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━━ CAP.001



"𝖯𝗎𝖾𝖽𝖾 𝗊𝗎𝖾 𝗇𝗈 𝗌𝖾𝖺𝗌 𝗋𝖾𝗌𝗉𝗈𝗇𝗌𝖺𝖻𝗅𝖾 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝗌𝗂𝗍𝗎𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗌𝗍𝖺𝗌, 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗅𝗈 𝗌𝖾𝗋𝖺𝗌 𝗌𝗂 𝗇𝗈 𝗁𝖺𝖼𝖾𝗌 𝗇𝖺𝖽𝖺 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝖼𝖺𝗆𝖻𝗂𝖺𝗋𝗅𝖺"

━━ ᴹᵃʳᵗⁱⁿ ᴸᵘᵗʰᵉʳ ᴷⁱⁿᵍ.


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━━━━ En Japón, existen muchas leyendas del heroísmo desde All might, endeavor hasta gran torino, pero esta vez no nos enfocaremos en ellos si no en una de las familias más importantes en el país del sol naciente. Los Hanyu. Aquella familia de artistas y escritores ascendió a la grandeza cuando la era de los superpoderes do inicio, si bien antes eran conocidos por sus maravillosos miembros dedicados al arte o a la literatura descendientes de dos grandes culturas, en ese tiempo no estaban ni un poco cerca de ser tan importantes como lo son en la actualidad.

El día que nació el primogénito de la familia Hanyu fue el momento en que todo cambió, Daiki Hanyu el niño que trajo el equilibrio al mundo del heroísmo, un balance entre el bien y el mal. Fuego, aire, tierra y agua .Los cuatro elementos básicos, las cuatro características de todos los seres humanos, las cuatro partes y el todo. En esta vida todos nacemos con estas cuatro cualidades representadas de diferente manera; el fuego es avanzar, con entusiasmo y rapidez, la tierra es de la tenacidad, fuerza y estabilidad, el aire es la libertad, el cambio y curiosidad, y finalmente el agua es aquel que es flexible, se adapta y fluye; sin embargo cuando la era de los dones se hizo presente estos tomaron finalmente forma física siendo capaces de iniciar un ciclo de creación o destrucción.

Un poder que era capaz de controlar lo que estaba fuera del alcance de los humanos... la naturaleza ¿una bendición o una condena? Solo aquellos que heredan aquella habilidad podrían responder. Los cuatro elementos sólo significaban que su destino estaba sellado.

— Señorita, he terminado.

La joven rusa al escuchar a su doncella dejó de lado sus pensamientos, mirando por el espejo admiro la manera tan sencilla,pero bonita en la que su cabello había sido arreglado para su primer día de clases en la U.A. Irina, su doncella principal era una joven seis años mayor que ella que había dejado Rusia solo para seguirla con fidelidad, aunque más que ser una empleada, era su amiga y confidente.

—Muchas gracias Irina, realmente no lo hubiera logrado sola. —sus ojos azules reflejaban su agradecimiento hacia la mayor — y deja de tratarme de "usted", puedes tutearme, sabes que no tengo ningún problema el que me llames por mi nombre o apodo. Después de todo eres mi mayor confidente.

— Está bien...Anastasia.

La susodicha le regaló una sonrisa al escucharla, sin más la joven se retiró de la habitación con una reverencia dejándola sola. Nervios o más bien miedo era la palabra correcta para describir cómo se sentía en ese instante, había dejado atrás el que fue su hogar por casi 11 años para mudarse finalmente con su madre y hermanos.

Un país con personas, cultura e idioma diferentes al que estaba acostumbrada y aunque su madre le enseñó los honoríficos e idioma japonés desde niña, todo era más complicado cuando pasabas de solo practicarlo algunas veces a utilizarlo siempre ¡incluso le había dicho "vieja de mierda" a la ama de llaves por accidente! Claro que aquello había sido broma de sus hermanos aprovechándose de su inocencia y su complicada habilidad para comunicarse en Japonés, por suerte la ama de llaves se había tomado demasiado bien aquel incidente,pero no estaba segura que con otras personas sería igual.

Por otro lado estaba el "que pensaran de mí" Ese temor de ser rechazada nuevamente por sus compañeros la molestaba como una espina en su piel, le gustaba hacer amistades nuevas y conocerlos, pero no todas las personas pensaban igual pues encontraban su personalidad como absurda e infantil.

—Basta, Anastasia —Se dijo a sí misma levantándose de su asiento, caminando hacia la puerta — Solo estás sobre pensando las cosas, todo estará bien.

Definitivamente no esperaba chocar en cuanto salió al pasillo con un muro... ¿con olor a sándalo? Levantó su rostro observando a su padre frente a ella. No sabia que el pecho de su padre literalmente sería como una pared fuerte y dura.

—Buenos días, cariño ¿Cómo amaneciste? — preguntó con suavidad mirando a su hija con total admiración.

—Buenos días, папа. — inclinó su cabeza con una pequeña sonrisa en su rostro, tratando de restarle importancia a sus preocupaciones de antes — Nerviosa, pero estoy bien.

— Anastasia Lyonechka Ivanova, no te atrevas a mentirle a tu padre.

Estaba en problemas, indefensa ante la severidad con la que su padre había dicho su nombre completo, se encogió los hombros sin tener el valor de mirarlo, jugando con los dedos de sus manos.

— Hija, ya habíamos hablado sobre tu atelofobia y me aseguraste que todo estaría bien — Nikolai la tomó del mentón obligando a que lo mirara y con delicadeza acarició su mejilla acunando su rostro — Toma esto como un nuevo comienzo. Hija las cosas que viviste en Rusia déjalas atrás y solo vive el presente, estoy seguro que todo esta bien, aparte no importa el lugar a donde vayas todos te terminan amando y cómo no hacerlo con esa carita de angel que tienes.

Una suave risa salió de Anastasia cuando su padre estrujo sus mejillas. La joven no comprendía esa necesidad de su padre de siempre halagar su físico, aunque según ella no tenía nada de especial pues era solamente la viva imagen de su madre, cabello rubio y ojos verdes o al menos eso pensaba ella, pues su familia siempre le decia que parecia sacada de un libro de fantasía, una belleza tan etérea e irreal.

— Papá, basta por favor —pidió la joven avergonzada.

— Está bien, mi pequeño sol — se alejó de ella acomodando aquellos cabellos rebeldes que él había causado — No tengas miedo, no quiero ver ese rostro triste, tu eres la luz y alegría de ese hogar, así que muéstrame esa bella sonrisa ¿de acuerdo?

— Si —asintió con alegría.

— Ahora que estás tranquila, dime ¿Emocionada por entrar a la U.A?

— Sí, demasiado, pero Dmitri me dijo que hay momentos donde tengo cara de estar oliendo mierda todo el tiempo ¿eso es malo?

Nikolai tuvo que ahogar una carcajada al escuchar a su hija decir aquello, pero pronto su cabeza analizo las palabras, definitivamente golpearía a su hijo por decirle aquello a su Anya, siempre se aprovechaban de su hermana ese par de cavernícolas defectuosos.

— No le hagas caso a tu hermano, cariño. Cuando Dmitri era un bebé oloroso a tu tío Caesar se le cayó y desde ahí presenta cierto grado de estupidez — los ojos azules de Nikolai se posaron sobre ella dejando de mirar su uñas— Y ahora que estás más calmada y que tu rostro es adornado de nuevo por tu bella sonrisa, deberías apresurarte o llegarás tarde a tu primer día, tus hermanos ya están listos, solo faltas tú.

— ¡Папа, por qué no lo mencionaste en un principio! —exclamó nerviosa viendo el reloj en su muñeca, se dio cuenta de la hora, había durado demasiado retocándose que se olvidó por completo del tiempo, seguramente Dmitri le reclamara una vez que se subieran a la camioneta.

— Amor, es te veías tan hermosa que fue imposible no distraerse con facilidad, por cierto tu almuerzo ya se lo entregue a tus hermanos, no te olvides de comerte todo y recuerda ir con el director Nezu en cuanto llegues a la Academia.

Ambos salieron de la habitación, bajando con prisa las escaleras. La joven asentía a todas las indicaciones de su progenitor, viendo a sus hermanos al final de las escaleras principales, esperando por ella. Llegó corriendo a la puerta, colocándose con la mayor rapidez que pudo sus zapatos escolares y mirando su imagen por última vez en el espejo, quedando satisfecha por el resultado que había obtenido. Dmitri fue el primero en sentir su presencia, sonriendo con burla observó a su hermana.

— Hasta que la princesa se digna a bajar ¿Acaso no ves tu reloj? Es tarde y tú aún tienes que llegar con el director Nezu, Ana. — bromeó Dmitri tomando la mochila de su hermana, saliendo por la puerta siendo seguido por los demás.

— Deja a Anya en paz, intento del príncipe encantador— intervino el mayor de los mellizos, Alexander dejando un casto beso en la mejilla de la menor.

Anastasia soltó una carcajada al escuchar esa patética comparación de Dmitri con aquel personaje de shrek y es que no lo podía culpar cuando ambos tenían cabelleras rubias que llegaban a sus hombros. Nikolai únicamente pudo sonreír orgulloso admirando la bella imagen de sus hijos, conviviendo en armonía y sanamente.

— Muy bien, cariño ven aquí —le hablo haciendo un ademán con su mano para que se acercara a él. Los mellizos retrocedieron dándoles un poco de privacidad recibiendo un agradecimiento de su padre—. Recuerda que tu madre y yo estamos muy orgullosos de ti y no olvides que te amamos, suerte en la Academia, obedeces a tus profesores y no te metas en problemas.

— No te preocupes, papá.

Nikolai alzó las cejas tratando de estar complacido por la corta, pero segura respuesta que le dio. Dejando un beso sobre la frente de su hija se giró para mirar a los mellizos con una sonrisa siniestra provocando una reacción inmediata en ambos, con posturas rígidas y expresión sería como si se tratarán de soldados.

— Cuiden de su hermana por favor y por el amor de dios no vayan a molestarla, por cierto una ultima cosa —pidió Nikolai pasando sus brazos alrededor de sus hombros, los acercó a él como si se estuvieran apunto de contar secretos, en susurro les ordenó una delicada tarea. — No dejen que esos descendientes de orcos con problemas paternales se acerquen a su dulce e inocente hermana que solo quieren corromperla, no quiero ser llamado suegro por nadie.

— No te preocupes, padre. Alex y yo nos encargaremos de cuidarla, no te vamos a decepcionar.

Los tres hombres sonrieron de manera inconsciente al observar a la menor quien se encontraba soltando pequeñas risas mirando a una mariposa que volaba a su alrededor ignorante a su plática y definitivamente los chicos estaban prohibidos.

— Cuenta con nosotros, padre. Nos vamos —exclamó con seguridad Alexander alejándose de él tomó la mano de su hermana quien le dio una sonrisa.

—-Adios папа, nos vemos más tarde, te quiero.

— Suerte, te quiero cariño.

Nikolai miró con nostalgia a la camioneta de Lotus company que se alejaba, en ese momento se había dado cuenta de la realidad, sus hijos ya habían crecido y a partir de ahora se enfrentarán a su destino en un camino con muchos obstáculos, pero también de alegrías.

(...)

La mirada de la joven Ivanova, admiraba con asombro las calles de Japón a través del cristal templado de la camioneta. Su arquitectura, cultura e incluso su gente eran tan diferente, comparado a lo que estaba acostumbrada en Rusia, se sentía tan ajena a todo. Había pasado tanto tiempo desde que visitó el país del Sol naciente que su memoria dejó en el olvido la grandeza y preciosidad que le caracteriza; aunque siempre estaría enamorada de Rusia y sus paisajes nevados.

Según las palabras de sus hermanos, las instalaciones de la U. A eran fantásticas y únicas, desde una gran cafetería hasta enormes lugares de entrenamientos, donde tendría la oportunidad de usar su quirk sin ningún problema y sin olvidar que solo héroes de élite son contratados como profesores. Ella realmente no podía esperarse menos cuando se trata de la academia número uno en Japón e incluso en todo el mundo.

La expresión en su rostro era de emoción, su comportamiento en ese momento podría ser comparado a una niña en dulcería, los mellizos solamente podían verla con cariño y un poco de diversión. Mientras más avanzaba la camioneta más cerca podía ver el gran edificio con sus ventanales reflejando el maravilloso cielo azul,pero lo que vino después era una situación que ninguno de los tres se imaginaron que sucedería.

La entrada estaba siendo bloqueada por una multitud de camarógrafos y periodistas que detenían a cualquier estudiante que estuviera tratando de ingresar a la academia.

— Alexander, ¿esto es normal? —preguntó Anastasia, señalando con la mirada a toda la multitud. Estaba acostumbrada a los periodistas por los concursos de patinaje en Rusia, pero le parecía demasiado molesto ver lo invasivos que estaban siendo.

—No, es extraño—respondió igual de confundido que ella. — Seguramente ya se enteraron de que All might está trabajando como profesor.

Anastasia lo miró sorprendida por su respuesta. Hacía dos noches que había hablado con el héroe por videollamada y en ningún momento le hizo mención sobre un empleo como profesor en la U. A., le parecía demasiado extraño que no lo hiciera, seguramente todo estaba relacionado con la búsqueda del nuevo sucesor del One for All.

— Tenemos dos opciones: los ignoramos o los golpeamos —Sugirió Dmitri a sus hermanos, mirando por la ventana, aun sin bajar de la camioneta.

— Dmitri por Zeus,no vamos a golpearlos aparte la prensa destrozaria a mamá—regañó Anastasia, dejando escapar un suspiro. Estaban perdiendo el tiempo en buscar alternativas —. Aunque tratemos de evitarlos no lo conseguiremos, vamos.

Ambos hermanos asintieron cumpliendo la orden de Anastasia bajando de la camioneta con ayuda de los custodios, agradeciendo por llevarlos, tomaron sus pertenencias dirigiéndose a la entrada; sin embargo, como habían previsto fueron interceptados por los periodistas.

— Señorita, ¿qué piensa de All might como profesor?.

Anastasia miró detrás de ella esperando encontrar a sus hermanos, en cambio, se tomó la sorpresa de que estaba sola. Podía ver el par de cabelleras rubias alejándose de la molesta multitud, definitivamente los iba a golpear.

— Solo puedo decir que es un honor para todos nosotros tener a un héroe como All might de docente, dispuesto a guiar a las futuras generaciones de héroes con sabiduría —respondió Anastasia con honestidad, regalando una pequeña sonrisa a las cámaras, mientras que trataba de retomar su camino sin tener éxito agotando su paciencia— Oh Dios mío, ¡¿ese no es All might?!

Enseguida todo el mundo dejó de prestarle atención mirando a la dirección que había señalado. La joven aceleró sus pasos rodeando a toda la multitud, quienes tardaron en darse cuenta de que había sido solo un engaño.

Anastasia caminaba con lentitud por la gran entrada de la academia, admiraba la flora que rodea el gran edificio, era simplemente hermoso. Ingresando al edificio con inseguridad, miró a su alrededor y con la mirada de varios estudiantes sobre ella, posiblemente era demasiado notable que era nueva en el lugar, trato de entender el absurdo croquis que Dmitri le había hecho para no perderse en el enorme edificio, pero se sentía aun mas confundida,pero como si Zeus se apiadara de su alma el director Nezu apareció en su panorama caminando a su dirección.

— Director Nezu, buenos días —saludó con alegría, extendiendo la mano, esperando que fuera tomada sin darse cuenta de su error, hasta segundos después.

— Buenos días, señorita Ivanova —correspondió el saludo, sin mostrar algún gesto de incomodidad por el error de la rusa — Me da gusto verla y más ahora como estudiante de nuestra academia.

— Es todo un honor para mí estudiar en una gran academia como lo es la U. A., siendo sincera, ya contaba los días para ingresar, pero lamentablemente a veces las cosas no salen como uno las planea. —sé sincero olvidando el casi ataque de pánico que había tenido en la mañana.

— Al contrario, para nosotros es un honor que los hijos de Aura-san y del señor Ivanov hayan escogido nuestra academia entre tantas opciones, además comprendemos su situación, así que no debe culparse por ello —El pequeño ratón le mostró una sonrisa sincera, había notado en la mirada de la joven lo nerviosa que se encontraba en ese momento —. Muy bien, si desea acompañarme a mi oficina para resolver los pendientes y para mayor comodidad, estoy seguro de que le será agradable una taza de té.

— Me encantaría, se lo agradezco mucho.

El trayecto a la oficina fue agradable, aunque la joven se quedó en silencio la mayor parte del tiempo escuchando con suma atención las indicaciones de su acompañante, siendo en su mayoría consejos para adaptarse con más rapidez a la academia o a las mismas costumbres japonesas. Pues a pesar de tener un origen japonés, no había tenido la fortuna de profundizar su cultura en primera fila, pero se sentía tan afortunada por la insistencia de su madre por aprender japonés, a pesar de que aún comete pequeños errores, lo importante era que lograba comunicarse a la perfección. Finalmente, llegaron a la tan famosa oficina, sintiendo un refrescante aroma a menta cuando cruzaron por la puerta.

— Y dígame, ¿qué le ha parecido la academia, señorita Ivanova? —le preguntó a la joven ofreciendo una taza de té.

Anastasia la aceptó gustosa, tomando un sorbo quedando fascinada por su sabor y al mismo tiempo sintiendo una inmensa calma al instante, mirándolo con una sonrisa recordó el pequeño recorrido que le había ofrecido camino a la oficina, había quedado encantada con el lugar incluso con la disciplina tan característica de los japoneses, definitivamente iba a disfrutar su estancia en Japón.




𝙽𝚘 𝚘𝚕𝚟𝚒𝚍𝚎𝚗 𝚟𝚘𝚝𝚊𝚛 𝚢 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚝𝚊𝚛.
𝙴𝚜𝚙𝚎𝚛𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚎𝚕 𝚌𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚑𝚊𝚢𝚊 𝚜𝚒𝚍𝚘 𝚍𝚎 𝚜𝚞 𝚊𝚐𝚛𝚊𝚍𝚘.

Deseaba recordarles que Dandelions cuenta con playlist de la historia como una personal de Anastasia el link de mi cuenta de spotify se encuentra en mi tablero o biografía.

𝓃𝑜𝓈 𝓁𝑒𝑒𝓂𝑜𝓈 𝓅𝓇𝑜𝓃𝓉𝑜

𝒶𝓉𝓉𝑒. 𝐻𝑒𝒸𝒶𝓉𝑒𝒾𝓈

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