Capítulo 54
Narra Mina.
Tuve suerte de no recibir un sermón tan grande de parte de mis padres. Claro que ganas no les faltaban. Ventajas de ser hija única, si me mataban se quedarían sin heredera.
Mal, lo sé.
Por otro lado, seguía con un terrible dolor de cerebro pese a haber inasistido dos días al instituto y una resaca que no se me iba ni bebiéndome un tanque de café, pero tenía que fingir que ya estaba bien o me lloverían más regaños de papá y mamá.
—Gracias por el delicioso desayuno —Me levanté de la mesa de la cocina sonriendo como monja. Un momento... ¿Las monjas sonríen?— Ya me voy. Muac —Incluso les lancé besitos en el aire pero ni se inmutaron. Sí, daba asco mi nivel de lame botas para que se les pasara el enojo.
Caminé de espaldas y dando cortas reverencias mientras dejaba la cocina abrazada a mi mochila. Luego prácticamente corrí fuera de la casa.
Tenía que hablar con Sana, Nayeon y Mark pero no había encontrado la manera de comunicarme con ellos y como que tampoco había indicio de que quisieran saber de mí.
Ya verán.
El yunque que sentía sobre la cabeza y que no se me quitaba con nada ya me tenía de mal humor. Apenas logré encontrar la dirección de la escuela sin perderme en el camino y para colmo se largó a llover. Cuando entré me dirigí al baño más cercano y me encerré en el último cubículo a tomar una aspirina. Ya no daba más.
Mientras esperaba sentada y tomada de la cabeza a que sonara la estúpida campana, un par de voces evitaron que me quedase dormida.
—Listo, no hay nadie aquí. ¿Puedes decirme ahora qué te tiene tan aturdida?
—Se trata de Chaeyoung. Yo... Sospecho que algo malo está pasándole.
—¿Por qué lo dic-
—Porque soy su mejor amiga y lo presiento. Algo está ocurriendo con ella desde que dejó de asistir a clases.
—Obviamente debieron quedarles heridas en todo el cuerpo luego de que esos viles cobardes la apalearan.
Cerré mis ojos con fuerza.
—No me refiero a eso.
—¿Entonces?
—Es que... Es complicado.
—Por favor, necesito que seas directa para poder ayudar, Dahyun.
—Es que su madre... Su madre vino ayer a mi casa.
—¿Y?
—Vino a decirle a la mía que ya no quiere que yo vaya a alcanzarle los apuntes ni las devoluciones de los trabajos prácticos a Chae. Dijo que se encargaría de ir personalmente a recogerlas a la escuela, que ya no es necesario que vaya a visitarla porque estará muy ocupada con sus clases particulares.
—¿Qué?
—Como escuchaste. Supuestamente se está preparando con clases privadas para rendir los exámenes finales. Pero no es verdad, no es verdad porque de ser así Chae me lo hubiera dicho. Pero no puede hacerlo, no puede o no lo tiene permitido. No lo entiendo Joy. Sus padres me conocen desde la cuna, saben muy bien que somos como uña y carne, que nos protegemos mutuamente. Nunca antes me habían negado la entrada a su casa ni mucho menos considerado una distracción negativa. ¿De pronto soy una mala influencia?
—Claro que no.
—¿Y por qué dijo eso?
—Yo... No lo sé. ¿Pero segura que escuchaste bien? A lo mejor solo malinterpretaste sus palabras y te estás haciendo ideas.
—Las escuché detrás de la puerta.
—Además, es lógico que este tomando clases particulares especiales considerando el poco tiempo del que disponemos para estudiar para doce exámenes integradores y súmale las clases que se perdió.
—No creo que sea la única razón. La señora Son estaba muy seria, creo que hasta molesta. No cambió de parecer ni siquiera cuando mi madre le comentó que nos mudaríamos a otro país. No quiere que le hable a Chae. Estoy segura de que le quitó el teléfono también y que por eso no responde mis llamadas ni me las devuelve.
—Ahora que lo mencionas, tampoco responde las mías y... Oye, sí está raro que no permita que su hija reciba las visitas de su mejor amiga a sabiendas de que es probable que no vuelvan a verse dentro de un largo tiempo.
—Iré a verla después de clases.
—Iré también. Quiero saber qué está pasando. Le avisaré a Somi-
—NO. Es decir, mejor no.
—¿Por qué?
—Porque...
—Si lo dices por el triángulo amoroso en el que está envuelta, no me interesa en lo absoluto. Desde el otro día me viene preguntando por Chae y francamente si supiera algo se lo diría todo. Ha estado al pendiente de su recuperación y merece estar al tanto de lo que sea que le esté ocurriendo. Ni siquiera le responde los mensajes que le envía.
—A mí tampoco me responde, hace días que no está en línea.
—Pues ya somos tres. ¿Ya ves? Es mejor si vamos las tres.
—No sé si sea buena idea. No quiero que Chae tenga problemas con Mina.
—Independientemente de lo que Somi sienta por Chaeyoung, es nuestra amiga. No sé lo que haya pasado entre esas tres pero desde mi última charla con Somi he notado que la necesita mucho. Ha tratado de ponerse en contacto con ella tan insistentemente que no dudo que se trate de algo muy importante de lo que tienen que hablar. Si sabe nuestras sospechas, irá sin dudar.
—Joy... Un momento, ¿hablar de algo importante? ¿Crees que quiera contarle sobre lo que aquel bastardo quiso hacerle a Mina?
—¿Qué pasa contigo? Hablas como si no conocieras lo suficiente a Somi como para saber que sería incapaz de irle con cuentos a Chaeyoung solo para humillar a Mina y ganar puntos con ella.
—Tienes razón. Lo siento, es que...
—¿Acaso se te ocurrió hacerlo a ti?
—Confieso que en un principio sí pensé en decirle pero me arrepentí enseguida. Ya es demasiado con lo que está atravesando como para preocuparla así. Por esa misma razón tampoco le conté que me mudaré a otro continente después de la graduación. Agradecí en aquel momento que no contestara mi llamada.
—Dahyun...
Maldita campana.
—Seguimos hablando en el receso.
Sus voces se alejaron junto con sus pasos y entonces salí del cubículo.
Me lavé la cara para estar más despierta. Mi mente era una sopa de letras ahora mismo y no tenía la más pálida idea de cómo rearmar el diálogo del par que hace minutos platicaba acá.
Ese resonante ruido que indicaba que ya debería estar en el aula no ayudaba tampoco pero sirvió para moverme del baño al salón.
Por llegar tarde el profesor me mandó a sentar en uno de los asientos de adelante así que no pude cruzar palabra con Nayeon, la única de mis amigos con la que compartía esta clase, en toda la hora.
La aspirina hacía efecto y ahora las palabras que había escuchado en el baño rebotaban como pelota de ping pong dentro de mi cabeza.
Chaeyoung.
Heridas.
Clases particulares.
Llamadas.
Dahyun.
Somi.
¿Qué significa todo esto?
Alguien tíreme una cuerda.
Minutos antes del receso ya me sentía mucho mejor, por suerte, y no tuve que acudir a la enfermería para que me mandaran a casa. Tenía muchas cosas que averiguar ahora que había ordenado un poco más mi mente.
Lo primero era saber qué rayos había pasado la otra noche.
Cuando sonó el timbre fui detrás de la coneja, quien al salir ni siquiera había volteado a mirarme.
¿Se enojaron otra vez? Lo que faltaba.
La seguí hasta el corredor del último piso y entonces... WtF.
—Welcome —Nayeon se giró sin más. No la había visto bien de frente y ahora era como estar delante de la versión humana de Emily, si hubiese un live action de El cadaver de la novia.
—¿Qué rayos les pasó? —Mark tenía todos los dedos de sus manos vendados y Sana la cara arañada.
—Miren nada más quién se dignó a aparecer.
—Hola...?
—No, ni se te ocurra hacerte la desentendida ahora.
—¿Desenten-
—No excuses.
—Solo diré dos palabras. No recuerdo.
—No si Nayeon 2.0.
—Oigan, yo no me hice la amnésica con Alzheimer por casi dos días ni me escondí cobardemente como topo para zafar de las represalias por los líos que armé en mi estado de drogón ball. No como "OTRAS" que ni siquiera les atendió las llamadas.
—Bueno... —Suspiré con un poco de estrés— Creo que es momento para contarles que mis padres se enteraron de que bebo y que me quitaron la computadora y el celular como parte del castigo. Tenía otro cel de repuesto pero no con sus números actuales. Joder, desde que desperté esa tarde en el sofá he estado con una terrible resaca de los mil jodidos demonios y recién desde hace una hora estoy sintiendo una mejora real en mi sistema.
No sé qué era lo gracioso para que Nayeon y Mark se pusieran a carcajear.
—No es resaca —Sana se unió al círculo.
—¿No?
—Claro que no —Negó Nayeon. El clown de Mark seguía riendo—. Yo creo que mezclaste drogas, alcohol, gasolina, pólvora, cemento y ácido folclórico.
Genial. Ahora los tres se ríen de mí.
"Ja-ja".
¿Ácido folclórico? Eso ni siquiera existe.
—Idiotas. Solo quería saber qué pasó esa noche, con saber que no matamos a nadie me basta y sobra. Por lo visto nada relevante en verdad sucedió así que-
—¡JÁ! Deberías estar disculpándote por casi partirme a la mitad como a una galleta en lugar de hablar tan desairadamente —K.
—¿De qué...?
—¡Descarada!
—Mark-
—¡Discúlpate ahora mismo!
—No entiendo ni ****** por qué estás molesto conmigo. Pero claro, como es más fácil reírse como yeguas dando a luz elefantes en vez de explicarme lo que ocurrió en el antro, que es lo último que recuerdo de esa pta noche, luego de que me abandonaran a mi suerte para irse a perrear con lady bugs.
—¡No eran lady bugs y no te burles!
—¡No me estoy burlando!
—¡Fiona!
—¡Tu mamá!
—¡¿Así me pagas luego de salvarte esa noche de la policía?!
—Fue la policía la que me trajo a casa, ¿crees que no lo sé?
—¿Ah sí? ¿También sabes dónde te encontraron, malagradecida?
—¿Qué se supone que debo agradecer si ni me aclaran qué cagadas me mandé?
A ver... Volvamos a repasar. Yo hablaba con Sana en la barra. Luego se fue a bailar también y me quedé sola con...
Mierda.
—Un idiota se sentó a mi lado. No puede ser, ¿acaso...?
Por favor que no sea lo que estoy pensando. Por favor que no sea lo que estoy pensando. Por favor que no sea lo que estoy pensando.
Me mato.
—No tuviste s*** con él si es lo que piensas —Gracias Nayeon—. Aunque no puedo asegurarlo —¡¡¡NO!!!
—Wow... ¿Engañaste a Sdfg... —Tuvo suerte de que Sana le tapara la boca o lo mataría.
—¡Ya! Dejen de asustarla. Mina, saliste intacta del club, ¿okay? No tienes de qué alarmarte. En resumen, lo que pasó fue que estuviste actuando bajo los efectos de alguna sustancia desconocido o algo por el estilo. Intentaste escapar de nosotros un par de veces, fuiste a parar a una zanja con el auto de Mark gracias a su "brillante" idea de hacerse el cupido. El caso es que no pudimos controlar a las dos, Nayeon borracha y loca y tú en ese estado, que en un descuido te perdimos de vista y ya sabes el resto.
—¿Disculpa? Minatozaki, creo que omites unos para nada pequeños detalles de nuestra "divertida aventura" como el hecho de que, dejando de lado su intento de homicidio hacia mí, estuvimos muy cerca de ser atrapados por un patrullero y ni alegando que yo NO estaba al volante cuando se le rayó la pintura pude evitar que mi padre me QUITARA EL AUTO. ¿Oyeron bien? Estoy castigado, ya no tengo vehículo y no sé cuándo lo podré recuperar.
—Pues dile a tu padre que tiene mi respeto. Gracias a él nos ahorraremos el disgusto que pasar por segunda vez por una situación así de estúpidamente peligrosa en la que casi pasamos la noche en la estación de policía —Uhm... Dejaré las fiestas por un tiempo—. Como te decía Mina, cuando... Ugh, ya mejor dejemos ese tema de lado de una vez por todas.
—Bien. Confiaré en ustedes. Hay otra cosa... —Hice una pausa al ver a Mark recoger su mochila y largarse con la mirada indiferente. "Genial".
—Ya se le pasará —Eso esperaba, aunque no podía estar tan relajada como Nayeon—. Ya, suelta —Se cruzó de brazos—. ¿Qué pasa con la enana? Digo, Son.
—Es justamente lo que... Un momento, ¿cómo sabías que les hablaría de ella?
—Porque solo cuando se trata de esa chica andas con esa carucha demacrada de pingüino al que le robaron su único huevo. ¿O no, Sana?
—Digamos.
—Necesito noticias de ella —Sentí un inexplicable escalofrío—. Escuché a sus amigas decir en el baño que... —Rayos. Ya no lo recuerdo con claridad— Algo de clases particulares...? —Y Somi— Ugh, andaba muy mal esta mañana —Creo que prefiero no saberlo.
—¿Piensas en ir a visitarla?
—Ya lo hice, hace unos días. Pasé la noche en su casa.
—¿Cómo? —Hora del interrogatorio. Sana abrió enormemente los ojos, al contrario de Nayeon— Pero ¿cuándo? ¿Por qué no lo comentaste antes?
—A juzgar por tu manera de actuar diría que sucedieron un mix de cosas.
—Muchas. Pero me di cuenta después de que fue un error.
—No empieces con eso. Si tan fuerte es lo que sientes por ella-
—¿Debo luchar? ¿Es lo que dirás? No es tan simple, Sana. Últimamente me detengo a pensar en qué hubiese sido si hubiera rechazado a BamBam desde el comienzo, era una chiquilla tan tonta cuya única prioridad era ser popular. Si tan solo no le hubiese negado a Chaeyoung el derecho a no elegirme, si no hubiese jugado sucio.
—Ella te eligió, su relación demuestra que te ama.
—¡No! ¡Basta, no es verdad! Tienen que saber algo. La verdad es que Chaeyoung no estaba conmigo por su voluntad.
—¿De qué hablas?
—Si aceptó ser mi novia fue porque... fue porque la chantajeé.
Narra Chaeyoung.
Otra noche de desvelo. Mis ojos dolían de tanto llorar, ya estaban secos a esta altura pero eso no significaba que el dolor desapareciera. El de mis padres seguía intacto, lo sentía en sus gritos cuando discutían o en la voz de mi madre cuando oía su llanto en la madrugada.
Estos días no había salido del cuarto. Me sentía angustiada y la culpa me carcomía por dentro por causarle tanta tristeza a quienes habían depositado toda su esperanza en mí.
Se supone que yo era el futuro, el progreso. Y en qué me había convertido ahora, en la decepción.
Si tan solo me dieran unos minutos les contaría tantas cosas que pasaron estas últimas semanas, meses. Les contaría que intentaron matarme, que estoy por perder a mi mejor amiga, que no estoy segura acerca de la carrera que eligieron para mí. Les hablaría de Mina, la chica que no sale de mi cabeza.
Mina, he sido tan cobarde, sigo siéndolo, y lo siento por eso. ¿Puedes venir y decir que te gusto como antes? No volviste como dijiste y tal vez eso hubiera empeorado las cosas pero nada quita que extrañe tu voz, tus abrazos pegajosos, tu gummy's smile. Mi chica cursi.
Quiero verte pero no deseo que veas a esta patética y asquerosa decepción en la que me he convertido. Al parecer no soy una experta solo en romper tu corazón.
Papá, mamá, lo siento.
Me destapé la cara al escuchar el ruido del pomo de la puerta. Era papá quien, al igual que en los últimos tres días, venía a dejar una charola con comida sobre la mesa de luz. Mudo, pálido y sin mirarme a los ojos pero con los suyos rojos y sumamente tristes. Luego se iba otra vez.
La última vez que vi a mi madre fue aquella vez en la sala. Su mirada llena de reproche, decepción y asco seguía ahí.
Yo no tocaba la comida, no tenía apetito. Era como estar presa de alguna manera ya que no tenía mi teléfono conmigo. No tenía a nadie con quien hablar.
Esta era la última semana de clases antes de los exámenes y no podía importarme menos el estudio. Había echado a perder todo.
Ni siquiera era capaz de autoconsolarme, era tan débil que en el fondo seguía dependiendo de la opinión de otros, de lo que mi padre y principalmente mi madre pensaran de mí.
El resto de la tarde me la pasé mirando la lluvia a través de la ventana. Todo era gris, absolutamente todo. Cuando las cataratas se redujeron a gotas, decidí bajar las persianas y volver bajo las frazadas pero antes de que pudiera hacerlo sonaron un par de gritos familiares.
Me corrí a un costado al divisar que eran Dahyun y Joy.
—¡Chaeyoung! —lanzaban piedritas contra el cristal.
—¡Si estás ahí, responde! ¡Soy yo, Dahyun!
No podía. Me quedé ahí, contra la pared, al borde de las lágrimas.
Chicas, vayánse por favor. No quiero involucrarlas en esto.
—¡SON CHAEYOUNG!
Lo siento, Dubu.
Yo me busqué esto.
—¡CHAE!
Los gritos perduraron un buen rato, era de noche y todo estaba oscuro. No quería moverme y no quería dejar el piso pero lo hice cuando escuché llorar a mamá. Esta vez decidí salir y seguir su voz por el pasillo de arriba hasta su dormitorio. Ésta tenía la puerta entreabierta. Vi a mi madre en el borde de la cama sujetando un ratrato familiar nuestro. Mi padre estaba a su lado rodeándola con su brazo.
—Está bien —Soltó de repente quitando el brazo de su hombro—. Apoyaré la idea del campamento para... Pero por favor deja de llorar, querida.
—¿Lo dices en serio?
Él asintió cabizbajo. ¿Qué está pasando?
—Es la mejor decisión y será lo mejor para todos —Su estado de ánimo había cambiado radicalmente—. El pastor me dió unos folletos y me explicó todo al respecto. Serán solo seis meses, no le faltará nada, convivirá con un grupo de apoyo que padecen el mismo trastorno.
¿QUÉ?
—¿Seis meses?
—¿Te parece mucho? Es poco a comparación de la vida que echará a la basura si no actuamos de inmediato y permitimos que siga adelante con esa enfermedad.
—P-pero... ¿Qué hay de la universidad? ¿Dejarás que pierda el año?
—Escucha. Esto es necesario. Y sí, estoy dispuesta a dejar que pierda uno, dos, cinco, el tiempo que haga falta con tal de no perderla a ella. Quiero a mi hija de vuelta y haré todo lo que esté a mi alcance para que así sea, voy a recuperar a mi pequeña y nada va a impedírmelo.
—Ya tiene dieciocho. Tal vez deberíamos dejar que decida-
—¿Decidir qué? Somos sus padres y es nuestro deber ver por ella mientras estemos vivos. Chaeyoung desconoce el mal camino al que la orillarán sus malas decisiones. Piensa, ¿quién además de nosotros, sus padres, saben qué es lo mejor para ella?
Apreté mis muletas.
—¿Y luego del campamento? ¿Qué pasará después?
—La enviaremos con su tía en Jeju hasta que haya recobrado completamente la razón y esté lista para retomar su vida, sus estudios y, en especial, para ser feliz con su familia.
No... No...
—¿Qué se supone que hará en este campamento bíblico?
—Actividades recreativas, tareas productivas, charlas grupales, estará rodeada de especialistas puestos a su disposición —¡¡¡¿¿¿...???!!!—. Además podremos ir a visitarla, serán como unas vacaciones. Querido, no debes dudar de lo único que puede restablecer el bienestar psicológico de tu hija. Chaeyoung es nuestra única hija y sé que, como yo, no quieres perderla. Esta es la solución, confía en el programa.
—Confiaré en ti. Como siempre lo he hecho. Ya te di mi respuesta.
—Mañana mismo iré a la iglesia. Le pediré al pastor que venga en la tarde si es posible.
¡Qué rayos!
¿Campam...?
Me paralicé. Mi ritmo cardíaco se aceleró a un nivel que no creía ser capaz de soportar si permanecía un solo segundo más ahí.
¿Es real lo que acabo de escuchar?
Regresé a mi cuarto y me tiré al suelo a llorar ahogadamente. Tenía miedo, ¿a dónde iban a mandarme?
Mamá... Papá... Perdónenme.
Merezco esto, merezco que ya no me consideren parte de la familia pero... Pero... ¿Realmente estoy enferma para ustedes?
¿Es tan indigno ser yo?
¿Es tan deplorable el que me guste una chica?
¿Qué debo hacer para convencerlos de que sigo siendo la misma Chaeyoung de siempre, la misma que querían y la que los ama con todo su corazón?
Se los ruego.
La noche en mi habitación era un freezer a la temperatura más baja. No había luna y ya no era yo misma. Respiraba la helada que entraba por la ventana abierta mientras yacía en la fría alfombra. No podía dormir, no si sabía que iban a deshacerse de mí en cualquier momento.
Pensé en Mina y en Dahyun para aliviarme un poco pero tuvo un efecto contrario cuando fui consciente de que no volvería a verlas nunca más. Mi mejor amiga se iría y yo no podría siquiera despedirme de ella, no estaría ahí para abrazarla y desearle suerte antes de que suba al avión.
Tal vez a eso viniste, a decir adiós y yo ni siquiera me asomé a saludarte.
—Soy una completa buena para nada, Dahyun. Vuelve por favor.
Mina, si solo pudiera retroceder el tiempo jamás te lastimaría, te invitaría a salir yo misma y haría de nuestra primera cita la mejor de todas. Jamás debí apartarte de mí. Ojalá pudieras tomar mi mano y decirme que todo estará bien.
No quiero desaparecer de tu vida, pingüina. Me odiaré si eso llegase a pasar.
—Mina —Susurré su nombre mientras las lágrimas me nublaban la vista.
Horas después, todo se fue aclarando alrededor. Ya estaba amaneciendo.
Temblé.
No, no, esto no puede estar pasando, tiene que ser una pesadilla. No deseo ser aislada como si portara un virus contagioso y deba ser curada. Nadie merece esto por sentir algo bonito por alguien.
Me puse de pie de inmediato. De un instante a otro me llené de absoluta desesperación, una claustrofobia temporal que me impulsaba a escapar.
—T-tengo que salir de aquí —Fui por el baúl que estaba debajo de la cama, lo abrí y saqué cuters y tijeras de diferentes tamaños que usaba para Arte. No lo pensé dos veces y empecé a cortar el yeso que envolvía mi pierna derecha.
Respiraba muy fuerte, tanto que temí que se escuchara por toda la casa.
Una vez que terminé de quitarme el yeso me puse el uniforme de la escuela. Luego tomé las muletas y sigilosamente bajé las escaleras.
Abajo estaba oscuro pero aun así logré llegar a la puerta principal. Sin embargo, antes de abrirla tropecé con el perchero ocasionando un ruido que estaba segura me delataría.
Maldición.
No esperé más y me fui.
Una hora más tarde me hallaba frente a la escuela. Llegué justo a tiempo de que cerraran las puertas y tuve suerte de que no hubiera ningún preceptor vigilando en el portón.
Una vez adentro, lo primero que hice fue buscar a Dahyun. Poco me importaban las miradas los demás, necesitaba ayuda urgentemente.
—¿Chaeyoung?
—¡Dubu! —Volteé al reconocer su voz.
—¿Cómo estás? ¿Acaso ya-
—¡Tienes que ayudarme, es una emergencia!
—¿¿De qué...??
—Mis padres se pusieron en contacto con el pastor de una iglesia para enviarme lejos.
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