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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕: 𝐅𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐎𝐥𝐢𝐦𝐩𝐨

Al fin llegó este capítulo que tanto esperaban, la familia reunida en el Olimpo.

Debo admitir que este capítulo me costó un poco más ya que debía integrar cosas de la historia de los dioses griegos. Algo por lo que no me he guiado mucho en la trama y tampoco tengo todos los conocimientos como para extenderme en el tema.

Igualmente fue interesante explorar un ambiente con el que nunca había trabajado.

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Narrador Omnisciente:
Luego de que el dios mensajero preguntara si estaban listos, todos subieron a bordo del elegante y a la vez clásico carruaje griego. Habían enviado uno lo suficientemente espacioso para que toda la familia pudiera caber en un solo vehículo.

Hermes se ubicó adelante, guiando a los pegasos que conducirían el viaje. Bella, Adam, Mason y Ava iban del lado con vista hacia al frente, con los niños en medio de los adultos para asegurarse de que se mantuvieran tranquilos. Mientras que Hades, Mal, Blair y Ben iban del lado opuesto. La bebé estaba sentada entre sus padres, en una silla para niños igual que sus hermanos mayores.

Cuando todos estuvieron instalados, Hermes le indicó a los corseles alados que podían comenzar a andar. Poco a poco empezaron a ascender en el vuelo, haciendo que los mellizos se emocionaran.

Estaban tan entretenidos viendo a su alrededor, que cuando miraron hacia al frente y al fin notaron a los pegasos, se emocionaron.

-Mami, papi, pegasho- dijo Ava, apenas pudiendo pronunciar a medias la última palabra.

Max estaba igual de entusiasmado que ella. Los adultos rieron.

-Podrán acariciarlos cuando lleguemos, ¿ok? - les preguntó su padre.

Los dos pequeños asintieron con sus cabezas y siguieron viendo el paisaje. A decir verdad, todos menos Hades estaban igual de entretenidos con el nuevo entorno.

-Es su primera vez en el aire sin estar en un avión, ¿cierto? - interrogó el dios menor.

-Para nosotros sí - contestó Bella, refiriéndose a la mayoría.

-Soy la única que ha visto el cielo desde otra perspectiva al poderme transformar en dragón- explicó Mal.

-Bueno, pues es la oportunidad de que los demás tengan la experiencia también- dijo Hermes sonriendo.

Hades iba menos atraído por el viaje, al fin y al cabo lo había experimentado en muchas ocasiones durante su vida.

Al llegar a la altura de las nubes, el aire se sentía fresco, pero hacía contraste con el calor del sol. Era casi la mitad de la tarde, así que era un momento perfecto para apreciar muchos colores en el cielo. Además de que aprovecharían parte del atardecer a finales del viaje y durante su llegada.

Max y Ava se rieron cuando sus abuelos paternos los acercaron un poco al exterior para que tocaran las nubes.

Después de alrededor de dos horas de recorrido, a lo lejos divisaron lo que parecía un gran palacio flotando en el aire. Se veía majestuoso, con sus columnas y pilares de marmol, sus miles de espacios verdes y fuentes que formaban parte del terreno.

-Bienvenidos al Monte Olimpo- anunció Hermes.

Mal sonrió con emoción. Los primeros años de su vida no sabía que formaba parte de ese lugar, y ahora tenía la oportunidad de conocer más sobre sus antepasados y sus poderes.

Cuando llegaron a un espacio libre frente a las escaleras de la entrada principal, el carruaje descendió con cuidado y quedó apoyado sobre el suelo. Los primeros en bajar fueron los mayores, mientras que los reyes de Auradon arreglaban todo para bajar a sus descendientes. Al tener todo abajo, se acercaron con los niños para que saludaran a los pegasos.

-Tienen que tener mucho cuidado para no asustarlos, como con los caballos que conocieron en casa- les pidió Ben, teniendo a cada uno en un brazo.

Mal llevaba a Blair cargada, quien parecía estar bastante despierta al haber dormido todo el camino.
Se pararon frente a los animales.

-Extiendan sus manos y acaricien sus cabezas con delicadeza- indicó la pelimorada.

Los dos niños hicieron lo que su madre les dijo, riendo cuando las tres criaturas relinchaban al recibir las caricias. Lo mismo pasó cuando la bebé de ojos castaños los acarició, con ayuda de su progenitora. Volvió a apoyarse en el pecho de Mal.

-Debe de tener hambre- dijo la oijiverde, conociendo como se ponía la niña en esos momentos.

-Entonces entremos de una vez, los demás nos esperan en el comedor con un gran banquete de comida tradicional griega- comentó Hermes.

Ben y Mal colocaron a los niños en sus coches, los mellizos en uno y la menor en otro, y se juntaron con los demás. Bella y Adam iban más adelante, conversando cordialmente con el dios mensajero, mientras que Hades iba unos pasos más atrás de su yerno, su hija y sus nietos.

Todos quedaron impresionados al ver las decoraciones de los enormes pasillos, repletos de vasijas antiguas, adornos de oro y muchas plantas.

Se detuvieron al final de uno de los pasillos. Hermes empujó las inmensas puertas y entró a la habitación, siendo seguido por el resto.

-Familia, me gustaría que le den la bienvenida a nuestros invitados de hoy- anunció.

El bullicio que tenían todos los dioses, semi-dioses e integrantes de la familia olímpica cesó al ver a todos en la entrada del inmenso comedor.

Los más jóvenes fueron los primeros en acercarse. Siendo Herkie y todos los bisnietos de Poseidón - incluyendo a Arabella, Alena y Melody-. A todos ellos los conocían por su grupo de amigos o por estudiar en Auradon Prep. Uma también iba a asistir, pero Harry y ella estaban ocupados ese día organizando su boda.

Luego de ellos vinieron dioses menores como Eros, Hebe y las Musas. El primero particularmente interesado en ver a la pareja real.

-Deseaba poder hablar con ustedes desde hace mucho. Me alegra no haberme equivocado al haber disparado sus flechas. Son una de las parejas más admirables que he visto, y llevo en el "negocio" del amor muchos siglos- les dijo, guiñando un ojo.

Mal y Ben rieron.

-Gracias- agredeció la pareja, mirándose sonriendo.

Los siguientes en acercarse fueron Hércules y Megara, quienes se encargaban de las relaciones de los dioses con los reinos de Auradon. A ellos los conocían bien. Los saludaron amablemente.

Hefesto, Dioniso, Apolo y Ares también se acercaron. Siendo seguidos por Atenea, Afrodita y Artemisa, quienes con mucha emoción deseaban conocer a Mal. La primera en hablar fue la diosa de la sabiduría.

-Desde que me enteré de todos tus actos heroicos quería hablar contigo en persona. Eres muy inteligente y valiente, Mal, y lo admiro mucho. Por eso quise regalarte ese collar- señaló la gargantilla dorada en el cuello de la reina- El símbolo significa valor, algo que siempre has demostrado tener.

La hija de Hades sonrió.

-Gracias, es muy lindo- le agradeció a su prima.

Afrodita dio saltitos al ponerse al frente de ella.

-Eres una digna hija del Olimpo, con esas facciones tan prolijas, ese cabello tan brillante y esos preciosos ojos verdes - la halagó- En definitiva, una de las mujeres más hermosas que he visto.

Mal se sintió ligeramente conmovida, ya que estaba teniendo muy buenas reacciones de parte de su familia.
Artemisa dio un paso hacia adelante.

-Tienes una determinación maravillosa cuando se trata de algo relacionado a tus hijos, eres una madre que siempre luchará por lo justo para sus pequeños. Quienes son realmente adorables- le dijo, agachándose frente a los coches de los niños.

Agitó su mano en forma de saludo, haciendo sonreír a los tres herederos al trono. Las tres mujeres se unieron a los otros dioses para recibir a su tío y sus nuevos familiares.

Hades se ubicó junto a ella cuando fue el momento de presentarla a sus hermanos. Ben se quedó con los niños.

-Cualquier cosa que te digan de mí, por favor no pienses lo peor- le pidió, extendiéndole su brazo a su unigénita.

-Tranquilo, creo que ya conozco lo suficiente de ti como para saber que no podrán hacerme cambiar de opinión. Y creeme, he oído cosas bastante malas- aseguró con diversión, aceptando el gesto.

Su padre frunció el ceño, pero terminó riéndose. Ambos caminaron en dirección a los cinco dioses principales.

-Hades, es bueno verte de nuevo - saludó Hestia, con bastante formalidad.

-Algún día tendría que volver, hermana- contestó el Dios del Inframundo, no sabiendo que tono de voz usar.

-Por favor no seamos tan serios, somos familia- pidió Hera.

-Sí, familia que trató de matar a mi hijo- señaló Zeus.

El peliazul rodó los ojos.

-Vine en son de paz, quiero lo mejor para mi hija y ella quería conocerlos.

El soberano del Olimpo quizo responder, pero se contuvo al notar las miradas molestas que le dedicaban sus hermanos. Había prometido no meter la pata para no arruinar las cosas con la familia real de Auradon.

-Como nadie quiere ser el primero en ceder, lo haré yo- dijo Poseidón.

Estiró su mano y Hades la estrechó, seguido de eso abrazó a Mal como saludo.

-Debería de estar molesta contigo, porque luego de todo lo que pasó con mi hija quisiera odiarte más, pero quiero conocer a mi sobrina, así que lo dejaré pasar- dijo Deméter.

Hades sonrió de manera sincera cuando la diosa de las estaciones lo abrazó.

Aunque las cosas estaban ligeramente tensas, el ambiente fue volviéndose más suave cuando los dioses se presentaron con la pelimorada. Le habían prometido a sus hijos y nietos hacer lo mejor para la familia, y sabían que era la oportunidad de darle la bienvenida sin trampas a su sobrina, su esposo, sus hijos y sus suegros.

-Veo que la fiesta comenzó sin mí- se oyó cerca de ellos.

Hades no quizo alzar la mirada, pero inevitablemente lo hizo al oír esa voz. A pocos metros de ellos se encontraba nada más y nada menos que Perséfone. Se veía muy alegre, y aunque le costaba admitirlo, estaba más hermosa que la última vez que la vio.

Se había convencido a sí mismo que no tenía sentimientos por ella cuando le pidió la anulación del matrimonio y lo enviaron a la Isla. Quería desatarla de sus problemas. En ese tiempo terminó enamorándose de Maléfica, y aunque dolorosamente seguía amándola, se dio cuenta de que tal vez no había superado del todo a Kore.

La castaña entró a la sala, saludando alegremente a los invitados.

Mal notó la expresión en el rostro de su padre, una especie de sensación agridulce moviéndose en su interior al unir las piezas en su cabeza.

Ella y el dios habían logrado establecer un lazo fuerte en esos meses gracias a la confianza que comenzaron a tenerse al conversar sobre sus vidas; eso incluía hablar del pasado. Hades le contó de su fallido matrimonio con la diosa de la primavera. Pero algo dentro de ella decía que al verla de nuevo las cosas tal vez cambiarían a lo que el dios decía sentir en la actualidad. Eso la asustaba, y era justo lo que estaba pasando.

Sin embargo, se mantuvo serena. Estaba consciente de que esa noche era posible gracias a su prima, quien particularmente había sido uno de los amores de su padre. Esa parte le resultaba algo turbia, pero había aprendido que la familia Olímpica tenía cosas más raras que eso.

Sonrió con sinceridad cuando la mujer se acercó a ellos. Se veía feliz de verla, con todo y que Mal es prácticamente su hijastra.

La pelimorada se soltó del brazo de su padre y se paró frente a la hija de Deméter.

-¡Estoy tan feliz de al fin poder conocerte! - exclamó con entusiasmo, antes de abrazarla con fuerza.

A la reina le tomó por sorpresa el gesto, pero de algún modo se sintió bien, y no fue incómodo. La diosa la tomó de las manos cuando se apartaron.

-Por todos los dioses, eres más preciosa en persona que en las fotografías- dijo.

La Princesa del Inframundo soltó una risita.

-Tú igual- le devolvió el halago, y lo decía en serio.

-Sé que es extraño conocerme, después de todo soy la ex de tu padre. Pero te digo de corazón, que no te guardo ningún rencor. Tú no tienes nada que ver con lo que pasó entre nosotros, así que no puedo culparte de nada.

Eso tranquilizó a la chica frente a ella.

-Siéndote sincera, yo tampoco te tengo ningún tipo de rencor. De hecho, aunque no quisiera decirlo en voz alta también me emocionaba conocerte- admitió la hija de Maléfica.

Perséfone le sonrió.

-¿Te molesta si hablo con tu padre? - preguntó con cuidado.

Ambas miraron hacia un costado, donde el Dios la miraba con curiosidad. Kore no quería incomodarla, realmente esperaba formar por lo menos una amistad con ella. Mal suspiró para sus adentros. Debía dejarla hacerlo.

-Claro.

La castaña apretó su mano y le agradeció con la mirada. Mal volvió a sentir como todo se movía en su interior cuando vio que los ojos de su progenitor brillaban al tener a la diosa frente a él.

Se sobresaltó ligeramente cuando sintió como la mano de Ben tomaba la suya, estaba tan metida en sus pensamientos que no notó en qué momento se puso junto a ella. Giró su cabeza para mirarlo, viendo que sus hijos estaban con sus abuelos a pocos metros de donde se encontraban.

-Sé que hablamos de esta situación cuando tomamos la decisión de venir, pero...¿Estás segura de que te sientes cómoda con todo esto? - le preguntó, hablando con tanta suavidad que la hizo sonreír.

Tenía muy claro que Ben la conocía a la perfección. Que él sabe que puede ser fuerte, pero que tiene sus momentos débiles y que a veces necesitaba liberar sus pensamientos. Acarició la mejilla de su esposo.

-Creo que solo necesito procesar todo lo que está pasando.

-Cualquier cosa que quieras hablar sabes que puedes decírmelo, ¿sí?- le dijo, sonriéndole con dulzura.

Mal asintió con la cabeza, recibiendo con gusto el casto beso que Ben depositó sobre sus labios. Los dos dejaron sus manos entrelazadas y se unieron a Bella y a Adam en la conversación con Eros y Afrodita.

(...)

Todos los presentes se encontraban sentados en la gran mesa, disfrutando del inmenso festín de comida griega. Habían entradas, platos principales, postres tradicionales y como bebida estelar, Dioniso había escogido un vino proveniente de la campiña francesa, solo que tenía ligeros toques de Grecia.

Ava y Mason tomaban jugo de frutos rojos, mientras que Blair dormía plácidamente luego de haber tomado del biberón que Mal había preparado para ella.

La mesa estaba repleta de conversaciones y risas, las cuales fueron disminuyendo cuando Kore se levantó de su silla para hacer un brindis. Tocó la copa con un cuchillo, haciendo que todos le prestaran atención.

-Gracias- hizo una pausa para dejar la copa en la mesa- Como muchos sabrán, he estado esperando muchos años para hacer esta reunión. Aguardando a que el momento perfecto llegara; cuando las cosas entre Mal y Hades- miró a los mencionados-, al fin estuvieran calmadas y hubieran tenido un tiempo para convivir.

Padre e hija se miraron, entendiendo porqué lo decía.

-Idee esta reunión con la intención de conocerte, Mal. Y estoy muy feliz de que hayas venido con tu familia.

La nombrada arrugó la nariz, sonriendo.

-Y en cuanto a Hades - el dios la miró con atención- Después de mucha investigación y luego de mucha insistencia a mis tíos y mis padres, logré que al fin te concedieran la oportunidad de volver a tomar tu puesto en el Consejo Olímpico.

La boca del Dios se abrió, no sabiendo que decir. La pelimorada, quien estaba junto a él, apretó su mano sonriendo. Lo había oído hablar con emoción sobre ese tema. Quería recuperar su puesto por derecho, y aunque pensaba que tendría que ingeniárselas para lograrlo, agradecía que fuera Perséfone quien lo hubiera hecho.

-¿Qué dices, hermano? ¿Aceptas tu puesto? - preguntó Hera.

Zeus se mantenía callado, después de todo era su culpa que la mayoría de las cosas hubieran pasado de esa forma. Estaba consciente que él era peor que el peliazul.

Hades observó a su descendiente, quien lo animó a que aceptara.

-De acuerdo, después de todo, el Olímpo necesita del Dios del Inframundo- respondió, haciendo una pausa después- Eso sí, que yo haya aceptado tiene sus condiciones.

-¿Qué propones? - preguntó Hestia.

-Van a dejar que Perséfone vuelve a hacerse cargo del Inframundo junto a mí. Es su derecho, y que ustedes mismos hayan sido los que le quitaron ese puesto en nuestra separación fue muy injusto- pidió.

La mencionada se sorprendió por la propuesta, pero le emocionaba la idea de volver a reinar.

-Además, tanto Mal como mis nietos tendrán total acceso a su herencia olímpica, lo que significa que pueden tener la opción de visitarme estando allá abajo y sean los herederos por derecho de mi poder.

Fue el turno de la pelimorada en sorprenderse. No se esperaba eso, pero le agradaba el hecho de que su padre quisiera incluirla a ella y a sus hijos en todo lo que podía.

-Lo que pides es justo, así que aceptamos tu trato. ¿No es así, Zeus?- interrogó Hera.

El tono de su voz daba a entender que no era algo debatible. Zeus bufó al tener las miradas de su familia sobre él.

-Bien.

Hades lo miró burlón.

-Entonces acepto.

Todos comenzaron a aplaudir y a hacer ruido. Mal lo abrazó por el cuello con fuerza.

-Me alegra que hayas dejado tu orgullo de lado por esto, te lo mereces-le susurró.

El dios sonrió y apretó el agarre de su hija.

-Y tanto tú como los niños merecen ser parte de todo esto- le dijo del mismo modo.

La ojiverdé besó su mejilla y volvió a sentarse en su asiento. Tanto sus tíos como sus primos continuaron haciéndole preguntas sobre su vida. Tenían curiosidad sobre sus poderes, ya que era la única que tenía como padres a un hada y a un dios. También conversaban con Bella, Adam y Ben sobre la cultura del reino y la cultura griega. Mientras que comían el postre aprovecharon para preguntarle a los reyes sobre su relación.

-¿Tuvieron alguna tradición de Grecia en su boda? - preguntó Deméter con curiosidad.

Los dos negaron con la cabeza.

-Ese era uno de los momentos en los que menos quería saber de mi papá, y definitivamente eso no me hubiera ayudado a sobrellevar la situación- contestó la reina.

-Pero, hemos hablado de hacer la ceremonia tradicional para nuestra renovación de votos dentro de unos años- completó Ben.

Su esposa le dio la razón.

Tuvieron que dejar de responder preguntas ya que los niños se habían puesto inquietos. No estaban acostumbrados a estar fuera del castillo a esa hora, sobre todo Blair. Los demás adultos continuaron hablando mientras que la joven pareja se encargaba de atender a sus hijos.

Blair volvió a quedarse dormida fácilmente, pero Mason y Ava no. Ellos suelen dormirse a las nueve, y aún faltaban un par de horas para eso. Así que Ben y Mal se pusieron a caminar con ellos para cansarlos un poco. Les dejaron sus teléfonos para que vieran caricaturas cuando ya estuvieron más tranquilos.

Arreglaron el paraguas del coche de la más pequeña para que no le entrara la luz y sujetaron a los mellizos en el suyo. Volvieron a entrar al comedor y se unieron a la conversación.

-Tengo algo de curiosidad, ¿cómo funciona el divorcio entre los dioses? Ya que Hades nunca nos terminó de explicar eso- preguntó Bella, dándole un sorbo a su copa de vino.

-Con gusto te explico - dijo Atenea- Verás, al ser dioses sólo podemos anular los matrimonios, ya que las uniones suelen ser pactos importantes y complicados. Pero al estar anulado, esto nos permite poder casarnos con otras personas.

Todos miraron a Hades, quién sonrió con incomodidad. Con la única persona que hablaba de su relación con Maléfica era con Mal, y hasta ella no conocía algunos detalles, porque el dios no quería herir a su hija. Ya había tenido bastante con los maltratos de su madre hacia ella como para querer conocer los que dirigía a su progenitor. No quería provocarle más dolor.

Adam notó que Mal se ponía algo tensa con la situación, así que cambió de tema lo más sutilmente que pudo.

Al cabo de un rato la conversación se convirtió en una ocasión para recordar momentos de las parejas que se encontraban en el lugar. Eso terminó en que Hades y Perséfone se pusieran a hablar de su matrimonio.

-Recuerdo que una vez dimos un paseo por el río Aqueronte, con Caronte remando el bote. Estábamos tan ebrios que casi nos caemos adentro del río en varias ocasiones- dijo la castaña, riéndose.

El padre de Mal soltó una carcajada.

-Había olvidado ese día.

Los dos se miraron sonriendo, y más de uno lo notó, incluyendo a la hija de Maléfica.

-También recuerdo las veces que hablamos sobre formar una familia. Queríamos tener tres hijos, criarlos en el Inframundo y tratar de que fueran mejores personas que nosotros- dijo el dios- Solo que lamentablemente nunca se dio.

Se dio cuenta de lo que había dicho luego de que salió de su boca. Rápidamente se volteó a ver a la pelimorada, quien no sabía cómo reaccionar. Estaba estática, con las manos en puños.

Llevaba toda la noche reprimiendo sus sentimientos. Kore le caía muy bien, pero el simple hecho de pensar en su padre queriendo tener otra vida y no que no hubiera sucedido  le dolía. Porque sabía que él había pasado por mucho daño por culpa de su madre, y que dolorosamente ella era la razón principal. Las palabras que Maléfica le dirigía comenzaron a retumbar en su cabeza, haciéndola sentir aún peor.

Y después de tantos recuerdos, esa fue la gota que derramó el vaso. No aguantó más y se levantó de un golpe de la silla, sobresaltando a los demás.

-¿Amor? - la llamó Ben con cuidado, comenzando a sospechar porqué se había puesto de ese modo.

Se preocupó al ver que los ojos de Mal comenzaban a ponerse rojos y cristalizados. Parecía apunto de querer colapsar.

-Lo siento, yo...-apretó más los puños al sentir que las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos- Yo necesito salir a tomar aire.

El rey trató de tomar su mano, pero ella ya había comenzando a correr en dirección a la puerta. Se apresuró en levantarse, pero Hades puso una mano en su hombro.

-Esto es mi culpa, yo soy el que debe hablar con ella. Dejamelo a mí, ¿ok?

Ben suspiró y asintió, Hades lo soltó y corrió por donde su hija salió.
Perséfone se llevó una mano a la cara, sintiéndose apenada por todo.

-No quería hacerla sentir de esa manera, lo lamento tanto - dijo avergonzada.

-Descuida, sé que no sólo se puso así por la conversación. Pero es verdad, Hades debe hablar con ella. Hay muchas cosas que han quedado pendientes con los años- aseguró Ben.

Eso calmó un poco a la diosa. Los Ex-Reyes retomaron la conversación para deshacer el ambiente tenso e incómodo. Y Ben se limitó a confiar en que su amada y su suegro lograrían solucionar todo.

(...)

Mal se encontraba en la parte más alejada y escondida del jardín. Se había teletransportado con sus poderes, solo queriendo huir y alejarse para estar sola un rato.
Estaba sentada en un banco formado con hojas y flores, escondida entre un montón de árboles.

Tenía sus piernas pegadas a su pecho, con las rodillas flexionadas. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, no queriendo parar. Sus sollozos la hacían temblar y sacudirse. Se sentía tan impotente por estar así, dejando que su madre le hiciera daño de nuevo.

-Hasta muerta sigues abriendo las heridas y creando nuevas, eh, madre- murmuró con amargura.

Aunque sabía que no sólo estaba así por ella.

Mientras tanto, el Dios del Inframundo caminaba por los jardines buscando a su hija. Estaba preocupado. Y por sobre todo, se sentía culpable. Entendía perfectamente porque Mal se había puesto así, tenía muchos traumas y dolores que no siempre exteriorizaba. E indirectamente acababa de abrir una de las heridas más grandes.

Se alivió al ver una cabellera morada entre las hojas, pero se le estrujó el corazón al oírla llorar.

-Mally.

La oijiverde parpadeó, tratando de frenar las lágrimas.

-Vete- gruñó.

-Necesitamos hablar.

Caminó hacia donde ella se encontraba.

-¿De qué quieres hablar? ¿De que siempre soñaste una vida con otra mujer y terminaste frenado conmigo y con mamá? Ahorratelo ya lo oí bastantes veces de parte de ella, y también sufrí las consecuencias- espetó con molestia.

El corazón del dios se apretó más al saber a qué se refería con lo último.

-No puedes culparte de todo lo que te hizo tu madre, Mal. Ella lo hizo porque quizo, no porque tú lo merecieras.

-¿Y si tal vez lo hacía? Después de todo, destruí sus planes, y al parecer también los tuyos con Kore- dijo, con la cabeza gacha.

Hades se sentó en el banco, dejando cierta distancia entre ambos.

-No tienes la culpa de que Maléfica fuera una desquiciada demente. Y mi matrimonio con Perséfone terminó antes de que me fuera a la Isla de los Perdidos. Tú no tienes la culpa de nada, pequeña.

-¿Y por qué siento que es de esa manera? ¿Por qué cada vez soy feliz siempre pasa algo que me causa daño? - dijo, volviendo a sollozar.

Hades quería abrazarla, como debió hacerlo en cada ocasión que su ex-esposa le causó daño. Pero sabía que debía acercarse poco a poco.

-Tu madre te manipuló durante muchos años para que sintieras que eras la causante de todos sus problemas, pero nunca lo fuiste. Al contrario, pudiste ser la solución. Ella no supo valorarte.

Mal lo miró, con los ojos aguados.

-¿Y qué pasa contigo? Tú estabas casado, y cuando volviste a hacerlo tu oportunidad de cumplir tus sueños de tener una familia con Kore se fueron.

-Las cosas entre ella y yo empezaron a fallar años antes de estar en la Isla, era un ambiente demasiado tenso para algún bebé- hizo una pausa, tomando la mano que Mal había dejado sobre el banco- Sé que también lo fue cuando tu mamá y yo te tuvimos, pero tú fuiste la razón por la que pude cumplir mi sueño de ser padre, Mally. Jamás cambiaría el hecho de poder ser tu papá- la voz comenzó a entrecortársele- Y no sabes lo orgulloso que estoy de ti por haber salido adelante en medio de tanto dolor.

Mal lo abrazó con fuerza, escondiendo su cara en su cuello. Le habían llegado al corazón las padres de su progenitor, porque Maléfica jamás le demostró amor ni compasión. Sus primeras figuras paternas fueron Bella y Adam, pero algo dentro de ella sabía que no era lo mismo que recibir esas palabras de parte su mamá o su papá.

Hades la apegó a él, recordando como la consolaba cuando apenas era una bebé. Esperó muchos años para poder estar con ella de nuevo. Fue perdiendo la esperanza con los años, y pensó en cosas imperdonables por haberse dejado llevar por el rencor. Pero el hecho de que Mal lo hubiera aceptado en su vida y en la de sus hijos luego de tanto tiempo, era algo que nunca encontraría como agradecer.

Mal sonrió cuando Hades besó su frente y secó sus lágrimas.

-Te quiero mucho, pequeña.

-Y yo a ti, papá. Y por esa razón entenderé que quieras ser feliz con Perséfone o cualquier otra mujer. Mereces tener algo mejor que lo que tuviste con mamá.

El dios sonrió.

-No creo estar listo para dar ese paso en este momento, pero aprecio mucho tener tu apoyo para cuando lo haga.

Ambos sonrieron.

Mal secó su rostro con sus manos. Se puso de pie y extendió su mano hacia su padre.

-Debemos regresar, los demás deben de estar preocupados.

Hades se levantó y tomó su mano. Al llegar al comedor, Ben se sintió aliviado de ver a su esposa sonriendo, al igual que los padres de él.

El resto de la noche transcurrió en tranquilidad. Con los más pequeños de la familia entreteniendo a todos. Y al volver al castillo, el dios se alegró al saber que ese era su nuevo hogar.

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𝑬𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂 𝑪𝒍𝒂𝒓𝒌𝒆 - 𝑷𝒆𝒓𝒔𝒆́𝒇𝒐𝒏𝒆 [𝑲𝒐𝒓𝒆]

Tardé mucho en escribir este capítulo por distintas razones, pero estoy feliz del resultado.

Esa conversación era algo necesario entre Hades y Mal, porque pasaron por mucho. Era el momento en que ella debía sanar esa herida.

Espero que lo hayan disfrutado, porque en dos capítulos o menos vendrá el salto temporal. Al fin podrán leer a los personajes de la nueva generación ❤️

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora💕.

Publicado el 31/07/2021.

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