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Chapter 37.

❝ El karma te llegó, Manobal. ❞

𝐃  𝐄  𝐄  𝐏    𝐖  𝐄  𝐁.


—Manobal, llevamos tanto tiempo caminando y aún no hemos encontrado ningún rastro de la manzanita tóxica.

Lisa le dedica una mirada furiosa a la grisácea quien parece estar muy agotada, ninguna se detendría hasta encontrar a su mocosa llorona. Si ella ordena que es así es porque se tiene que hacer así, de ninguna otra forma.

—La tiene la imbécil de Jennie, sólo tenemos que localizar el lugar donde esa hija de puta se escondió. ¿No puedes entender una simple cosa?

—Estoy muy agotada, seguimos buscando en un rato más. ¿De acuerdo?—Le dice dándose un tiempo para respirar tranquilamente, la rubio ceniza la mira con seriedad. —¿Qué? También anhelo poder tener a la manzanita corrompida cuanto antes pero tampoco pienses que estaré caminando todo el día, no soy tu esclava.

—Dijiste que me ayudarías, no me vengas con tus mierdas.

Kim asintió con coquetería mientras la observaba de abajo hacia arriba, era una total descarada.

—Lo dije pero tampoco caminaré por veinticuatro horas sin almorzar algo, tú sabes. —Menciona pasándose una mano por los pechos de manera lasciva, Lalisa la ignora dándose la vuelta para seguir con su camino.

La caníbal corre para alcanzarla, se posa a su lado caminando con una expresión burlona.

—Vamos, Manobal. Sólo bromeo.

—No me importan tus estúpidas bromas. —la rubia ceniza saca su teléfono para avisarle a sus dos guardias de seguridad su ubicación, no confía para nada en Kim pero salió con tanta rapidez de su casa que ni siquiera llegó con los dos hombres. —Sólo quiero que cumplas con lo que dijiste.

—Y lo haré, ¿Tanto desconfías de tu fiel servidora?—Expresó llevándose la mano al pecho mientras fingía estar dolida por sus palabras.

—Sí, no confío en ti para nada.

JiSoo se ríe con ganas sin detener su caminata, ambas explorando el último lugar en donde habían visto a Jennie y Roseanne. Esta vez desviando la atención con otras vestimentas para evitar ser interceptadas por algún fanático del restaurante de Kim.

—Está bien que no lo hagas, en cualquier momento podría traicionarte.

—Lo dudo.

—¿Por qué?

—Por mi coño. —Responde con sencillez ganándose una risa irónica por parte de la contraria, Lalisa le sonríe con sorna.

—¿Acaso no recuerdas que mi principal objetivo es tener una probada de la manzanita? Tu coño me da igual.

—¿Por qué la llamas así? Suenas estúpida.

—La conocí en un puesto de manzanas acarameladas, me fue imposible no llamarla así. —Frunce el ceño ligeramente al notar que varios hombres se dirigían hacia a ellas, tocó el hombro de JiSoo con insistencia. —Eh, Manobal. Nos están siguiendo.

—¿Qué? ¡¿Quién?!

La rubia observó ambos lados frenética, maldita la hora en la que decidió salir sin sus dos guardias de seguridad.

—¿Lalisa Manobal?

—Corre. —Ordena la empresaria empujando con violencia el cuerpo de JiSoo, la contraria entiende el mensaje y con rapidez comienza a correr intentando perderse entre las personas de la zona.

Lisa la sigue por detrás siguiendo el mismo plan, los hombres no las perdían de vista en ningún momento. Las placas en sus uniformes la hicieron detenerse de golpe, sólo era la tonta policía.

—¡Detente, JiSoo!—Le gritó llamando su atención al instante, la grisácea obedeció reuniéndose con ella de vuelta. —Es sólo la estúpida policía, esas pequeñas mierdas molestando.

—¿Me acabas de llamar por mi nombre de pila? Se escuchó como si estuvieras pidiéndome matrimonio, no lo hagas de nuevo.

La empresaria la golpeó en las costillas dejándola sin aire, JiSoo jadeó adolorida mordiéndose la lengua para no soltar alguna grosería.

Algo andaba mal.

Lo dedujo cuando los uniformados las apuntaron con el arma, no, la apuntaban únicamente a ella.

—¿Por qué están apuntándome, idiotas? Los voy a demandar por amenazas.

—Lalisa Manobal, quédese quieta o me veré en la necesidad de dispararle. —Le advierte la oficial SunHi sin apartar su atenta mirada sobre ella, Lalisa parece confundida al igual que JiSoo.

—¿Qué diablos les pasa?—Inquiere la rubia ceniza con una expresión de molestia, sigue sin creer que unos simples gatos del gobierno se atrevan a hacerle una desfachatez como esta a ella, a Lalisa Manobal.

—Usted está arrestada por fraude en distintos fondos monetarios, todo lo que diga será utilizado en su contra así que piense bien lo que dirá apartir de ahora.

La oficial pelirroja asintió con la mirada dándole el permiso a los otros hombres para poder esposar a Manobal.

—¡No me toques pedazo de imbécil!—Le gritó furiosa Lisa cuando sintió las toscas manos del oficial tratando de someterla.

Mientras tanto, Kim se encuentra a tan sólo unos metros observando la escena con aburrimiento.

—¡Kim, no te quedes ahí y ayúdame! ¡Llama a mi puto abogado!

—No soy uno de tus esclavas, Manobal. Jódete en la cárcel. —Responde la grisácea pasándose una mano por los cabellos, le dedica una sensual sonrisa a la oficial cuando ella la mira.

—¡Kim, Kim!—Grita la empresaria con rabia tratando de safarse pero le es imposible, los dos hombres la meten a la fuerza en la patrulla.

—Kim JiSoo, ¿Cierto?

La grisácea asiente acercándose a la oficial, en su rostro muestra una sonrisa coqueta, un clásico de ella.

—A sus servicios, preciosa dama.

—¿Qué hacía con Manobal en estos rumbos?—Le cuestiona tranquilamente la pelirroja sin rodeos, JiSoo no se inmuta ni un poco, únicamente se limita a humedecer sus propios labios antes de responderle.

—Sólo negocios. —Se encoge de hombros sin tomarle mucha importancia al asunto, su ceño se frunce mostrándose falsamente molesta. —Me alegra no haber hecho planes con Manobal, hubiera salido manchada en sus sucios asuntos de fraude, nunca me lo esperé de ella así que le agradezco que la arrestara. ¿Me salve de una buena, cierto?

—Lo hizo. Y no agradezca, señor Kim. Es un alivio saber que no está involucrada también, su restaurante me encanta, es tan prestigiado.

La caníbal esboza una sonrisa encantadora a los ojos de la oficial, JiSoo puede notar que ella no se ha resistido a sus increíbles encantos.

—¿Quisiera tener un platillo especial? Será tan único como su belleza y tan suave como un ternero.

—Me encantaría, señorita Kim.

𝐃  𝐄  𝐄  𝐏    𝐖  𝐄  𝐁.

—¡Es que no entiendes, Adam! No puedo quedarme en la jodida cárcel, van a matarme el primer maldito día como a un perro.

Lisa apretó el teléfono entre sus manos con furia y golpeó la mesa con ímpetu, el abogado se asustó un poco retrociendo de aquella barra que los separaba a ambos.

—Es que todas las evidencias son certeras, señorita Manobal —Adam le comentó de manera relajada dejando los papeles de acusación sobre la mesa, la empresaria la miró a los ojos antes de revisar los papeles a través del cristal. —Todo la acusa directamente de cometer fraude, ¿Desde cuándo lo hace?

—Que mierda te importa desde cuando lo hago, sácame de aquí. —Masculla entre dientes muy cabreada por el interrogatorio, su mandíbula apretada era tan intimidante para el pobre abogado. —Sácame de aquí, Adam. Házlo rápido, mierda.

El castaño tragó saliva negando con lentitud, le causaba un poco de temor y pena la situación de la empresaria.

—¿Por qué no?! Sácame, Adam. Tengo dinero de sobra.

—Todas sus cuentas bancarias fueron congeladas, señor. En verdad lo siento, no puedo hacer nada por usted si todo está en su contra.

—¿Sabes que voy a morir aquí, verdad? Sácame, por favor. —Suplicó la rubia ceniza aferrándose al teléfono, las imágenes de las muertes que pidió y el dolor que le fascinaba causar comenzó a reproducirse en su cabeza como una película.

—No morirá, señorita. —Negó frenéticamente el abogado ante sus palabras, sintió pena al ver el estado tan frágil de aquella mujer. —Le prometo que le conseguiré seguridad aquí, se lo prometo.

—No existe el suficiente dinero para que evites que me maten, Adam. Hice cosas más terribles que sólo un simple fraude, mucha gente quiere verme muerta.

—Tal vez, señorita. Pero yo no.

—¡El tiempo ha acabado! Manobal, quítate del cristal ahora. —Le ordenó la oficial acercándose a ella con brusquedad, la sacudió un poco apurando sus movimientos. Lisa apretó sus dientes con fuerza dedicándole una mirada sombría, después dirigió su atención al abogado.

—Este es un adiós, Adam.

—¡No lo es, señorita!

—¡Manobal, quítate ahora!—Volvió a gritar la mujer esta vez golpeando el vidrio con su arma de manera violenta, la rubia ceniza se puso de pie con brusquedad antes de encararla.

—¿Qué mierda te pasa, eh? Vuelve al asqueroso agujero de donde vienes, hija de perra.

La oficial le dedicó una sonrisa irónica antes de propinarle un buen golpe certero en el rostro, su puño había impactado fuertemente haciéndola tambalearse.

—Estuve en ese agujero gracias a ti, Lalisa Manobal.—Susurró muy cerca de ella, apenas audible entre ambas y soltó una escandalosa risa antes de apartarse tan rápido como llegó. —No me gusta la violencia pero no me deja de otra, usted si que es una reclusa muy difícil.

Adam mostró una expresión de extrañeza sin comprender lo que sucedía, la oficial castaña observaba como Lisa trataba de detener el sangrado de su nariz.

—...Siento haber golpeado a su cliente, abogado. Pero, ¿Usted comprende que cuando un recluso desobedece una orden tengo el derecho de usar la fuerza física?

—Eh, sí. Lo comprendo. —Asiente sintiéndose perturbado con la mirada intensa de la mujer sobre Manobal, ¿Eso era sólo desobediencia o había algo más que no lograba descifrar?—No se preocupe de nada.

La oficial asiente también antes de tomar del brazo a la rubia ceniza y obligarla a caminar de vuelta a las celda.

—¡Adam!

El mencionado escucha su nombre ser gritado y entonces se gira instantáneamente para verla.

—¿Sí?

—Kim JiSoo.

Y lo comprende, su jefa está dispuesta a hundir a su acompañante. Si iba a morir, alguien moriría con ella.

.

N/adap: fue satisfactorio este capítulo.

Voten por favor, hoy les traigo el final, que está dividido en dos partes y mañana o pasado les traere los epílogos.

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