𝟎𝟎𝟏
TAEHYUNG
Hoy desperté más temprano de lo usual. Debido a una sorpresa que me esperaba en la sala de mi casa y no podía ocultar mi emoción. Sentía un escalofrío invadir cada célula de mi ser, estaba muy entusiasmado. Era lo que más anhelaba en la vida. Pero esta vez no era ropa, ni unas zapatillas nuevas, ni un celular nuevo. Era mucho más que eso.
—Taehyung, ¿estás listo? —preguntó mi padre, quien también estaba muy feliz.
—Si padre. —Respondí, mientras aseguraba mis pasadores.
Solté un chasquido al ser tan torpe y no poder amarrarlos correctamente, pero me sentía más avergonzado luego de ver que mi padre se dio cuenta de eso, e inclinándose, me ayudó.
Luego de eso, simplemente le agradecí y acomodé mi suéter favorito, aquella prenda de color roja que me regaló mi madre en mi cumpleaños pasado. Con un suspiro, inhalé el delicioso aroma que emanaba y miré a mi padre. Podía ver la melancolía y el amor que sentía por mi madre en sus ojos.
Ambos salimos de mi habitación, pero ante la sobredosis de alegría que tenía, no pude controlar mis pasos y terminé corriendo por el pasillo, rumbo a la gran escalera que nos llevaría al primer piso. Donde la mejor de las sorpresas estaba de seguro esperándonos.
Pero no imaginé que la sorpresa sería diferente.
—Hee Jin, ¿qué haces aquí? —preguntó mi padre viendo a la hermana a mi mamá.
No entendía por qué mi semblante cambió a uno serio, pero sobre todo angustiado. Más aún no entendía ni por qué ella estaba aquí, ni porqué lloraba, ni porqué tenía ese estado. El mal presentimiento volvió a invadir mi mente.
Tal vez aún me faltaba madurar, pero fue tan pronto cuando me di cuenta de lo que realmente sucedía, incluso mucho antes que mi padre. Pero hubiera preferido no entender, a sentir este doloroso nudo en mi garganta. Comencé a sentir como mi mundo se detenía y encogía al mismo tiempo, esperando explotar en cualquier segundo.
—Hee Jin, ¡dime que sucede! ¡¿Dónde está mi esposa?!
La situación comenzaba a aturdir las emociones de todos. Mi padre al parecer seguía con un semblante serio y frío, y más aún luego de aquel tono de voz que usó, podía asegurar que estaba enojado, lo comprendía, pero tal vez todo sea un malentendido.
—Tienes que ir al hospital.
Fue lo único que dijo Hee Jin. Temí por cada una de sus palabras. El ambiente hizo de las suyas y provocó un efecto dramático, empeorando la situación. Sin embargo, aún tenía mis dudas, si yo mismo no lo veía o comprobaba la verdad, no creería nada.
—Taehyung, trae tu abrigo.
Fue lo último que dijo mi padre con voz autoritaria, y vimos cómo se iba rápidamente a su despacho. Preocupado, vi a mi tía mucho más triste de lo que estaba inicialmente, no sabía que decir o hacer, así que en silencio solo corrí hacia el segundo piso.
Llegué a mi habitación y sin tanto pensar tomé cualquier abrigo. Seguía pensando en los posibles hechos, pero ninguno me permitía sentir una pizca de esperanza. Abrumado decidí salir de la habitación, pero justo antes de hacerlo, vi el retrato de mi madre en un mueble. Una injustificada necesidad de llorar me invadió en ese instante, pero solo lo ignore. No lloraría por un mal presentimiento.
—Estarás bien mamá.
Hablé con seguridad acariciando el frío vidrio que protegía la imagen de mi madre. Sabía que cualquiera que sea la situación, ella estaba temerosa, así que sería yo quien la proteja, seré yo su príncipe.
Dejando un beso sobre el retrato, salí rápidamente de mí habitación y corrí en busca de los mayores, quiénes ya se encontraban dentro del auto de mi padre, esperando por mí.
Inmediatamente llegué, me subí, y aseguré el cinturón de seguridad. Estaba sentado junto a mi tía, ella me miraba atentamente, como si quisiera transmitirme algo, pero al ver su rostro afligido, lo único que hice, fue tomar su mano, y brindarle en pequeña cantidad la calidez que tal vez necesitaba.
En cuestión de segundos, el auto arrancó y ya estábamos rumbo al destino que nos esperaba conocer con ansias. Notase el sarcasmo.
El trayecto fue silencioso, y mis acciones siempre eran las mismas, miraba por la ventana, luego mis manos, luego a mi tía y volvía a ver la ventana del auto. Estaba entrando en un cuadro de ansiedad por no recibir ninguna explicación. Observé a mi padre y pude percibir su nerviosismo que era tan evidente por su manera de presionar el timón. No voy a negar que yo estaba que me moría de los nervios y la ansiedad poco a poco me consumía.
Los minutos pasaban en mi pequeño reloj de mano, y luego de ver por la ventana durante un corto tiempo, había notado algo muy raro. El clima parecía entender lo que sucedía con nosotros, porqué en cuestión de segundos, pequeñas gotas comenzaron a deslizarse por el vidrio.
Estaba lloviendo.
Mi tía comenzó a sentirse muy angustiada, al igual que mi padre. No tenía idea de que hacer o decir, así que solo callé.
La avenida principal estaba libre de tráfico, y agradecía internamente que fuera así, no tanto por mí, sino por el estado emocional de mi padre.
Quedaba menos distancia hacia el hospital, y cada vez que miraba mi reloj, sentía una gran presión en el pecho, que me estaba preocupando en demasía.
Y en un cerrar de ojos, mi padre ya estaba estacionando el auto. Respiré profundo y escondí muy bien mi miedo. Sabía que mi padre necesitaría fuerzas y un soporte, así que ese debía de ser yo. Aún si él no lo admitía.
Bajamos del auto, y mi padre fue el primero en correr hacia el interior del hospital. Observé a mi tía y estaba muy... "destrozada" sería la palabra. La abracé ligeramente y tomándola de su brazo derecho, ingresamos al hospital.
El ambiente era el mismo, no había nada diferente. El típico olor a alcohol y las bocinas que decían el nombre de un doctor y luego otro. Y como olvidar los clásicos colores de los pasillos, nada había cambiado, pero el motivo por el que volvía, podría no ser favorable esta vez. Mis esperanzas estaban en un mínimo porcentaje.
De lejos vimos como mi padre preguntaba con mucha exaltación a las enfermeras de la recepción, quienes le pedían que se calme.
Rápidamente fui con él, y lo tomé del brazo, no quería que se descontrole y nos terminen sacando de este lugar. Debíamos de estar tranquilos.
Las enfermeras comenzaron a buscar en sus pequeñas computadoras y cuando estaban por decir algo, un señor con bata blanca y una barba casi larga se posicionó delante de nosotros.
—Síganme señor y joven Kim.
Mi padre no tuvo opción que seguirlo, pero yo estaba preocupado por el semblante que presentaba ese doctor, y si la situación que tenía en mente era verdadera, no sabía cómo iba a reaccionar mi padre. Temía mucho más por su salud. Así que, por precaución, le pedí a una de las enfermeras que consiguieran sedantes. La necesitaríamos.
Con una afirmación por parte de ellas, fuimos detrás del doctor y mi padre.
—¿Estás seguro de eso? —preguntó tía Hee Jin, luego de escuchar lo que le pedía a las enfermeras.
—Si —respondí firme—. Lo necesitará.
Al llegar a la oficina del doctor, yo y mi tía nos sentamos en el gran sofá que había. Pero mi padre prefirió no hacerlo, así que se mantuvo de pie hasta que el doctor dijera algo.
El silencio era infinito, y solo podíamos escuchar como el doctor tecleaba un par de datos en su computadora. Hasta que por fin habló.
—El día de ayer, a las 23:00 horas, la señora Kim Dayane dio a luz a un bebé varón. Quien nació con una semana de antelación, es por eso que permanecerá en una incubadora, para recibir más revisiones.
Podía sentir mi corazón latir más fuerte, tenía un hermanito, por fin había llegado a este mundo, pero eso era algo que ya sabíamos y estaba muy contento, sin embargo, había otro sentimiento que opacaba esa hermosa alegría.
Observé a mi padre y sabía que también estaba feliz, pero su rostro solo expresaba temor y frustración. Algo que me decepcionó un poco, pero era comprensible.
—Sin embargo, no tengo buenas noticias sobre el estado de su esposa, señor Kim —dijo el doctor con preocupación viendo a mi padre.
—Sea claro doctor —respondió mi padre muy serio, algo no tan común en él—. Por favor.
Preparé mi corazón para escuchar todas las palabras que diría, sabía que tenía que ser fuerte, y algo me decía que...
—Luego de la cirugía postparto, hubo una hemorragia interna que afecto a varios órganos y éstos dejaron de funcionar debido un grave paro cardíaco que sufrió —sentí como me miraba con tristeza—. Lamentablemente debo decirle que su esposa falleció.
Eso era imposible, "falleció", no podía creer en esa palabra, no, claro que no.
—No puede ser —me levanté de mi lugar y jamás creí que actuaría de esta forma—. ¡No puede ser verdad! —grité liberando todo el dolor que sentía—. Papá, no puede ser verdad, no...
Sentí su calor al abrazarme, pero no lograba darme la calidez que mi corazón necesitaba. Pretendí ser fuerte para poder ayudar a mi padre, pero solo fingía para mí mismo.
Atrapado en mis pensamientos, me separé de mi padre y salí corriendo de esa oficina. Seguía sin asimilar la idea de no volver a ver a mi madre nunca más. Las lágrimas no tardaron en aprovecharse de mi dolor y deslizarse por todo mi rostro.
Corría, más no calculaba mis pasos. Sentía todas las miradas de las personas sobre mi, pero nada de eso me importaba. Nadie podía comprender el dolor que sentía, que jamás creí sentir.
Llegué a un par de escaleras y no dude en subirlas. Estaba tan absorto de este mundo, que solo encontraba una solución a todo.
Con cada escalón que subía, un recuerdo llegaba a mi mente. Porqué precisamente ahora tenía que recordar todo ahora, porqué cuando ella ya no estaba.
Frustrado con el propósito que la vida tenía para mí, olvidé pisar un escalón y resbalé, llevándome un buen golpe en el brazo y una buena rasgadura en la palma de la mano.
Me quejé por el ardor, pero solo trataba de disimular el agujero que tenía en el pecho, nada se comparaba con el dolor de perder a la mejor mujer del mundo.
Continúe mi camino y sin darme cuenta, había avanzado demasiado, y ya me encontraba en la terraza del hospital.
Pude inhalar todo el aire que me hacía falta, pero era inútil, no quería seguir viviendo. Cada paso que daba era crucial. Mi mente estaba vacía y solo actuaba por impulso.
"Taehyung, recuerda que serás el hermano mayor y me ayudaras a cuidar a tu hermanito. Serás un buen hermano mi amor."
Cada una de sus palabras eran dagas que se incrustaban más y más en mi pecho, con el solo recuerdo de su voz y su bello rostro. Sentía que era una tortura.
Llegué al filo del edificio y no me sorprendió haber perdido el miedo que tenía a las alturas, en ese momento entendí que ya nada tenía sentido, y yo estaba perdido.
"Taehyung, cuando tú hermano cumpla 4 años, podremos llevarlo juntos al kínder, serán sus primeras clases."
Otro recuerdo más, cómo pretendía mi madre que sea feliz, si esos recuerdos se convirtieron en algo lejano, en algo que nunca sucederá.
Porque yo no estaría más en este mundo.
«☕»
No muy lejos de Seúl, una joven de apenas 20 años experimentaba lo que era perder a su media naranja, su cómplice en todo, su mejor amigo, su alma gemela, su hermano de toda la vida.
Aurora jamás imagino que aquella ausencia de su hermano en su graduación de preparatoria, era a causa de una de sus cuantas visitas al hospital. Cuyo propósito no era nada agradable.
Luego de recordar cómo le reprochó por qué no fue a su gran baile, por qué ya no era el mismo, y la pregunta de si él la estaba evitando, generó que su nivel de culpabilidad aumentara.
Una lágrima, dos, tres, cuatro...
Lloraba mientras se aferraba fuertemente al cuerpo inerte de su hermano, quien no volvería a abrir los ojos, nunca más.
Lo había perdido.
—Hermano, despierta... —le repetía —. Hermano, despierta... —continuaba llamándolo sin tener una respuesta—¡Sunoo despierta! —exclamó cada vez más fuerte —, ¡Aaaa!
Finalmente soltó un grito desgarrador, luego caer en cuenta que su hermano no volvería a abrir los ojos, llevándose consigo, el alma viva de Aurora.
—Mamá, él no puede dejarme... —lloraba mientras era sujetada por sus padres.
Era un momento duro para la familia Seok. El peor día de cumpleaños que Aurora haya tenido que vivir. Ella y su hermano cumplían 20, pero el destino se encargó de que sólo uno siguiera en esta vida. Siendo Aurora la elegida, aunque ella hubiera preferido mil veces ser ella quien estaba sin vida en esa camilla.
Asimilando el hecho de perder a su hermano para siempre, se encerró en un baño del hospital. Aurora no permitiría estar sola nunca más, y está vez no sería la excepción. Ella estaría con su hermano.
«☕»
Dos historias diferentes, con un sentimiento en común, el dolor. Permitirá que ellos terminen con sus vidas o den inicio a una nueva.
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¿Qué les pareció este primer capítulo?
Muchas gracias por su apoyo, no olviden dejar un voto si les gustó, y comentar su parte favorita o más triste.
Nos vemos en otro capítulo, see you later.
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