
Chapter 38. final parte uno.
❝ Y todo cobra sentido cuando tienes la verdad delante de tus ojos, ya no estás más cegado. Has sido iluminado por la luz de lucifer, siéntete afortunado. ❞
𝐃 𝐄 𝐄 𝐏 𝐖 𝐄 𝐁.
Incertidumbre. Es todo lo que puede sentir Jennie en el largo camino que ha tenido desde que salió de aquella vieja casa, no sabe donde carajos podrían estar Felix y Roseanne. No tiene idea alguna de su ubicación, ni siquiera sabe quien le envió ese maldito mensaje. Podría ser cualquier persona, tal vez Kim, Manobal o incluso la misma Soo-ji. Sabía que no estaba equivocada sobre asesinar a esa jodida traidora, debió hacerlo ella misma. Siente que la angustia y la furia está quemándola viva por dentro, grita fuertemente cuando nota el sendero desconocido, sólo está dando vueltas por el mismo lugar sin poder avanzar.
Está terriblemente desesperada, la vida de ambos adolescentes corren riesgo como entretenimiento para esos crueles espectadores en la red oscura. Mientras Roseanne y Felix no notan nada, alguien los acecha grabando su próxima muerte como placer. Y entonces Jennie recuerda lo que le dijo Felix y el motivo principal por el cual se cabreó tanto con é.
Había dejado libre a Soo-ji.
¿Acaso había una mínima posibilidad de que Suzy estuviera detrás de todo esto?
—¿No lo hiciste verdad?
Felix no puede evitar tragar saliva cuando escucha la pregunta con atención, una gota de frío sudor cae de su rostro deslizándose hasta caer en el suelo.
Jennie lo sabe, claro que lo hace.
—Yo...Jen, lo siento. —Es todo lo que puede soltar el rubio mientras siente la devastadora mirada de la mercenaria puesta sobre él, le perpetua de una manera tan intimidante. —No me atreví, no podía.
Jennie aprieta sus puños con tanto enojo que las venas se marcaban perfectamente en sus brazos, una sonrisa de sorna se adueña de sus labios y saca la arma calibre de su bolsillo observándola fijamente.
Iría por esa idiota, por la que se atrevió a meterse con algo que era de su propiedad. Oh, y no saldría viva, estaba claro.
—Piensa, Jennie, piensa. —Se susurró a si misma tratando de recordar algún indicio para poder dar con el lugar, siguió caminando por el sendero hasta que logró encontrar la carretera en donde días atrás habían asesinado a Joohyun.—Carajo.
La mercenaria tuvo que guardar su arma de vuelta a su bolsillo para evitar sospechas entre la gente que pasaba, divisó un restaurante a unos metros más y sin pensarlo abrió la puerta para entrometerse.
—Buenas tardes, señorita. ¿En qué puedo ayudarle? ¿Va a ordenar algo?—Le cuestiona una de las meseras rubias con la libreta en su mano, Jennie niega levemente tratando de parecer lo más relajada posible.
—Estoy buscando a mi amiga. —Respondió tajante ganándose una mirada extraña por parte de ella, la azabache le sonríe falsamente y tal parece que es suficiente para que la chica deje de mirarla así. —¿Usted la ha visto? Tiene el cabello negro, es como de mi estatura y tenía un uniforme escolar de la preparatoria Han School Seúl.
—¡Está de suerte, señorita! Si la he visto, estuvo aquí hace unos días almorzando algo y después se fue. Era una muchachita muy seria, me observó un par de veces detenidamente, fue extraño.
Jennie asintió ante sus palabras escuchando atentamente a la rubia, se giró un par de veces para asegurarse de que nadie la reconociera.
—...¡Lo más increíble es que ella era Bae Soo-ji! La hija de unos millonarios que están asociados con la señorita Kim JiSoo. —Expresó con euforia relatando cada detalle de lo sucedido, se mordió el labio sin poder contener su emoción. —¿Conoce a la señorita Kim JiSoo? ¡Ella estuvo aquí y creo que me coqueteó! ¡Por dios, su restaurante es de excelente calidad y con una comida muy deliciosa! Lo que daría por trabajar en su restaurante y no en este basurero.
—¡Te escuché, Sana!—Le gritó un hombre desde una oficina atrás, muy atrás casi hasta llegar a la bodega. La mercenaria supuso que tal vez era su jefe, desvió su mirada estando en alerta por cualquier cosa que sucediera.
Oh, niña. Si supieras las asquerosidades con las que Kim alimenta a sus clientes no dirías lo mismo.
—¿Podrías prestarme un teléfono móvil, por favor?—Pidió Jennie amablemente, casi se vomita encima por hablar de esa forma pero todo sea por sacar su ubicación.
—Claro que sí, señorita. Aunque le advierto que si quiere seguir buscando a Soo-ji no lo hará en Google, aquí entre nosotros le digo que una vez escuché rumores acerca de que sus padres tenían una cabaña cerca de aquí para vacacionar. Aunque sólo son rumores, no lo sé con exactitud pero si lo supiera le diría que me diera la dirección de la señorita Kim JiSoo.
La azabache miró extrañada a la rubia que soltaba suspiros exagerados cada vez que mencionaba a Kim, ¿En serio habían personas enamoradas de esa asquerosa caníbal despiadada?
—Agradezco tu información. —Le dice Jennie poniéndose de pie nuevamente, acomoda la silla en su lugar antes de brindarle unos cuantos billetes a la mesera por su tiempo. —¿Te doy un consejo, niña?
—Claro, señorita. ¿Qué consejo?
—No vayas nunca al restaurante de Kim, sus comidas no son tan buenas en realidad.
Y dicho esto, abandonó el restaurante dejando a la chica sorprendida y indignada.
—¿Que no son buenas dice? ¡No sabe de comidas exóticas, señorita!
.
.
.
.
Jennie sólo conoce dos cabañas cerca de donde esta y basado en el tapiz que logró ver por la pantalla supone que ha acertado, sin rodeos entra directamente a la casa en espera de poder ver a ambos adolescentes.
Sabe que ha fallado cuando nota todo en silencio.
—¡Joder!
Patea con fuerza las cosas que encuentra en esa pequeña cabaña, su mirada cae en la mochila roja que está en el suelo. Su corazón late con fuerza acercándose rápidamente a ella, la inspecciona observando las cosas dentro y sonríe en grande cuando se da cuenta de que son las cosas de Felix. Están aquí, ellos están aquí. Mierda, tenía que agradecerle a esa niña rubia.
Busca por todos lados con inquietud, saca su arma del bolsillo para estar segura de cualquier ataque. Se pasea por los dos pasillos en busca de los chicos, frunce su ceño de manera exagerada cuando no encuentra nada.
¿Acaso llegó tarde? ¿Roseanne? ¿Su Roseanne estaba herida?
Los constantes latidos en su corazón se hacen cada vez más rápidos por la adrenalina, niega frenéticamente ante la idea de que algo les sucedió. Minutos después, se desploma en el suelo agotada y con la mirada perdida sobre la mochila. No encuentra las palabras para poder describir como se siente en ese instante, ni siquiera puede decir que está enojada, sólo está vacía.
No siente nada, se ve carente de emoción alguna. La mirada clavada sobre las cosas de Felix es todo lo que queda en la cabaña, el silencio torturando su cabeza y sus latidos incontrolables.
—¡No puedo creer que esa mamá pato te atacara por tocar a sus patitos! ¡Realmente fue muy gracioso, Felix!
A Jennie se le detiene el corazón al escuchar la melódica vocecita cerca suyo, ¿Era parte de su cruel imaginación?
—¡No te rías, Rosie! Se abalanzó sobre mí y creí que moriría, fue horrible. —Felix se seca el cabello con su camiseta mientras ríe también, entra a la cabaña sin notar aún la presencia de la mujer.
—¡Fue muy gracioso! En especial cuando..
Roseanne se calla abruptamente observando a la mercenaria en el suelo, su cabellito está recién mojado y Jennie cree que jamás podrá ver a una cosa más hermosa que esa linda muñequita.
—Roseanne, joder. Mi linda cachorrita. —Expresa acercándose a ella con rapidez para rodear su pequeño cuerpo en un fuerte abrazo, la rubia se siente confundida.
—¿Jennie?—Felix mira detalladamente a la azabache con desconfianza, se pone en alerta jalando a Roseanne para colocarla detrás de él intentando protegerla. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo nos encontraste?
La mercenaria lo ignora posando su mirada en la chiquilla rubia, la había extrañado y anhelado tanto a pesar de que fueron tan sólo unos días.
—¡Jennie! ¿Por qué estás aquí? No dejaré que le pongas una mano encima de nuevo.
—No estoy aquí para dañar a ninguno, Lee. —Declara firme y por un momento parece esconder un tono de arrepentimiento en su voz, sorprendiendo a ambos adolescentes, ¿Qué mierda estaba sucediendo con ella? Jennie intenta recobrar la compostura así que se limita a mirarlos con seriedad.
—¿Entonces que haces aquí, Jennie?
La mencionada dirige su mirada a Roseanne dispuesta a responderle pero su mente pareció hacer click, rápidamente se movió en busca de la cámara que los grababa para el disfrute de otros. No sabe si la cámara está dentro de la cabaña o fuera de ella, tal vez estaban en el maldito bosque espiando todo. Apuntó con el arma hacia las ventanas en espera de cazar a algún maldito de la red vagando por el oscuro bosque, se da cuenta de como Felix toma la arma de su mochila atento a cualquier movimiento suyo.
—Jennie, no te lo preguntaré de nuevo. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Están en peligro, Lee. Alguien de la red oscura está vigilando la cabaña, aún no sé quien mierda es. —Le respondió dirigiéndose hacia la menor quien aún estaba detrás de Felix, traga saliva antes de formular una palabra. —¿Puedes confiar en mí, Roseanne Park? Sólo házlo por esta vez.
Roseanne mira la mano de Jennie en frente de ella, duda demasiado en que si es una buena idea confiar en ella. Su mirada se conecta con la de Abraham quien le niega rotundamente, ¿Qué debería hacer?
—Por favor, cachorrita. De verdad te lo pido, confía en mí una vez más.
Y basta con mirar los ojos suplicantes de la azabache para poder confirmar que decía la absoluta verdad, accede a tomar su mano confiando en ella. Ojalá no este equivocada de nuevo, ojalá que no.
Jennie le sonríe tan dolorosamente acariciando los nudillos de la manita de la menor, ambas manos entrelazadas con fuerza siendo la primera en negarse a soltarla.
—¿Felix?—Preguntó la rubia de manera bajita llamando su atención, el contrario conecta su mirada con la chiquilla.
—¿Sí, Rosie?
Antes de que Roseanne pudiera decir otra cosa, Jennie se le adelanta cruzando palabras directas con el rubio que se encontraba tan tenso y intimidante considerando que era sólo un puberto aún.
—¿Vendrás, cierto? Después de todo, Roseanne te necesita a su lado. —Le mencionó guardando la arma de vuelta al bolsillo de su saco, Felix repitió la misma acción guardando también su arma pero en la mochila, se coloca la camiseta notando que ya ha estado sin playera bastante expuesto por todo este tiempo.
El rubio está dispuesto a negarse sin siquiera pensarlo pero la penetrante mirada de la mercenaria lo obliga a quedarse callado, no sabe que decir en la tensa situación.
—Yo te necesito con nosotras, Lee.
Jennie siente que quiere vomitar porque dos veces ha dicho cosas terriblemente cursis y asquerosas para ella en un sólo día, se jura quemarse la lengua si vuelve a hacerlo.
Roseanne se muestra sorprendida al igual que Felix, los dos totalmente extrañados por escuchar esas palabras de la temible asesina de la red oscura.
—No digas eso de nuevo, por favor. Fue muy raro.
Los tres se ríen abiertamente por unos cuantos segundos, Felix toma su mochila colocándola en su espalda dispuesto a seguirlas como siempre lo ha hecho.
—Salgamos de esta cabaña de porquería, Lee, quédate en alerta porque pueden atacarnos en cualquier momento. —Le pide sosteniendo con fuerza la mano de Roseanne, con su otra extremidad libre, mantiene en posición su arma.
Antes de que cualquiera pueda realizar un movimiento más, la puerta se abre bruscamente dejando ver a alguien que creyó que jamás vería a menos de que fuera en el infierno.
Era ella.
—¿Yerin?
—Jennie Kim, no sabes cuanto esperé para poder encontrarte. Te irás a la cárcel, hija de perra. ¿O prefieres irte a un ataúd?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro