Recuerdos hechos cenizas
MinYoung llevó al bebé de dos meses a la casa. La casa de adopción. ¿Por qué? Porque se quería deshacer de ese niño. La verdadera madre de ese niño, había muerto. Henry la había matado y MinYoung no iba a dejar que ese demonio se hiciera cargo de ese niño inocente. Así que se lo llevó. Fuera de aquel hospital. Corrió por la calle, recordando a sus dos hijos que la esperaban en casa. Ella fue a darle una mejor vida al pequeño.
Entre sus brazos, lo observó unos segundos antes de dejarlo enrollado en sabanas y frente a esa puerta. La mujer besó la pequeña frente del niño y este levantó su manito hacia la mejilla de la mujer. Ella dejó caer una lágrima que bajó por la frente del niño mojando su pequeña nariz.
—Por favor, no los busques. No busques a tu verdadera familia. —le dijo al bebé. —No te conviertas en uno de ellos.
Dicho eso, la mujer tocó el timbre de la gran casa y dejó al bebé en el pavimento y lo acarició por última vez. Cuando sintió un ruido y las luces de afuera del portón se encendieron, ella se fue. Provocando que el pequeño niño llorara.
Las puertas de la gran casa se abrieron, dejando ver a una mujer algo joven.
—¡Hermana! —gritó, mientras se arrodillaba para cargar el bebé que lloriqueaba.
La mujer miró a todos lados en busca de la persona que había dejado a tan pequeña criatura. Arrulló al pequeño entre sus brazos y entró a la casa. Cerró la puerta y llevó a la criatura hacia la otra mujer.
—¿Quién ha dejado a esa criatura? —preguntó una mujer un poco más vieja, tomando en brazos al bebé.
—No lo sé. Busqué si había rastros de alguien, pero nada. —dijo la mujer joven.
—Hola, pequeño... —la mujer le acarició la frente con su dedo índice al bebé. —Estarás bien aquí con nosotras. —le sonrió.
El bebé dejo de llorar y cerró sus ojos, cuando sintió un cálido abrazo.
Meses después, el bebé había crecido un poco. Tenía ocho meses y pues comía demasiado. Sus mejillas eran grandes que ocultaban un poco sus ojos y eso lo hacía ver demasiado tierno para las personas. Fue ese mismo día. Un 19 de octubre, mientras llovía a montones por la tarde y algunos niños que también estaban en la espera de adopción.
Llamaron a la puerta de esa gran casa y una pareja joven entró para buscar algún niño que les gustara o llamara su atención. Se lee tan repugnante saber que hay persona que buscan niños hermosos y con algo especial.
El pequeño niño se encontraba con su cuidadora, mientras lo alimentaba. El niño miró a la joven pareja entrar a la cocina y ladeó la cabeza, y les regaló una risita. El pequeño no siempre se reía. Excepto que alguno de los niños de ese lugar se cayera o llorara. Era especial.
La mujer joven le sonrió a aquel bebé y jugó con él, mientras que el hombro conversaba con la mujer. Sí, estaban dispuestos a adoptar.
—Queremos un niño, por favor. Estamos desesperados. —dijo el hombre, observando como su adorada esposa jugaba con el pequeño.
La mujer sonreía tanto que hacia feliz al niño. Qué extraño.
—Señor Tobías, hace 10 meses que no venía. Pensé que se habían cansado de buscar. —sonrió. —Señora Jeon, al parecer le cayó muy bien al niño. —sonrió la mujer un poco más vieja.
—Es muy lindo este niño. —la mujer le tocó la nariz al niño.
—Aún no tiene nombre, pero le decimos Jimin. —sonrió la mujer.
—Sumin, ¿Te gusta el nombre? —preguntó Tobías.
Sumin asintió y le dio un pequeño beso en la frente al pequeño, quien soltó una risita y se llevó las manitos al rostro para tapárselo. Sumin se enamoró enseguida de ese pequeño. Tenía algo que no tenían los demás. Jimin era diferente.
—Sí gustan, podemos hablar de la adopción. —a Sumin se le iluminaron los ojos cuando escuchó aquella frase.
—¿Podemos? —sonrió mirando a su esposo.
—¡Claro que sí! Jimin llegó con nosotros hace ocho meses y necesita crecer con una familia. —Jimin la miró y dejó de sonreír. —Por favor, vengan conmigo. Anna, dale un buen baño a Jimin.
La chica asintió y cargó a Jimin para llevárselo al segundo piso. El niño agitó la manito en tono de despedida a Sumin y a Tobías, quien también agitaron la mano.
—Síganme por aquí. —dijo la mujer, abriendo una puerta para que ellos pasaran.
Una hora más tarde, Tobías y Sumin salieron de aquella gran casa con la esperanza de que Jimin pronto los visitara y firmaran los papeles de adopción. Se despidieron de Jimin y siguieron su camino.
Mientras caminaban, Tobías recibió una llamada y se alejó de su esposa para contestar.
—¿Y? ¿Lo viste?
—Sí, va a ser de nosotros.
La risa más cínica salió de sus labios.
—MinYoung me arrebató a Hoseok, pero ese niño no. Va a ser mío.
—Henry, el dinero que acordamos.
—Supongo que tu mujer está tan enamorada de ese niño. ¿Cierto?
—Ya lo ama.
Rio Tobías.
—¿Por qué no tienes uno propio?
—Pronto tendremos uno propio. Pero de verdad Sumin quería adoptar.
—Bien. La edad que acordamos y el momento de presentar, Tobías. Qué no se olvide.
—Min, ¿Ya ni confías en tu mejor amigo? Por Dios. Siempre cumplo con mi palabra. Me conoces desde preparatoria.
—Estás igual de enfermo como yo.
—No, tú estás peor.
—Cariño. —lo llamó Sumin.
Tobías le sonrió.
—Nos vemos luego, Henry.
—Adiós, Tobías.
Y colgó.
—¿Quién era? —preguntó la mujer.
—Mi mejor amigo de la preparatoria.
—¿Andrés? —preguntó la mujer y él negó.
—Henry. —sonrió.
La mujer asintió y le agarró la mano a su esposo para caminar hacia casa.
Donde sea que vaya alguien de la familia de Henry, él siempre estará a dos pasos delante de ti. Por eso, su hijo mayor lo heredó. Estaba hecho a su imagen y semejanza, por eso MinYoung le tenía miedo a su primer hijo. Porque sabía lo malo que podía llegar a ser. Por eso lo dejó en infierno al lado de su creador.
Un capitulo más y listo.
Gracias por el apoyo. <3
1/2
[Smap]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro