
𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐨𝐜𝐞 ~ ¡𝐏𝐮𝐩𝐩𝐲!
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La madre de Jongseong se bajó de su auto para ir hacía la entrada de la casa de los Kang.
Tocó el timbre y espero. La puerta fue abierta y tras esta se encontraba Kang Junghae.
—Espero que no le hayas hecho nada a mi hijo —amenazó la femenina—
¿Dónde está Jongseong?
—La cosa de tu hijo está en mi sala, observando como idiota a mi pequeño.
—Mi hijo no parece idiota, y si ve a Jungsu así, es culpa de Soogi.
—¿Porqué es culpa de mi esposa?
—Es obvio, tu esposa es tan hermosa que JungSu saco sus genes, por eso es muy bonito, y no culpes a mi hijo que él no es el único que observa de esa manera a tu hijo.
—A mi no me agrada tu hijo, y créeme que no lo dejaré salir con Jungsu.
—A mí no me agradabas tú, maldito idiota, pero aún así saliste con mi mejor amiga.
—Sabes que tenía buenas intenciones con Soogi, tú hijo no las tiene con mi pequeño Susu.
—Pero si Jongseong es un bebé.
—Ajá —el mayor rodó los ojos y miró a la mejor amiga de su esposa claramente fastidiado—. Debí suponer que ese mocoso era tuyo, ambos son tan irritantes. ¡Ni sabía que habían vuelto de Estados Unidos tú y el pobre de tu marido!
—¡Mi hijo no es irritante! ¡Y YO MENOS!
—¡Sí lo es! Mira a mi pequeño Susu con ganas de hacerle cosas que un bebé como mi niño nunca debe saber.
—¡Eres un Mentiroso Junghae! Mi Jongseong es un pan de Dios.
Los dos adultos siguieron diciéndose cosas demostrando el rencor que ambos se tenían, una por haber perdido a su mejor amiga, y el otro por tener que soportar otra vez a la amiga de su esposa la cual le había hecho la vida imposible hace años.
Por otro lado Jungsu solo apoyo su cabeza en el hombro de Jongseong que deseaba morir ante la vergüenza que su madre le estaba haciendo pasar.
Si antes tenía pocas posibilidades de poder salir con Jungsu; tras la pelea que su madre estaba ocasionando con el señor Junghae ahora no tenía ni una sola oportunidad.
—¡Eres una bruja, JongHi! —casi gritó el padre de Jungsu haciendo que el Kang menor escondiera su carita entre sus manos. Su padre le causaba vergüenza pero también le resultaba cómica la situación.
—¡Y tú un roba amigas! —un silencio se hizo y Jungsu apartó sus manos para observar a Jongseong que también lo veía confundido por el repentino silencio que se había formado.
—¿Se habrán hecho algo malo? —Inquirió de forma bajita Jungsu; sin embargo, antes que el Park respondiera, las risas de sus padres los dejaron extraviados.
Ambos adultos entraron a la casa al fin y los dos adolescentes observaron a sus progenitores sin comprender.
—¿Qué acaba de ocurrir, madre? —La femenina solo sonrió y Jongseong frunció el ceño.
—Simplemente nos saludamos —dijo la Park sentándose frente a los más jóvenes.
—¿Cada vez que se encuentran se saludan así? —Preguntó el castaño alejándose poquito de Jongseong al ver la mirada asesina de su padre sobre el Park.
—Claro, es como para demostrar quien de los dos quiere más a Soogi —explicó Junghae sentándose junto a la Park.
—Y obviamente soy yo.
—Quisieras JongHi —la pelinegra le brindó una sonrisa al Park antes de dejar un fuerte codazo en el área abdominal del policía que retuvo la palabrota que estuvo a nada de escapar de su boca.
—Son como niños pequeños —susurró bajito Susu haciendo reír a Jay que miro a detalle los ojos del castaño.
—JongHi a tu hijo se le va a meter una mosca en la boca si sigue observando así ha Jungsu.
Jongseong se avergonzó ante eso y sólo bajo la mirada, oyendo la risa de su madre de fondo.
—Papá —el hombre observó a su hijo que tenía las mejillas rojas, ya que había recordado algo —dijiste que hoy me llevarías a un refugio para adoptar una mascota —y el mayor solamente soltó una maldición inaudible al habérsele olvidado eso.
—Se me olvidó —el menor sintió sus ojos humedecerse—. Lo lamento, no te podré llevar tengo que volver a la estación en menos de una hora.
Jongseong notó la carita triste del menor, y tomó la mano de este.
—Yo puedo llevarte, Jungsu —el menor lo miró asombrado—. Solo si quieres.
—¡Claro que quiero! —Chilló el menor tirándose sobre el Park que al no estar preparado para esa reacción de parte del animador terminó acostado por completo en el sofá con el castaño sobre él.
Jongseong solo observó la sonrisa que el menor le brindaba ignorando el hecho de la rara posición en la que estaban.
—¡Kang Jungsu quítate de encima de él inmediatamente! —y fue donde el más pequeño se dio cuenta de la escena que estaba armando. Apenado se apartó del mayor que solo podía sonreír; ni siquiera Jungsu recordaba haber estado enfermo horas antes.
—Cálmate Junghae, Jungsu es un niño, y Jongseong un virgen —y el Park miró a su progenitora como la niña del exorcista.
—Y más le vale que siga así —y Jongseong no supo cómo reaccionar ante esa amenaza.
—¿Puedo ir con Jay-Hyung? —Inquirió el menor mirando a su papá, que solo soltó un suspiro.
—Sí, puedes ir —Jungsu se levantó para abrazar a su padre que solo le dio una mala mirada al Park.
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Jongseong tomó la mano de Jungsu que iba super feliz caminando por una de las avenidas de la ciudad de Seúl.
El castaño estaba feliz de por fin poder tener una mascota en su casa, años anteriores debido al trabajo de sus padres era casi imposible que el menor nunca hubiese podido adoptar a un pequeño cachorro. Ambos chicos se detuvieron frente a una tienda de mascotas, y el mayor abrió la puerta para que el más joven pudiese entrar.
El Park le dio una mala mirada a un chico que también iba a salir del local, y es que el joven se había quedado observando las piernas del Kang, las cuales se dejaban ver por el short que este portaba.
Jungsu que no se había dado cuenta de lo que había pasado solo jaló al azabache al interior del local.
—Bienvenidos. ¿En qué los podemos ayudar? —Dijo una chica muy bella, sonriéndole a los dos jóvenes.
—Hola, estamos aquí para adoptar un cachorro —y la chica sonrió ante las palabras de Jongseong—. De preferencia no muy grande, ya que no creo que mi Jungsunnie pueda con una mascota el doble de su tamaño.
—Que lindo, te preocupas tanto por tu novio.
—Él no es...
—Puede mostrarnos los cachorros, por favor —interrumpió Jungsu sin soltar la mano del Park.
—Vengan conmigo.
Ambos chicos siguieron a la joven y caminaron por el lugar hasta llegar a un corral donde distintos cachorros estaban.
—Estos son nuestros cachorros de razas pequeñas —la chica observó al más pequeño de los dos chicos que observaba a cada uno de los perros—. Pueden acariciarlos, cuando elijan a uno me avisan y podremos hacer el papeleo.
—Gracias —dijo Jongseong al ver que Jungsu no agradecería ya que estaba tan ensimismado observando a los cachorros.
Cuando la chica se alejó, Jungsu soltó la mano del azabache para mirar a cada uno de los cachorros. Su mirada se posó en un cachorro de pelaje algo largo de color negro.
El Kang se agachó para poder acariciar al pequeño cachorro que empezó a mover la cola ante la felicidad. El castaño no lo dudó y tomó a la pequeña bola de pelos en brazos.
—Hyung, quiero este, es demasiado adorable —exclamó el Kang sin observar a Jongseong.
—Lo es —apoyó el pelinegro tomando una foto—. ¿Podemos buscar a esa chica para que haga el papeleo?
—Está bien —el castaño se levantó y le brindó una sonrisa al azabache para tomar la mano de este y llevarlo hacía donde la joven estaba.
La joven al ver a los chicos con el cachorro en brazos se alegró, y es que ambos adolescentes parecían ser ideales para esa mascota.
Tanto Jungsu como Jongseong tuvieron que firmar unos cuantos papeles, mientras la joven buscaba la que sería la placa del cachorro con el número de contacto del Kang en caso tal de que el perro se llegase a escapar.
—Entonces aquí está la placa del pequeño, serán unos buenos dueños, la comida y cosas extras están en esa bolsa, gracias por llevar a su casa a uno de nuestros pequeños.
—Gracias —dijo Jungsu sosteniendo a la pequeña bola de pelos en sus brazos—. Muchas gracias por dejar que lo tuviéramos con nosotros.
—De nada pequeño —dijo la fémina. Jongseong tomó la bolsa con las cosas del perro, las cuales eran muchas; en cambio el castaño salió de la tienda llevando al perro.
—¿Cómo le pusiste, Jungsunnie?
—Mr. Cat, así se llama —dijo Jungsu sonriendo y Jongseong también sonrió, no por el nombre que en sí no era quizás el más apto para un perro, sino por la felicidad que el menor le transmitía en la vida
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