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El enamorarse jamás estuvo dentro de los planes de Jake.
Era algo que había decidido desde hace un tiempo, por lo que pasó gran parte de su vida tras dejar la escuela intentando encontrar a ese alguien que lograra conquistar y calar tan profundo en su corazón como para ser merecedora de su más sincero amor y atención. Él creía haber encontrado todo aquello en Seorim, pero últimamente se sentía como si todo fuese una mentira; un engaño para ocultar el verdadero ser tras esa reluciente y resplandeciente chica que logró acaparar su atención y confianza, lo cual resultaba ciertamente confuso para él, pues al creer que era la indicada, su cerebro se nubló completamente y el estar descubriendo a la verdadera Seorim, definitivamente no le estaba agradando ni un poquito.
¿Estaba mal desconfiar de ella? Porque Jake se sentía como el mayor traidor de todos los tiempos por el simple hecho de creer que Seorim ocultaba algo tras esa fachada de chica buena.
Aquello le resultaba tan difícil de entender, porque él simplemente no podía imaginarla siendo una mala persona o teniendo malas intenciones detrás de toda esa dulzura que había demostrado al estar juntos, entonces, ¿por qué él estaba desconfiando tanto de Seorim? ¿Por la manera en que sus ojos brillaron de temor al ver a Lee Heeseung? ¿O acaso su intuición estaba hablando por él? Porque cual sea la respuesta, definitivamente no lograba convencerlo del todo, pero, si era su mente quien hablaba por él, ¿debía a escucharla a ella o seguir a su corazón?
Estaba tan confundido, y aquello era tan desesperante.
Era tan complicado estar en ese punto intermedio entre la confianza y la desconfianza; entre seguir a la voz de la razón o seguir a lo que él quería.
La vida es tan complicada cuando tus padres dejan de ser quienes toman las decisiones por ti, y en cambio, debes ser tú mismo quien elige el camino que quiere seguir para triunfar o fracasar en el intento de un mejor futuro, y eso era tan frustrante, porque realmente no sabía qué hacer respecto a Seorim; darle una oportunidad o dejarla ir por alguien más, pero, ¿existiría alguien mejor que ella para estar a su lado?
La confusión acabaría por consumirlo en la angustia.
En ese momento Jake deseaba más que nunca tener que preocuparse únicamente por pensar en qué haría para cenar en la noche, pero lamentablemente, estaba sobre pensando todo en ese momento, lo cual incluso le impedía meditar cuál sería el mejor sabor de helado para su maratón de Crepúsculo al llegar a casa.
Qué complicado estaba siendo ese día, sin embargo, no era nada que Sunghoon no pudiese solucionar con una buena charla sobre lo mucho que amaba a su tortuga y una visita a su departamento durante la tarde.
Era el panorama perfecto junto a su mejor amigo. Una tarde de películas junto a su adorada tortuga y una buena habitación cinematográfica que contaba con una manta, cuatro almohadas y una gran sábana blanca que simulaba ser una pantalla grande como las de una auténtica sala de cine como las que solían visitar los fines de semana. Era perfecto, y realmente agradecía que tras cruzar la puerta del departamento sus problemas desaparecieran como por arte de magia, invitándolo a abalanzarse sobre Sunghoon para envolverlo en un enorme abrazo.
—¡Sunghoon! ¡Mi pobre amigo! —exclamó con emoción. —Te extrañé tanto.
—Sólo han pasado tres días desde la última vez que nos vimos, feo. —respondió él. —Ahora ven aquí, tengo una sorpresa para ti —continuó. —Pero no te la daré hasta que cierres los ojos. Sin trampas.
Jake cerró completamente sus ojos y se dejó guiar por su más adorado amigo hasta la cocina del departamento, quedándose en un mismo lugar al notar que Sunghoon había soltado su mano, susurrando un leve "Espérame aquí".
Rápidamente, él volvió con lo que parecía ser una pequeña caja de regalo, y con cuidado, abrió lentamente sus ojos tras la indicación de que ya podía hacerlo.
Emocionado, miró a su amigo con completo cariño en sus ojos.
—¿Qué es esto? —preguntó alegre.
—Una bomba.
Jake le dedicó su dedo preferido con todo el amor que guardaba por ese chico, enseñando su dedo medio con diversión, para luego abrir la cajita.
—¡Oh! ¡Sé lo que es! —dijo con emoción. —¡Es un collar!
Curioso, observó que faltaba la otra mitad.
—¿Dónde está...? Ya sabes, la otra...
—La otra mitad. —completó Sunghoon. —La tengo yo. —dijo con emoción. —¿No es precioso?
—Oh, por supuesto que lo es. —dijo Jake completamente alegre. —Gracias por esto, en verdad lo aprecio mucho.
Fueron sus últimas palabras antes de perder la noción del tiempo hasta regresar a su departamento, completamente alegre y listo para hablar con Seorim en cuanto fuese posible.
Aquel día finalmente había llegado, hablaría con Seorim en la cafetería de siempre. Mientras esperaba su llegada, sus nervios sólo parecían ir en aumento y su valentía desaparecer en cuestión de segundos tras ver a Lee Heeseung atravesar la misma puerta por la que debía entrar Seorim, sólo que esta vez él no venía solo, en cambio, un bonito rubio con hermosas facciones caminaba a su lado con una expresión de completa fascinación por el azabache.
Nuevamente se preguntaba, ¿qué rayos hacía Lee Heeseung en esa cafetería y por qué parecía que estaba siguiéndolo? ¿O acaso eran simples coincidencias? Porque a Jake realmente le costaba entender la razón por la que aparecía cada vez que él y Seorim se reunirían. Quizás ellos ocultaban algún secreto, o quizás él era el verdadero secreto, pero aquello era prácticamente imposible, Seorim no sería capaz de hacer algo así... ¿Verdad?
Nuevamente la sensación de desconfianza se instaló en su pecho en cuestión de segundos a la espera de la linda chica, pero Jake se sentía verdaderamente incómodo en ese lugar; quería escapar y correr lejos de ahí lo más pronto posible, pero él jamás rompía una promesa, y había prometido a Seorim juntarse para hablar sobre aquello que tanto le preocupaba, sin embargo, la espera comenzaba a parecerle eterna. ¿Estaría mal acercarse a Heeseung y hablar con él mientras esperaba a Seorim? Después de todo, ellos eran amigos –o algo así–, por lo que no debería ser algo malo, o al menos eso suponía, así que, reuniendo nuevamente todo el valor que guardaba en lo más profundo de su ser, se acercó confiado en que no sería ignorado por el apuesto chico que conversaba alegremente con el mismo rubio que lo acompañaba esa mañana.
Al estar cerca de la mesa en que Heeseung se encontraba bebiendo un latte mientras mantenía una preciosa sonrisa en su rostro, Jake se atrevió a hablar:
—Hey, Seung. —dijo confiado. —Te vi aquí y quise... Ya sabes, saludarte.
¿Seung...?
—Oh, hola Jake. —respondió con lo que era, probablemente la sonrisa más linda que había presenciado alguna vez a lo largo de sus cortos años de vida. —¿Estás solo?
—Lo estoy. —asintió con gracia. —Por cierto, ¿quién es tu amigo?
—Oh, él es Jay. —le dedicó una sonrisa al rubio, invitándole presentarse.
Él miró con una sonrisa desconfiada a Jake, sin embargo continuó:
—Ese es mi nombre. —mencionó con delicadeza. —¿Jake, cierto?
—Sí... ¿Lo sabes porque Seung lo mencionó o me conocías desde antes? —preguntó curioso. —Quiero decir, a veces no recuerdo a las personas con quienes salgo ocasionalmente, por eso es que-
—Creo que nos hemos visto antes.
—Entiendo. —respondió con calma. —En ese caso, ¿qué tal todo?
—Excelente.
Jake asintió algo incómodo ante el tono que el rubio utilizó con él, sin saber si irse o quedarse allí parado.
Heeseung notó su incomodidad, apresurándose a romper el tenso silencio que se había formado.
—¡Ya sé! —exclamó alegre. —Ya que estás solo, Jake, ¿qué tal si nos acompañas? —dijo mirando a Jay, quien asintió calmado. —Creo que esa sería una excelente idea, sólo si tú quieres, claro.
Jake lo pensó durante un momento, pensando en qué hacer. Finalmente decidió enviar un mensaje a Seorim diciendo que no podría asistir a su junta en la cafetería, cancelando todos sus planes para estar con Heeseung.
Después de todo, no sería tan malo romper una pequeña promesa por primera vez en su vida, sin embargo, no podía dejar de preguntarse, ¿había hecho lo correcto? ¿Acaso eso importaba ahora?
—Perfecto. —dijo con una sonrisa triunfante.
Caminando por las calles de la ciudad, pronto Jake se dio cuenta de que no podía apartar la mirada de su acompañante, y lo más preocupante es que no hablaba del lindo rubio, sino del mismísimo Lee Heeseung.
¿Qué carajos estaba pasando por su mente?
Si enumeraba la cantidad de errores que había cometido a lo largo del día, definitivamente uno de los más grandes fue haberlo llamado Seung. ¿Qué era eso de poner apodos? Ellos sólo habían salido una vez, y fue una salida de amigos, tal como la que estaban teniendo en ese preciso momento. Eso no tenía nada de extraño, sólo que a veces deseaba que Jay no estuviese allí... Eso era normal, ¿no? Él era alguien bastante celoso con sus amistades, y Heeseung definitivamente estaba volviéndose un muy buen amigo para él, lo normal dentro de su rango de cosas extrañas. Sin embargo, aquello le resultaba bastante extraño, pues Jake nunca antes había sentido tantos celos de un estúpido rubio de cara estúpidamente linda y con facciones perfectamente bien acomodadas en su estúpido rostro. Lo normal. Quizás sus celos provenían de allí, de no ser tan lindo como Jay.
Sin embargo, ¿qué pensaría Heeseung sobre él si pudiese leer sus pensamientos? ¿Acaso ellos eran pareja en secreto? Porque si así fuera, ellos podrían decírselo sin problema alguno, pues él jamás había sido alguien discriminador en cuanto a orientaciones sexuales se refería, ya que desde pequeño sus padres le habían educado con valores que aplicaban para todo tipo de personas. Entonces, si ese fuese el caso... ¿Seguiría estando bien el querer acercarse tanto a Heeseung? Porque a pesar de no tener segundas intenciones con él, sabía que sus patéticos celos podían incomodar a Jay, así que desde ese momento, Heeseung sería sólo un amigo más, no un amigo cercano como le gustaría que fuese, pero... ¿Estaría tan mal intentarlo?
Tal vez era hora de arriesgarlo todo por algo que nunca antes había deseado con harto fervor, y si tenía que hacer a un lado a Seorim con tal de acercarse un poco más a Lee Heeseung, estaba dispuesto a lanzarse completamente a ese abismo con tal de lograrlo.
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