Capítulo 4
Taehyung observó cómo Jungkook se marchaba. Aunque confiaba en su amigo, maldijo la herida que lo mantenía postrado en la cama.
—Podrían haberlo matado hoy.
HyeJin se sentó sobre la cama, a su lado.
—¿Es ésa la razón por la que has accedido a marcharte a su casa con él? —le preguntó— ¿Para poder protegerlo?
Taehyung asintió, pero comprendió que tanto JiYong como Namjoon sabían que sus razones eran mucho más variadas. Más territoriales, más sexuales. Protegerlo no era la única actividad que tenía en mente. Nunca antes había ardido de aquella manera por alguien, pero se sentía como si estuviera ya quemándose en el infierno.
¿Por qué diablos iba alguien querer intentar matarlo?
Recordó el modo en el que Jin había estado mirando la tienda, el modo en el que, al principio, había sonreído a los hombres, una sonrisa que él había considerado simplemente cortés, como la que dedica cualquier persona a un desconocido.
Jimin entró en aquel momento en la habitación, seguido de la enfermera. La mujer administró a Taehyung una dosis de calmante y muy pronto un fuerte letargo se apoderó de él. Agradecía el alivio que la medicina le estaba produciendo, pero, a pesar de todo, luchaba por mantenerse despierto.
—Relájate —le dijo Namjoon.
—Tengo que averiguar lo que está pasando...
—No. No estás en situación de comenzar a husmear por ahí. Déjalo por el momento. El canalla que te disparó no va a poder ir a ninguna parte y no permanecerá inconsciente siempre. Cuando se despierte, podrás interrogarlo o, mejor aún, dejar que lo haga otra persona.
—No.. —susurró Taehyung a pesar de que la medicina estaba empezando a nublarle el pensamiento—. Tengo que llamar a mi sargento, decirle que quiero seguir en esto. Además, tengo que hablar con la enfermera jefe. Tengo que...
Hye le colocó los dedos sobre los labios. —Tienes que dormir. Me da la sensación de que cuando regrese SeokJin, querrás permanecer despierto y alerta.
—Estoy seguro de que no querrás perderte ni un minuto de su visita —afirmó JiYong—. Tal y como dijo Jungkook.
Taehyung se relajó pensando en la fuerza emocional de SeokJin, en su valentía, en el modo en el que lo había besado, en su sabor, en el calor que desprendía...
Tenían razón. No querría perderse ni un segundo de todo eso. Inmediatamente se quedó dormido.
Taehyung se despertó con el sonido de un suave golpeteo. La habitación estaba en penumbra, con sólo una débil luz en un rincón. Las cortinas estaban cerradas, pero estaba seguro de que aún era de noche. Seguramente había estado durmiendo unas horas, algo que lo enfureció. Tenía mucho en lo que pensar, mucho que hacer. Llegar a conocer a SeokJin un poco más era una de sus prioridades.
El golpeteo no cesaba. Giró lentamente la cabeza sobre la almohada y descubrió el origen de aquel sonido.
Sobre la única silla que había en la habitación estaba sentado SeokJin, con el ordenador portátil sobre las rodillas. Era tan encantador...
Una enfermera debía de haberle llevado una almohada y una manta para que sintiera más cómodo. Su cabello oscuro, recién lavado, le caía suavemente por la frente, acariciando sus orejas y nuca. La luz que emanaba del ordenador le iluminaba delicadamente el rostro. Tenía unos ojos llenos de misterio... Taehyung lo observó, consciente de lo mucho que se le había acelerado el pulso, de la tensión sexual que se despertaba en él.
SeokJin se había puesto un par de pantalones vaqueros y una camiseta blanca. Se había quitado los tenis, que estaban debajo de la silla, y tenía los pies apoyados sobre el mostrador que había bajo la ventana. Allí había ya dos plantas, sin duda de Hye y de Dara. Las esbeltas piernas de SeokJin parecían ser eternas. A pesar de que seguía medio dormido, Taehyung se las imaginó alrededor de sus caderas, sujetándolo con fuerza mientras Jin lo montaba, lenta y profundamente.
Cuando se fijó en las caderas, se las imaginó sujetas por sus propias manos, con las piernas de Jin separadas mientras lo saboreaba, lo lamía y le hacía gritar de puro placer. Sin que pudiera evitarlo, se escapó un gruñido que sobresaltó a SeokJin.
—¡Taehyung!
Él estaba tan excitado que casi le dolía, a pesar de que sólo lo había mirado y había dejado que se desatara la imaginación. ¿Qué ocurriría cuando lo poseyera de verdad?
—Supongo que no podrías darme otro beso, ¿verdad? —susurró con lentitud.
Con idéntica parsimonia, SeokJin dejó el ordenador sobre el suelo y se puso de pie.
—Antes no quería ser tan descarado —dijo—. Sólo... sólo me sorprendió mucho que alguien pudiera hacer lo que hiciste tú.
—¿Y por eso me besaste?
—En realidad, deseaba devorarte —contestó él.
—¿Dices siempre lo que piensas?
—Supongo que sí. Sé que no debería, pero no puedo evitarlo.
—A mí me puedes decir todo lo que quieras, ¿de acuerdo?
—Sí. Tú me salvaste la vida y resultaste herido por ello. Te vi y sentí que... no había nada que deseara más que besarte.
—Entonces, ¿lo hiciste sólo por gratitud? —preguntó Taehyung. No le gustaba lo que estaba escuchando.
—Sí... No... No estoy seguro. Lo que sí sé es que me gusta tocarte...
Taehyung lo comprendía. A él también le gustaba tocarlo. De hecho, devorarlo le parecía fenomenal. De buena gana habría comenzado en aquel mismo instante, pero Jin estaba inmóvil, sin saber qué hacer. Se comportaba de un modo muy diferente cuando estaban solos.
—¿Se ha marchado ya todo el mundo?
—Sí. HyeJin y Sandara me dieron el número del hotel en el que están alojadas para que tú pudieras llamarlas si las necesitabas. JiYong me dijo que tenías su teléfono móvil si querías asegurarte de que estaba de guardia. No sé lo que significa eso.
Taehyung asintió. Lo comprendía perfectamente. Yong estaría esperando hasta que SeokJin se marchara. Lo protegería hasta que Taehyung pudiera hacerse cargo. No había nadie más capaz de hacerlo que Kwon Jiyong.
Taehyung se sintió muy aliviado sabiendo que Yong estaría vigilando a SeokJin.
—Las dos mujeres trajeron esas plantas.
—Es propio de ellas.
—¿Son... son muy amigas tuyas?
—Más bien familia.
—Oh.. —susurró, con una mezcla de alivio y confusión—. Jungkook y Jimin me dijeron que llamarían por la mañana.
—Ya me lo había imaginado...
SeokJin estaba frente a él, descalzo e inquieto. Taehyung aprovechó la oportunidad para mirarlo bien.
Los pantalones le caían por debajo de la cintura, dejando al descubierto una franja de pálida piel entre la cinturilla y la camiseta gracias a que la alzaba y jugaba con los dobladillos en señal de inquietud. Se le veía un poco el ombligo, lo suficiente para calentarle la sangre. Le miró el trasero y sonrió. Le resultaba tan sexy que sintió que el deseo se apoderaba de él de la cabeza a los pies. Mientras lo miraba, vio que el miembro del chico se erguía un poco, agudizando aún más el deseo que sentía por él.
—¿Es que no te gustó besarme?
—Sí —se apresuró a responder—, pero no quería que... que sólo porque hubieras sido tan amable como para salvarme tenías que...
—¿Que tenía qué?
—Ya sabes... Seducirme. No estaba seguro de si sentías lo mismo que yo. Creo que eres increíble. Guapo, sexy, fuerte y... ¿Quién no te desearía? Sin embargo, eso sólo me ocurre a mí. No sabía si tú querías...
—Quiero.
—¿De verdad?
—Ven aquí, SeokJin...
Él se acercó hasta la cama y se sentó a lado de Taehyung.
—¿Quieres que vuelva a besarte?
Taehyung no se movió para no asustarlo. Quería que SeokJin se comportara tan libremente como lo había hecho al principio, cuando había deseado hacerlo.
¿Qué mejor fantasía podía tener un hombre que tener a alguien atrevido, que sabía lo que quería y que hacía todo lo posible para conseguirlo?
—Me encantaría que me volvieras a besar. —dijo, sin moverse.
—¿No quieres otra cosa primero? ¿No te apetece algo de beber u otro analgésico?
—No.
Con mucho cuidado, SeokJin le colocó una mano sobre el pecho.
—Estás tan cálido.. —susurró, acariciándole suavemente el cuello de la bata de hospital—. Te estuve observando durante un rato mientras dormías y me volvió loco. Estás guapo hasta cuando duermes. Tuve que sacar el ordenador para mantenerme ocupado, para no terminar tocándote. No quería despertarte. Creo —añadió, tocándole suavemente la garganta— ... creo que eres el hombre más sexy que he conocido nunca.
•Kat🐾
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