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Capítulo 12ཻུ⸙͎

Hermione despertó unos días después y se encontró sola en la cama, con una nota en la almohada junto a ella, y una delicada flor blanca. Bostezó y tomó la nota.

'Buenos días Hermione,

Desperté con una nueva idea para la poción, dándome vueltas en la cabeza. Lamento no haber tenido tiempo de, al menos, darte un beso de despedida, pero no podía esperar para ver si funciona. Que tengas un grandioso día de trabajo. Trataré de regresar por la noche.

Severus.'

Hermione sonrió y dejó la nota en la mesita de noche, despue´s de conjurar un florero para poner la delicada flor blanca en él. Luego, se fue a dar una ducha. Se bañó extrañando la presencia de Severus allí, como siempre lo hacía. Se encogió de hombros y suspiró, y salió para secarse.

Se puso una túnica limpia para ir a trabajar y se sujetó el cabello en un apretado rodete. Bajó las escaleras, se preparó un pequeño desayuno y salió a trabajar.

Durante todo el día, tuvo la extraña sensación de estar olvidando algo, pero no estaba segura de lo que podía ser. Para la hora del almuerzo, la sensación la estaba enloqueciendo, pero todavía no podía señalar lo que era.

Cuando salió del trabajo, la sensación había sido casi olvidada, habiendo decidido que recordaría lo que fuera que había olvidado, cuando dejara de pensar constantemente en eso. Aguardó su turno para usar la red Floo.

Cuando llegó a casa, se encontró sola y fue a la biblioteca para leer. Se sentó para comenzar la lectura y se perdió en las páginas del libro, como normalmente lo hacía. Cuando su estómago comenzó a gruñir, se percató que ya era tarde y necesitaba cenar.

Entró en la cocina y se hizo un sandwich que comió despacio. Lo que sea que había olvidado durante ese día, no lo estaba recordando todavía.

Estaba limpiando el desorden cuando escuchó la red floo activándose. Severus entró en la cocina y ella se dio vuelta. Ël la beso profundamente.

Cuando se alejó un poco de ella, sus ojos brillaban de excitación y eso hizo que ella sonriera. "Funcionó." Declaró él, con orgullo.

Ella volvió a sonreír. "¿Qué cosa funcionó exactamente? ¿Terminaste tu poción?"

Severus sacudió la cabeza negativamente. "Ni por casualidad. Pero pude comenzar a prepararla si hacer estallar el caldero por una vez. Normalmente o estalla o se pone ácida en unos veinte minutos. Hoy pude mantenerla por mas de dos horas hasta que empezó a degradarse. Definitivamente, eso es un avance. Había estado varado en la marca de veinte minutos por semanas, así que esto es fantástico."

Hermione le sonrió ampliamente. "Eso es maravilloso. ¿Quieres celebrar?"

Él se rió. "Todavía no está completa. Estoy seguro que todavía tengo un par de meses de trabajo por delante antes de ver si funciona."

Hermione encogió los hombros. "¿Y qué? Celebremos el avance!" Se acercó a un gabinete que se encontraba sobre el refrigerador y se paró de puntillas para llegar hasta una botella de champagne. Su jefe se la había obsequiado para Navidad hacía dos años atrás.

Severus hizo un gesto mientras ella tomaba dos copas y las colocaba sobre la mesa. Si ella quiere celebrar los pequeños logros, ¿quién soy yo para oponerme? Se sentía excitado y tenía ánimos de celebrar también, solo que no había esperado que ella compartiera su entusiasmo de esa manera. Y a Severus le encantaba que ella así lo hiciera.

Con un movimiento de la mano, Hermione enfrió la botella y se la pasó a Severus para que le quitara el corcho. Con un giro de su muñeca y un leve sonido, quitó el tapón y se apresuró a servir antes que comenzara a derramarse.

Puso la botella a un lado y le pasó una copa a ella. "¿Por qué razón deberíamos brindar?" Preguntó él.

Hermione se mordió el labio, pensando sobre eso, haciendo que los ojos de él fueran a posarse en esos labios y se distrajera. Ella sonrió súbitamente. "Por los pequeños logros. Porque ellos son los que hacen que las cosas se hagan posibles. Sin ellos, nunca tendríamos nada."

Chocaron las copas y bebieron un sorbo. Severus le sonrió. "Así que, seún tú, ¿son las pequeñas cosas las que importan?"

Hermione se rió. "¡Eso creo! Y creo que eso nos lleva a otro brindis Severus. Por las pequeñas cosas."

Volvieron a chocar las copas y bebieron otro sorbo. Él se rió bajito. "Me asombras. ¿Lo sabes? No creo que exista otra mujer que sea capaz de abrir una botella de champagne de doscientos galeones para brindar por algo como esto."

Hermione se atragantó con el champagne. "¿Doscientos galeones?"

Severus frunció un poco el ceño. "¿No sabías?"

Hermione negó con la cabeza. "No. Mi jefe me la obsequió en Navidad. Ha estado guardada por dos años." Ella comenzó a reírse. "Eso explica la cara que puso cuando le dije que todavía no la había abierto y que la había metido en una alacena."

Severus se rió otra vez y sacudió la cabeza. "¿Te dio otra botella como esta después de lo que le dijiste?"

Hermione volvió a reírse con ganas. "No. El año pasado me dio un pase de regalo para un hermoso restaurante muggle en Londres. Me alegra haber esperado para beber el champagne contigo. No puedo pensar en una mejor razón para abrirla."

Severus sonrió y sus ojos se dulcificaron al tiempo que el resto de su cuerpo comenzaba a calentarse. Tomó la botella con una mano y con la otra, tomó a Hermione de la mano y la llevó escaleras arriba. Lo que quería hacer en ese momento era demostrarle lo muy maravillosa que ella era.

Ella lo siguó felíz. Cuando llegaron a la habitación, Hermione tomó la botella y las copas y las dejó sobre la cómoda. Se acercó a él y lo besó, mientras sus manos recorrían el pecho de Severus en intentaba desabotonar su camisa.

Las manos de él cubrieron las de ella, deteniéndola. Ella quedó desconcertada. La mirada en los ojos de él, hizo que ella tragara saliva con nerviosismo. Su oscuros y penetrantes ojos estaban tan intensos como siempre, pero había algo en ellos que no sabía cómo interpretar.

Severus dejó una de las manos de Hermione y con lentitud, buscó los botones de la camisa de ella. Desabotonó uno por uno sin quitarle los ojos de encima. Cuando hubo terminado, abrió la camisa de ella y la dejó caer al suelo. Se inclinó y besó cada porción de piel expuesta.

Ella dejó escapar un suave gemido mientras él le besaba los hombros, la parte superior de los pechos, todavía cubiertos por el encaje, y el abdomen, antes de voltearla. Desabrochó el sostén, dejando un camino de suaves besos en su espalda. Deslizó su lengua lentamente sobre la columna, haciéndola estremecerse antes de volver a besarle los hombros.

Severus besó y mordisqueó el cuello de ella mientras bajaba con lentitud la cremallera de la falda de Hermione y la deslizaba sobre sus cremosas piernas. Ella dejó escapar un pequeño gemido cuando él alcanzaba ese lugar especial en su cuello.

Él la hizo voltearse entre sus brazos y encontró sus labios. Su lengua se deslizó sobre el labio inferior de Hermione, como piediendo permiso para entrar. Cuando ella abrió la boca, la lengua de él se sumergió en la suculenta boca de su amante y se batió a duelo con la lengua de ella.

Ella gimió nuevamente mientras sentía que el calor subía por su cuerpo. Las manos de él se deslizaban sobre cada tramo de piel descubierta y dejando un rastro de vello erizado y calor a su paso.

Ella se quitó las sandalias quedando frente a Severus vestida solo con las bragas. Él ya era, de por si, bastante mas alto que ella, pero ahora, estando descalza, parecía un gigante frente a ella.

Él se inclinó un poco hacia ella y le pasó un brazo por debajo de las rodillas para levantarla en sus brazos. La llevó así hasta la cama y la depositó sobre ella con ternura. Se alejó y con rapidez, se quitó la ropa, pero se dejó puestos los boxers de seda que estaban apretados por su henchida erección.

Regresó con ella y lentamente dibujó caminos con besos sobre su piel. Prestó especial atención a todos los lugares favoritos de ella. Los pechos, la porción de piel debajo de las costillas, e incluso, la parte trasera de las rodillas. El cuello fue besado concienzudamente y mordisqueado también, como también lo fueron los lóbulos de las orejas.

Ella estaba jadeando y arquéandose sobre la cama y eso que aún no había llegado hasta la entrepierna. Severus estaba maravillado por las respuestas de ella. Esta deliciosa mujer no solo respondía, algo que, de por sí, era increíble, sino que estaba respondiendo a él. Eso era lo que mas lo maravillaba. Algunas veces, todavía sentía que tenía que pellizcarse para saber si todo aquello, de verdad, estaba ocurriendo.

Dejó que su lengua recorriera la ardiente piel del abdomen de ella, en dirección de la zona que había estado ignorando hasta ese momento. Sus dedos abrieron los labios de la vulva y se adentraron para jugar con el clítoris mientras su lengua seguía paseando sinuosamente sobre el ombligo.

Hermione casi salta de la cama al sentir que finalmente era tocada en sus partes mas sensibles. Había estado deseando que la tocara allí mismo desde el momento en el que comenzaron a besarse, pero él la había torturado y excitado hasta que creyó que se volvería loca.

Severus sonrió con el rostro todavía apoyado sobre el abdomen de ella, mientras seguía moviendo sus dedos sobre el erecto tejido del clítoris. Luego descendió para mordisquear la cadera y los gemidos de ella se hicieron mas fuertes. Él dejó que su boca se moviera hacia el otro lado de la cadera, mordiendo un poco mas fuerte, haciendo que ella se estremeciera un poco mas.

Finalmente, llevó su boca hasta la cálida vagina de ella. Sus dedos abandonaron su puesto en el clítoris y se hundieron dentro de ella, para ser reemplazados por su lengua que acariciaba y lamía si descanso.

Los dedos de Hermione hicieron presa del cobertor y las sábanas debajo de este mientras él la lamía una y otra vez. Su cuerpo estaba tan sobre estimulado que creyó que explotaría.

Él sabía que ella estaba cerca porque la podía sentir comenzando a contraerse sobre sus dedos y la escuchaba gemir cada vez mas fuerte, a medida que la llevaba mas y mas cerca al orgasmo. Necesitó cada onza de fuerza de las que disponía para no penetrarla y dejarse llevar por las necesidades de su propio cuerpo.

Severus la deseaba desesperadamente, pero mas deseaba demostrarle. Demostrale como se sentía, mostrarle lo que ella significaba para él. Dejarla ver cada pensamiento, cada emoción, cada cosa que tenía en su interior con respecto a ella.

Severus mantuvo las suaves lamidas y el constante movimiento de sus dedos dentro de ella, laborando para llevarla cada vez mas cerca de la orilla de su clímax.

De pronto, comenzó a succionar el clítoris, haciendo que Hermione gritara y sus manos abandonaran las sábanas y fueran a hacer presa del cabello de Severus. Un suave mordisquito en el clítoris lo que la llevó hasta el orgasmo y la dejó gritando el nombre de su amante y arqueando la espalda, mientras empapaba los dedos de Severus, que todavía estaban dentro de ella.

Él quitó los dedos de la vagina de Hermione y los lamió hasta limpiarlos. Sabía a cielo y Severus no podía dejar de saborear el divino sabor de Hermione. Se sintió tentado a volver a poner su cabeza entre las piernas de su mujer y volver a saborearla hasta reducirla a una maquina de decir incoherencias, pero decidió no darse gusto esta vez.

Hermione le estaba suplicando para que se acercara y la penetrara. Le suplicaba que dejara de torturarla. Fue el fervoroso sonido de su voz, rogándole, lo que hizo que Severus no la lamiera de nuevo.

Deslizo su cuerpo contra la ardiente mujer, acomodándose entre sus piernas abiertas. Miró el encendido rostro,la pasión llameando en sus ojos y la suave sonrisa que le obsequió. Hermione nunca se había visto mas hermosa para él y su corazón se estremeció en los confines de su pecho.

Severus se acercó para besarla y sus lenguas volvieron a batallar jusntas, mientras él empujaba su dolorasamente endurecido órgano dentro de ella. Hermione rompió el contacto de sus bocas para gemir a todo volumen cuando él llegó hasta el fondo. Severus, por su parte, dejó escapar un grave gruñido cuando sintió el suave calor de ella envolviéndolo.

Se quedó quieto por unos momentos, dejando que ambos disfrutaran de la conexión y sus ojos volvieron a encontrarse. Los dedos de ella se entrelazaron con el suave y sedoso cabello de él, y para atraerlo y besarlo otra vez.

Él comenzó a moverse mientras seguían besándose. Sus movimientos eran sinuosos,calmados y profundos. Decidió que quería omarse su tiempo, esperando poder sacar toda la pasión y placer que podían.

Ella alzó la cadera para acompañar los movimientos de él y Severus incrementó la velocidad. Sus enormes manos se aferraron de la cadera de Hermione, ayudándola a levantarlas con cada embestida. Ella sintió esa sensación en el corazón que había estado sintiendo desde hacía varios días y de inmediato supo lo que era. Había pensado que tal vez se estaba enamorando de de él.

Pero ahora, estaba segura. Se había enamorado de Severus Snape. No sabía cómo había pasado. Era algo que ella nunca creyó que podría pasar. Claro. Se había sentido atraída por él en el pasado, ¿pero...amor? Ella había pensado queeso era algo imposible.

Al principio, Hermione solo lo había deseado. Había comenzado como algo muy débil cuando estaba en la escuela, débil en comparación con el presente y todo lo que lo deseaba en la actualidad. Ahora, ella no podía esperar para quitarle toda la ropa. No podía esperar para tocarlo o besarlo. No podía esperar hasta que él la penetrara y la cogiera con fuerza hasta que su mndo entero se despedazara hasta los cimientos y hasta que no qyedara mas que colores brillantes.

Hermione lo había respetado antes, pero ahora, sentía algo mas. Algo que la llenaba. Llenaba su corazón, mente y alma. Este hombre, de alguna manera, llenaba sus días. Odía presentarse en un mal día y hacerlo bueno. Sus días buenos se veían mejorados con solo su presencia. Un día bueno se transformaba en un día espectacular.

No era solo el sexo. Era todo. Eran las cosas pequeñas. Severus había acertado con su brindis. Las cosas pequeñas importaban mucho mas de lo que la gente podía comprender. Pero él sí entendía. Él sabía lo importantes que eran y entonces, las hacía para ella.

Le dejaba una nota para que no se despertara sola. Hermione podía estar sola, pero sentía que le había dejado algo para sintiera como si le dejaba una parte de él. Con solo escribirle algunas palabras en un pergamino.

Le traía flores o hierbas casi a diario. No era la gran cosa. Ella no se iba aenfadar si no lo hacía, pero aún así, Severus seguía trayéndoselas. Le obsequiaba hierbas porque sabía cuanto le gustaban a ella. Sabía que amaba la suave esencia de la lavanda para el living o la biblioteca, para que la ayudara a relajarse mientras leía. Sabía que le gustaba el eucalipto para el baño, así sus baños calientes olían ligeramente a menta y la ayudaban a despertarse. Sabía que adoraba la hierba de limón para la cocina, no solo por el aroma sino que también lo usaba para cocinar. Esas eran algunas de las cosas que él hacía por ella.

Eran cosas con las que no dejaba de sorprenderla. Aprender cómo preparar su bebida favorita sin que tuviera que pedirlo. Ayudarla a cocinar porque deseaba hacerlo y no porque se sintiera obligado. Todas esas cosas hacían que su corazón le perteneciera cada vez mas a Severus, hasta que él fuera el dueño indiscutible de todo su ser.

Severus movió la cadera en otro ángulo y comenzó a embestir con mas fuerza, hasta que ella comenzó a gritar al unísono de cada movimiento, incrementando la frecuencia y la fuerza de los gemidos. Su necesidad y su amor por ella fluían de su cuerpo hacia ella. Ella lo llenaba tan completamente que no podía dejar de pensar en Hermione Granger.

No tenía idea de cómo había logrado terminar alguna vez su trabajo cuando estaba solo, con tan solo los pensamientos sobre ella en la orilla de su mente. Tampoco sabía cómo lograba investigar algo cuando estaba en su casa y ella estaba sentada a su lado, leyendo, sin darse cuenta de lo mucho que lo distraía.

Ella podía quitarse el cabello de los hombros o del rostro y con ese movimiento, enviarle su aroma. Podía comenzar a morderse el labio inferior y provocarle a Severus unas tremendas ganas de succionarlo. Se podía llevar una mano al pecho y frotarse la piel distraídamente con el pulgar, haciendo que él deseara que fuese su pulgar el que la frotaba.

Ni hablar de las otras distracciones, como cuando lo tocaba mientras leía. Solía tomar su mano para acariciarle el interior de la muñeca con el pulgar. O reposaba una mano sobre su muslo, mandando al diablo cualquier intento que Severus tuviera por leer. O también podía recostarse contra él, envolviéndolo con su perfume y enloquecerlo.

Severus acarició el punto mas sensible de Hermione, haciendo que comenzara a venirse y a gritar. Las uñas de ella se clavaban en la pálida piel de él, mientras se estremecía con cada nueva embestida, dejando largas y rojas marcas, al aferrarse de la sudada piel de la espalda de su amante.

Hermione estaba jadeando, arqueando la espalda y alzando la cadera para moverse acorde a los movimientos de él. Sintió que la presión en su interior se incrementaba y que cada movimiento que él realizaba la empujaban cada vez mas cerca al ansiado placer eufórico.

Severus inclinó la cabeza y comenzó a lamer su cuello, centrándose en ese lugar especial que hacía que ella se derritiera contra su cuerpo, y un instante después, gritara a todo volumen mientras se venía. La escuchó gemir su nombre mientras su vagina se apretaba alrededor de su miembro, con mas fuerza que antes, haciendo que Severus apretara los dientes y seguía moviéndose. La vagina de ella seguían pulsando con su orgasmo, durante tanto tiempo que las sensaciones hicieron que él perdiera el control, provocando el orgasmo en Severus también.

Con un movimiento y un gruñido finales, se vino dentro de ella y colapsó sobre su cuerpo. La intensidad hacía que se estremeciera mientras el cuerpo de ella vibraba bajo el suyo. Se quedaron los dos jadeando, hasta que Severus encontró la fuerza necesaria para ponerse a un lado de Hermione.

"Te amo", dijo ella, todavía jadeante, todavía perdida en el paraíso, y sin darse cuenta si había pensado o vocalizado esas palabras. Pero entonces, lo sintió quedarse duro entre sus brazos.

Ella se alejó un poco, lo suficiente para poder mirarlo a los ojos. La expresión en su rostro era la usual máscara de jugador de póquer. Una que ella no había visto en mucho tiempo y que logró asustarla. ¿Qué había pasado?

"¿Severus, qué sucede?" Preguntó Hermione, totalmente perpleja.

Severus sabía que necesitaba respirar, pro no lograba hacer que sus pulmones trabajaran. Sabía que necesitaba llenar sus pulmones de aire, pero éstos se negaban. Las palabras de ella, asumiendo que había escuchado correctamente, habían hecho que todo en su interior se paralizara.

No podía respirar, no podía pestañear y no podía tragar siqueira. Tenía que haber escuchado mal. Estaba pensando en esas palabras cuando la escuchó hablarle. Eso tenía que ser. Había escuchado sus propios pensamientos. Ella no lo había dicho en realidad.

Ella lo observó ponerse rojo lentamente y vio como sus ojos se agrandaban, pero no parecían estar parpadeando. "¿Severus, estás bien?" Hermione frunció el ceño. "¿Estás respirando?"

Finalmente, él sintió que sus pulmones se expandían, dejando entrar el oxígeno que necesitaban. Sus ojos parpadearon, humedeciéndolos, después de haber estado un buen rato abiertos. Su garganta volvió a funcionar y pudo trgarse el nudo que se había formado.

Severus asintió, aunque todavía necesitaba un momento mas para reponerse antes de decir algo. Pasaron algunos segundos mas y ella seguía perpleja.

¿Por qué se había puesto así? Se preguntó ella. Hacía unos momentos, habían tenido el mejor sexo de su vida, y mientras ella trataba de poner su cerebro de nuevo en funcionamiento, él se había congelado entre sus brazos, como si hubiera experimentado el shock de su vida.

Los pensamientos de Severus corrían a toda marcha. Bien, podía decirle que estaba bien. Se haría a un lado y le diría que necesitaba un trago. Tenía que mantenerse tranquilo. No podía dejar que el pánico lo embargara y ponerse en vergüenza. Porque ello no había dicho tal cosa, en realidad. Él solo lo había imaginado.

Con esos pensamientos en mente, abrió la boca, listo para actuar como lo había planeado. "¿Lo dijiste de verdad?" Preguntó. Se maldijo internamente. ¡Carajo! ¡No había querido decir eso! ¡Se suponía que se haría el tonto! ¡Actuar como si nada hubiera pasado! ¡Porque, en realidad, nunca pasó! Ella no lo había dicho! Seguramente había dicho algo mas y no eso.

Hermione frunció el ceño. ¿Qué cosa? ¿Qué había dicho? No recordaba haber hablado. Su mente comenzó a divagar, tratando de encontrar una buena respuesta para su pregunta. ¿Qué había dicho?

Trató de recordar los minutos previos. Como todavía no era capaz de recordar lo que había acontecido, dijo lo único que se le ocurrió. "¿Tú que crees?" Estaba mal y ella lo sabía, pero no podía admitir que no sabía de lo que estaba hablando, no después de ver su reacción.

Severus se puso ceñudo. Esa no era la respuesta que estaba esperando. Era un sí o un no. ¿Entonces si había escuchado mal? Inhaló profundamente y se arriesgó. "Solo hay una cosa que eso puede significar."

Cerró los ojos y rebuscó en su interior mas coraje. Era algo que nunca le había faltado para nada, excepto en lo que ella concernía. Al estar con los ojos cerrados, no vio la mirada de confusión desplegada en los ojos de ella.

Hermione estaba a punto de decile la verdad. Estaba a punto de confesarle que no tenía idea de lo que estaba hablando, pero antes de que pudiera abrir la boca, él habló.

"Yo también te amo. He estado enamorado de ti desde que estabas en séptimo." Sus palabras la dejaron pasmada, tanto que por primera vez en su vida, se quedó sin palabras.

Abrió los ojos bien grandes y se quedó viéndolo, mientras él seguía hablando. "The he amado desde que tenías solo 18 años. Pero ahora, que he tenido la oportunidad de conocerte mejor, he descubierto a la maravillosa mujer en las que te has convertido y eso solo hace que te ame mas de lo que hubiera pensado era posible."

Se había enfocado tanto en sus palabras, que recién ahora se daba cuenta de que los ojos de ella estaban abiertos como dos enormes platos. Notó que tenía la respiración entrecortada, mientras asimilaba lo que acababa de decir. El silencio parecía estar prolongándose mucho y Severus no aguantó mas. "Hermione...dí algo."

Si no hubiera sido por su voz, sedosa y única en su clase, ella hubiera jurado que no había dicho lo que escuchó. ¿Acaso le había dicho que lo amaba? ¿Era eso lo que parecía que se le había escapado sin darse cuenta? Debió ser eso.

Hermione tragó saliva mientras sus ojos buscaban los de él. ¿Él la amaba? L¿a había amado desde que tenía 18? ¿Había estado enamorado de ella por los últimos siete años? Ella no podía imaginar lo difícil que había sido para él. Amar a alguien que se había casado con otro. Otra mujer a la que amaba y que sabía, no podía tener.

Pero ahora la tenía. Ella lo amaba. Le sonrió y lo atrajo para besarlo profundamente.

Severus se relajó instantáneamente y la envolvió con sus brazos. Ella le había dicho que lo amaba. No lo había imaginado.

Ella se apartó un poco de él. Quería decírselo ya que todavía no recordaba haberlo hecho. "Te amo. No sé cuando ni como me enamoré de ti, pero sí sé que has capturado mi corazón." Sabía que sonaba tonto, pero era la verdad.

Severus inhaló, aspirando el aroma de ella, y sintiendo su corazon estremecerse al saber que ella lo amaba también. "No importa el como o el cuando. En tanto tú me ames. Eso es todo lo que me importa."

Le quitó el cabello del rostro. "No creo que alguien me haya dicho eso alguna vez." Murmuró Severus.

Los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Era muy triste darse cuenta que un hombre tan maravilloso como él nunca había tenido a alguien que lo amara. Se acercó un poco y lo besó con dulzura. "Te amo, Severus. Y lo diré cuantas veces tú quieras escucharlo."

Los ojos de él ardían con las lágrimas que pugnaban por escapar. Todavía le parecía algo irreal. Se esforzó por mantener los ojos abiertos, rehusándose a llorar. Parecía tonto, pero necesitaba que ella hiciera algo por él. "¿Quieres pellizcarme?"

Ella alzó una ceja con confusión al oír el pedido. Le sonrió y encogió los hombros. En sus ojos, apareció un brillo travieso, para que luego, estirara una mano y le diera un fuerte pellizco en el trasero.

Ella alzó una ceja con confusión al oír el pedido. Le sonrió y encogió los hombros. En sus ojos, apareció un brillo travieso, para que luego, estirara una mano y le diera un fuerte pellizco en el trasero.

Severus saltó y le hizo un gesto. Era un hecho. Era real. "No era exactamente de lo que hablaba, pero me sirve."

Ella se rió con suavidad. "¿Te puedo preguntar el por qué del pellizco?"

Él se inclinó y la besó otra vez. "Es que quería estar seguro de no estar soñando."

El brillo travieso regresó a los ojos de Hermione. Le sonrió con inocencia. "¿Necesitas ayuda para saber si es verdad? Puedo ayudarte a reunir pruebas..."

El se rió mientras se ponía boca arriba, llevándose a la joven con él. "Me parece bien. Pero creo que debo regresarte el favor y asegurarte que tú tampoco estás soñando."

Ella emitió un gritito cuando él le pellizco el trasero antes de poder detenerlo. Ella le pellizco un costado y él se lo devolvió pellizcándole el muslo. Hermione comenzó a reírse mientras le pellizcaba el abdomen y Severus también se reía cuando le pellizcó un pecho.

Siguieron con eso por un rato, sin pellizcar con mucha fuerza para no lastimarse. Fue terriblemente divertido. Y todo ese contoneo no hizo mas que llevarlos a otra ronda de ardiente sexo.

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