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Maratón 2/7

Narra Mina.

Llegué a mi casa luego de haber vivido el peor episodio de mi vida o al menos de mi vida como estudiante.

Lo primero que hice fue sacar la ropa sucia de mi mochila y arrojarla con mucha bronca a la lavadora. Más tarde la tiraría a la basura o la quemaría en el asador. No quería nada y mucho menos algo material que me recordase a lo acontecido en la cafetería.

No tenía hambre así que me metí en mi dormitorio de un portazo y me lancé boca abajo a la cama.

No quería admitirlo pero lastimosamente todo esto me estaba afectando de sobremanera. Me sentía derrotada en una guerra en la que estaba acostumbrada a ganar. Pero esa regla fue rota y no sabía qué hacer para recuperarme.

Desde que salí corriendo de la escuela estuve reteniendo todas las sensaciones que se generaban y morían repetidamente en mi corazón. Con cada paso que daba una grieta se formaba en las capas que lo protegían hasta el punto de hacerlas caer una por una.

Me sentía muy enojada y débil al mismo tiempo. Quería llorar y golpear a alguien con todas mis fuerzas a la misma vez.

Pero lo reprimí.

—¡DESGRACIADOS! —grité con rabia y comencé a tirar y a romper todo lo que estaba a mi vista.

—¿ME ODIAN? ¡PUES YO TAMBIÉN LOS ODIO! ¡LOS ODIO A TODOS! ¡LOS ODIO EL QUÍNTUPLE DE LO QUE USTEDES ME ODIAN A MÍ!

Mis ojos ardían por todo el esfuerzo que estaba haciendo para contener mis...

—¡QUIEREN QUE LLORE PERO NO LES DARÉ EL GUSTO! ¡NO ESTOY ARREPENTIDA NI UN POCO DE LO QUE LES HICE!

¡Por supuesto que no!

—¡LOS ABORREZCO!

No lloraré.

No lloraré.

Esto no es nada.

Caí sentada en el borde de mi cama totalmente deshecha, producto de mi reciente momento de locura.

Esto es solo una prueba y la pasaré.

De un segundo a otro oí ese ridículo tono musical proveniente de mi teléfono que indicaba una llamada.

No contesté.

Deseaba despejar mi mente de tanta porquería así que tomé una ducha, me cambié de ropa y salí a caminar.

No me sirvió mucho anímicamente pero respirar aire fresco me sentó bastante bien.

Un par de horas después regresé y abrí el refrigerador. Me serví un vaso de agua fría con hielo ya que me urgía enfriar mi cabeza.

Tranquila, Mina. Lo que tienes que hacer primero es tranquilizarte. Uf.

Sana.

Mark.

Diablos, me olvidé de ellos.

Fui enseguida a buscar mi celular con la intención de llamarlos.

Ojalá no esten enojados conmigo.

Al prender el teléfono un montón de llamadas perdidas de un número desconocido salieron a la superficie. Mi sorpresa fue mucha y mi molestia mayor, sobretodo cuando ese mismo número volvió a llamar.

—¿Quién demonios eres y por qué tienes mi número? —Le hablé a quien sea que estuviera del otro lado de la línea.

—Mina, soy yo, BamBam.

¿BamBam?

—Estoy usando el teléfono de mi padre.

—Gracias por avisar, voy a colgar.

—¡Espera! Por favor no cuelgues.

—Ya tuve suficiente por hoy, no se me antoja oír más burlas y menos de ustedes.

—De verdad me preocupas.

—¿En serio? ¿y al equipo también? Porque hoy todos demostraron lo contrario.

—Oye-

—¡Sí, todos ustedes son la misma mierda al igual que las porristas y toda la maldita escuela! Se creen muy superiores por hacerme pasar un mal rato pero me vale ¡Por mí se pueden ir todos al carajo y-

—¡Mina!

¡Los detesto!

—Dame un minuto para hablar ¿Ok?  Hoy falté al insti. Estoy un poco engripado y afónico, por eso mi voz suena así. El caso es que los muchach... Me enteré de lo sucedido. Estoy al tanto de lo que te hicieron en la cafetería y de verdad estoy muy molesto. Quiero que sepas que no comparto para nada el que te hayan humillado tan... De haber estado ahí te hubiera mínimamente defendido.

—Já.

—Ya se lo dije a Yugyeom, Jackson y a Kai, y mañana se lo repetiré al resto del equipo, soy el capitán y no tienen permitido agredirte de ningún modo.

Sí, claro.

—Como sea —dije ya más calmada—. Estoy cansada y me iré a acostar.

—Espera, tengo que contarte algo. El motivo por el cual he intentado comunicarme contigo desde el lunes.

—Dilo sin vueltas.

—Es importante, se trata de Son.

—¿Chaeyoung?

—Descubrí que hizo algo malo, he querido asegurarme de que lo supieras cuanto antes pero —Ah, ya entiendo— como me bloqueaste-

—Debí darme cuenta desde que pronunciaste la primera palabra.

—Ella te engañó.

—No me digas y con quién, ¿con tu vecina?

Qué creíble.

—No me refiero a ese tipo de engaño-

—Con que ese es tu propósito eh, difamar a Chaeyoung. Sospechaba que tu discursito de good person escondía algo raro pero aun así decidí escucharte.

—Oye-

—Adiós.

Colgué y bloqueé ese número también.

Chaeyoung.

Pensar en ella era lo único que podía robarme una sonrisa en momentos como este.

Chaeyoung, mi adorable e inocente baby tiger.

Con la imagen de su carita en mi cabeza me puse a preparar un sandwich de ketchup.

Al día siguiente me desperté más temprano de lo habitual para evitar dialogar con mis padres. Desayuné algo rápido y salí de casa.

Mi ánimo estaba por la tierra. Era más que obvio que no quería entrar al intituto, si dependiera de mí me hubiera quedado en casa a permanecer ahí por el resto de mi vida.

Claro que no era posible y ni bien ingresé al edificio e iba caminando por el pasillo la mirada inquisitoria de los demás se fue posando sobre mí, una por una. No les di importancia y me enfoqué en mi camino hasta que caí hacia adelante.

Alguien había puesto el pie para que tropezara.

Respira Mina, repira.

De pronto el aire se volvía más pesado en mis pulmones mientras oía un par de risas alejándose.

Mi mandíbula se endureció y me erguí ilesa de la situación.

Al quedar frente a mi casillero me di cuenta que la cerradura estaba algo forcejeada. Lo abrí y varias hojas y notas cayeron desparramándose en el piso. No me detuve a leerlas todas, con una me bastó para saber que eran mensajes de odio.

A medida que más personas iban llegando, los insoportables murmullos se hicieron presentes.

—Mina, ven.

Miré a mi costado y vi a Sana.

—Vamos.

—Sana...

—¿A dónde creen que van ustedes dos?

Un grupo de chicas y chicos se aparecieron detrás de nosotras.

—Qué te importa —Le respondió Sana.

—Se creen muy listas. Por lo visto no aprendieron nada con lo de ayer —dijo una de ellos.

—Qué pesados. ¿No tienen nada mejor que hacer?

—Jaja, claro que sí, esto...

Seguido de decir eso no vertieron sobre la cabeza una botella de gaseosa a cada una.

Shit.

—¡Jajajjajajajjaja! —Estallaron en carcajadas.

Más gente se fue acercando mezclando sus estúpidas risas.

Mi mente se puso en blanco nuevamente. A penas sentí cuando Sana me jaló del brazo para apartarnos.

—Me pregunto cuánto bien les produce hacernos esto. Vamos a las duchas antes de que toquen la campana.

—No, Sana. No quiero ir a clases.

—Yo tampoco. Supongo que podemos ausentarnos a la primera hora pero igualmente debemos cambiarnos.

Y eso hicimos.

Tras salir de los vestidores nos dirigimos al salón de Música, donde Mark nos estaba esperando.

Estaba a tan solo un par de meses de graduarme pero estos últimos días me habían generado muchas dudas respecto a si lo lograría o no. No podía acumular tantas faltas pero al diablo.

Al diablo con todo.

Me había acostumbrado a ser el centro de atención por ser una "ganadora" y popular, no por perdedora. Sin embargo, exáctamente eso sucedía.

—Mina, Tierra llamando a Mina —Oí a Mark decir—. Di algo. Ya no sé qué somos para todos aquí.

—Los bufones del instituto.

—¿Qué cosa?

—Dije que somos los bufones del instituto —repetí— o en eso nos están convirtiendo.

—Qué alentador. Es sarcasmo por si no lo notaste. Mina, ¿puedes volver un poco en ti?  O es que acaso estás planeando algo y aún no nos lo cuentas.

—¿Quieren huir como Nayeon?  Adelante, háganlo. No me interesa.

—No se trata de huir o quedarse. Ya no tengo casillero. Rompieron la cerradura y escribieron en cada hoja de mis libros, y cosas nada lindas debo decir. He tenido que estacionar a tres calles de aquí para procurar que no rayen mi auto. Y lo más relevante hasta ahora, ¿te diste cuenta de que mi ceja derecha está más levantada que la otra?  Pues un idiota me dió un codazo en el baño.

—Nosotras también la estamos pasando mal —dijo Sana.

—Sí, pero al ser chico es-

—¿Y qué tiene que ver que seas chico?  A nadie le importa en esta maldita escuela-

—¿A dónde vas, Mina?

—A algún sitio donde pueda estar en silencio —dije parándome de la silla—. Ustedes dos pueden continuar con su tonta discusión.

Salí de aquel aula pese a sus llamados, lo que menos quería en ese momento era ruido, y en el pasillo me encontré a Chaeyoung.

—Mina. ¿Por qué te ausentaste a la clase de Inglés?

—Chaeyoung...

—Fuiste una de las pocas que sacó diez en el exámen, te felicito. Oye, no pensarás faltar a las siguientes clases también.

—Yo...

—Ven.

Me tomó de la muñeca para empezar a caminar pero antes de que diese el primer paso me solté delicadamente de su agarre.

—Chae, no quiero que tengas problemas por mi culpa.

—No entiendo. No puedes faltar a clases.

—Sabes, mi día no empezó bien. Como ya sabrás, todos aquí me odian, nos odian, a mí y a mis amigos. No sé hasta cuándo dure esto y no creo sentirme con el derecho de decirles que se detengan. El caso es que... No quiero que se metan contigo solo por vernos juntas. Iré a clases pero sería conveniente no hablarnos mucho dentro de la escuela.

—Yo estaré bien. Mina, cuéntale a tus padres, no puedes permitir que se ensañen contigo por cosas del pasado. Tú ya no eres la malvada chica que solías ser.

"Malvada"

Suena tan benevolente.

—Nos vemos después —dije antes de tomar suavemente su mano izquierda

Sonreí vagamente.

—Gracias por preocuparte por mí, Chaengie.

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