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D I E Z



























Luego de una semana de haber regresado a los Ángeles. Jungkook y Hoseok habían tomado caminos diferentes. Cada quien hacia lo que se le diera la gana y más Hoseok. Quien salía todas las noches y llegaba ebrio, traía una serie hombres y mujeres a casa. Jungkook no tenía ningún derecho a reclamarle nada. Pero, se estaba cansando de siempre tener que despedir a sus aventuras de una noche.

Ante todo, era el cumpleaños de Jungkook y, por lo tanto, había salido a caminar por las frías noches. Hoseok, quien estaba en el apartamento, lo esperaba.

Jeon Jungkook caminaba bajo la fría y solitaria noche. Pasaba por la carretera y se colocó la capucha, se metió las manos en los bolsillos del pantalón y siguió caminando. Soltó un suspiro y una sonrisa escapó de sus labios. Su teléfono sonó, mostrando en pantalla el número de Hoseok, sonrió y respondió.

Quiero una explicación del por qué aún no has llegado a casa, Kook.

— Ya estoy llegando, estoy cerca.

Está a tres cuadras.

Bien, trae chucherías. Se han acabado.

— Vale...

¿Estás bien?

— Sí, sí bien. Solo es que..., lo extraño.

El muy idiota se fue y te dejó, ¿Aun así lo extrañas? bien masoquista, Kook.

— Eres muy cruel, ¿sabes?

— Así me quieres, idiota. Ven rápido a casa.

— ¿Para qué? ¿Qué tienes en mente?

Oh..., Kook. Tú sólo llega y verás...

Jungkook soltó una risita y colgó la llamada. Se guardó el teléfono y siguió caminando. Cuando dobló en la esquina, vio la tienda y miró su reloj de mano que marcaba las 11:56PM. Cruzó la calle y llegó a ella, empujó la puerta de vidrio y saludó al cajero.

— ¿Qué llevarás esta vez, Jungkook? — preguntó el cajero.

— Creo que muchas cosas, sabes cómo es Hoseok. Siempre anda comiendo. — rio Jungkook. - ¿Tienes algo con limón?

El cajero asintió y le enseñó dos paquetes de frituras de limón. Jungkook las cogió y luego se fue a los estantes por una soda grande y Ramen. Llevó todo a la caja.

— ¿Dónde están los cigarrillos? — preguntó Jungkook. El cajero se los señaló y él fue hacia ellos.

— No me digas, también son para Hoseok. — Jungkook negó.

— Son para mí, tengo mucha ansiedad. — cogió una caja y la llevó al mostrador. Pagó todo y esperó a que el cajero le empacara todo en las bolsas.

Las cogió y salió la tienda sin antes despedirse de él. Sacó el cigarrillo de la bolsa y buscó su encendedor en los bolsillos, lo encontró y encendió uno. Soltó el humo y siguió caminando. Su teléfono volvió a sonar.

— Ya te dije que estoy cerca. Ya compré las cosas.

— Más te vale que sea cierto, Jeon. Apúrate. En unos minutos será tú cumpleaños.

— No me recuerdes eso, Hoseok.

Jungkook colgó y siguió caminando. Giró por una cuadra y tomó el callejón para llegar más rápido a casa. Mientras caminaba por ahí, le dio otra calada al cigarrillo y soltó el humo. Un vagabundo lo llamó y le pidió que le diera un cigarrillo, Jungkook se lo dio. Pero a la hora de retirarse, el hombre le agarró la muñeca.

— Ten mucho cuidado, aquí pasan cosas extrañas. —Jungkook arrugó la frente. — Ve directo a casa, no mires hacia atrás, aunque llamen tu nombre. No lo hagas. Si escuchas disparos, corre.

Jungkook se soltó del agarré del hombre y se alejó con lentitud. Caminó por el callejón buscando la salida, pero se extravío. Torpe. Buscó su teléfono y marcó el número de Hoseok para que él lo buscará y salieran juntos a ahí.

— Jungkook... — Llamaron.

Jungkook se congeló con el teléfono en las manos. La piel se le erizó. Hoseok no respondió la llamada. Volvió a intentar, mientras caminaba. Lo empezaron a seguir. Jungkook tragó duro y dejó caer el cigarrillo.

— Jungkook... — Llamaron de nuevo.

Jungkook aceleró el paso y pudo ver el fin del callejón, soltó un suspiro y se guardó el teléfono, pero aún lo seguían. Fue en ese momento donde escuchó los disparos. Jungkook dejó de caminar.

— Jungkook... — por tercera vez. Jungkook tragó duro.

<Sigue caminando, no te gires. No lo hagas. >

— Mírame, Jungkook. — Dijo de nuevo. Hace mucho que no escuchaba esa dulce voz.

Jungkook negó con la cabeza, cerró sus ojos y está vez corrió. Salió del callejón con el corazón latiéndole muy fuerte. Aceleró el pasó y dobló la esquina. Vio su apartamento y soltó un suspiro de alivio. Relajó el paso cuando se dio cuenta de que ya no lo seguían.

Lo extraño era que... ¿Quién y por qué lo seguía? ¿Por qué conocía su nombre? ¿Y por qué su voz era idéntica a la de... Jimin?

Jungkook entró al edificio, saludó al portero y pidió el ascensor. Cuando llegó, el timbre sonó y las puertas se abrieron. Jungkook entró y apretó el botón número 12. Las puertas se cerraron y su teléfono sonó. Sin ver la pantalla, respondió.

— Hoseok, estoy en el ascensor. Ya voy llegando. Me ha pasado algo extraño...

— ¿Cómo qué?

Jungkook arrugó la nariz al escuchar la voz que no era la de Hoseok.

— ¿Hoseok?

— ¿Qué te ha pasado?

A Jungkook se le cortó la respiración por unos segundos. Esa voz de nuevo, era la de su hermano. Jimin estaba hablando con él.

— J-Jimin...

Hola hermanito...

— ¿Por qué tienes el número de Hoseok?

Llega rápido al apartamento, Kook. Te tengo una sorpresa.

Cuando fue a responder, Jimin colgó. Las puertas del ascensor se abrieron dándole paso. Jungkook lo pensó cuando vio el pasillo oscuro. Salió del ascensor y caminó lleno de miedo hacia la puerta de su apartamento. Sacó las llaves y se le cayeron al suelo porque sus manos temblaban del miedo que tenía.

Soltó el aire que había conteniendo y se agachó para recoger las llaves. Maldijo y metió las llaves en la cerradura, la giró y empujó la puerta, dándose cuenta de lo oscuro que estaba todo.

— ¿Hoseok? — preguntó Jungkook.

— Enciende la luz, hermanito. — la voz de Jimin volvió a salir.

Jungkook tragó duro. Buscó el interruptor y encendió la luz. El alma le cayó a los pies cuando se dio cuenta de sus vecinos de piso y compañeros estaban muertos en un charco de sangre. Hoseok estaba amarrado a una silla con cinta en la boca y su cabeza goteaba sangre.

— Feliz cumpleaños, Jungkook. — le dijo Jimin aplaudiendo. — Felices 20 años.

Jungkook se quedó inmóvil viendo a su hermano sonreír. Estaba cambiado, totalmente. Llevaba el cabello rojizo y estaba vestido de negro.

— Me ignoraste cuando llamé a tu nombre en el callejón, eso me dolió, Kookie.

Jungkook empezó a llorar.

— ¿Por qué estás aquí?

— Han pasado dos años desde que no te veo, hermanito. No quería perderme tus 20.

— Repito, ¿Por qué estás aquí? — Jungkook apretó los puños. Se estaba llenado de rabia.

Jimin ladeó la cabeza con una sonrisa torcida en sus labios.

— Vine por ti, hermanito...

— Mientes, idiota.

Jimin simuló estar herido por sus palabras.

— Necesito a mi hermano menor.

— ¿Para qué?

— Para que arreglemos cuentas con el tiempo.

— ¿Por qué tenías que matarlos?

— Al menos no maté a Hoseok. — Sonrió.

— Vete, por favor... — Pidió Jungkook.

Jimin hizo un puchero y se acercó a Jungkook.

— Escuché que me extrañabas, aquí estoy.

— No te extrañaba, maldito egoísta.

— Aww, ¿estás resentido por haberte dejado?

— Preferiste irte, desparecer. Dejándome a mí con policías, idiota.

— Ven conmigo, Jungkook.

— No, no voy contigo.

— ¿No quieres vengarte? ¿no quieres regresar el tiempo?

— En mi pasado estas tú. Tú moriste para mí la noche en que ese auto estaba en llamas.

— Esa noche morí y nació otro yo. Otra persona, Jeon. Ven conmigo.

Jungkook dejó caer las bolsas al suelo, se acercó a Jimin y lo empujó fuera del apartamento, le cerró la puerta en la cara. De la ira que sentía, no lo dejaba pensar bien. Tocaron la puerta.

— Jungkook, déjame entrar...

Jungkook se acercó a Hoseok y lo movió. Él soltó un quejido. Tocaron de nuevo la puerta.

— Jungkook, abre la puerta, hermanito...

Jungkook tragó duro y miró la puerta.

— Déjame entrar o te arrepentirás de no hacerlo...

Jungkook se desató a Hoseok e hizo un esfuerzo para esconderlo en el pequeño apartamento. La puerta se partió en dos cuando Jimin le pegó una patada.

— Vamos a jugar, hermanito...

Jimin entró al lugar.

— Jungkook, deja de comportante como infantil y sal. Hablemos como dos hombres, malditasea. — Jungkook salió de la habitación con el arma en las manos, mientras apuntaba hacia Jimin. Él le sonrió.

— Te recuerdo, hermanito. Tú, estás muerto.

— Aww, Jungkook. Sabes muy bien que me extrañaste. — Jimin se dio la vuelta y caminó hacia los muebles en donde se sentó. Cruzó las piernas y lo miró. — Me extrañaste, hermanito.

— No me hiciste falta en ningún momento en estos dos años.

— No mientas, Kookie. Sabes que no me gusta.

— ¿Ahora no te gusta? Pero que imbécil. Y te creías todo lo que te decía Min. ¡Vaya! — dijo Jungkook.

— Sí quieres hacerme enojar, no va a funcionar, Jungkook. — Jungkook volvió a cargar el arma.

Jimin soltó una carcajada y vio un sobre que estaba en una mesa pequeña. Lo cogió, sin despegar la mirada de Jungkook, quien aún le seguía apuntando con el arma hacia la cabeza.

— Deja eso, Jimin.

— ¿Por qué? ¿Qué escondes, hermanito? — Jimin lo abrió y sacó una de las invitaciones que habían dentro. La leyó y su sonrisa se esfumó. — ¿Quién mierda te dio esto?

Ahora era Jungkook quien le sonreía.

— ¿Por qué? ¿La conoces?

— Jungkook, no sabes con quien te estás metiendo.

— ¿Y tú sí? ¿Qué es? — Jungkook dejó de apuntar y se cruzó de brazos, aún con el arma en manos. — ¿Psicópata? ¿Enferma mental? ¿Sadómaquista? ¿Trata de blancas? ¿Escort? ¿Vende niños?

— Jungkook, no debes ir a esto.

— ¿Por qué tú vas?

— Te irá muy mal si vas, ella te quiere a ti para poder llegar a mí.

— Así que tenía que ver contigo. ¿Qué mierda hiciste estos dos años? Porque te buscan tanto, Jimin. ¿Te volviste Yoongi? — Jimin le sonrió y se guardó una invitación.

— Podría ser como Taehyung, hermanito. ¿Qué dices? — se levantó del mueble y caminó hacia Jungkook, le pasó su dedo índice por la mejilla. — ¿Recuerdas aquella noche? — Jungkook pasó saliva. ¿Cómo era que él sabía de esa noche? — ¿No quieres repetir esa noche, hermanito?

— Estás enfermo, Jimin. — Jimin se mordió el labio inferior.

— Demente, masoquista..., tú también lo eres, Kookie. — Jimin empujó a Jungkook contra la pared y lo acorraló para que él no pudiera escapar. — Porque llevamos la misma sangre, Jungkook. — él lo empujó y lo volvió apuntarle con el arma.

Jimin levantó las manos en alto y retrocedió con una sonrisa en sus labios.

— Nos veremos pronto, hermanito. — dijo Jimin retrocediendo hacia la puerta y despareció del apartamento.

Caminó por el oscuro pasillo y pidió el ascensor. Vio de nuevo la tarjeta de invitación y sonrió.

— ¿Sigues extrañándome, linda? — murmuró.

Su teléfono sonó dejando ver en pantalla un número de teléfono. Jimin contesto.

— Hola, hermosa.

¿Ya llegaste?

— Sí, voy por ti ahora mismo.

¿Viste a tu hermano?

— Sí, lo hice. Tenemos que hablar esta noche.

Está bien, hice lo que me pediste.

— Lo sé. Por eso esta noche te haré algo muy especial.

¡Vaya! ¿Qué será?

Jimin dejó escapar una risita.

— Te gustará, pero dolerá.

No dejó que Rosé hablara, solo colgó de inmediato. Entró al ascensor y presionó el botón del último piso. Salió del edificio y se acercó al estacionamiento para subirse en su auto e ir hacia ella.

Jungkook, curaba a Hoseok en la cama y con delicadeza trataba de no lastimarlo. Hoseok abrió los ojos y vio a Jungkook.

— Jimin está vivo, Jungkook... — susurró.

— Lo sé, siempre lo estuvo. — dijo Jungkook. — Te llevaré a un hospital, vamos.

Ayudó a levantarlo con cuidado, cogió el hombro de Hoseook y se lo pasó por encima de sus hombros para así poder arrastrarlo hasta afuera. Pasaron por la sala y vieron los cadáveres desangrándose poco a poco mientras hacían un gran charco de sangre.

— Tendré que dejarte y venir a limpiar esto. — dijo Jungkook y salió del apartamento junto a Hoseok. Pidieron el ascensor y bajaron hasta el primer piso, en donde salieron del edificio y pidieron un taxi para llegar más rápido al hospital.
















— Señor. — entró Thomas a la habitación de Yoongi.

Yoongi salió del baño vestido con uno de sus pantalones y camisa mangas largas favorita. Se abotonó las mangas y miró a Thomas.

— ¿Lo conseguiste? — él asintió y le entró un papel.

— Ahí está la dirección del apartamento de donde viven los dos.

— Bien, Thomas. ¿Taehyung? ¿Sabes dónde se hospeda?

— En el Richsmons, señor.

— Llama un auto, tengo que salir. — Yoongi se colocó el sacó del mismo color del pantalón y se miró en el espejo del tocador. Peinó su cabello hacia atrás y cogió su perfume. Le sonrió a su reflejo.

— Señor, ha llegado una tarjeta de invitación para usted. — se la extendió Thomas.

Yoongi la cogió y la inspeccionó. La abrió y la leyó.

— ¡Vaya! Nunca pensé que sería un invitado especial para ella. Después de todo, no quiero presumir quien de los dos es más enfermo. — dijo Yoongi riendo. — Gracias, Thomas. Puedes irte.

— Sí, señor. Llamaré al auto. — Thomas salió de la habitación.

Yoongi dejó la invitación en el tocador y cogió las llaves de la habitación. Caminó hacia la puerta y salió de la habitación. Caminó por el pasillo de las habitaciones y pidió el ascensor, el llego, las puertas se abrieron y él entró. Presionó el botón y su teléfono sonó cuando recibió un mensaje. Sacó el teléfono y vio la imagen que le habían enviado. Era de una chica, rubia y estaba toda ensangrentada, traía cortadas en las piernas y el rostro. Yoongi sonrió al ver quien se la había enviado.

"Eres muy travieso, pequeño."

Llegó al primer piso y salió del ascensor. Vio a Thomas a los lejos y se acercó a él.

— Su auto lo espera, señor. Ya tiene la dirección y todo.

— Gracias, puedes irte. — le dijo Yoongi a Thomas.

Él salió del edificio y se subió al auto negro. Cuando cerró la puerta de los asientos traseros el chofer pisó el acelerador. Yoongi miraba por una de las ventanas, mientras se mordía el labio inferior.

— ¿Se puede saber por qué el gran Min está buscando a Jungkook? — la voz de Seokjin llegó a los oídos de Yoongi.

Yoongi miró hacia delante y vio a Seokjin mirándolo por el retrovisor. Yoongi ladeó la cabeza.

— Aún sigues con el papel se farsante, Kim. No me sorprende. — dijo Yoongi.

— ¿Qué quieres con Jungkook?

— Eso no te importa mi querido Seokjin. — Seokjin le dio vuelta al volante haciendo que Yoongi meneara dentro de él. — No hagas eso, Kim. Las pagarás muy caro.

— ¿Y Jimin? ¿Qué mierda has sabido de él? ¡Cierto! Lo mataste, lo llevaste hasta la muerte y ni te dolió.

— ¿Y a ti sí? — Yoongi rio. — Vamos, Seokjin. Ese niño no sabía lo que hacía.

— Tú lo llevaste hasta su último suspiro, deberías sentirte mal.

— ¿Te estás escuchando? ¿Sabes con quién estás hablando? — Yoongi volvió a reír.

Seokjin detuvo el auto e hizo que bajara Yoongi del auto.

— No sabes lo mucho que deseo verte tras las rejas, Min.

— No sabes lo mucho que deseo que me la mames al revés, Kim. — le guiñó el ojo.

— Maldito bastardo. — y cuando Seokjin fue acercarse, Yoongi lo sorprendió sacando un arma de su pantalón y apuntándole hacia el pecho.

— Estaba teniéndote paciencia, pero me la agotaste. Harás lo que yo te diga. — Seokjin soltó una carcajada.

— Te vas a ir al infierno, Min. — Yoongi le sonrió mostrando los dientes.

— Me estás enviando a casa, lástima que le quitaré el trono a mi padre. — Seokjin lo fulminó con la mirada. — Ahora entra al maldito auto y llévame con Jeon.

Yoongi se acercó y se colocó el arma en la cabeza haciendo que Seokjin obedeciera al entrar en el auto y llevarlo con Jungkook. Yoongi rodeó el auto y subió al puesto del copiloto, entró y volvió a ponerle el arma en la cabeza a Seokjin. Seokjin pisó el acelerador y lo llevó hasta ellos.

Cuando llegó, Yoongi le lanzó un beso y entró al edificio. Se guardó el arma y el portero se le acercó.

— ¿Adónde va, señor?

— Voy a ver a alguien, permiso. — dijo Yoongi, pero el portero se le acercó de nuevo.

— ¿Qué piso va, señor? Sí no me dices, lamento decirle que no puedo dejarlo subir.

— ¿Por qué mejor no se queda en su lugar de vigilancia? — le regaló una sonrisa sarcástica.

— ¿Adónde va, señor? — Yoongi soltó un suspiro y sin pensarlo, apuntó con el arma hacia el pecho del señor y jaló del gatillo.

— Calladito te ves más bonito. — Yoongi se acercó al ascensor, lo pidió.

Entró cuando las puertas se abrieron, recordó el número del piso, presionó el botón y subió. La campana del ascensor, le hizo saber que había llegado, las puertas se abrieron dándole paso. Caminó por el pasillo, en busca del número de apartamento. Hasta que vio a lo lejos, un apartamento sin puerta. Yoongi arrugó el ceño y se acercó a él. Vio varios cuerpos tirado en el suelo, bajo un gran charco de sangre. La sala estaba desordenada, había una torta en la mesa y en las paredes había globos.

— Para ser un cumpleaños se ve muy sádico. — rio Yoongi. — ¿Quién habrá tenido en mente la temática? — sintió a alguien llegar a sus espaldas. Miró por encima del hombro y vio a Taehyung de pie detrás de él. — Hola, hermanito. Te hacía muerto.

— ¿Qué estás haciendo aquí, Min? — Yoongi se giró para mirarlo.

— La pregunta es: ¿Qué haces tú aquí?

— Tengo asuntos.

— Yo también tengo asuntos, Kim. — Yoongi se acercó a él. — Tú y yo deberíamos hablar, ¿No te parece? ¿No tienes nada que decirme? — Yoongi levantó una ceja.

— ¿Por qué tendría algo que decirte?

— No lo sé, tal vez me ocultas algo. Algo que sabes que lo necesito. — Taehyung pasó saliva.

— Tengo que irme, tengo cosas importantes que hacer. — le dio la espalda a Yoongi para caminar.

— ¿Cómo verte con mi pequeño? — sonrió Yoongi. — ¿Qué estuviste haciendo estos dos años, hermanito? ¿Cogiéndote al juguete de alguien más?

— ¿De qué mierda hablas? Jimin está muerto.

— Sí está muerto, ¿Por qué cogimos en el vuelo hacia los Ángeles? — Taehyung pasó saliva y empezó a alejarse de Yoongi. — Tarde o temprano me terminaré enterando de todo, Kim. Espero que no lo hayas tocado, porque juro que haré lo que se me plazca con Jungkook.

— A él no lo toques. — dijo Taehyung un poco lejos de Yoongi.

— ¿Enamorado?

— No lo toques, Min.

— ¿Por qué? ¿No te gustaría que fuera como yo? Enfermo y demente para que puedas hacerlo tuyo las veces que se te dé la gana.

— ¡NO TOQUES A JUNGKOOK! — Yoongi le sonrió.

— No prometo nada, Kim. — dijo Yoongi. — Por cierto, ¿Dónde están?

— En el hospital, tu pequeño hizo un desastre.

— Me siento orgulloso de eso. — se metió las manos en los bolsillos.

Taehyung caminó hacia el ascensor, lo pidió y desapareció cuando las puertas se cerraron.

— Mi pequeño ya no es el mismo, eso no me gusta. — dijo Yoongi mirando la escena de los cadáveres. — Se está haciendo mejor que yo y eso no me suena nada bien.

Sacó su teléfono y marcó el número de Jimin.

— Necesito verte, Jimin.

¿Para qué?

— Nos vemos en la plaza.

Estoy ocupado.

— Pequeño..., ¿Quieres jugar?

Y la llamada se cortó. El teléfono de Yoongi vibró con la entrada de un mensaje. Era de Jimin. Envió una foto de su miembro erecto.

"Sí quiero jugar, Yoongi."



































































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