1.2 "Las bendiciones de Santa Coxis"
—¿Estás segura de esto? — cuestionó Belle con los brazos cruzados. — Pareciera ser que te vio la cara, Lottie.
— No lo haría, ya que conozco un gran secreto sobre él. Y te aseguro que preferiría que no se revelara. — sonrió con malicia. — Y si intenta engañarme, simplemente lo presionó un poco, ¿qué es lo peor que podría pasar?
Ambas hermanas estaban fuera del hospital, nerviosas, esperando para comenzar sus lecciones.
— ¿Un secreto? ¿Cuál es? — preguntó Belle.
— No te lo puedo contar, esa fue la condición. — respondió Lottie.
— Bueno, solo para que lo sepas, a mí no me cae muy bien, es muy engreído. — comentó Belle.
— Sí, pues; no es como que tengamos otras alternativas. Y no me gustaría pedirle a Sneed este favor. — agregó Lottie.
Belle sonrió.
— Ese idiota, le volaré los dientes si se atreve a acercarse.
Charlotte soltó una risita, y entraron.
El vestíbulo del hospital era hermoso, parecía que no había nadie, ya que al entrar, el eco de los zapatos resonaba en toda la sala.
— Ven, vamos por aquí. — Belle tiró del brazo de Lottie.
Rápidamente, una joven de cabello crespo se acercó, al observar las vestimentas se tensó, y de igual forma hizo una reverencia corta.
— Hola, ¿Dónde está el quirófano? — preguntó Charlotte con una sonrisa.
La joven, que al parecer era una enfermera del mismo hospital, señaló hacia su derecha. Y ambas se dirigieron hacia la sala señalada.
—No hay nadie. — intervino la enfermera. — Y no se admiten mujeres, señoritas.
Belle metió a Charlotte y cerró la puerta frente a la enfermera.
— ¿Qué fue eso?
— ¿Qué, acaso, esperabas una fiesta de bienvenida?
— No, pero fuiste bastante brusca con ella. Podrías haber al menos saludado.
— No nos hubiera dejado pasar si nos quedábamos allí. Te conseguí un puesto en primera fila. ¿No estás contenta?
Charlotte rodó los ojos con una sonrisa, definitivamente estaba más que feliz, seguramente estaría a punto de gritar de emoción en ese mismo momento.
Caminaron un poco por la sala explorando cada rincón de la misma. Charlotte se detuvo justo frente a la camilla de operaciones, mientras Belle apareció detrás de ella sosteniendo sus hombros.
— ¿Te lo imaginas? Todo un público amándote y aplaudiendo por lo que eres capaz de hacer. Salvando vidas, cortando y cosiendo.
¡Corta! ¡Corta! ¡Corta!
En ese instante, la imagen mental que Charlotte tenía la hizo sentir momentáneamente importante. Sentía la urgencia de reír, llorar, gritar e incluso vomitar... Sí, definitivamente vomitaría, pero no en ese momento.
Finalmente, experimentó lo que tanto había anhelado: "libertad". Algo que quizás no volvería a experimentar en su vida. Por primera vez, dejó de sentirse como una carga, tal como su madre le solía decir en su infancia.
— Oh Belle, esto es maravilloso. Finalmente podremos cumplir con nu...
— Señoritas. — una voz interrumpió, era de nuevo la enfermera. — Supongo que ambas están buscando al...
— ¡Al Dr. Dawkins! — continúo Charlotte. — Dijo que nos iba a dar lecciones... de medicina.
Una sonrisa ingenua salió de la joven enfermera. — Claro, él se encuentra por aquí. Síganme.
[...]
La joven de cabello crespo golpeó una puerta que parecía conducir a un sótano. No tardó en abrirse, y ella solo giró la cabeza hacia las hermanas antes de retirarse rápidamente.
Charlotte y Belle se asomaron, la mayor con una expresión seria mientras que la menor no podía ocultar su alegría. Jack les dedico una breve sonrisa
— Justo cuando crees que tu día ya no da para más. — murmuró molesto, recibiendo una mirada fulminante de Belle.
Detrás de él apareció un caballero anciano que, al ver a Charlotte, le sonrió amablemente.
—¿Quieres una naranja, querida? — dijo extendiendo la fruta ya pelada. —Aprendí por ensayo y error que son más dulces sin la piel.
Ella soltó una risita, y tomó la fruta por educación. — Creó que eso es algo obvio, Señor...
— Fagin, a su servicio. Mi lady...
— Charlotte. — respondió con una sonrisa cariñosa.
— ¡Charlotte, que hermoso nombre! — dijo haciendo una reverencia, tomando la mano de la castaña para besarla, lo que hizo que Jack rodara los ojos, ya harto de la situación.
— ¿Es su padre?
— ¡Sí!
—¡No!
Ambas hermanas fruncieron el ceño.
— ¡Muévete! — dijo Fagin empujando a Dawkins para que ahora él quedará al frente. — Disculpen a mi muchacho, suele ser un poco... molestó y odioso y amargado.
— ¿Un poco? — murmuró Belle.
— ¡Bueno, ya! ¿Ustedes que hacen aquí?
— Vinimos a practicar. — dijo Charlotte con una enorme sonrisa.
Jack las miró incrédulo de arriba hacia abajo.
— ¿Caballos? — preguntó a punto de soltar una carcajada
— Es lo único que encontramos en el apuro. — se defendió Belle.
Jack suspiro y comenzó a caminar. — Me temo que hoy no tengo un buen día. Estoy intentando resolver un asunto personal.
Dirigiéndose nuevamente al quirófano.
— Resulta que yo sí tengo un muy buen día. ¿Por dónde empezamos? — continuo Belle.
Jack, quien al parecer sí tenía un mal día solo miro a las hermanas con fastidio y prosiguió.
— Hetty las presentará a las demás enfermeras. Y les entregará un uniforme...
—No. No vinimos a formarnos como enfermeras, Dawkins. — interrumpió Charlotte. — Tú estás aquí para enseñarnos el arte de la cirugía.
— Ese nunca fue el acuerdo, Charlotte— masculló irritado
— Ja, ese fue precisamente el acuerdo, Dawkins. A cambio de que no te entregué a mi padre, el gobernador, el hombre con todo el poder y ansias de ahorcar.
"Ah, lo amenazó" pensó Belle.
— Harán lo que yo les diga. — se acercó desafiante hacia la castaña. — ¡Las mujeres no pueden ser Cirujanas!
— Claro que sí. — intervino Belle.
— Pues tienen dos manos. — añadió burlona Hetty, mientras ayudaba al rubio a ponerse el delantal.
— Gracias, Hetty. — respondió sarcástico Jack.
— Sí, gracias Hetty. — Charlotte le dedico una sonrisa cariñosa a esta.
— No son mis reglas. Son las reglas de la sociedad.
— Creó que te olvidas de que, aquí, nosotras somos la sociedad. — contradijo Belle.
— El profesor McGregor nunca las aceptará. — respondió orgulloso.
— ¿Te perdiste la parte en la que dijo que somos las hijas del gobernador? Somos lo más cercano a la realeza aquí. — ahora intervino Charlotte, orgullosa.
— No en este lugar. — sonrió con malicia. — Aquí empezarán dónde empiezan todos.
[...]
Todas las enfermeras esperaban, al igual que Jack y Belle. A Charlotte, pues está se encontraba vomitando debajo de una camilla.
— Ya, Lottie, estoy segura de que ya sacaste todo. — apoyo su hermana Belle.
Está soltó un quejido aún abajo de la camilla, y cómo pudo se levantó con la bandeja en mano.
Jack sonreía, a punto de reír al ver a la castaña en ese estado que, sí, aunque le pareciera repugnante, resultó muy gracioso.
— Bien hecho. — felicitó Jack sarcástico. — Si su majestad se llevará, esta ofrenda real y treinta más como está; y las arrojará en la fosa detrás del hospital, sería excelente, gracias.
— ¿Recogen excrementos de personas enfermas y los tiran ahí afuera? — La simple idea hacía que Charlotte quisiera volver debajo de la camilla.
— Puedes hacerte una colcha con eso si así lo deseas. — sonrió el rubio.
— Este lugar es horrible. — soltó sin más.
—¿No lo habías notado princesita?
—¿Nadie sabe aquí lo que es la limpieza? — interrumpió Belle expectante. — ¿No leíste las últimas publicaciones sobre higiene?
— Aquí estamos un poco ocupados como para leer mucho. — respondió.
— En ese caso, están matando a sus pacientes. — habló Charlotte. — ¡Está gente estaría más segura viviendo en un chiquero!
Dawkins se hartó, agarro a ambas hermanas del brazo y las jaló hacia otra habitación.
— ¡La primera tarea de cualquier médico es no asustar a sus pacientes! — susurró. — Y coincido con ustedes. Sé que el pabellón no es muy saludable, pero así es cómo le gusta al profesor. — agregó en voz baja
— El profesor tiene aire en la cabeza. — continuó Belle.
— Bueno, al fin en algo estamos de acuerdo.
— Me niego a trabajar ahí dentro. — murmuró indignada Charlotte.
— Bien. Gracias por el honor de su visita. — comentó el rubio, para después rodar sus ojos y retirarse a dónde se encontraban las enfermeras.
Las hermanas se miraron de forma atónita. Ahí era donde comenzaba su tarea
—¡Vamos a necesitar trapeadores! — reanudó la conversación Belle. — Y debo hablar con el personal de enfermería y lavandería. Bueno, Lottie puede iniciar ahí. Y, sí, otra ropa, por favor.
Con una última mirada fría al rubio, Belle tomó la mano de Charlotte y salieron de la habitación. En ese momento, todas las enfermeras que estaban con Jack siguieron a las dos hermanas, dejándolo solo.
[...]
Aquella tarde, la suave brisa acariciaba a Charlotte mientras se encontraba sola en la parte trasera del hospital, lavando los trapos y sábanas que Hetty le había entregado previamente. Mientras tanto, dentro del edificio, Belle terminaba de trapear y limpiar todo el lugar.
Exhausta, la joven castaña suspiró y, al sentir su cabello suelto molestándola, sacó una liga de sus bolsillos y rápidamente lo recogió en una trenza.
— Todo ese trabajo te ha dejado un agujero en tu vestido, princesa. — una voz familiar surgió detrás de la castaña, asustándola.
Charlotte le miró de reojo y siguió con su labor.
— Entonces simplemente mira hacia otro lado.
Jack carraspeó indignado.
Se sentó en la barandilla de la escalera, observándola detenidamente y notando lo bien que lucía el uniforme y el sutil peinado que ella acababa de hacerse hace apenas unos segundos, que mostraba discretamente su cuello.
Apartó su vista, aclarando de nuevo sus pensamientos.
— Conozco los descubrimientos médicos en el extranjero, pero nuestro cirujano jefe, no. — comentó el rubio. — Para él, la sangre y las vísceras son como una insignia de honor.
Charlotte dejó a un lado las sábanas que estaba tallando, irritada.
—¿Y estás de acuerdo con eso, aunque esté matando a tus pacientes? — alegó la castaña, ya enojada.
— Él hará que todo lo que hicieron vuelva a ser como antes.
— Y, durante unos días, al menos algunas personas podrían sobrevivir. — continuó con una sonrisa falsa, retomando su labor.
Jack no podía dejar de mirarla, había algo en ella que hacía querer siempre observarla. Una sonrisa se asomó en sus labios al notar cómo las mejillas de la castaña se volvían rojas cuando se enojaba, al menos así lo percibió el joven cirujano.
El tenso silencio incomodaba a Charlotte, quien interrumpió su labor para devolverle la mirada, la cual él desvió rápidamente. Carraspeó y se levantó, caminando hacia ella.
— Si realmente quieres quedarte, necesitarás un mapa del cuerpo humano, de cómo todo se conecta con todo, desde el dedo gordo del pie hasta la cabeza.
Charlotte se puso de pie y se limpió las manos con el delantal que llevaba puesto.
— O sea, ¿Del hallux al cráneo? — Jack la miró ingenuo. — Falanges de los dedos, tarso, crus, rótula, fémur...
— Bueno, se trata también de los órganos internos. — agregó acercándose a ella.
Charlotte intuyó su intención de intimidarla. Sin embargo, no le iba a dar esa satisfacción, por lo que subió un escalón para igualar su altura.
— Cerebelo, esófago, pulmones, corazón, hígado. ¿O quieres los nombres en griego antiguo? — preguntó con los brazos cruzados. — Hablo griego y latín. ¿Y tú? — alardeó.
Jack soltó un suspiro, sin saber si debía impresionarse o frustrarse por su actitud
— Nunca sentí la necesidad de hablar con latinos muertos. — se defendió. — ¡No sé trata de los nombres, Charlotte!
— Acabas de decir que sí. — murmuró
— No, se trata de mirar a un niño a la cara sabiendo que va a morir y que no hay nada que puedas hacer para ayudarlo. — Jack interrumpió, desafiante, acercándose a ella.
Sin duda, aquello era una indirecta después del incidente con el pequeño Charlie.
Charlotte negó.
— En medicina hay más cosas que la muerte. — respondió con frialdad. —Hay vida y esperanza.
Jack la miró confundido.
— Lamento no haber nacido en una vida de riqueza. No puedo darme el lujo de causar problemas y salirme con la mía. — declaró acercando su rostro al de ella.
Charlotte esbozó una sonrisa falsa.
— Claro, es mucho mejor ser un vulgar ladrón con tu padre. — comentó sarcásticamente, provocando una mala mirada de Jack.
Él suspiró y se dirigió hacia la puerta. Se detuvo abruptamente y añadió:
— ¿Sabes cuánto les pagan aquí a los cirujanos?.... No, claro que no. ¿Por qué lo sabrías?
Finalmente, Charlotte lo miró
— ¡Nada! Me dan alojamiento y comida gratis.
— Entonces, ¿Cómo...?
— Apostando. — interrumpió a la castaña. — Jugando a las cartas. Así es cómo hago dinero. Y soy bastante bueno. Pero la última vez me estafaron y, ahora, a menos que junte lo que ganó en un año, me cortarán la mano. — Jack finalmente había sido sincero, algo que tomó a Charlotte por sorpresa. — Por eso Fagin robó las piedras preciosas.
Se miraron el uno al otro, incapaces de descifrar la mirada del otro. Charlotte guardó silencio, sin saber qué responder a eso.
— ¿Quieres ser cirujana? — retomó Jack la conversación. — Entonces no esperes nada a cambio, ni tú, ni tu hermana.
Y así se fue, dejando a Charlotte sola de nuevo.
La brusquedad de sus palabras la dejó aturdida. Jack tenía razón. Era evidente que la sociedad nunca las aceptaría, ni a ella ni a su hermana.
"¿Cirujana? ¿Una mujer? ¿En qué estaba pensando?"
Podía escuchar las críticas de todos, juzgándola. Sus ojos se llenaron de lágrimas y pronto comenzó a llorar
De repente, unos pasos ágiles resonaron provocando que alzara su cabeza. Encontrándose con "el padre de Jack", Fagin.
Rápidamente se secó los ojos, borrando cualquier rastro de lágrimas.
— ¡Querida Charlotte! — exclamó un sonriente Fagin. — ¿Qué haces aquí tan sola, querida? — preguntó mientras escondía algo detrás de él.
Charlotte sonrió tímidamente. — Estaba limpiando un poco, pero ya estaba a punto de entrar.
— ¿Y por qué tus ojos están...?
— ¿Qué trae ahí? — interrumpió Charlotte, pues no quería hablar de lo sucedido.
— ¿De qué hablas, preciosa? — respondió nervioso.
— ¿Eso era un hueso? — preguntó mientras intentaba ver detrás de él.
Con un suspiro resignado, mostró una parte de un esqueleto humano que sostenía en sus manos.
— ¿Es un coxis? — vaciló extrañada.
— Sí, querida. Perteneció a alguien muy importante para mí. Y, ahora, es lo único que tengo de ella. — confesó con el rostro cabizbajo y con un tono de tristeza en su voz.
— Oh, lo siento mucho — expresó apenada. — Creó que, es... hasta cierto punto, algo lindo.
— Sí, lo es.
Ambos guardaron silencio, aumentando la incomodidad del momento.
— ¿Me permite llevarla adentro, mi Lady?
Charlotte forzó una sonrisa.
— Claro. — respondió vacilante. Se levantó y pronto correspondió el brazo extendido de Fagin.
Charlotte estaba muy confundida, no quiso sonar grosera y ahora terminó en una situación incómoda.
— ¡Charlotte! ¿Dónde habías estado? — se escuchó la voz de su hermana, quien apareció frente a ellos a los pocos segundos. — ¿Por qué...?
— Mis ladys, me tengo que ir. — Fagin se liberó rápidamente del brazo de Charlotte y realizó una breve reverencia antes de retirarse.
Ambas se miraron confundidas.
— ¿Por qué tenía un coxis? — cuestionó ahora Belle.
— No tengo idea.
A lo lejos comenzaron a escucharse voces que llamaron la atención de las hermanas Fox. Parecía ser una discusión, ya que alguien gritaba enojado. Estás se acercaron al pabellón principal, dónde provenían las voces; encontrándose con el profesor.
"¿Qué es ese olor tan desagradable?", preguntó alguien.
"Higiene, señor. Parece que es algo nuevo." Respondió Jack.
— Ya llegó la cabeza de aire. — murmuró Charlotte.
Belle soltó una risa.
— Observa esto. — dijo con una sonrisa mientras agarraba del brazo a su hermana y se acercaba a ellos.
— ¿Y tú eres el responsable? Porque, si lo fueras, tu empleo se da por terminado. — dijo el Profesor arrastrando las palabras.
— No señor. La orden vino de arriba.
—¿De quién? — preguntó furioso.
— La hija del gobernador insiste en hacerlo. — intervino Belle, atrayendo las miradas de ambos y de todos en la sala, al parecer.
— Mis ladys, ¿Qué hacen aquí? — preguntó nervioso.
— Mi padre nos envió a observar. — agregó la castaña. Cuando un olor desagradable llegó a ella, haciendo que involuntariamente frunciera el ceño con asco.
Jack miraba burlonamente a Charlotte. Al rubio parecía divertirle toda esta situación.
— Dirijo este "dentro" con los más altos estándares. — anunció enojado el profesor, que al parecer se encontraba demasiado ebrio. — ¡Quiero que sepan que uno de cada seis de mis pacientes llega a vivir una plena!
Charlotte soltó una risita al ver el gran escándalo que estaba causando el profesor, y miró a Jack con la esperanza de una explicación a tal situación.
Él la miró divertido.
— Son cifras impresiones. — dijo con sarcasmo.
Esto provocó otra risa en Charlotte y que Belle rodara sus ojos.
— No puedo ocuparme de esto ahora. — añadió ahora más calmado, acercándose al hombre que llevaba tres minutos tendido en el suelo. — Mi amigo tiene una hernia estrangulada. Me pondré manos a la obra.
— ¿Qué? — ambas hermanas interrogaron ingenuas ante tal proclamación.
— ¡Y preparen el quirófano!
El profesor salió tambaleándose, tropezando con cada paso que daba.
[...]
— Caballeros, lo que tienen ante ustedes es una típica hernia inguinal. — explicaba el profesor sobre la cirugía que estaba por realizar. La multitud, que esperaba ansiosa, empezó a alardear al Jefe cirujano. — Para otros profesionales de menor valía, este procedimiento sería imposible. Pero, tristemente para ustedes, en mis manos, esté procedimiento resultará breve e inodoro para mi amigo. — aún algo ebrio, intentó dar un giro y resbaló, derribando la pequeña mesa quirúrgica a su lado. — Levanten eso, rápido.
La multitud estalló en risas.
— Y recuesten al paciente en la mesa. ¡Vamos! Con cuidado.
Jack y una enfermera trasladaban al paciente, el señor Tinkler, con cierto esfuerzo. Lo acostaron con suavidad en la camilla.
— Bien. — prosiguió el Profesor. — Le bajó los pantalones a mi amigo y palpo con cuidado la zona inguinal.
— Esté sujeto, es un insulto a la medicina en todos los aspectos posibles. — murmuró Charlotte a su hermana.
— Al parecer, a nadie le importa en lo más mínimo. — masculló enojada Belle.
Charlotte observó a su alrededor, percatándose de que la mayoría contemplaba al profesor con admiración. Bufó incrédula ante tanta ignorancia.
El pobre Sr. Tinkler se aferró al brazo del profesor, intentando que este se detuviera.
— ¡Hola, amigo! — saludó alegre el Profesor. — Perdona, Tinkler, no era mi intención tocar eso...
— ¿Por qué nadie interviene? — susurró molesta Charlotte.
Incluso Belle, nerviosa, no tenía respuesta para eso. Para ambas, era evidente que esto acabaría mal en todos los sentidos.
— Sí, detecto una protuberancia considerable a la derecha de los testículos. — explicó el Profesor, mientras tenía una mano dentro de los pantalones de su amigo. — Pásame la herramienta para hernias. — llamó a Hetty, quien dudando se la entregó. — Ahora, colocó la herramienta con cuidado sobre la piel.
Un grito desgarrador resonó en el quirófano, indicando que algo había salido mal, como era de esperar.
El Sr. Tinkler empezó a perder sangre rápidamente. Haciendo que todos los presentes comenzarán a preocuparse.
— Solo es una complicación normal mientras la sangre brota. — explicó el Profesor despreocupado a la audiencia. — Está chorreando. Denme algo que absorba. — susurró ahora a las enfermeras ayudantes, visiblemente inquieto.
Charlotte solo se tapaba la boca, impresionada por la escena, mientras Belle y Jack se mordían las uñas de preocupación.
— ¿Qué está pasando? — interrogó la castaña asustada a Jack.
— Se le desprende el intestino. — explicó sin más.
—Pues haz algo. — añadió Belle, exaltada.
— Bueno. No hay nada más por hacer. Son los vaivenes de la medicina normal. — anunció al mismo tiempo el Profesor, resignado.
Charlotte sacó a Jack del quirófano con enojo.
— Morirá si no haces algo rápido.
— Se morirá igual. — respondió bruscamente... — Es una obstrucción abdominal. No se puede operar. El dolor por sí solo acabará con él.
"¡Alguien que lo cubra lo más pronto posible!"
Charlotte rodó los ojos y salió rápidamente del quirófano.
[...]
Charlotte regresó corriendo con el éter en la mano. Se acercó a un mueble y sacó un pañuelo que había lavado anteriormente.
—¿Hay algo que quieras que le transmita a tu esposa? — preguntó el Profesor inocentemente a su amigo moribundo.
Jack miró expectante a Charlotte. — Ya te lo dije, no le dará éter a los pacientes.
—No es para el paciente. — intervino seria Belle, mientras Charlotte rociaba el líquido en el pañuelo.
— Dile que eres un payaso asesino, ¡Y que me mataste! — exclamó el Sr. Tinkler mientras agarraba al Profesor del cuello.
Rápidamente, esté lo apartó de él. Y se apresuró a explicar.
— Es el comportamiento típico de alguien en estado de conmoción. La perdida de sangre provoca...
— Está sudando, profesor. Permítame ayudarlo. — interrumpió Charlotte con una mirada tierna. Y comenzó a limpiarle el rostro.
— ¡Oh, gracias, preciosa!
— ¿O son lágrimas varoniles por un compañero caído? — preguntó ahora con una sonrisa burlona. — Tomé. — puso el pañuelo en su nariz, y él se desplomó al instante. Belle sonrió orgullosa de su hermana pequeña. — Todo tuyo, Dawkins.
— ¿Qué? Pero si nunca hice una cirugía abdominal. Nadie ha hecho una. — contradijo algo nervioso.
— Igual morirá. ¿No? Tiene los intestinos por las rodillas.
Los dos se desafiaron con la mirada, Jack notó cómo sus mejillas se sonrojaban de nuevo. Suspiró resignado y aceptó la situación.
— ¡Todos afuera ya! ¡Vamos! — Jack corrió a toda la multitud, incluyendo a varias enfermeras, dejando solo a Hetty. — Tim, ¿Puedes ocuparte del profesor? — Tim asintió, se acercó al Profesor y lo llevó fuera con facilidad.
Quedando en el quirófano el joven cirujano, las hermanas Fox y Hetty.
— No tengo ni idea de cuánto éter usar. — murmuró indeciso.
— Experimenta. — le dijo Charlotte mientras le entregaba otro pañuelo.
— Con lo que bebieron, estarán semanas inconscientes. — añadió Belle.
Rápidamente Jack tomo el pañuelo y vacío un chorro de éter. — Respire. — ordenó al Sr. Tinkler.
Charlotte comenzó a respirar pesadamente, llevando rápidamente una mano a su pecho, presionándolo poco a poco. Ya sabía lo que venía a continuación.
— El muy idiota le perforó el intestino. Tendré que cortar esta sección y luego unirla. — dijo el cirujano.
— Un minuto. — interrumpió Charlotte con una sonrisa y su mano en el pecho. Salió del quirófano a toda velocidad con la mirada de todos en ella.
— ¡Hetty, tijeras! — ordenó Jack. — Bueno, se lo iba a pedir a ella, pero creo que serás tú. ¿Cómo llevas la costura? Porque necesito que cosas el intestino antes de volver a meterlo.
— Hago muchos bordados. — respondió Belle cortante
— ¿Estarás bien? No quiero que te desmayes o algo parecido. — sin duda alguna, ese comentario hacía referencia a lo sucedido con su hermana.
— Estoy bien. — contestó Belle con una sonrisa breve. Que para Jack era muy distinta a la bella sonrisa de Charlotte.
En ese momento, la castaña regresó tosiendo, con una sonrisa en el rostro como siempre. Belle la miró preocupada y luego continuó rápidamente con su trabajo.
— ¿Te encuentras bien, niña Fox? — cuestionó Jack, con un tono algo preocupado
Charlotte frunció el ceño y soltó una risita ante el nuevo apodo, que le parecía ridículo.
— Estoy bien, solo un poco de náuseas. — mintió, ganándose una mirada molesta de su hermana.
Esta no le dio importancia y comenzó a mirar sorprendida el trabajo que realizaba su hermana. Mientras Jack, enfrente de ella, la veía de reojo cada cierto tiempo, deteniéndose siempre en sus bellos ojos.
Charlotte levantó la vista y se encontró con los ojos de Jack.
Por primera vez, le sonrió con cariño, lo que hizo que Jack sonriera inconscientemente, algo que solo Charlotte lograba en él.
[...]
Los aplausos empezaron a resonar por toda la sala, despertando al profesor.
— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó confundido mientras se sentaba en la cama.
— Extraordinario, señor. Parecía que estaba en trance. — alardeó Jack.
— Esa es la palabra. — continúo Belle. — Como si estuviera fuera de su cuerpo.
— Pensábamos que su amigo no sobreviviría, pero de alguna manera logró tomar el control y salvarlo. Fue un verdadero milagro médico, me dejó impactada. — intervino Charlotte, estrechando la mano del profesor con una sonrisa contagiosa.
— Bueno, ya sabes cómo es, querida. Los tres pilares: formación, conocimiento y experiencia. Pero cuando esos fallan, entra en juego el instinto.
Todos en la habitación asintieron tratando de contener la risa.
— Notable. — agrego Jack.
— ¿Alguien sabe cómo...? Casi no recuerdo cómo lo logré. — murmuró nervioso el Profesor.
— Al final quedó exhausto y durmió el sueño de los justos. — explicó Belle.
— Si tan solo se hubiera visto como nosotros a usted, señor. — dijo Jack con orgullo antes de aplaudir levemente.
— Sí, lo sé. Deben tomar esto como una lección. — respondió soberbio. — Y quiero que se divulgue, ¡Fuera de aquí ahora!
Todos abandonaron rápidamente la habitación donde se encontraba el profesor. Al salir, Charlotte no pudo evitar soltar una carcajada.
— ¡El tonto realmente creyó que él fue quien lo hizo!
— Sí, es algo que ocurre siempre por aquí. — respondió Jack con una sonrisa divertida.
— Fue increíble. — dijo Belle. — Gracias Dr. Dawkins, pero ya nos tenemos que marchar.
— ¿Ya se van? — cuestionó rápido el rubio. Al darse cuenta de lo desesperado que se escuchó, carraspeó. — Permítanme acompañarlas hasta la puerta. — continuó con una sonrisa falsa, tomando a Charlotte por la cintura y a Belle por el hombro.
Charlotte rápidamente apartó su mano y retrocedió.
— No. Todavía no me puedo ir. Tengo que terminar de ayudar a Hetty - respondió
— ¿Te quedarás? — preguntó Belle alarmada.
— Claro, solo por unas horas más. No te preocupes, no me demoraré mucho. ¿No hay ningún problema, cierto Dr. Dawkins?
Esté sonrió irritado.
— Sí quieres, quédate, tu presencia aquí no molesta.
Charlotte sonrió.
— ¿Y si mamá pregunta por ti?
— Pues, dile que estoy con Lizzie o algo. Nos vemos. — le sonrió con ternura antes de desaparecer por los pasillos.
— Bueno, adiós. — se despidió apresuradamente Jack y se marchó en dirección opuesta, dejando a Belle sola.
[...]
Las escaleras detrás del hospital se habían convertido en el nuevo lugar favorito de Charlotte. Disfrutaba de estar allí, ya que casi nadie pasaba por ahí y el silencio predominaba.
Sin embargo, en esta ocasión ese no era el caso, pues Jack estaba sentado junto a ella.
— Eso fue increíble. — soltó Jack con una sonrisa
— ¿Crees que sobrevivirá? — preguntó en voz baja la castaña.
— No sé. — respondió Jack en un susurro también. — Pero sobrevivió a la operación, lo que es notable.
Charlotte esbozó una leve sonrisa.
— Dudo que lo que hicimos allí se haya hecho antes. — continúo Jack.
Chocaron miradas.
— Lo hiciste muy bien. — alardeó Charlotte mientras recostaba su cabeza en la pared sin apartar la mirada de él
— Y tú también. — dijo con sinceridad. — Antes de que corrieras a vomitar.
Charlotte soltó una risita.
— No vomité, solo... tuve un pequeño inconveniente.
— Un buen cirujano no se marea al ver sangre, niña. Bueno, a mí me llevó dos años...
— No fue la sangre. — respondió en voz baja.
— Pues, lo hubieras hecho bien, tu hermana hizo todo. Pero, sin ti, no lo hubiéramos salvado a tiempo.
La castaña le dedicó una sonrisa cariñosa, eran las primeras palabras amables que Jack le había dicho.
— Por cierto, qué bonito bordado el de la piel.
Segundas palabras.
— Para eso servimos las mujeres. — respondió con burla y sonrió.
Jack miró sus ojos, esos hermosos ojos color avellana que brillaban; siempre lo hacían, pero en ese momento en particular aún más.
Luego pasó a sus labios, que para él era lo que más resaltaba en ella. También observó su mejilla, en especial la pequeña mancha de sangre que tenía, que según Jack la hacía lucir preciosa. Así estuvo unos segundos, hasta que finalmente reaccionó.
Tosió levemente.
— Lo que logramos hoy fue extraordinario. — confesó el rubio, dirigiendo una última sonrisa a Charlotte antes de ponerse de pie y encaminarse hacia la puerta, donde desapareció.
Esto dejó a Charlotte con una sonrisa en el rostro, sintiéndose orgullosa de sus logros.
[...]
La tarde había caído y el sol ya se había ocultado cuando Charlotte apenas había llegaba a su casa, sabiendo que enfrentaría algún tipo de castigo por lo sucedido.
Con cautela entró y escuchó voces provenientes a la distancia. Avanzó hacia ellas hasta llegar a la habitación principal, donde se asomó levemente, y descubrió a varias personas sentadas, incluida su familia. El Sr. Smales estaba de pie recitando aparentemente otro de sus poemas, mientras Fanny tocaba el arpa. Charlotte notó la mirada fulminante de su hermana Belle, a quien respondió con una sonrisa tímida.
Belle empezó a mover su cabeza levemente con dirección a las escaleras, indicando a Charlotte que escapara del sufrimiento que ella estaba pasando.
Fracaso.
Al percatarse de ello, la madre dirigió su mirada hacia la castaña. Con la mirada, la madre la llamó y señaló el sillón a su lado. Charlotte se acercó rápidamente y se sentó en el pequeño sillón entre Belle y su madre.
— ¿Dónde estabas? — preguntó la Sra. Fox molesta. — ¿Olvidaste que tu hermana organizó una velada?
— Sí, de haberme acordado, no habría venido. — respondió con una sonrisa burlona.
— ¿Qué te ha sucedido? — observó su vestimenta.
— Nada.
— ¿Pantalones, Charlotte? — su madre la miró con hostilidad. — Hablaremos más tarde.
De repente, el Sr. Smales levantó la voz, asustando a todos.
—¡Abran fuego! ¡Cañones!... — incluyendo a su padre, quien dormía tras la recitación del Sr. Smales.
—...Terminaste. Por fin... fue muy bueno. Maravilloso. Un tema peliagudo. Mucho sobre lo que reflexionar. — volteó a ver a su esposa, y luego a su hija Charlotte. — ¡Querida, ya llegaste! Marie, mira quién llegó. — alzó a la pequeña gatita que se encontraba en sus piernas con el objetivo de que esta viera a su dueña.
Charlotte saludo levemente emocionada.
— Invitados de honor, familia, queridos compañeros. — interrumpió Fanny. — Sé que, cómo yo, estarán ansiosos preguntándose qué sorpresa habrá detrás del telón...
— No tanto. — susurró Belle para animar a Charlotte, haciéndola sonreír.
—...Con la ayuda del Sr. Smales y de nuestras domésticas, tengo el honor de presentar una serie de cuadros vivos basados en obras maestras del arte.
— ¿Crees que a papá le molestará que use un rifle de caza aquí? — volvió a susurrar la mayor.
— Créeme, es el primero que lo autorizará.
Ambas miraron a su padre, que se tocaba la sien visiblemente harto, lo que provocó la risa de ambas.
La Sra. Fox golpeó sutilmente con su abanico a la castaña para hacerla callar.
—....Primero inmortalizaremos "Leda y el cisne", el famoso cuadro de Miguel Ángel.
El telón se abrió y reveló a una de las domésticas con un traje pintado de forma inapropiada. Todos aplaudieron sorprendidos ante la inesperada imagen.
Charlotte ni siquiera ponía atención a la exposición de Fanny, su mirada estaba fija en un solo punto con una leve sonrisa en los labios, decidida a que nada ni nadie podía empañar su día.
— Tienes sangre en el zapato. — susurró su madre.
— ¿De verdad? — respondió despreocupada.
—¿Estás bien, Charlotte?
— Extraordinaria.
[...]
— ¿Dawkins dijo eso? — preguntó sorprendida Belle.
Charlotte asintió.
— Creo que ya le agradamos.
— No. Tú le agradas, a mí simplemente me tolera. — respondió Belle entre risas, ganándose una mirada incrédula de su hermana.
Las dos hermanas charlaban bajo las sábanas de la cama de Charlotte, donde ella compartía emocionada todo lo que había hecho desde que se fue. Incluyendo la breve plática que había tenido con el cirujano.
— Solo piénsalo, a mí no me pone apodos, no me acompaña a la salida y ni siquiera me sonríe.
— Pues entonces creó que tienes suerte. — respondió burlona.
Belle soltó una risita.
— ¿Qué te dijo mamá? — preguntó Belle en voz baja. — ¿Te va a castigar?
— No. Me advirtió que si volvía a repetirlo, no me permitiría salir nunca más. Lo cual creo que es mucho peor.
— ¿Y tus ataques? ¿Volviste a tener otro?
— No, solo fue ese y el de la mañana.
— Se están volviendo más frecuentes, Lottie. — comentó Belle con preocupación.
— Lo sé. — respondió con voz débil. — Por eso estás aquí, en mi cama y con mi almohada favorita.
— Sé que te gusta dormir acompañada, especialmente si es conmigo. — se jactó Belle abrazando a su hermana.
[...]
Al día siguiente, ambas hermanas se despertaron más temprano de lo habitual para salir sin que su madre se diera cuenta. Finalmente listas, caminaron hasta el hospital.
— ¿Qué crees que haremos hoy? — preguntó emocionada, Lottie.
— Probablemente, solo cuidaremos a los pacientes. — respondió Belle, abriendo la puerta del hospital y dejando pasar a su hermana primero.
Charlotte entró, pero se detuvo al instante, casi chocando con alguien.
— Lady Charlotte... — se trataba del rubio. — Lady Belle. ¿Qué hacen aquí?
— ¿Tú a qué crees? — respondió con obviedad Charlotte. — A practicar.
— ¡Oh, sus prácticas! — contestó sin ánimos. — Escuchen, hoy no podré estar con ustedes, pero Hetty les indicará qué hacer.
— ¿A dónde irás? — preguntó Charlotte.
— Son asuntos privados, señorita.
— ¿Y qué se supone que hagamos entonces? — cuestiono ahora Belle.
— Consulten a Hetty, ayúdenla, entreténganse o hagan lo que prefieran, no me importa.
Dicho esto salió y cerró la puerta frente a ellas.
Belle soltó un grito de frustración.
— ¡Qué persona tan insoportable! Dan ganas de ahorcarlo.
— Ven, vamos con Hetty. — habló Charlotte.
Al llegar con Hetty, está les dedico una sonrisa cálida. Una bienvenida mucho más cariñosa que la que habían recibido por parte de Jack.
Hetty no era cirujana, eso era obvio, por lo tanto, solo hicieron cosas de enfermería. Pasaron toda la tarde cuidando y atendiendo a los pacientes. Además, se encargaron de limpiar todo el hospital, asegurándose de que luciera aún mejor que antes.
Al llegar casi el anochecer, las hermanas se despidieron y regresaron a su hogar. Sin embargo, Charlotte se sentía inquieta, ya que había notado que el Sr. Tinkler lucía muy pálido e incluso podría jurar que su cuello tenía un tono rojizo.
Cuando el sol se ocultó, Charlotte mintió diciendo que estaba cansada y que se retiraría a dormir temprano. Al llegar a su habitación, cerró con llave la puerta y acomodó las almohadas en su cama de tal manera que pareciera que ella misma estaba acostada.
— Marie, ¿quédate aquí, sí? — colocó a su gatita junto a las almohadas para dar más credibilidad a su artimaña. — No tardó. — dejó un pequeño beso en la cabeza de su gatita, antes de salir de la habitación.
Acto seguido, salió por la ventana que daba a unas escaleras en el patio trasero y se dirigió de nuevo al hospital. La preocupación de que algo pudiera pasarle al Sr. Tinkler no le permitiría conciliar el sueño.
[...]
Charlotte limpiaba suavemente el rostro del señor Tinkler, quién estaba empapado de sudor. El cuerpo de éste ardía en fiebre, un síntoma de la infección que se había desarrollado.
Ya era algo tarde, no había nadie más en la habitación, más que los propios pacientes. Un suspiro triste escapó de los labios de Charlotte cuando, detrás de ella, unos pasos resonaron. Esta volteó esperanzada, deseando que fuera la persona en la que pensaba.
— Dawkins... — susurró con alegría.
El hombre sonrió y se acercó lentamente. Charlotte volvió su vista al pobre Sr. Tinkler, quien temblaba y seguía rojo por la alta temperatura en su cuerpo.
En silencio, observaban al moribundo paciente cuyo dificultoso respirar era lo único que se escuchaba en la habitación.
— Está muriendo, ¿No es así?... — Charlotte decidió romper el silencio.
No hubo respuesta, y esto afirmó las palabras de la chica.
Con desilusión en el corazón, giró la cabeza hacia la camilla donde descansaba el pequeño Charlie, que dormía placenteramente. Sin embargo, notó que temblaba levemente. Apartó la mirada enseguida, sabiendo el próximo resultado de aquellos movimientos. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Una mano se posó en su hombro, reconfortándola.
— ¿Qué podemos hacer? — preguntó con la voz entrecortada.
— Tomar su mano y acompañarlo a la siguiente vida. — dijo Jack sin apartar la vista del Sr. Tinkler.
Finalmente, Charlotte lo miró, con los ojos enrojecidos por las lágrimas que amenazaban con brotar.
— No llores, niña Fox. ¿Qué haces aquí a estas horas? — inquirió Jack con la esperanza de que esto distrajera a Charlotte.
— Salí a escondidas para venir, no podía dormir. — respondió en voz baja, procurando no despertar a nadie
— Ya es tarde, Fox. Deberías volver a casa... — comentó Jack, visiblemente inquieto.
— En la mañana me iré, ya es demasiado tarde para salir, Dawkins. — musitó con tristeza.
Jack le dedico una mirada cálida y continúo:
—... ¿Me permite acompañarla a su casa, Señorita Fox?
— mel ( ◜‿◝ )♡
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