de vacaciones. También necesitaba ropa nueva.
"¿Y qué se te ocurrió, Ron?" Preguntó ella, sintiendo un poco de la excitación moviéndose dentro de ella.
Ron le dedicó una sonrisa, como quien se siente el tipo mas inteligente que haya pisado la Tierra, a pesar que ella sabía que Ron estaba lejísimo de ser apenas listo. "Iremos a la Copa Mundial en unas semanas. Luego, tres semanas mas tarde, iremos a pasar dos semanas con el mejor equipo de quiditch de todos los tiempos. Viviremos, comeremos, respiraremos y, realmente, entrenaremos con los Chuddley Cannons. Es como uno de esos campamentos de primavera muggles de batball."
Hermione lo miró perpleja. ¿Batball? Debió querer decir baseball. Supuso ella.
Entonces fue cuando entendió lo que su marido había dicho. "Quieres que gastemos el dinero de las vacaciones entrenando con un equipo de quiditch? Ron...odio el quidditch. Odio volar en esas escobas. De hecho, me aterrorizan. ¿Por que querría hacer algo así?"
Ron le sonrió de esa manera tan molestamente protectora que usaba cada vez que a él le parecía que ella se estaba comportando como una tonta. "Mione, sé que odias volar, pero creo que se debe a que nunca tuviste un maestro de verdad bueno. Los entrenadores saben todas las técnicas para ayudarte a vencer el miedo. Ellos harán que te olvides de ese pequeño y tonto temor tuyo."
¿Pequeño y tonto temor? No era tonto. Era enorme y entendible. Todo lo que había entre uno y el vacío era un palito que era un auténtico dolor en el trasero para controlar. ¿En qué carajos estaba pensando? Todo eso pasaba por la mente de Hermione mientras lo miraba.
"Ron, sé que crees que esta es una buena idea para nuestras vacaciones, pero yo no quiero hacerlo. Tal vez podamos asistir un par de días, incluso una semana. Luego, puedo tomarme unas vacaciones sola. De esa manera, ambos tendremos lo que queremos. No tengo idea de cuánto cuestan los campamentos de quidditch, pero tomará otro año, mas o menos para que ambos podamos tomarnos vacaciones separadas." Dijo Hermione, amando en secreto la idea de tomar unas vacaciones lejos de su marido. De verdad disfrutaría mucho un buen tiempo sin tener a Ron cerca.
Ron fruncio el ceño por un momento antes de volver a mirarla con esa expresión protectora que ella tanto detestaba. "Mione, te va a encantar, ya verás. Solo tienes que darle una oportunidad. Una vez que lo hagas, verás que vas a ser tan fanática como yo."
Hermione podía sentir como la furia le subía por el cuerpo. Esa otra cosa que odiaba de él. Nunca escuchaba lo que ella decía. No la conocía, en lo absoluto. No podía entender como había pasado siete años a su lado y nunca se había molestado en conocerla. Eso sin contar los siete años que habían pasado juntos cuando eran tan solo estudiantes.
Se esforzó por mantenerse calmada y probó una vez mas. "Ron, no quiero darle ninguna oportunidad. Quiero unas vacaciones de verdad. Así que tendremos que esperar un poco mas, de modo que cada cual puede tener lo que quiere."
La sonrisa de Ron comenzó a desvanecerse. "No Mione, no vamos a esperar. No podemos. Tenemos que hacerlo. Lo vamos a hacer"
Hermione suspiró. "¿Por qué no podemos esperar? ¿Por qué no? Hemos esperado por las vacaciones por una largo tiempo, ¿que problema hay con esperar un poco mas?"
Ron le sonrió de nuevo. "Porque ya lo arreglé todo. Te va a encantar Mione."
Hermione sintió como la sangre se le iba de la cara. "¿Cómo que ya lo arreglsate? ¿Qué significa eso?"
La sonrisa de Ron se ensanchó todavía mas, haciendo que ella tuviera unas ganas inmensas de cruzarle la cara de un puñetazo. "Quiero decir que fui hoy y lo arreglé. Ya pagué por todo. Todo lo que tenemos que hacer ahora es tomarnos el tiempo libre en el trabajo. Sé que tienes toneladas de días de vacaciones atrasados y yo también. No será problema si nos tomamos un poco de tiempo de vacaciones."
Hermione se quedó mirándolo como estupefacta por unos minutos. De pronto, se puso de pie de un salto y corrió hacia su habitación. Tomó la lata del escondite en donde la había ocultado. El miedo le llenaba el cuerpo.
Abrió la lata y gimió. No había nada mas que un par de monedas en su interior. Los 10.000 galeones habían desaparecido. Escuchó a Ron que la había seguido hasta la habitación. Las manos de Hermione temblaban violentamente cuando se volvió para mirarlo.
"Ron, dime que no te gastaste todo el dinero." Dijo ella con la voz hueca, sabiendo que si lo había hecho.
Ron suspiró. "Conseguí lugares geniales para la Copa Mundial. No fue barato. El campamento tampoco fue barato, especialmente por dos semanas y para dos personas. De hecho, tuve que pedirle un poco prestado a Harry para cubrir la diferencia. Le dije que le pagaríamos una parte hoy y el resto en los meses que siguen. Se puso feliz al saber que iríamos de vacaciones."
Hermione lo miró con el rostro inexpresivo. "¿Harry estaba feliz de saber que me iría a un partido y un campamento de quidditch?" Preguntó, tratando de mantener la voz suave y sin dejar ver la creciente ira que la invadía.
Ron hizo un gesto de suficiencia. "No le dije que era para eso. Solo le dije que me parecía que necesitabas unas buenas vacaciones que no querías esperar a tener lo suficiente. Estuvo muy feliz de darme lo que faltaba cuando escuchó que era para ti."
Hermione siguió mirándolo con la cara de poker. "¿Así que Harry no tiene ni idea para que le pediste el dinero, y ahora le debemos...cuánto le pediste?"
Ron se encogió de hombros. "Como unos 10.000 galeones mas. Como dije, esos boletos no fueron baratos."
Hermione sintió que el aire se agolpaba en sus pulmones. ¿Otros 10.000? Ron tiró ¿20.000 galeones en esta...esta idea horrible?
La furia se incrementaba mas y mas dentro de ella. Ese era SU dinero. Dinero por el cual se había roto la espalda como esclava para poder ahorrarlo. Dinero al que él no había aportado absolutamente nada y que había desperdiciado así nada mas en una noche. En el quidditch.
Ella sabía que los boletos no tenían devolución. Se preguntó si podría venderlos y recuperar un poco del dinero. Lo dudaba. Conociendo a Ron, seguramente los había comprado en un arranque y mucho mas que seguro era que los boletos no eran todo lo bueno que él dijo. Ron era un idiota. Y ella era todavía mas idiota por no haber encantado la lata de manera que él no pudiera abrirla.
Todos esos años de ahorro, desperdiciados. Todos esos años de privaciones a la basura. Todos esos sueños de unas vacaciones relajantes en donde ser consentida se habían evaporado. Se habían ido al caño.
La furia había crecido tanto dentro de Hermione, que sintió que le iba a estallar la cabeza. Le salían llamaradas de los ojos mientras seguía mirando al hombre que ya no amaba y, al que ya, de hecho, odiaba.
El cuerpo le temblaba por el enojo acumulado dentro. Enojo hacia él. Enojo hacia si misma. Había desperdeciado siete años de su vida. Siete años en los que el único feliz con la relación había sido el desgraciado idiota que había tirado el dinero que tanto le había costado ahorrar y que además, la había endeudado de manera tal, que le iba a llevar un par de años mas el poder pagar la deuda.
Ron la seguía mirando con esa media sonrisa, como creyéndose un tipo muy
listo, sin darse cuenta del extraño silencio que Hermione emanaba. Sin notar el
temblor que acosaba el cuerpo de su mujer. Sin notar como su rostro se ponía
cada vez mas rojo o la furia que lanzaba a través de los ojos mientras lo miraba.
Hermione no supo cuanto tiempo pasó allí parada, pero de pronto, algo dentro de ella se quebró. Ya no podía tolerar esto. Ni un poco mas. Ya no podía seguir así.
Se acercó a Ron con paso firme. Luego, tomó impulso y lo golpeó, justo como había hecho muchos años atrás con Draco, cuando todavía eran estudiantes. Lo golpeó justo en la nariz, con cada onza de frustración, furia y fuerza que tenía en su interior. Lo golpeó tan fuerte que sintió que algo se rompía en su mano.
El dolor ni siquiera se registró. Todo lo que podía sentir era alivio. Alivio y felicidad por quitarse toda esa presión de su sistema.
Todo lo que vio fue a Ron derrumbándose sobre su trasero. Vio como sus manos fueron rápidamente a cubrir su nariz cuando la sangre comenzó a brotar a borbotones sobre él. Eso la hizo sentir mucho mejor. El poder ver como la sangre se derramaba sobre los dedos de él.
"¿Mione, pero qué carajos te pasa?" Le gritó Ron.
Hermione sonrió por primera vez esa noche. "Ron, eres un estúpido infeliz y te dejo. Ya estoy harta."
Se puso una bonita camisa limpia mientras él todavía la miraba con la boca abierta y la nariz sangrante. Hermione buscó un bolso y comenzó a empacar, cuando le llegó un pensamiento a la cabeza. Esa era SU casa, ¿por qué tenía que irse ella?
Se volvió para mirar a Ron. "Me voy a ir a un hotel por esta noche. Espero que te hayas ido para mañana. Puedes empacar tus cosas y todas tus porquerías mientras no estoy."
Se encaminó hacia la puerta, intentando irse, pero Ron la tomó de la pierna. ¡¿Mione, qué es lo que te picó?!"
Ella le echo una mirada de desdén a la mano de él, como quien observa un poco de lodo en las botas. "Estoy enferma de ti. Obviamente no me quieres y estoy cansada de pretender que te amo. Yo ya no te amo. De hecho, creo que en realidad te odio. Ya no voy a seguir desperdiciando mi vida esperando que madures. Ya me cansé de esperar. Quiero mucho mas de la vida. Quiero mas de lo que tú jamás me daras. Eso es todo. Adiós Ron."
Sacudió la pierna para liberarse de él y salió de la habitación. Oh, si, había esperado por muchas cosas, pero ya no iba a esperar mas. Quería mas. Quería mucho mas y se negaba a quedarse con las ganas de todo lo que deseaba. Tal vez, todavía tenía que descubrir qué era lo que quería exactamente, pero tenía una clara idea de lo que era. Y lo que deseaba, no incluía al imbécil que seguramente seguía sangrando en el piso.
Con una genuina sonrisa en su rostro, Hermione se apareció lejos de allí. Era tiempo de ir a conseguir lo que deseaba.
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