
Chapter 5.
❝ Hey, Mingyu, llegué de compras.❞
Rosé asintió sin mirarla, HyunJin caminó acompañado de BangChan de vuelta a la preparatoria.
—Intentaré buscarla.
Hyeri murmuró que sí para luego únicamente concentrarse en la pequeña rubia que lloraba asustada, después de unos cinco minutos HyunJin llegó agitado y minutos después llegó BangChan con sangre en el brazo.
—Oh, Joder. ¿Qué diablos pasó?
—Encontramos a Suzy, intentamos perseguirla...y cuando BangChan la atrapó...—Intentó seguir hablando pero el aire le hacía falta, había corrido por las escaleras y por los gigantescos pasillos de la preparatoria, una vez que recuperó el oxígeno volvió a hablar. —...Soo-ji lo mordió casi como si quisiera arrancarle el maldito brazo.
Hyeri pegó más a su cuerpo a Roseanne cuando ella intentó ver a los dos chicos, no quería que viera el estado horroroso de BangChan.
—¿Quién se quedará con Roseanne?
—Lo haré yo. —Asintió Hyeri mirándolo con seguridad y su boca se torció en una mueca cuando notó la herida abierta del muchacho. —Adelante, vayan al hospital. Cuidaré de ella.
—¿Lo ves? Ahora vamos, BangChan. Estás sangrando demasiado.
—Mamá siempre dijo que era un sangrón pero creo que no se refería a esto. —Dijo en un intento por bromear pero rápidamente jadeó de dolor.
—Tengan cuidado.
Hyeri les dijo antes de tomar la mano de Rosé y ambas subirse al automóvil de la primera.
Cuando BangChan perdió de vista a las dos chicas no pudo aguantar más y soltó la bomba de inmediato.
—Hyunjin, ¿Por qué tenías un arma?
El mencionado tragó saliva recordando lo que había pasado anteriormente en los pasillos.
Momentos atrás.
—¡Deja de correr! ¡Carajo, Soo-ji!—HyunJin le gritaba mientras trataba de seguir sus pasos.
Suzy dió la vuelta por el pasillo inmediatamente subiendo las escaleras con dificultad, sus dos compañeros le pisaban los talones tan sólo unos cuantos pasos atrás.
—¡BangChan, no subas! Ve por el pasillo dos, corre, maldición.
El adolescente asintió sin subir las escaleras y desapareció por el otro pasillo.
Hwang HyunJin subía las escaleras lo más rápido que podía, no dejaría que la maldita se escapara sin dar una buena explicación o sin un buen golpe.
—Detente ahí, maldita hija de perra, hablo en serio. —Le advirtió cuando Suzy hizo el amago de irse por el pasillo dos, sacó el arma de su tobillo y la apuntó con precisión.
—¿¡Qué diablos haces, HyunJin?!
BangChan había aparecido en el pasillo dos interceptando a Suzy y dejándole sin paso.
—Quiero respuestas verdaderas o te doy un tiro aquí mismo. ¿Estás en la maldita Deep Web, verdad?
La muchacha de hebras oscuras se giró con una tétrica y escalofriante sonrisa a la par que asentía sin problema alguno.
—Creí que lo sabías. Soy espectadora de tus vídeos, HyunJinnie.
Hwang jadeó sorprendido y BangChan ni siquiera sabía de lo que hablaban.
—Ví a Rosie en la página y yo sólo quería jugar, quiero que sea mi amiga. —Mencionó encogiéndose de hombros con una expresión triste en su rostro.
—Vete a la mierda, Soo-ji. Hasta aquí llegaste.
HyunJin le siguió apuntando y quitó el seguro del arma jodidamente tenso, BangChan negó varias veces pálido.
Suzy trató de moverse rápidamente pero el brazo de BangChan se lo impedía, le mordió con brusquedad hasta que sintió parte de la carne en su boca. Aprovechó el dolor del muchacho y corrió rápido por los pasillos perdiéndose entre ellos.
—¡Mierda, Christopher!
.
HyunJin respondió como pudo inventando una mentira para la pregunta de su compañero.
—Mi padre me la regaló hace un año para precaución, me habían asaltado y por eso la tenía. —Intentó convencerlo mientras lo ayudaba a entrar por el hospital, agradecía mentalmente que hubiera un hospital cerca de ahí.
—¿De qué hablaba Suzy?—Preguntó de nuevo pero de inmediato HyunJin le avisó a la enfermera y ella se lo llevó sin poder escuchar la respuesta.
•
Hyeri y Rosé llegaron a casa veinte minutos después, la rubia había dejado de llorar gracias a su unnie. Ella le había limpiado sus lágrimas y le había prometido que todo estaría bien, ahora se encontraba con la pequeña bola de pelos Hank y se encontraba más animada.
—Rosé, ¿Puedes esperarme un poco? Pasaré a mi casa por mi hermana, vendrá también. —Le dijo con angustia en su voz, no le agradaba la idea de dejar sólo a su niña.
—Aquí esperaré, Hyeri unnie, no te preocupes. —Le respondió mientras se sentaba en el sofá con Hank. —Vaya tranquila, unnie.
—No tardaré, lo prometo.
Hyeri besó con suavidad la frente de la rubia y salió de la casa, Rosé suspiró cuando vió el auto desaparecer de su vista.
—Somos tú y yo Hank-ah, ¡Vámonos! ¡Hay que ver las caricaturas arriba!
La rubia subió las escaleras de inmediato con emoción, entró a su habitación y encendió la televisión sin ningún problema.
—¡Mira, Hank! ¡Es Ariel! Yah, eres traidor por querer a cenicienta. —Dijo mirando con recelo al pequeño pulgoso, el canino le ladró en respuesta.
El ambiente era sumamente tranquilo, el único sonido era el de la televisión anunciando las caricaturas favoritas de Roseanne. Eran las ocho de la noche apenas, la noche era un poco fría y faltaban varias horas para que sus padres volvieran. Tan sólo habían pasado unos veinte minutos desde que Hyeri se fue en su auto dejándola, la verdad es que su casa estaba un poco apartada y era un gran detalle que siempre trajera a la menor después de la escuela.
El ruido de la puerta abriéndose le sacó una sonrisa a Rosé, ¡Hyeri unnie había vuelto! De inmediato abrió la puerta de su habitación y salió para recibirlo. Estaba a punto de bajar las escaleras si no fuera porque vió a una mujer que jamás había visto de pie en la sala, de tan sólo verla a Roseanne le dió escalofríos.
La tipa era probablemente más grande que la rubia, su cabello era tan oscuro como la noche. Su pálida piel estaba adornada por unos cuantos tatuajes haciéndola lucir tan temible, portaba unos pantalones blancos que se acentuaban de maravilla en sus piernas, su pecho era cubierto por una camiseta de vestir negra con las mangas dobladas hasta los codos y al menos tres botones estaban desabrochados.
Rosé corrió a su habitación de nuevo escondiéndose en el baño, la ansiedad y el miedo comenzaban a hacerse presente aniquilando su estabilidad por dentro.
—N-No ahora.
Ruidos se escuchaban en la planta baja, parecía ser de esos ladrones o al menos eso creía la joven rubia. Tomó su móvil sacándolo de su bolsillo y no dudó en llamar de inmediato a su unnie.
—¿Rosie? Roseanne, ¿Qué sucede?
—Hyeri unnie, n-no sé. Escucho ruidos en la planta baja.
—¿En dónde estás? No hagas ningún ruido y cálmate. ¿Sí? Mi hermana ya está llamando a la policía.
—Estoy en..el baño. Escucho sus botas por las escaleras, unnie. —Respondió con su vocecita apenas audible para la castaña.
—Quédate ahí, todo estará bien, Rosie.
Nada.
—¿Rosie? ¿Bebé? ¿Sigues ahí?
—Hyeri unnie, abrieron la puerta. —Respondió la joven entrecortada por el llanto que se presentaba. —Tengo..miedo.
—No, no, no. Bebé, cálmate. ¿Sí? La policía ya va, quédate conmigo.
La respiración alterada de Hyeri se presentó a través de la línea mientras su hermana trataba de calmarla.
—¡No! ¡Déjame!—Se escuchó a través del teléfono seguido de cosas rompiéndose.
—¡Roseanne!
—¡No! ¡Por favor no! ¡Hyeri unnie!
La mencionada pudo escuchar perfectamente los gritos de su menor a través de la línea. Parecía una riña por la cantidad de objetos rompiéndose, después de unos minutos finalmente el silencio reinó.
—¿Bebé? Dime..algo...por favor.
Una respiración agitada se adueñó del teléfono, Hyeri con el coraje que sentía se atrevió a preguntar.
—¿Quién eres tú? ¿Por qué haces esto?
—Esa linda cachorrita es mía ahora. Es mi nuevo juguete y vaya que salió caro.
Una ronca carcajada resonó por la línea, y después de eso la llamada finalizó.
Jennie cortó la llamada lanzando el móvil al excusado y miró el cuerpo de la chiquilla en la bañera. La cargó entre sus brazos al estilo nupcial y bajó las escaleras observando el desastre, se felicitó internamente por no haber tocado nada que dejara sus huellas. Intentó salir por la puerta pero estaba HyunJin ahí de pie con un arma sumamente agitado, probablemente corrió hasta acá.
—No vas a llevártela, Kim. ¡Déjala en este instante!
—¿Así que conoces a la chica, HyunJin?—Le cuestionó empujando inconscientemente su lengua dentro de su mejilla, dejó a la rubia en el sofá antes de encarar al joven.
—Fue mi culpa que ella entrara, sólo déjala, Kim.
—Es mía ahora.
—No, no es tuya. ¡Es una maldita chica inocente, joder! Ya basta.
—¿Ahora si piensas en los chicos inocentes? No decías nada cuando los obligabas a hacer tus porquerías acerca de asesinar. —Le dijo la azabache con una sonrisa cínica en su rostro, HyunJin sonrió también.
—¿No somos tan diferentes o sí?
Y esa fue la gota que derramó el vaso porque Jennie en un ágil movimiento le dobló la mano sin rechistar para que no pudiera usar el arma, llevó ahora sus manos al pálido cuello del adolescente tratando de estrangularlo, HyunJin intentaba safarse del agarre pero la fuerza de la otra era tan superior. Mierda, él era tan sólo un puberto de diecinueve y la otra una jodida mercenaria que por más que sea más baja que él, tenía fuerza.
Jennie le apretó con demasiada fuerza mientras el adolescente intentaba patear con todas sus fuerzas, el oxígeno comenzaba a hacerle falta y su rostro se ponía rojo hasta que finalmente dejó de resistirse.
—Jódete en el infierno, HyunJin.
Salió de la casa cargando a la chica en sus brazos y la subió al auto rápidamente para evitar sospechas.
El trayecto fue demasiado apartado, Jennie vivía demasiado apartada de la sociedad para evitar ser descubierta por algún enemigo o cualquier persona de la Deep Web. El ser mercenaria era un constante peligro para ella porque muchas personas tenían sed de venganza en contra de ella pero a Jennie realmente no le importaba si no a Mingyu que parecía preocuparse a toda hora.
Cuando finalmente llegó, bajó a la chiquilla del auto nuevamente en sus brazos, si que pesaba. Entró a la casa ante la atenta mirada incrédula de su compañero.
—¿En serio lo hiciste?
—Hey, Mingyu. —Le dijo con una sonrisa arrogante posada en todo su rostro y se dedicó a oler el cuello de la joven de una manera tan enferma. —Llegué de compras.
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