𝑬𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒂𝒍 𝑵𝒂𝒗𝒊𝒅𝒆𝒏̃𝒐
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Narrador Omnisciente:
El ambiente festivo ya estaba muy presente en el castillo Beast. Todo estaba totalmente decorado, desde los jardines y exteriores hasta los grandes salones, la biblioteca y las habitaciones.
Los niños eran la gran alegría de ese hogar, así que insistieron en que todos - desde ellos hasta sus padres y sus abuelos- debían tener un árbol decorado a su gusto en cada cuarto. Los adultos terminaron aceptando luego de muchos ruegos y caras adorables.
Todo era realmente agradable. Era la tarde del 23 de diciembre, así que claramente los niños estaban emocionados por la Navidad. Esperaban con impaciencia la actividad que harían en la noche y poder abrir sus regalos dentro de dos días en la mañana.
Ben estaba en su oficina, ocupándose de un documento de la Isla de los Perdidos que les habían enviado de último minuto para resolver con urgencia. El castaño le había prometido a su esposa que no trabajarían en esos días, así que insistió en que se encargaría para que ella descansara.
Hades venía llegando de salir a pasear a Cerbero con Perséfone. A través de los años habían vuelto a acercarse, aunque ni siquiera la propia Princesa del Inframundo estaba muy segura de qué eran. Decían ser "amigos que alguna vez fueron esposos", pero era obvio que sucedía algo entre ambos aunque no fuera oficial.
Bella hacía galletas navideñas de vainilla, gengibre y chocolate para comer los próximos días y para que sus nietos se las dejaran a Santa Claus junto a un vaso fresco de leche.
Adam jugaba con los niños, ayudándolos a alcanzar los juguetes que estaban a más altura y supervisando que no transportaran su área de juegos más allá de la habitación de Mason.
Mal estaba en su taller de arte pintando un lienzo. Ben le había regalado ese espacio la Navidad del año en que Blair nació. Cuando se casaron usaba una parte de la oficina que ambos compartían, pero él quizo darle ese lugar como algo propio para que se relajara y no estuviera rodeada de todo el papeleo. Y honestamente, había sido así. Era más terapéutico y relajante trabajar en ese taller que en una habitación donde recibían llamadas todo el tiempo y siempre tenían el escritorio ocupado con papeles y planos.
De hecho, ahora cada uno tenía su oficina acomodada a su gusto, aunque muchas veces terminaban trabajando en la del otro porque querían ponerse de acuerdo en algo o simplemente para pasar tiempo juntos.
La pelimorada limpió el pincel con un paño y lo dejó a un lado para que se secara. Sopló al aire para apartar varios mechones rebeldes de su rostro. Sus dedos estaban llenos de óleos de diversos colores, e incluso eso lucía artístico.
En el lienzo había pintado una colina repleta de flores con un atardecer y a lo lejos se veían cinco siluetas pegadas a un árbol. Las de ella, su marido y sus hijos. Había recreado lo que a ella le parecía que había sido la escena de ese paseo familiar hacía unos meses.
Decidía si quería agregarle algún brillo o sombra más cuando su hija menor entró corriendo al taller.
-¡Mami!- la llamó.
Mal sonrió cuando su pequeña se acercó hacia ella. La sentó en su regazo.
-¿Qué sucede princesita? - le preguntó, abrazándola.
El ex-rey entró sin aliento, apoyando sus palmas en sus rodillas. La ojiverde omitió una carcajada al entender que su suegro había estado persiguiendo a la niña hasta allí.
-Papá dijo que nos comenzaramos a arreglar a las cuatro. ¡Y ya son las cuatro y veinte! - protestó la castaña.
Esta vez ni ella ni Adam pudieron evitar reírse. Muchos días solía ser como Bella y Ben, pero habían días, como ese, en que era más como su madre.
-Pues ve y dile a él y a tus hermanos que es hora de bañarse.
-¡Ya se los dije! Pero Ava y Max no me hacen caso- se cruzó de brazos.
Mal miró al padre de su esposo.
-Dice la verdad, lleva veinte minutos tratando de convencerlos- dijo.
-Hagamos algo, ¿porqué el abuelo y tú no van a buscar a la abuela Bella y al abuelo Hades y yo me encargo de papi y tus hermanos?
Se llevó una mano a la barbilla, pensando. Ese gesto era muy de su suegra.
-Ok- besó la mejilla de su mamá y se bajó de su regazo.
-Cuando ya estés vistiéndote me pides ayuda a mí o la abuela para que te hagamos tu rodete de bailarina. ¿Sí?
La pequeña asintió. Salió corriendo en busca de sus otros abuelos.
-¡Vamos a ver el Cascanueces! - gritó con euforia.
Adam y Mal rieron.
-Te quedó excelente la pintura, Mal.
-Gracias- le sonrió- Es uno de los regalos para Ben. Lo hubiera hecho antes, pero pensé que hoy era buen momento aprovechando que está distraído.
-Le encantará - miró hacia el pasillo, oyendo como Lumière protestaba al haberse chocado con Blair- Será mejor que vaya con ella.
-Sí- dijo la pelimorada riéndose.
El hombre de lentes se retiró. Mal se levantó de su silla y dejó el lienzo en una zona donde le diera más el calor para secarse. Limpió sus manos para retirar las manchas, colgó su delantal en la pared y apagó las luces para salir.
Bajó las escaleras hasta la habitación de Mason. Al pararse en el umbral de la puerta vio que todo estaba recogido, pero los mellizos aún jugaban sobre la alfombra con dos autos a control remoto.
-El mío es más rápido - aseguró Ava.
-Claro que no- la contrarió su hermano.
Ningún auto llegó muy lejos, ya que ambos chocaron con los pies de Mal. Los dos herederos alzaron la vista y se levantaron rápidamente al ver que era su madre.
-Mamá- los dos corrieron a abrazarla por las piernas.
La reina rió y los alzó como pudo, aunque era difícil debido al peso de ambos.
-Su hermana me dijo que no le hicieron caso para vestirse. Se nos va a hacer tarde para llegar al teatro, de nuevo- remarcó las últimas dos palabras.
El año anterior había pasado lo mismo. Llegaron tarde porque los niños estaban jugando.
-Lo siento, mami, ya nos vamos a bañar- aseguró Max.
Mal miró a Ava y esta asintió.
-Bien.
Besó las frentes de los dos y los dejó en el suelo. Estiró su espalda. Ava tomó su mano y caminaron hacia la habitación de al lado. Mal pudo notar que ya toda su ropa estaba acomodada y estirada sobre la cama, incluidos sus zapatos.
-Voy a buscar a papá, ¿necesitas algo antes de que me vaya? - le preguntó a la niña.
-No sé cuál abrigo llevar, hace mucho frío - movió los brazos como si temblara.
Mal rió ante el gesto.
-Usa el que te regalaron la tía Lonnie y el tío Jay, queda con el vestido que te hizo tu madrina.
-De acuerdo.
La castaña con puntas moradas caminó a su closet y sacó el abrigo negro con pinchos dorados que había usado hace unos días para jugar con sus primos en la nieve.
La pelimorada le sonrió a su hija mayor y ahora sí fue en dirección a la oficina de su marido. Al entrar se sorprendió al encontrarlo mirando la nieve caer por la ventana. Había ordenado su escritorio, que horas antes era un desastre, y todo estaba listo.
Lo abrazó por el estómago y apoyó su mentón en el hombro de él. Ben bajó la mirada y sonrió al ver las uñas verde esmeralda de su esposa.
-Hola.
Miró hacia atrás y besó la nariz de Mal.
-¿Terminaste todo? - le preguntó ella.
-Sí, ya no tenemos nada que hacer hasta el próximo año al menos que sea de emergencia.
Suspiró aliviada.
-¿Ya es hora de arreglarnos?
Mal asintió. Ben dio un bostezo y se dio la vuelta, tomando ambas manos de su amada entre las suyas.
-¿Vas a usar el vestido negro que te hizo Evie?
-Ujum- se acercó al oído de él- Y lo que llevaré debajo creo que te va a gustar mucho más.
Ben se rió y la miró con coquetería.
-Bueno, dejaré que al regresar me sorprendas.
Ahora ella fue quien rió.
-Vamos a nuestra habitación, rey pervertido, los niños se van a volver locos si no nos ven listos cuando ellos lo estén.
El castaño pasó un brazo sobre sus hombros, aún con sus manos entrelazadas.
-Sobretodo Blair.
Mal rió.
-Sobretodo Blair.
(...)
Al dar las siete de la noche toda la familia real empezó a descender de la limosina que los había llevado hasta la Ópera Nacional de Auradon.
Los primeros fueron Hades y Perséfone, ella con un vestido vinotinto de escote corazón y corte sirena y él con un esmoquin negro brillante con una corbata a juego con el vestido de ella.
Luego fueron Bella y Adam. Ambos con sus colores característicos. El vestido de Bella era de cuello halter y falda tea en capas. El traje del padre de Ben era de un azul marino vibrante y su corbata también hacía juego con el vestido de su esposa.
Los siguientes fueron las dos princesas y el príncipe. Max llevaba un mini esmoquin negro con una corbata verde esmeralda. Ava un vestido morado con dragones estampados en el pecho en lugar de encaje. Blair usaba un vestido entre blanco y rosado, como una mini replica de el del Hada del Azúcar del ballet que verían.
Sus peluches de Bestia, Dragón y Pegaso iban en sus brazos, vestidos a juego con ellos.
Si la prensa se había alborotado con la sensualidad de los Dioses del Inframundo, el toque clásico de los Ex-Reyes y con la ternura de los Herederos al Trono; enloquecieron al ver a los Reyes de Auradon.
Ben extendió su mano para que Mal la tomara. Al bajar del vehículo, ambos le robaron un suspiro a más de uno. El castaño lucía un esmoquin muy parecido al de su hijo pero con una corbata dorada. Mal tenía un vestido negro con brillos con escote asimétrico y falda larga.
Todos posaron para las cámaras unos minutos y entraron al teatro. Se colocaron de nuevo sus abrigos. Ben y Mal sostenían las manos de sus hijos mientras conversaban con otros monarcas y diplomáticos. Les compraron unas palomitas y refrescos para que aguantaran el hambre hasta llegar a casa y a los minutos ingresaron a la sala.
Le agradecieron a la chica que les entregó un folleto a cada uno con el cronograma y el elenco de esa producción del Cascanueces. Ben había ido muchas veces a ver el ballet de niño y adolescente con sus padres, llevaron a Mal en dos ocasiones cuando eran novios y lo convirtieron en una tradición anual desde que los mellizos tenían tres años y la más pequeña dos.
A los tres les fascinaba, pero sobre todo a Blair. Le ha gustado todo lo relacionado al baile desde bebé. Casi aprendió a bailar primero que a caminar.
Tenían el palco real solo para ellos, de modo que los mayores se quedaron en la fila de atrás y dejaron que sus nietos se quedaran adelante con sus padres para que vieran mejor.
Las luces se apagaron y en el telón quedó proyectada parte de la escenografía. La gente comenzó a aplaudir. Ava, Blair y Max se inclinaron hacia adelante. Sus padres tuvieron que echarlos hacia atrás para que no se cayeran.
-Por favor quedénse en sus puestos- les pidió Ben.
Ava blanqueó los ojos, Max suspiró y Blair también. Terminaron asintiendo.
(...)
Llegaron del teatro casi a las diez de la noche, y todos estaban tan cansados que preferieron quedarse con lo que merendaron en el intermedio e irse directo a la cama. Aunque bueno, digamos que los reyes se fueron a dormir más tarde que los demás.
La víspera de nochebuena había sido un gran día para todos. Se despertaron tarde al no tener obligaciones, prepararon la cena navideña en familia. Jugaron con la nieve, cantaron villancicos y hablaron por videollamada con sus amigos. La cena había sido tan extensa que apenas podían moverse cuando los niños quisieron bailar a mitad del gran salón con su música favorita de la época.
Al dar las doce, luego de ver los fuegos artificiales, Ben y Mal trataban de convencer a los niños de que era la hora de dormir.
-Si no se duermen ahora, Santa no podrá traer sus regalos- les dijo el rey.
Ambos estaban agachados para estar a la altura de sus hijos.
-¿Pero por qué? Hemos sido niños buenos todo el año - Mal alzó una ceja- Bueno, casi todo el año- expresó Ava.
-Por que Santa no deja los regalos bajo el árbol hasta que todos estemos dormidos, eso los incluye a ustedes- les explicó su madre.
Mason miró a sus hermanas.
-Le enviamos nuestras cartas hace un mes, así que si cumplimos él nos traerá lo que pedimos.
Sus padres le dieron la razón.
-Está bien- dijeron las niñas al unísono.
Blair dió un largo bostezo. Ella sí tenía bastante sueño, solo que quería apoyar a sus hermanos mayores y aguantaba las ganas de dormir por ellos.
Ben la cargó en sus brazos y la castaña escondió su cara en su cuello. Mal tomó de la mano a los mellizos. Los cinco se despidieron de los demás y subieron al piso de sus habitaciones.
Dejaron primero a la más pequeña, quien cayó rendida apenas la cubrieron con las cobijas.
Entraron a la habitación de Ava. Tomó a su peluche de dragón, el cual estaba junto a la ventana con el libro de mandalas que pintaba en la mañana y un estuche repleto de colores. Se metió bajo las sabanas y sonrió cuando sus progenitores besaron sus cachetes.
El último fue Max. Encendió su lámpara, la cual proyectaba estrellas en el techo, y se recostó en su cama. Les contaba sobre su carta a Santa.
-Espero que cumpla con las dos cosas que le pedí, en especial con la segunda.
Ben estaba parado a un lado de la cama y Mal junto a su hijo.
-¿Y qué le pediste, campeón? - preguntó el castaño.
-Un hermanito. No me gusta ser el único niño. Ava y Blair siempre me ganan en todo, hasta en número.
Mal se mordió el labio para no reírse al ver la expresión en el rostro de su marido.
-Eso no estaba en la carta- murmuró el ojiverde.
La pelimorada sonrió, mientras que el niño los miraba sin entender.
-Tal vez algún día, pequeño, pero por ahora no creo que Santa pueda darte ese regalo - le dijo ella con suavidad.
Max refunfuñó.
-¿Y si cambio la petición de un hermanito a un perrito?
Ahora Ben fue quien trató de no reírse y Mal abría mucho los ojos.
-Creo que solo tratas de darle largas a tu hora de dormir- cambió de tema.
Eso no pasó desapercibido por el niño. Se encogió de hombros y le dio las buenas noches a los reyes.
Los dos entraron a su habitación. Soltaron las risas contenidas al volver a analizar las dos peticiones de su hijo mayor.
-Y yo que pensaba que era más como tú. Casi nos quería manipular para tener a un cachorro- la reina rió.
Se sentó sobre la cama. Ben la siguió.
-¿Cómo rayos le íbamos a explicar que cerramos la fábrica de bebés por unos años? - dijo él - Amo a nuestros hijos, pero el cuarto aún puede esperar.
Mal soltó una carcajada.
-No pensabas eso anoche - se burló.
-No me la pusiste fácil, eh. Te esmeraste por volverme loco hasta que estuvimos solos.
Volvieron a reírse.
-Como sea, es hora de dormir, Bennyboo. Los niños se despertarán temprano y debemos aprovechar que ahora sí duermen- dijo ella.
Se metió bajo las sábanas.
-¿Tratas de cambiarme de tema también?
Mal se hizo la que no oyó. Ben rió suavemente. Abrazó a su esposa por la cintura y besó su coronilla.
-Buenas noches, mi reina pervertida- le devolvió el apodo del día anterior.
Mal sonrió con los ojos cerrados. Tomó su mano. Ambos se quedaron dormidos casi al instante.
(...)
Eran alrededor de las nueve de la mañana cuando los niños se escabulleron de sus habitaciones. Se reunieron frente a la puerta del cuarto de sus padres, hablando en voz baja.
-Me encontré con la abuela cuando salí a buscar a Cerbero y me dijo que ella, los abuelos y Phone ya están listos para abrir los regalos- dijo la mayor de las niñas.
-Solo faltan mamá y papá - agregó el castaño, dándose golpecitos en las mejillas para despertarse.
Blair decidió que sería quien abriera las puertas. Los tres entraron de puntillas, sin hacer ningún ruido.
En la cama, Ben abrazaba a Mal y la pelimorada estaba tan estirada que apenas le dejaba espacio a su esposo.
Las dos princesas y el príncipe se subieron al colchón y comenzaron a dar saltos.
-¡Mami, papi! ¡Despierten, despierten!- gritaron los mellizos.
-¡Sólo faltan ustedes! - reclamó la menor.
El primero en abrir los ojos fue el rey, sonriendo al ver a sus hijos.
-Buenos días, pequeños.
Mal comenzaba a despertarse por el alboroto de los niños.
-Dejenme dormir- gruñó la pelimorada, colocando su almohada sobre su cabeza.
Ava se sentó junto a ella y la abrazó.
-Por favor mami, queremos abrir nuestros obsequios.
Mal suspiró, sabiendo que ninguno de los tres se rendiría.
-Está bien - retiró la almohada y se estiró- Busquen a los abuelos y los vemos abajo.
-¡Sí! - exclamaron los tres.
Se bajaron de la cama y corrieron en busca de ellos. Ben se rió.
-¿Cómo pueden estar tan enérgicos si anoche se durmieron tarde? - preguntó.
-Es la magia de las fiestas- respondió su esposa.
Él sonrió y le besó la frente. Ambos se colocaron sus batas y pantuflas y se reunieron con el resto de la familia junto al árbol en el gran salón. Habían cajas y bolsas de todos los tamaños.
Bella y Perséfone llegaron con galletas y chocolate caliente para todos. Comenzaron a repartir los regalos. Estaban todos los obsequios, desde los que se hicieron entre ellos hasta los que les dejaron sus amigos.
Ben se enterneció al desenvolver con cuidado el cuadro que Mal le regaló.
-Gracias princesa, está hermoso.
La rodeó por los hombros y besó su coronilla. Los dos estaban acurrucados sobre el sillón, los niños en el suelo y los demás en el resto de los muebles. Mal sonrió y abrió el regalo que le quedaba de parte de su esposo. Al abrir la caja se encontró un envase gigante de fresas con chocolate y las pinturas nuevas que quería.
-Creí que estaban agotadas- dijo con emoción.
-Pasé horas en Internet buscándolas, pero valió la pena.
Mal se lanzó a sus labios y volvió a abrazarlo. Ambos se sonrieron y miraron a sus hijos. Los niños ya habían abierto los regalos de sus tíos y abuelos y unos pocos de sus padres, pero quedaban los más grandes y el de Santa.
Blair se acercó al árbol de navidad y tomó las dos cajas enormes con la ayuda de Adam.
-¿Cuál abrirás primero? - le preguntó Perséfone.
Lo analizó un momento.
-La de mamá y papá.
Se volvió a sentar en el suelo de madera y desenvolvió la caja. Pegó un chillido de felicidad al ver que era. Corrió hacia sus padres y los abrazó.
-Gracias- les dijo, Ben besó su mejilla.
-Papá y los abuelos te ayudarán a armar tu estudio de baile en tu cuarto, así que esto te ayudará a decorarlo - explicó Mal, señalando la bocina y las luces led de colores.
También habían un montón de accesorios de baile. Desde zapatillas de ballet hasta alas de hada. Mordió una galleta con chispas y nueces que robó del plato de su papá y volvió para abrir la otra caja.
-¡El castillo y los dragones de Lego que pedí!
Ben y Mal sonrieron. Había sido difícil conseguirlo dado a que era una edición limitada y la caja era enorme.
-Confiamos en que ya tienes edad para saber jugar con las piezas y no llevartelas a la boca- le dijo el castaño.
-Prometo que seré responsable - juró la pequeña, fascinada por las imágenes en la caja.
Dejó la caja a un lado y comenzó a ponerse los accesorios de baile sobre su pijama navideña. Bella se sentó junto a sus nietos.
-¿Qué tal si sigues tú, princesa? - le dijo a la ojiverde.
-De acuerdo.
Bella y Ava acercaron sus dos últimos regalos. Observó ambos paquetes antes de optar primero por el de sus padres. Se sorprendió enormemente al encontrar una tablet para dibujar junto a un lápiz táctil y su protector.
-Esperamos que tú también seas responsable con esto. Es el primer aparato electrónico que te regalamos que no tendrá nuestra supervision- le dijo su madre.
Ava asintió.
-Lo juro. Gracias mami, gracias papi.
-De nada, dragoncita- dijo la pelimorada.
El regalo de Santa le llamó la atención al notar que la caja era más grande y pesada. Desenredó el lazo con entusiasmo y retiró la tapa, había un baúl en miniatura simulando los baúles de Hogwarts. Al abrirlo, se encontró con una colección inédita de toda la saga de Harry Potter junto a los libros complementarios.
-¿Cuánto apostamos a que de aquí el próximo diciembre los leyó todos? - preguntó Hades.
-No apuesten, estamos seguros de que lo hará - rió el rey.
-Noooo, yo también los quiero leer- se quejó Mason.
-Te los prestaré, hermanito. Después de que los lea- dijo, ojeando las portadas de las nuevas adquisiciones para su biblioteca.
Max le agradeció y bebió hasta la última gota de chocolate caliente antes de levantarse. Agarró el regalo de Santa Claus. El paquete contenía un PlayStation de último modelo junto a cuatro juegos.
-¡Gracias Santa! - celebró, mirando al techo.
Su familia rió.
-Santa no te puede oír, bobo. Está en en el Polo Norte- se burló su melliza.
-¿Se te olvida que él ve y oye todo? - le recordó él.
-Pero hoy debe estar celebrando con su familia y los elfos, duh- la castaña con puntas moradas usó un tono de obviedad.
-No peleen, quiero saber cual es el regalo de mamá y papá - los interrumpió su hermana menor.
Ambos se callaron, lanzándose miradas fulminantes. Se levantó para poder abrir por completo la caja. En la imagen se veía una bicicleta junto con un asco, rodilleras y coderas.
-Espero que la uses, porque tu papá y yo nos partimos la espalda trayéndola hasta acá - le dijo Adam.
Su hijo asintió ante eso. Los demás rieron.
-Gracias - miró a sus padres sin dejar de sonreír.
Recogieron todos los lazos, tarjetas, bolsas, cajas y envoltorios para abrirle espacio a los niños para que jugaran. Ava configuraba su tablet junto a Mal y Perséfone. Blair bailaba la música navideña con Bella y Adam. Mientras que Ben y Hades ayudaban a Max a sentarse sobre la bicicleta.
Ya tenía su casco y demás protecciones colocadas. Tenía experiencia con su bicicleta anterior, la usaba sin rueditas así que le agarró bien el ritmo.
-Cuidado y chocas con el árbol- le gritó Hades- Aunque te pareces más a tu papá - pensó- ¡Olvídalo, choca todo lo que quieras!
Mal lo mató con la mirada. Mientras que Ben reía más por nerviosismo que por otra cosa.
-Ya hablamos de esto papá - le reclamó la reina, alzando la voz.
El Dios del Inframundo se calló. A veces su hija le daba miedo cuando se enojaba.
-Perdón cariño, no dije nada.
Kore y Ava se rieron. La niña comenzó a ponerle color a la flor que su madre le había dibujado.
-Lo tienes controlado, Mal - dijo la castaña casi pelirroja entre risas- Ya veo porque Ben no se atreve a llevarte la contraria la mayor parte del tiempo.
-Tengo práctica desde la Isla, así que...- se encogió de hombros.
La niña levantó la mirada.
-¿Por eso el tío Carlos y el tío Jay dicen que está gobernado? - cuestionó.
Mal se rió. Se puso a acariciar su cabello.
-Probablemente.
Ben se acercó a ellas al ver que su hijo podía controlar bien la bicicleta. Pasó su brazo alrededor de la cintura de Mal.
-¿Hablaban de mí?
-Algo así - se rió suavemente junto a su prima.
-Decían que mamá te tiene a ti y al abuelo Hades gobernados- expresó Ava, entre inocentemente y con burla.
Con burla porque sabía que se reían de su papá, con inocencia porque no entendía bien que significaba eso. El castaño miró a su esposa, esta se rió, con las mejillas sonrojadas.
Blair se sentó sobre el regazo de su papá.
-¿Podemos salir a jugar con la nieve? - preguntó.
Max frenó su bicicleta y se acercó a ellos. Ava también los miró.
-Porfis- suplicaron los hermanos, juntando sus palmas y haciendo pucheros.
Cerbero, quien había estado durmiendo junto a la chimenea todo ese rato, corrió a ellos al oír la palabra salir. Se sentó en sus patas traseras e imitó la expresión de sus compañeros de juegos.
-Cuanta manipulación - dijo el peliazul.
-Está bien, pero todos nos vamos a cambiar de ropa y a abrigarnos primero- aceptó Ben.
-Yey- celebraron sus hijos.
-Pero llevarán sus juguetes a sus habitaciones primero y nos ayudarán a limpiar - exigió la pelimorada.
Los tres asintieron sin discutir. Media hora después, todos estaban sobre la nieve. Cerbero perseguía a los niños, quienes tenían una guerra de bolas de nieve, hasta habían hecho dos fuertes. Hades y Adam estaban del lado de su nieto mientras que Perséfone y Bella acompañaban a las niñas.
Mal hacía ángeles de nieve junto a Ben, riendo con felicidad. Se sentían de la misma edad que sus hijos en ese momento. Cuando se cansaron se quedaron mirando hacia el cielo, con las manos entrelazadas.
-Creo que esta Navidad ha sido una de las mejores de mi vida.
-Dices eso cada Navidad desde que somos novios- se rió la Princesa del Inframundo.
-Porque es la verdad - se giró hacia un lado para poder observar a su amada- Las navidades contigo y con nuestros hijos han sido las mejores.
Mal sonrió y besó la punta de su nariz.
-Feliz Navidad, amor.
Ben se acercó a ella.
-Feliz Navidad, cielo.
Ambos sonrieron antes de unir sus labios en un beso. Mal jugaba con el poco cabello que salía del gorro de Ben y él acariciaba su espalda. Se separaron de golpe al sentir una lluvia de bolas de nieve impactar contra ellos. Al sentarse sobre la nieve oyeron las risas de toda su familia.
-¿Con que así quieren jugar, eh?
Apenas tuvieron tiempo de reaccionar cuando los reyes se levantaron, aventado nieve en todas direcciones. Mal manipulaba los tiros con su magia.
-¡Todos contra mamá y papá! - gritó Ava.
El jardín del castillo se convirtió en un campo de guerra. Desde la más pequeña hasta el más grande corrían sin parar.
Esa Navidad jamás la olvidarían.
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¡Feliz Navidad mis queridos lectores!
No saben cuanto quería hacer un Especial Navideño. Y para su suerte, este año surgieron ideas.
Me encantó escribir algo de la fecha con esta familia ❤️
Estén atentos, porque de aquí a final de año aún quedan algunas sorpresas.
¡Nos leemos pronto!
~Con amor, su escritora💕.
Publicado el 24/12/2021.
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