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Al día siguiente volví a la empresa, decidí confiar en que Rivers no me haría daño, quería saber que la unía a mi papá y por qué estaba tan obsesionada conmigo
—Pensé que no te vería de nuevo por aquí.— dijo Carre cuando me vió entrar a la oficina y sentarme en mi escritorio
—Rivers sabe que estoy enamorada de Spreen.— conté y me miró sorprendido
—Por fin lo admitis boluda.— exclamó —¿Y que dijo cuando se lo dijiste?.—
—Me dijo el mismo cuento de siempre.— bufé cansada —Que Spreen no me conviene, que es peligroso, que me aleje de él y bla bla bla.—
—¿Ella sabe que yo sabía todo eso?.— cuestionó y negué, quería dejarlo al margen de la situación —Que bueno, así podré seguir investigando por vos.—
Sonreí mientras él me daba un ligero toque en mi nariz con su dedo, realmente le estaba tomando demasiado cariño
—¿Ya tienen pensado de qué será la empresa que quieren armar juntos?.— preguntó
—¿Por qué preguntas? ¿Estás pensando en aceptar por fin la propuesta de trabajar con nosotros?.— cuestioné burlona y él rió
—Aún lo estoy considerando.— respondió —Faltan pocos días, menos de una semana, para la cena de accionistas dónde se supone venderán tu parte de la empresa, necesitas tener un plan B para ese momento.—
—Spreen empezó a formar la empresa legalmente, ya está haciendo el papeleo necesario.— avisé y ví como empezó a jugar con un bolígrafo —Confía en mí, triunfaremos.—
Carre asintío y buscó algunos documentos para darmelos, debíamos seguir trabajando en los asuntos de la empresa antes de pensar en salirnos, queríamos dejar todo resuelto.
Las horas empezaron a pasar y Rivers entró a la oficina, me miró y sonrió levemente
—Me alegra que hayas regresado.— exclamó y sonreí también —Venía a invitarlos a comer juntos, quizás como en los viejos tiempos.—
—No puedo, Spreen pasará por mí y me llevará a comer.— respondí y su sonrisa se borró
Se sentía raro ya no tener que esconder lo bien que me llevaba con aquel chico, era liberador
—¿Con Spreen?.— preguntó Carre fingiendo molestia, se supone que él no sabía nada de mi relación con el otro argentino
—Ah si, se me había olvidado contarte..— dije tratando de sonar convincente
—No me importá lo que tengas que decir, sos una tonta por haber caído en su juego.— me interrumpió y lo miré mal, no debía llamarme tonta
—Vayan a comer ustedes dos, así pueden quejarse y criticar a Spreen sin que lo defienda.— exclamé molesta
Tomé mis cosas mientras Carre me veía burlón, estaba a punto de salir de la oficina para después salir de la empresa y esperar a Spreen pero Rivers tomó mi brazo para impedirmelo
—Vamos a comer los tres.— volvió a pedir y negué de nuevo —No pasa nada si lo dejas botado hoy.—
No podía mandarle un mensaje diciendo que hoy no lo vería, ayer habíamos quedado que a esta hora él estaría afuera de la empresa esperándome y sería muy malo dejarlo así
—Quiero ir con él.— dije haciendo que soltará mi brazo
Antes de que pudiera decir algo más salí de la oficina y corrí por las escaleras, había sido una mala idea porque estaba cerca del último piso. Cuando por fin llegué hasta el primer piso caminé rápidamente hasta la salida y como lo esperaba estaba Spreen recargado fuera de su auto
—Hola.— saludó al verme y yo intenté recuperar la normalidad en mi respiración, estaba muy cansada —¿Qué te pasó?.—
—Larga historia.— respondí y él rió
—Te traje algo.— dijo y lo miré sin entender —Espera.—
Miré como sacaba algo de su auto, era una pequeña rosa roja, sonrió y me la dió
—¿Y esto?.— pregunté sonriendo —Es muy bonita.—
—Venía de camino para acá y ví a una señora vendiendo rosas.— empezó a contar —Pensé en vos inmediatamente porque las rosas son lindas y vos sos hermosa.—
Reí por su intento de piropo, era lo más lindo que me habían dicho. Iba a decir algo más pero a lo lejos ví a Rivers y Carre charlando, estaban a punto de salir de la empresa
—Vamonos.— pedí y él me miró extrañado —Tengo mucha hambre.—
Él volvió a reír mientras abría la puerta del copiloto para que yo entrara, cerró y después entró del lado del conductor. Arrancó y nuestro camino empezó
—¿A dónde querés ir?.— preguntó
—Sorprendeme.— respondí con una pequeña sonrisa
Con Spreen había recorrido ya la mayoría de restaurantes de la ciudad pero era curioso que para desayunar solamente me llevará a la misma cafetería. El viaje pasó entre risas y chistes odiosos en la radio hasta que llegamos a un restaurante que parecía ser de comida china.
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