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C I N C O


































— ¿Por qué estás vivo? —preguntó, pestañeando varias veces sin poder creer que lo tenía en frente.

Jimin le regaló una sonrisa torcida y se agachó para recoger el látigo que había dejado caer Yoongi.

— ¿No me extrañaste? — Jimin hizo una mueca de dolor y con el látigo que había recogido, golpeó su mano muy fuerte. Yoongi frunció el ceño.

— Respóndeme, Park. — le dijo Yoongi y se acercó más a él. — ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Por qué fingiste tu muerte?

— ¿Por qué no pude fingir la muerte? — Jimin se sentó en la cama y se acomodó junto al látigo.

— Jimin, respóndeme. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Sabes? Extraño que me digas "pequeño"... — soltó un suspiro. — Aún hace que mi corazón de un salto.

— Jimin..., ¡Dime!

— ¿Y sí no te quiero decir? ¿Qué? ¿Qué pasará? — se mordió el labio inferior.

Yoongi soltó un suspiro y se sentó a su lado. Agarró las pinzas y se las dio a Jimin.

— Sácame esta mierda.

— ¿Por qué debería sacártela? — Le sonrió. — Después de todo, ya tu no me mandas, Min. Dejé de ser tu pequeño hace dos años. ¿Lo recuerdas verdad? ¿Recuerdas como terminaste conmigo? ¿Recuerdas cómo me dejaste en esa cama luego de hacerme el amor?

Yoongi le extendió la pinza una vez más.

— Sácame esto, Jimin.

— Prefiero verte morir con eso, Yoongi.

Entonces Yoongi le sonrió, cuando Jimin le dio la espalda para irse de la habitación.

— ¿Así quieres jugar? — Jimin se detuvo y sonrió. Miró por encima del hombro y vio a Yoongi de pie, desabrochándose el pantalón.

— ¿Jugar? — se giró Jimin y se mordió el labio. — Eso déjaselo a tu nuevo pequeño. Ah, verdad. Yo lo maté. — estalló en carcajadas. Y sí, había perdido la cabeza.

— Aw, Jimin. ¿Tú me extrañaste? ¿Verdad? — dijo Yoongi sonriente. — ¿Cuantas te hiciste pensando en mí?

— Muchas. — Respondió, con la misma sonrisa sarcástica que traía Yoongi. — ¿Y sabes cuantas veces me corté pensado en ti?

— ¿Muchas? — Yoongi se lamió el lamió el labio inferior. Jimin le sonrió. — ¿No quieres sentir de nuevo eso?

— Ya no soy tu pequeño, Yoongi. — le dijo Jimin.

Yoongi caminó hacia él y lo acorraló contra la pared. Miró sus labios y se mordió los de él.

— Pero, ¿Sabes qué si eres? — Jimin negó. — Un masoquista, bebé. Eso eres. Porque sí ya me hubieses olvidado y superado. ¿Qué mierda haces aquí? ¡Claro! Me buscas porque tu cuerpo me necesita, Jimin. No lo niegues. Déjame probar tu piel una vez más, ¿Quieres?

Jimin lo empujó y con un movimiento rápido, dejó a Yoongi contra la pared. Ahora era él quien lo acorralaba.

— ¿Y sí cambiamos el juego?

— ¡Vaya! Pensé que tú eras él le gusta que le dieran.

— No hablo de eso, Yoongi.

— ¿Si no?

— Yo también sé jugar, Yoongi.

— ¿A qué te refieres? — Jimin ladeó la cabeza.

Dirigió uno de sus dedos hacia la herida abierta de Yoongi y presionó, haciendo que Yoongi soltará un gemido de dolor.

— Ahora sí quiero sacarte eso de ahí, Yoongi. — Jimin lo jaló del brazo Yoongi lo dirigió hacia la cama. Lo empujó contra ella y se subió encima de él.

— Me gustaría que estuvieras desnudo y en esa posición... — le dijo Yoongi.

Jimin levantó una ceja sonriente y se acercó al oído de Yoongi para susúrrale.

— Que comience el juego, Min. — y clavó la jeringa con cloroformo en su garganta.

— ¿Qué demonios- — y Yoongi cerró los ojos por completo.

Jimin se quitó de encima de Yoongi y buscó en la habitación cuerdas. De casualidad las encontró en el armario. Las cogió y ató a Yoongi de las muñecas y los tobillos. Lo bajó de la cama y lo arrastró por el suelo, salió de la habitación. Lo arrastró por el pasillo, mientras en su rostro mantenía una sonrisa congelada. Cuando llegó a las escaleras, pensó cómo podía bajar a Yoongi. Se fue por la idea de hacerlo rodar escaleras abajo, pero tampoco quería que se rompería la columna o incluso matarlo. Jimin lo levantó del suelo y bajó con él con total cuidado por las escaleras. Pero, faltando diez escalones, el cuerpo de Yoongi resbaló de las manos de Jimin y rodó escaleras abajo. Jimin estalló en risas.

— Creo que primero debiste bajar así. — dijo Jimin, bajando las escaleras y llegando al cuerpo adormitado de Yoongi. Jimin soltó un suspiro y miró por todos lados de la casa.

— ¿Quién es usted? — preguntó un hombre mayor detrás de Jimin. — ¡¿Qué le hizo al amo Yoongi?! — cuando el hombre se fue a acercar, Jimin no tardó en sacar el arma de sus manos y apuntar hacia el pecho del hombre y disparar. El hombre mayor lo miró y antes de poder decir una palabra, cayó el suelo y murió.

— ¿Por qué siempre tiene que haber gente entrometida? ¡Aish! — se quejó Jimin y cogió la pierna de Yoongi, arrastrándolo por la gran casa.

Jimin se detuvo unos minutos y se dio cuenta que la casa aún no seguía vacía. Dejó a Yoongi y caminó hacia la cocina encontrándose con las amas de llaves hablando. Cargó el arma.

— ¿Me preparan algo de comer? — dijo Jimin y disparó a las tres mujeres. — Ay, ¿Debí esperar? — soltó una carcajada.

Escuchó correr por la sala y se escondió detrás de la puerta de la cocina. Cargó el arma y sintió entrar a una persona.

— ¡Oh mierda! — dijo el tipo. — ¡Austin!

— ¿Austin? — salió Jimin apuntando con el arma. — Fue un placer en conocerte. — el tipo no le dio tiempo de sacar su arma cuando Jimin disparó. — ¿Austin? ¿Por qué me suena el nombre?

Dejó al tipo en el suelo y para su preferencia, le disparó por segunda vez. Salió de la cocina y se topó con la escena de un hombre tratando de despertar a Yoongi. Jimin soltó un suspiro frustrante y se acercó al tipo a paso rápido.

— Yo que tú, no lo movería. — le dijo Jimin, cuando se detuvo detrás de él.

Austin miró por encima de su hombro y se levantó sin darse la vuelta. Se levantó el saco y trató de alcanzar el arma que tenía dentro.

— Y yo que tú, tampoco sacaría el arma. — Jimin se acercó por detrás y le puso el arma en la cabeza. — Aparta tu mano de ella, Austin. No quiero ser malo, más de lo que soy.

— El pequeño de Min se revela, ¿Por qué nunca lo imagine? Pensé que él te iba a llevar hasta la muerte. Pero, veo que la fingiste. — dijo él.

Jimin sonrió.

— Y yo que tú, tampoco movería a Yoongi con el pie, idiota. — le dijo Jimin.

Frente a ellos, había un espejo plateado grande y Jimin podía ver todo lo que hacía Austin.

— Tanto tiempo, ¿Verdad? — le dijo Jimin y cargó el arma. — Manos a la cabeza, imbécil.

Austin soltó un suspiro y miró hacia el espejo. Notó que Jimin lo seguía apuntando con el arma y le hizo caso. Jimin sonrió, le gustaba que le hicieran caso. Era como el amo del puto mundo, así como lo era Yoongi. Tenían tanto en común después de todo.

— ¿Qué quieres con Min? — preguntó Austin.

— Eso no te importa.

— ¿Quieres venganza?

— Te dije que no te importa lo que yo quiera, imbécil. Solo cállate si no quieres que dispare.

— Que miedo... — se burló Austin.

Jimin soltó una carcajada.

— Tantos años trabajando para Yoongi y al parecer se te pegó algo de él. — le dijo Jimin. — ¿Dónde está el sótano?

— ¿Para qué quieres saber? ¿Acaso vas a cogerte a Yoongi, mientras lo torturas, así como lo hizo contigo? — le dijo Austin. Tenía agallas el maldito.

— Veo que te importa una mierda la vida, Austin.

— Si estás con Yoongi, te vale mierda todo, Jimin. Recuérdalo.

— ¡Vaya! Nunca supe por qué trabajas para él. ¿Quién mató de tu familia? — preguntó Jimin curioso.

— Él no mató a nadie, de hecho, me salvó.

— ¡Vaya! Min Yoongi tiene conmociones. Me sorprende. — le dijo Jimin y le dedicó una mirada rápida a Yoongi que aún yacía en el suelo. — ¿De qué te salvó? ¿De un padre violador? ¿A de una madre que le gustaba secuestrar?

— Eso no te importa, Jimin.

— Entonces fue tu padre. Tienen algo en común. — le sonrió Jimin. — No quiero hacerte daño, Austin. ¿Por qué no me la pones fácil? Me dices donde está el sótano y tú te vas con la boca cerrada. ¿Te parece? — le dijo Jimin tranquilo.

— El sótano está pasando por la cocina, segunda puerta. — le dijo él. Jimin sonrió y le quitó el arma de la cabeza.

Lo rodeó y se puso frente a él. Era rubio y con facciones americanas, también le sacaba una cabeza de altura y estaba en forma por en la manera en que se le marcaban las venas en los brazos. Austin dirigió sus ojos verdes aceituna a Jimin y su rostro se transformó en uno serio.

— Aún recuerdo cuando fuiste a mi casa a llevarme al aeropuerto con destino a Canadá. El lugar en el cual casi se volvía en un infierno. — le sonrió Jimin. — Puedes irte.

Austin pasó saliva y lentamente caminó hacia atrás alejándose de Jimin. Cuando se giró, Jimin miró hacia Yoongi y luego levantó la mirada.

— ¿Por qué soy tan rencoroso con todos? — dijo Jimin y con el arma aún en manos, apuntó hacia la espalda de Austin y disparó. — Debo admitir que tú me llevaste al infierno, Austin. Pero, me caías bien. Lo siento. — y disparó tres veces más, hasta que se aseguró de que estaba muerto.

Se guardó el arma y soltó un suspiro fuerte. Se pasó una mano por el cabello rojizo fuerte y volvió a coger la pierna de Yoongi y arrastrarla hacia la cocina y buscar la segunda puerta que llevaba al sótano. Jimin dejó la pierna de Yoongi y caminó hacia la segunda puerta blanca. Puso una mano en el pomo y la movió para abrirla, pero estaba asegurada.

¡Aish! — se quejó Jimin. Pateó la puerta del enojo y corrió de la cocina hacia la sala en donde estaba el cuerpo de Austin desangrándose. Lo tocó por todas partes, buscando alguna llave que lo llevará a abrir la puerta del sótano. — ¿Dónde mierda estaría una maldita llave? — Jimin se levantó del suelo y se puso las manos en la cadera pensante. — Sí yo fuera Yoongi, ¿Dónde escondería una llave que oculta un gran secreto?

Fue ahí cuando Jimin subió corriendo las escaleras, pasó por el pasillo y entró de nuevo a la habitación de Yoongi. Se acercó al baño y vio el cuerpo de Jinhyun bañado en sangre. Se acercó a él y vio la llave en su cuello. La traía como collar.

— Pero que inteligente, Min. — dijo Jimin. Se acercó al cuerpo y le jaló el collar con la llave. La sacó y la observó, sus ojos de detuvieron cuando se dio cuenta de las dos letras que se encontraban tachadas en la llave. — P.J..., bien pensado, Yoongi. Supongo que seré yo, porque tu otro juguete está muerto.

Jimin bajó las escaleras y se acercó a la cocina y para su sorpresa, Yoongi no estaba en el suelo, pero la puerta del sótano si estaba abierta. Jimin sonrió y caminó hacia el sótano, se adentró a la oscuridad y bajó las escaleras. El nuevo sótano no era nada comparado al anterior en cual Yoongi lo había encerrado dos años atrás. Extrañaba aquella casa que nunca llegó a conocer. ¿Y sí era la misma? No podía ser, porque Jimin recordaría todo. La cocina, habitaciones y la puerta a la izquierda. Oh mierda, sí. La segunda puerta estaba a la izquierda, estaba en ese lugar.

Jimin bajó las escaleras y caminó por el oscuro lugar. La luz se encendió, enseñando las cuatro paredes llenas de fotografías. Todos de él. Yoongi se había obsesionado. La luz roja opaca que había en el lugar, enseñó la pared de la derecha llena de siete fotografías, pero estas estaban manchadas de algo rojo, sangre. Jimin observó el lugar con los ojos bien abiertos y para su sorpresa, se encontró con Yoongi de pie, mientras mantenía su espalda desnuda contra la pared y sus brazos cruzados contra su pecho.

— ¿Te gusta? — le preguntó Yoongi.

— Estás loco, Min. — le dijo Jimin caminando hacia él. Yoongi despegó su espalda de la pared y Jimin se dio cuenta que traía una venda blanca enrollada en su brazo. Tal vez se había logrado sacar la bala el mismo, después todo, no era la primera vez que lo hacía.

— Loco por ti, Park Jimin. — y fue ahí, cuando Yoongi cogió las mejillas de Jimin y juntó sus labios con los de él. Dejó pasar su lengua para que acariciara la de Jimin.

Yoongi lo giró sin despegar sus labios de los de Jimin e hizo que Jimin quedara en el medio de la pared y de su cuerpo. Pasó sus besos al cuello y lo mordió haciendo que Jimin soltara un gemido. Le quitó el saco negro que traía y luego de deshizo de su camisa blanca. Le acarició el abdomen y se encontró con una vieja cicatriz. La cicatriz de aquella noche en la que se despidieron. Aún tenía en un cuerpo la "Y" marcada. Jimin se dio cuenta de que Yoongi acariciaba su cicatriz.

— Siempre te llevo conmigo, Yoongi. — le dijo Jimin. — No me puedo escapar de ti, siempre estás ahí. De cualquier forma y, de cualquier manera. Mi alma, mi cuerpo y todo yo te pertenece. — Yoongi lo miró. — Así como yo soy tuyo, tú también debes ser mío.

— Jimin, sabes muy bien que aquí el- — Jimin lo calló con un beso en los labios.

— Estás tan obsesionado conmigo, Min. ¡Mira en lo que te has convertido!

— Podría matarte.

— Lo hiciste, Yoongi. Una vez, lo hiciste. — Yoongi se separó de él. — Me mataste la noche en que me dejaste y fui detrás de ti. ¿Sabes por qué? ¿Alguna vez te preguntaste el por qué fui detrás de ti?

— Porque te enamoraste mí. Te enamoraste de mí, Jimin. Y lo odié. Odié que una persona como tú, amé a un demente como yo.

— ¿Y sabes que fue lo que más me enamoró de ti, Min? Tu locura.

— Estás enfermo, Jimin.

— Tú me convertiste en eso, Yoongi. ¿Acaso ya lo olvidaste? — Jimin pasó saliva. — La noche en que me secuestraste, la noche en que me enseñaste tu demonio y tu infierno. La noche en la que me bautizaste como tuyo. La noche en la que me llevaste al infierno y me hiciste tocar el fuego con solo un maldito beso, Min. La noche..., la noche en la que..., en la que me hiciste tuyo. — dijo Jimin con dolor en su voz. — Nunca fuiste a mi tumba. No me visitaste, preferiste meterte en esta obsesión de fotos, algo irreal.

— Superé mi pasado, Jimin. Lo hice.

— No, no lo hiciste. Aquí estoy yo aún. — la sonrisa cínica apareció en los labios de Yoongi.

— Cierto, estás aquí. No deberías estar aquí. Tú deberías estar muerto. — Yoongi se le acercó y le acarició la mejilla. — Quisiera tomarte otra fotografía.

— Hazlo, después de todo. Tú nunca me amaste, siempre tuviste deseos de matarme. ¿No es cierto?

— ¿Esperabas que te amara? — Yoongi frunció el ceño. — ¿Esperabas amor de una persona que la dañaron desde que vino al mundo? ¿Esperabas amor de una persona que nunca lo conoció? ¡¿Por qué lo esperabas?!

— Porque pensé que algún momento podrías cambiar, Min. Porque pensé que cambiarías. Pero, veo que me equivoque. Sigues siendo el mismo enfermo, egoísta.

— Jimin, sabes que yo soy la proyección de la mentira en la que vives. Júzgame y senténciame, pero sabes que siempre estaré viviendo en ti. Porque eres igual que yo, Jimin.

Jimin se alejó de Yoongi y observó una vez más las paredes con sus fotos. Había muchas, no sabía de dónde las había sacado. Había de cuando era niño, joven y de hace dos años. Había fotos de él desnudo, de él durmiendo, de él llorando. ¿Cómo era qué las había sacado?

— Esas fotos fueron uno de mis mejores recuerdos desde tu falsa muerte.

— Me cambiaste.

— ¿Herido? — sonrió Yoongi.

— Sí, te dije que soy celoso, Yoongi.

— Jinhyun lo hacía muy bien y también era bueno gritando. — Jimin estalló en risas.

— Lástima, ya está muerto.

— Y tú lo mataste.

— Tenía que hacerlo.

— ¿Por qué?

— Porque nadie debe tener lo que yo quiero.

— ¿Me quieres para ti?

— Lo que quiero es matarte, Yoongi.

— ¿Por qué? ¿Venganza por todo lo que te hice?

— Sí fuera por eso, te hubiese matado hace unas horas atrás.

— ¿Y por qué no lo hiciste?

— Porque quiero que me enseñes de nuevo tu infierno...

— ¿Quieres que lleve ahí de nuevo?

— Necesito que me lleves ahí.

Yoongi se le aceleró el corazón. Jimin se acercó a él.

— Sube a la mesa. — le señaló Yoongi a Jimin, la mesa que estaba justo detrás de él. Jimin se desabrochó el pantalón y caminó hacia ella. Se subió y se acostó con la mirada fija hacia la luz roja que colgaba desde el techo. Yoongi se acercó. Y le acarició su cuerpo. — Sí extrañaba tu cuerpo, Jimin.

— ¿Eso es lo único que extrañabas de mí, Yoongi? — los dos se quedaron mirando directamente a los ojos.

— Sí, lo único. — respondió cortante y apartó la mirada de Jimin.

— Qué triste, yo extrañe todo de ti. — Yoongi le dio la espalda y jaló la mesita de metal en donde tenía toda clase de cuchillos, había bisturís, tijeras con punta larga y corta. Algodones, hilos y agujas. Jimin no se asustó al ver nada de eso.

— Eres masoquista, Jimin.

— Por eso te gusto, Min. — Yoongi suspiró. Su corazón latía muy rápido. ¿A caso estaba emocionado? — ¿Sabes? Esto parece uno de mis sueños, Yoongi.

— ¿Tus sueños? — se colocó los guantes.

— Sí, mis sueños. Soñaba tanto contigo. Ya no lo hago. — Yoongi cogió el bisturí y se acercó a Jimin. Le acarició el abdomen y buscó el lugar en donde hacer el primer corte. — Uno de ellos fue inútil, ¿Sabes? Tú, llorabas. Tú, rogabas y estabas de rodillas. Tú, me dijiste te amo por primera vez. — Yoongi ni lo miró, solo escuchó y trató de concentrarse en el cuerpo de Jimin. — Quiero hacerte sentir el mismo dolor y la tristeza que tu hiciste en mí. Pero, ahora que lo pienso. Debe de ser inútil, ya que tú vienes de algo peor. Uno de mis sueños, me veía dándote dolor. Te veía llorar y gritar del sufrimiento que te hacía sentir. Se sentía tan bien. — Yoongi apretó el bisturí en su mano. Cada palabra que Jimin decía, hacía que su pecho doliera. Yoongi lanzó el bisturí y se quitó los guantes muy rápido, pero cuando se fue alejar de Jimin, él le cogió el brazo. — Incluso si digo que es un sueño inútil, quédate un poco más. Se siente bien volver al pasado.

— El pasado nunca fue bueno, Jimin. Siempre será nuestro enemigo. — al fin habló.

— ¿Por qué es nuestro enemigo?

— Porque te recuerda todo tu dolor y te vuelve así..., masoquista.

— Pero tú amas tu pasado.

— Es cierto, me gusta mi pasado. Porque ahí esta una persona que quise.

— Ella murió, Yoongi.

— Y se llevó con ella a su hijo. Esa noche, nació un nuevo Min Yoongi.

— Aún no cierran tus heridas.

— Las tuyas tampoco. — Jimin se sentó en la mesa de madera y lo miró. — Necesitas a alguien que te ayude, Yoongi. Déjame ser esa persona que te ayude a luchar contra tus demonios.

— ¿Por qué? ¿Por qué quieres ayudarme? ¿Me sientes lastima? ¡Me sientes lástima! ¡Eso es lo que sientes!

— Puede que sienta lastima por ti, pero quiero ayudarte. — Yoongi lo miró con asco.

— La única manera en la que me podrás ayudar, es acostado en esa mesa y dejar que te saque un poco de sangre. — Jimin le soltó el brazo y se acostó de nuevo. Yoongi tragó duro. — Vete, Jimin. Vete. Te deje libre una vez, puedo hacerlo dos veces.

— ¿Por qué no le haces caso a tu corazón, Min? — Yoongi sonrió.

— ¿Sabes qué es que lo qué mi corazón y mi mente quieren? — Yoongi se alejó de Jimin. — Cortarte en mil pedazos y guardar cada corte de tu cuerpo en una caja. Para luego armarte las veces que quiera. Eso quiere. ¿Estás de acuerdo con eso?

Jimin no respondió.

— Eso pensé..., vete. — le dijo.

Yoongi desapareció por las escaleras. Jimin sacudió la cabeza y se bajó de la mesa.

— No quiso por las buenas, lo hará por las malas. — dijo para él mismo. — Quiero que seas mi juguete, Min.

Y subió las escaleras, pero cuando se acercó a la puerta y fue abrirla, estaba asegurada. Yoongi lo había encerrado. Jimin golpeó la puerta.

— ¡Min! — gritó.

— Siempre cambio de parecer, quédate. Será bueno volver a jugar contigo, pequeño. — dijo al otro lado de la puerta.

— ¡Eres un manipulador!

— Y tu un masoquista, pequeño. — dijo Yoongi y por juzgar su voz, se sabía que estaba feliz. — Esto me trae buenos recuerdos. Después de todo, aunque haya remodelado la casa, siempre tendré mi infierno a unos pasos. ¡Disfruta haya dentro! ¡Qué mis demonios no te asusten! — y se fue.

— ¡Min Yoongi! — pateó la puerta Jimin. — ¡Te voy a matar! ¡Lo juro!

Yoongi soltó un suspiró y se guardó la llave en el bolsillo del pantalón. Buscó su teléfono y marcó el número de Taehyung.

— ¿Está vivo tu novio? ¿Taehyung?

Tenemos problemas, Yoongi.

— ¿De qué hablas?

A que no adivinas quien está en el hospital justo ahora.

— ¿Quién mierda está?

Park Jinyoung.

— ¡Vaya! Hoy siempre terminará siendo una grandiosa velada.

— ¿De qué hablas?

— ¿Traes algún arma contigo?

— Sí.

A Yoongi le llegó un mensaje. Se quitó el teléfono de la oreja y observó. Para su sorpresa y su desagrado, era Kim Seokjin quien le había enviado el mensaje.

"¿Por qué no recordamos los viejos tiempos? Hospital. Trae tu arma favorita. "

Volvió a la llamada.

— Bien, él no estará solo. Hoy habrá fuego de armas, chico.

— ¿Por qué lo dices?

— Dos más se unirán a este lindo encuentro. Deja que Jungkook de vaya con Hoseok. No, mejor. Quítale a Jungkook a Hoseok. Porque sé muy bien que aún suspiras y tienes deseos por Jungkook. Adelante, quítale lo que es tuyo.

Y colgó. Yoongi subió las escaleras y llegó a su habitación. Entró al baño y se desnudó dejando caer su ropa al gran charco de sangre. Se metió a la ducha y abrió el grifo, dejó que el agua lo bañara. Entonces lo antiguos gritos de dolor llegaron a la mente de Yoongi, mientras se bañaba.

— Pequeño..., esos gritos antiguos no me sirven ya. Necesito unos nuevos. — dijo Yoongi. — Pronto jugaré contigo, pequeño. Y te haré sentir lo bueno del placer y lo malo del placer. Sí, volveremos al pasado. Me lo debes por fingir tu muerte..., idiota.

Salió de la ducha y cogió una toalla blanca y limpia. Se secó con ella y la dejó caer junto a su ropa encima del charco de sangre. Salió desnudo y caminó por habitación. Abrió su gran armario y buscó uno de sus trajes favoritos. Escogió el azul oscuro y se colocó todo. Cuando terminó, se acercó al espejo y se miró. Cogió su perfume favorito y peinó su cabello hacia atrás.

Se acercó a una puerta que estaba al lado del baño y la abrió. Encendió la luz blanca y entró al pequeño lugar lleno de armas en sus dos paredes. Había de distintos tamaños y formas. Otras pesadas y otras livianas. Escogió sus favoritas y se las guardó. Entonces, escogió la que había tachado con las iniciales de Jimin. Porque no solo era la llave, también había un arma. Bajó de ellas, había una pequeña mesa. Abrió el pequeño cajón y sacó un cofre rojo carmín. Lo abrió y cogió el anillo plateado brillante que tenía grabada las iniciales de M.Y.

— No más, Minyoung. Ahora, Min Yoongi. — dijo él y se puso el anillo en el dedo anular. — Es hora de matar. 



























































ESTO SE VA A PONER BUENO, LO DIGO EN SERIO.

En instagram abrí una votación, espero y ayuden con un voto.

Sí quieren que les dedique un capitulo, háblenme por instagram <3


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